sábado, 30 de enero de 2010

Te regalo la Luna



Foto captada en la madrugada del sábado 30 de enero, desde el patio del Hotel Flamingo, en Concepción, cuando ella estaba más inmensa que nunca (en el punto más cercano de la Tierra), pero igualmente distante, inaccesible, radiante, iluminada y compañera. Luna lunera cascabelera...

lunes, 25 de enero de 2010

Cielo incendiado sobre el sojal


Domingo 24 de enero, cerca de las 19, regresando de Encarnación a Ciudad del Este por la ruta Sexta, a dos kilómetros de Maria Auxiliadora, el horizonte me regaló este paisaje. Detener el auto, apuntar la cámara, medir la luz y la velocidad... y tomar la foto. Y luego quedarme allí, recostado sobre el capot, contemplando esta fugaz obra plástica de la naturaleza, hasta que el rojo se fue volviendo negro, y en algun punto se encendieron las estrellas. Son momentos así los que te reconcilian con la vida.

viernes, 15 de enero de 2010

La Estación del Olvido


La vieja parada ferroviaria de Ybytymi se derrumba poco a poco, vacía y sola, habitada por molestos fantasmas de la memoria. Por aquí pasó alguna vez un niño de alucinada imaginación, que luego inmortalizó aquel viaje en el relato Estaciones de su novela Hijo de Hombre. Hoy la vía del tren ya no existe y junto al hueco de su paso se extiende la nueva reluciente cinta de asfalto de la ruta Paraguari-Villarrica. Dos tiempos, dos mundos. Una época que muere, otra que nace.

A la sombra de una mariposa


No es la teknicolor de Fito, ni la de la estirpe de aladas criaturas amarillas a las que Gabo dio poderes para anunciar la llegada del coronel Buendía. Tampoco las que “ayer solo fueron humo” en la voz de Silvio Rodríguez. Esta es una panambi más folklórica y telúrica, soñada desde los versos del romántico poeta guaireño Manuel Ortiz Guerrero para luego volverse guarania en los acordes del gran José Asunción. Ahora es figura de postal turística, un poco deteriorada y decadente, a orillas de la laguna Ycuá Pyta, en la siempre subyugante Villarrica del Espíritu Santo. Pero aun así y todo dan ganas de tumbarse allí, al lado de la estatua de Manú, echarse el sombrero sobre la cara y dejar que las alas brillantes y coloridas cobijen tus sueños de un tiempo mejor. Nde pepo kuarahy’ame tamo ra’ê a ñe ñoty…