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a voluminosa camioneta Chevrolet Custom
10, pintada de color rojo, conocida popularmente como la caperucita roja, temible vehículo en el que la policía stronista
secuestraba a los perseguidos políticos y a las víctimas de la dictadura,
estaba allí, estacionada frente al Museo de las Memorias, sobre la calle Chile,
en el microcentro de Asunción, durante el acto conmemorativo que recordaba los
60 años del inicio del stronismo, con el golpe militar del 4 de mayo de 1954.
El tenebroso vehículo, uno de los
últimos de su especie, fue recuperado de un taller mecánico de la ciudad de San
Lorenzo, y tras ser reacondicionado, entregado al Museo como un recuerdo de los
años de horror. El acto dedicado a las víctimas de la dictadura, realizado en
el mismo local de la Comisaría Tercera y la ex Dirección Técnica del Ministerio
del Interior, dos lugares emblemáticos utilizados como centros de detenciones
ilegales y torturas a prisioneros políticos durante el stronismo, también sirvió
para homenajear al dirigente colorado Roberto Luis Petit, a quien el abogado y
educador Martín Almada caracterizó como “la primera víctima de la dictadura”.
Sesenta años atrás, en la noche del 4
de mayo de 1954, un grupo comando del histórico Batallón 40 de las Fuerzas
Armadas paraguayas atacó el Cuartel de la Policía, en Asunción, ocasionando la
muerte del joven dirigente colorado Roberto L. Petit y el derrocamiento del
presidente de la República, Federico Chaves.
El jefe militar victorioso de aquel
golpe de Estado era el entonces joven general
Alfredo Stroessner, quien luego se hizo
elegir presidente y asumió el cargo el 15 de agosto de 1954, iniciando la más
prolongada, oscura y oprobiosa dictadura que conoció el Paraguay, hasta que 35
años después, en la noche del 2 de febrero de 1989, otro golpe militar -que
también incluyó un ataque al Cuartel de Policía- le puso fin.
Eran cerca de las 20:00 de la noche del
4 de mayo, cuando el tiroteo se hizo intenso en todo el microcentro de
Asunción, según relata el periodista e historiador Bernardo Neri Farina, en su
libro El golpe del 4 de mayo de 1954.
"El presidente Federico Chaves
buscó refugio en el Colegio Militar (actual sede del Parlamento), cuyo director
era el general Marcial Samaniego, camarada y amigo de Stroessner", narra
el autor.
Según la versión de Neri Farina, cuando
el mandatario quiso hacer prevalecer ante Samaniego su condición natural de
comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, cargo que había delegado en el
general Stroessner, el entonces capitán de Infantería, Isaías Barreto, le
contestó a Chaves: "Su excelencia, usted está preso".
En su libro "El 4 de mayo de
1954", el periodista e historiador Roberto Paredes relata la misma
anécdota, de modo distinto: "Asustado ante el desarrollo de los
acontecimientos, Federico Chaves se dirigió para refugiarse hasta el Colegio Militar,
por entonces en El Paraguayo Independiente y 14 de Mayo, donde inmediatamente
fue detenido. 'Esto no es posible, yo
soy el Comandante en Jefe', se lamentaba, pero ningún oficial le
respondía".
Tras
una época de mucha inestabilidad.
Los sucesos del 4 de mayo de 1954
ocurrieron como corolario de un largo periodo de extrema inestabilidad política
en el Paraguay.
Tras la guerra civil de 1947, se
produjo un lapso en que se sucedieron seis presidentes de la República en solo
dos años, la mayoría a través de golpes de Estado: Higinio Morínigo, Juan
Manuel Frutos, Juan Natalicio González, Raimundo Rolón, Felipe Molas López y
Federico Chaves.
Chaves había asumido con un golpe el 11
de setiembre de 1949 y luego se hizo elegir institucionalmente en 1953, mandato
que debía prolongarse hasta 1958.
"El país vivía en ese periodo una
situación de caos generalizado: tensiones políticas permanentes, con crisis
reiteradas; economía en bancarrota, con desórdenes en todas las áreas, pobreza
generalizada en amplios sectores de la sociedad", describe Roberto
Paredes.
"En enero de 1954, la tensión
entre la Junta de Gobierno del Partido Colorado y el presidente Federico Chaves
se había agudizado. El viejo caudillo estaba perdido en el caos. Las riendas
del poder se estaban yendo de las manos, sin que él tratara de revertir las
cosas, pues todavía se sentía poderoso en su Gobierno. Su amante, Isabelita
Vallejos, era el pívot sobre el cual giraban los negocios, mientras el mercado
negro florecía en medio del desabastecimiento y la miseria que asolaban al país",
relata Bernardo Neri Farina.
Uno de los dirigentes políticos
colorados que tuvo gran protagonismo en la caída de Chaves y el ascenso de
Stroessner fue Epifanio Méndez Fleitas, quien ocupaba la presidencia del Banco
Central del Paraguay.
Tras haber asumido un rol central en el
derrocamiento del presidente Molas López, en 1949, Méndez Fleitas se había
convertido en un caudillo de mucha influencia en el Partido Colorado y en toda
la sociedad.
En enero de 1954 se había producido una
primera crisis, cuando Méndez Fleitas fue destituido de su cargo en el Banco
Central, junto a Guillermo Enciso Veloso y Tomás Romero Pereira, presidente y
vicepresidente del Partido Colorado.
La puja interna que había en el Partido
Colorado también se trasladaba al ámbito militar, donde era evidente la
rivalidad entre el comandante en Jefe, general Alfredo Stroessner y el
comandante de la Caballería, teniente coronel Néstor Ferreira.
Tras una serie de conspiraciones y
movidas de ajedrez político, los sucesos se precipitaron en la mañana del 3 de
mayo de 1954, cuando el comandante de la Caballería, Ferreira, ordenó la
detención del mayor Virgilio Candia, jefe del RC3, bajo la acusación de estar
"conspirando para derrocar al Gobierno".
El general Stroessner le reclamó al
presidente Chaves por la acciones de Ferreira, alegando que sobrepasaban su
autoridad. Por indicación de Chaves, Stroessner convocó al teniente coronel
Ferreira a su despacho, pero el mismo se negó a acudir.
Finalmente, el 4 de mayo, a las 19,
Ferreira se dispuso a presentarse ante Stroessner, pero ordenó a sus hombres de
la Caballería que, en caso de que no regrese, salgan con sus tropas y ataquen
la capital. Apenas ingresó a la comandancia, Ferreira fue detenido.
Stroessner desplegó a sus tropas y ganó
de mano a los hombres de la Caballería. Su principal golpe de efecto fue el
ataque al Cuartel de Policía, donde cayó acribillado el jefe de Policía, el
admirado dirigente colorado Roberto Luis Petit, de apenas 31 años de edad,
entre varios jefes y oficiales asesinados durante el ataque. Las balas lo
alcanzaron cuando auxiliaba al subjefe de Policía, comisario Caballero Zavala,
malherido en un zaguán del edificio. Cuando el comandante del Batallón 40,
Mario Ortega, supo que Pettit había sido herido, ordenó que sea trasladado con
urgencia a un hospital, pero ya era demasiado tarde.
Un
golpe casi sin oposición.
"Stroessner consumó su golpe,
apurado como consecuencia de la debilidad notoria del Gobierno de Chaves y de
la anarquía reinante en el país. Lo respaldaron los militares, cansados del
caos creado por los políticos y hartos de ser utilizados por los civiles para
sus aventuras de poder desde la finalización de la guerra civil de 1947.
Querían que un uniformado, específicamente Stroessner, tomara finalmente el
Gobierno", destaca Bernardo Neri Farina.
Al día siguiente, 5 de mayo, la Junta
de Gobierno del Partido Colorado instaló una sesión oficial, en la que exigió a
Federico Chaves que presente su renuncia a la presidencia de la República, y
resolvió designar al general Alfredo Stroessner como candidato del partido para
el periodo constitucional restante (1953-1958), estableciendo el 15 de agosto
como fecha para que asuma el cargo.
Igualmente, la Junta designó como
presidente provisional al arquitecto Tomás Romero Pereira, quien luego
entregaría el cargo a Stroessner.
El golpe de Estado que iba a consagrar
la más larga dictadura en la historia del Paraguay casi no encontró oposición durante
los primeros meses. Varios sectores de la sociedad, incluyendo al opositor
Partido Liberal, saludaron la caída del Gobierno de Federico Chávez. "La
Nación reclamaba, con sus voces más enérgicas, un alto en el camino de la
perdición por el que le estaba arrastrando el coloradismo, bajo la égida
funesta de Chaves", sostuvo un comunicado oficial del liberalismo,
presidido por José P. Guggiari, ex presidente de la República.
Sin embargo, algunos grupos disidentes
hicieron oír su voz de protesta por el golpe de Estado. El 10 de mayo de 1954,
jóvenes febreristas y comunistas organizaron un mitin relámpago en la plaza,
frente al edificio del Cine Victoria (actualmente en las calles Oliva y Chile),
según refiere el investigador Carlos Pérez Cáceres.
“Allí habló Ladislao García –más
conocido como Grillón–, que se subió a un vehículo y arengó en contra de lo
sucedido el pasado 4 de mayo y la necesidad que el pueblo se organice. El
tráfico fue cerrado por algunos minutos y cuando las fuerzas policiales
aparecieron, los jóvenes se dispersaron por las calles del centro. El dirigente
comunista Luis Casabianca también suele recordar que al retirarse de este breve
acto, iban repartiendo volantes en contra del gobierno militar”, relata.
En el caso del movimiento obrero, no
hay datos de que hayan existido movilizaciones contra el golpe. Recién un año
después, durante los festejos por el Día del Trabajador, se generó una serie de
disturbios y los trabajadores manifestaron su posición crítica contra el
gobierno.
Muchos dirigentes del Partido
Revolucionario Febrerista se vieron seducidos con la idea de que el nuevo
presidente los convocaría a colaborar con su gobierno. “Los febreristas nos
encontrábamos en la frontera, en territorio argentino, esperando que Stroessner
se deshaga de los colorados y comience a llamarnos. Entonces no hubo ningún
esfuerzo de parte de la dirigencia del PRF de oponerse al golpe, porque
creíamos que seríamos los nuevos dueños del poder”, había dicho el dirigente
Carlos Heisecke, citado por Pérez Cáceres.
Stroessner aparecía ante la mirada de
muchos dirigentes y analistas como el "hombre providencial" que iba a
traer "paz y progreso".
Lo que no sabían era el alto costo que
todo eso iba a tener…
(De La oposición tolerada y la perseguida, de
Andrés Colmán Gutiérrez. Libro de la
colección 60 años del Stronismo. Editorial El Lector y diario ABC Color).
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