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jueves, 20 de junio de 2013

Judas kái: Usted elige a quién quemar

Carmen Benítez aprendió de sus padres el arte de construir muñecos para el Judas kái.
¿Ya ha pensado en ver arder a su jefe o al político más odiado, representados por un muñeco? La tradición del Judas kái, en el San Juan Ára, permite este simbólico ritual de venganza o de expiación colectiva. En Luque se fabrican a pedido, con la imagen que el cliente elige.
Al principio son solo muñecos rellenados con trozos de tela y hojas de papel de diario, a los que se les van dando características humanas, "a pedido de los clientes".
Hay quienes prefieren llevar a la hoguera a algún aborrecido senador (senarrata) o diputado (dipuchorro), en cuyo caso se lo vestirá con traje y corbata.
Pero, definitivamente, el personaje más solicitado para ser quemado este año es Pelusco, un muñeco que imita al ex director técnico de la selección nacional de fútbol, el uruguayo Gerardo Pelusso, presuntamente el "gran culpable" de que la albirroja no estará presente en el Mundial de Brasil 2014.
"Pelusco es el muñeco que más nos piden los clientes, al igual que Napú (imitación del empresario Juan Angel Napout, presidente de la Asociación Paraguaya de Fútbol) y Tacuarilla (por el jugador de la selección, Oscar Tacuara Cardozo); parece que este año todos les quieren quemar a ellos nomás luego", dice Carmen Benítez, dueña de la fábrica de juegos artificiales La Luqueñita, la artesana más reconocida en el oficio de confeccionar muñecos para el juego del Judas kái.

"Arde, maldito, arde..."

El Judas kái o quema del Judas es uno de los juegos más aclamados en las tradicionales fiestas de San Juan, o San Juan Ára, que se celebran el 24 de junio, pero que por su gran convocatoria popular ya se realizan desde varias semanas previas y se siguen repitiendo durante todo el mes siguiente.
Aunque las celebraciones tienen orígenes en antiguas fiestas populares europeas, religiosas y paganas, que combinan la consagración del solsticio de verano en el hemisferio norte con el culto católico a San Juan Bautista, fueron introducidas en América por los conquistadores españoles y asumieron características propias en cada región. En Paraguay, las fiestas adquirieron elementos folclóricos de la cultura indígena guaraní.
Según refiere el investigador Dionisio González Torres, en su obra Folklore del Paraguay, la quema de Judas es un ritual en donde el pueblo, simbólicamente, toma venganza del apóstol Judas Iscariote, por haber traicionado a Jesús, colgando en un lugar público a un muñeco que lo simboliza, que es rellenado con explosivos y quemado en medio de la algarabía popular.
Con el tiempo se han ido representando en estos muñecos también la figura de otros "judas", personajes más actuales, que han defraudado a la colectividad, y que de esta manera se cobra una metafórica venganza contra los mismos, en la noche de San Juan.

Póngale nombre a su propio Judas.

En la amplia vereda del local La Luqueñita, sobre la calle Javier Bogarín, en la zona del mercado municipal de Luque, se exhiben los muñecos ya terminados, hechos del tamaño de una persona humana, con sus pintorescas caracterizaciones.
Hay personajes clásicos, como el Dr. Chapatín (personaje televisivo de la serie Chespirito), Recallate (imitación del expresidente del Olimpia, Marcelo Recanate), presidentes y expresidentes de la República, pero la mayoría no tiene nombres ni fisonomía propia, a la espera de que los propios clientes le den la denominación que más prefieran.
"Hay personas que quieren que el Judas sea su propio jefe o su suegro, o algún político al que le odian especialmente, entonces nos piden que le demos alguna forma especial, o lo llevan así y ellos mismos le dan la identidad que quieren", explica Carmen Benítez, quien aprendió el oficio de confeccionar muñecos para el Judas kái de sus padres, quienes ya se dedicaban a este negocio.
En un pequeño taller detrás del salón de ventas, ella dirige la confección de los muñecos, a cargo de varios jóvenes empleados. Primero se instala un armaje de madera, con forma muy básica de esqueleto humano, al cual se le agrega un pantalón y una camisa, que se van rellenando con pedazos de telas y papel diario.
Para la cabeza se usa una pelota de plástico, a la que se cubre con tela, se le pintan las facciones y se le agrega gruesos hilos de colores para fingir la cabellera. En el interior del cuerpo se ubican las bombas y explosivos, según la potencia de estruendo que se requiera.
"Somos muy cuidadosos en el tipo de explosivos que le ponemos adentro, solo aquellos que detonan y se consumen en el mismo lugar, ninguna bomba tres por tres, ni petardos que puedan saltar y herir a las personas", explica Carmen.
El muñeco más barato cuesta G. 200 mil, pero el precio sube según la cantidad y calidad de explosivos. "Hay que mojarlos con querosén solo poco antes de prenderles fuego", señala.
En el local también se venden las bolas de tela preparadas para la tradicional pelota tatá (pelota llameante), tres unidades por G. 10 mil, además de cántaros de varios tipos, para el juego del kambuchi jejoka (quiebra de cántaros).

"La fiesta de San Juan es una tradición profundamente paraguaya, y a nosotros nos encanta contribuir para que eso se mantenga", dice Carmen Benítez, sonriente, mientras ayuda a terminar un nuevo muñeco de Pelusco, que en pocos días más acabará consumido por las llamas en una plaza pública o en un estadio, en medio de vítores y carcajadas de la multitud.

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