Los
mismos chicos y chicas que organizaron la marcha del #15Npyya habían intentado antes sacar a la gente a las calles y plazas,pero entonces nadie les hizo mucho caso.
Los
anteriores intentos por inaugurar el capítulo paraguayo de los indignados
globales no tuvieron éxito. Mientras en la primavera árabe caían gobiernos tiránicos,
o en el 15M español se resquebrajaba el sistema, o en Occupy Wall Street
temblaba la bolsa, aquí los parlamentarios creían que las pintatas con la máscara
de Anonymous eran... un retrato proselitista de Camilo Soares.
Hubo un
momento, en mayo de 2012, en que las cosas parecieron cambiar. La prensa empezó
a informar que los legisladores iban a aprobar un aumento de 150.000 millones
de guaraníes al Tribunal Superior de Justicia Electoral, solo para pagar a los
operadores políticos de sus partidos.
Entonces
sí la gente respondió a las invitaciones en las redes sociales para un
"after office revolucionario"... ¡y estalló la plaza!
Se dijo
que aquello era "histórico". Los diputados fueron bautizados como
"dipuchorros" y los senadores, "senarratas", porque huyeron
de la ira popular en una apurada caravana, por una carretera aún en construcción.
Y, finalmente, tuvieron que dar marcha atrás, borrando con el codo lo que habían
firmado con la mano.
También
entonces se dijo que había llegado "el despertar cívico del pueblo
paraguayo" y se iniciaba "una nueva era ciudadana".
Pero
vinieron la masacre de Curuguaty, el 15 de junio, y el golpe parlamentario con
juicio político exprés, el 22, que destituyó en forma sumaria a un presidente
electo.
Muchos
de los que se habían movilizado juntos en el "after office
revolucionario" se encontraron de pronto en bandos distintos, agrediéndose
mutuamente e intercambiando rótulos: "golpistas",
"zurditos", "soberanos"…
Ha
debido pasar casi un año y medio para que, de algún modo, se comenzara a cerrar
aquella grieta en el alma del país. Y han debido surgir otros informes periodísticos
de gran impacto mediático, para que la indignación ciudadana resurgiera, por
encima de diferencias ideológicas, de partidos y clases sociales, para unirse
en una cruzada común, que golpeó como nunca a un sector de la clase política
que se creía tan soberbiamente impune y todopoderoso.
Hoy
muchos hablan del "noviembre paraguayo". Pero todavía habrá que ver
si, después de la "gran victoria ciudadana", los pocos que iniciaron
todo no se quedan otra vez solos, bailando con sus banderas bajo la lluvia.
(Publicado en la columna “Al otro lado del
silencio, sección Opinión del diario Última Hora, edición del sábado 30 de
noviembre de 2013)
No
puedo evitar sonreírme cuando leo, una y otra vez, en las redes sociales, algunos
posteos de conocidos “líderes progresistas” y referentes de algunos grupos de
izquierda, insistiendo en que la marcha de los indignados del #15Npy solo pudo
tener éxito porque recibió “un extraordinario apoyo artificial” de los grandes
medios empresariales de comunicación, especialmente de los diarios ABC y Última
Hora, porque sus poderosos y millonarios dueños empresarios tienen oscuros intereses
comerciales y/o políticos por detrás, y nos manejan a todos como grandes
titiriteros desde bambalinas, tanto a los periodistas que somos su empleados,
como a toda la opinión pública.
Me
sonrío, porque el reclamo que estábamos recibiendo hasta horas antes de la
marcha, ese viernes 15, por parte de los organizadores, era justamente todo lo
contrario: Que los medios y los periodistas no les estábamos haciendo caso, que
todo lo que se publicaba acerca del anuncio de la marcha era muy pequeño, que
estábamos censurando la movilización porque “no le convenía a los intereses de
los dueños de los medios”, etc.
Por
algo nos dedicaban estrofas de la canción Multiviral de Calle 13: “Si la prensa
no habla/ nosotros damos los detalles/ pintando las paredes/ con aerosol en las
calles…”.
En gran
parte, tenían razón, en eso de que no les hacíamos mucho caso.
Fíjense
en las fotos que acompaña a este posteo. Corresponden a las ediciones de los
diarios ABC y Ultima Hora del día 15 de noviembre, el mismo día en que iba a
realizarse la marcha.
ABC le
dedica apenas 15 líneas a anunciar el acto, bajo el título “Indignados marcharán
esta noche”, como material de tercera importancia en su página 6, Política, con
una foto de archivo de otra marcha anterior, a tres columnas.
El
anuncio en Última Hora pasa aún mucho más desapercibido. Apenas un recuadro
grisado a dos columnas, al pie de la página 3, con el genérico título de “Manifestación
en distintos puntos”, y no más de diez líneas de texto.
¿Ese
era el “extraordinario apoyo artificial”?
Para
quienes conocen la dinámica interna de los medios, este panorama es
comprensible. Los editores y periodistas, personajes escépticos si los hay, no
creían mucho en que la convocatoria del #15N iba a tener gran respuesta de la
ciudadanía. Ya se habían hecho intentos similares desde las redes sociales, en
los últimos meses, que apenas lograron juntar a algunas decenas de personas en
las plazas, y que merecieron algunas coberturas que en la jerga periodística
llamamos “de relleno”.
Aunque ese
viernes había cierta expectativa, debido a que el tema del rechazo al desafuero
a Victor Bogado era la noticia más leída del día en los sitios web… el espacio
que se le estaba reservando a la marcha en los diarios no era muy grande. Además,
el cielo se puso negro en horas de la tarde, se avecinaba una gran tormenta y
lo más probable era que el acto se llegue a suspender. En el Paraguay, habitualmente,
todo “se suspende por lluvia”.
Recién
cuando los primeros reportes de los cronistas destacados a la cobertura indicaron
que “mucha gente se está juntando en la Plaza Uruguaya”, los editores
reprogramaron sus páginas.
Y en la
medida en que la multitud crecía y se abría paso por las calles, también el
espacio asignado a la noticia se iba ampliando. Para entonces ya estaba decidido
que iba a ser tema de tapa, por una razón muy sencilla: lo que estaba
sucediendo era la noticia más importante del día.
Por la
dinámica de nuestro trabajo, los periodistas tratamos de desarrollar algunas
habilidades, que nos ayuden a leer los signos de una realidad en constante
cambio y adaptarnos rápidamente para tratar de reflejarlo.
Seguramente,
muchas veces nos equivocamos, y no informamos adecuadamente acerca de todo lo
que la gente más espera y valora. Casi siempre, la trascendencia o no
trascendencia que se le da a un tema u otro en los medios, no necesariamente
responde a un plan deliberado, ni a una conspiración político empresarial, sino
simplemente a la dinámica del interés que la propia sociedad les otorga.
Personalmente,
al igual que la mayoría de mis compañeros en la Redacción, hasta ahora no sé
qué opinarán Vierci o Zuccolillo sobre la movida de los indignados. Muy pocas
veces en la vida me tocó hablar con ellos. No recibimos sus instrucciones, sino
la de nuestros jefes directos en la redacción, y tienen que ver más con nuestro trabajo periodístico
cotidiano. Un trabajo que hacemos de la manera que mejor (o peor) podemos, con nuestras
humanas limitaciones, con nuestros aciertos y errores, y casi siempre los
enfoques tienen más que ver con nuestra manera personal, profesional (y
probablemente ideológica) de ver la realidad, que con la línea editorial del
medio.
Probablemente,
todo esto hace que muchos de los periodistas tengamos más “feeling” para
entender lo que la gente está diciendo en la calle, que algunos de los “dirigentes
populares” que hoy intentan desacreditar una de las más interesantes expresiones
cívicas de un amplio sector de la sociedad… solo porque no responde a sus
lineamientos ideológicos… o no pueden controlarlo.
Lástima,
por ellos.
¡Sería
tan bueno tenerlos al lado de la gente, aportando su valiosa trayectoria de
lucha y su visión política… y no tirando piedras desde la gradería!
Como si
pudieran detener la esencia y la naturaleza de las cosas.
A Mirta
Gusinky nunca luego le creí nada, así no que no tengo nada que reprocharle.
Todavía tengo en la memoria su lamentable tour televisivo en los trágicos y
gloriosos días del Marzo Paraguayo. Sentí mucho lo que le pasó a su hija
Cecilia, lo escribí en su momento y me solidaricé con su familia. Ahora le duró
muy poco la imagen de “política nueva y diferente” a esta señora…
Lástima
lo de Luis Alberto Wagner, un político contradictorio, con un heroico historial
de lucha contra la dictadura stronista, con muchas luces y sombras en sus
diversas gestiones, pero que generalmente se había sabido mantener cercano a
los intereses populares. Esta vez, parece que se fue al mazo.
Lástima
también lo de Adolfo Ferreiro, que aunque no está entre los 23, quedó muy mal
parado con esa surrealista explicación de porqué él no tenía que votar. Parece
que se olvidó de su escoba. Avanza País retrocedió bastante. Y encima que sea
Kalé quien lo ponga en su lugar, como que ya es mucho. Al final Adolfo votó por
el desafuero, pero dejó un mal sabor de boca a sus seguidores. A favor suyo,
que al menos Adolfo da la cara y trata de explicar. Pero ya nada será igual…
Lastima
aun más por Yoyito, Blas Llano y el resto de un gran sector de los liberales.
No terminan de seguir cavándose su propia tumba política. Lástima, porque el
sistema democrático paraguayo necesita que también haya una oposición
pluralista y fuerte ante los actuales gobernantes colorados, y el partido
liberal, por su historia, por su tradición, no debería borrarse del mapa
político nacional. Necesita regenerarse, que los dirigentes que cometieron
delitos sean juzgados y paguen sus culpas ante la Justicia, y que pidan
disculpas por sus grandes errores y se sometan al juicio del electorado. Por
suerte hay un grupo de liberales que mantienen una mínima cuota de dignidad.
Habrá que ver como salen de esta.
No les
creo nada a Kalé, ni a Saguier, ni a muchos otros senadores que hoy se
presentan a sí mismos como los baluartes de la honestidad y la democracia,
cuando tienen en su historial delitos tanto o más atroces que los de Bogado. Es
bueno que, al menos por esta vez, no avalen la impunidad y la desverguenza de
sus colegas. Pero que no se extrañen si la oleada de la indignación ciudadana
va creciendo y también los incluye.
El
debate parlamentario sobre el desafuero de Bogado me sirvió, además, para
reivindicarme con la figura del senador Eduardo Petta, del Encuentro Nacional.
En varios casos anteriores, sus acciones y posturas me parecieron populistas y
poco pensadas. Pero esta vez admiré la documentada exposición con que sacó a
luz la contundencia de los delitos cometidos por Bogado.
También
rescato la coherencia demostrada, al menos en todo este tema, por el liberal
Carlos Amarilla. Fue uno de los primeros en posicionarse claramente a favor del
desafuero y en romper lanzas contra sus colegas, mientras casi todos los demás
especulaban, incluyendo a los senadores del Frente Guasu, que necesitaron no sé
cuantas reuniones internas para definir públicamente su postura. En cuestión de
principios, no habría que dudar. O se está en contra de la impunidad, o se está
a favor.
Sé que,
a pesar de todo lo que está sucediendo, muchos ciudadanos y ciudadanas
permanecen escépticos. No habrá justicia, dicen. Esto se acabará pronto y todo
seguirá igual, dicen. La indignación se disipará más temprano que tarde, como
el rocío de la mañana, dicen. Es todo una maniobra tras bambalinas de Cartes,
de Acero, de Vierci, de los sojeros, de la Cía, de Videla, de Massera, de los
marcianos…, dicen. Puede que sí, puede que no. Solo digo que hace mucho no me
sentía contento por la reacción indignada de la gente, sean del color
partidario que sean, tengan o no colores partidarios. Tampoco les creo mucho a
varios de los dueños de locales comerciales que se plegaron a la onda de reservarse
el derecho de admisión a los 23 senadores, porque probablemente lo hacen más
por un marketing oportunista, o por congraciarse con la ciudadanía, o porque le
resulta funcional a sus intereses, pero se siente bien que así sea. Es la
primera vez que ocurre algo así, al menos en esta dimensión masiva. Habría que
pedirles que sigan la campaña de saneamiento moral, cumpliendo además con las
leyes laborales hacia sus trabajadores y pagándoles un salario digno.
También
me preocupa que otros temas más o igualmente importantes no aparezcan en las
movilizaciones, como la represión contra campesinos e indígenas, o la ley de
Alianza Público Privada, o la corrupción judicial, o tantas cosas más. Pero ya
irán apareciendo, me dicen.
“Codo
con codo/ paso con paso”, dice la canción Multiviral, de Calle 13, que no me
cansé de escuchar en estos días.
También
dice: “Crece la ola/ crece la espuma/ cuando cada vez más gente se suma”.
Por las
dudas, ya tengo otro rollo de papel higiénico preparado…
Juan
Domingo Viveros Cartes, en una de las últimas fotos, cuando fue detenido en el
aeropuerto de Coronel Oviedo, en julio de 2012. | Foto: OVIEDO PRESS.
El
denso historial como piloto de narcotraficantes –y a la vez doble agente para
la DEA– de Juan Domingo Viveros Cartes, parece sacado de las teleseries
mexicanas y colombianas. Conozca las reveladoras andanzas del "señor de
los cielos", actualmente preso en Uruguay.
#CrónicasDeLaMemoria
Un reportaje de Andrés Colmán Gutiérrez / @andrescolman
¿Qué se
siente estar al mando de un avión, cabalgar sobre las nubes, ser llamado el
"señor de los cielos"?
¿Qué se
siente atravesar fronteras sin pedir permiso, burlar radares, transportar
cargas ilegales que pueden dejar millones, volar desafiando siempre a la
prisión o a la muerte, sabiendo que hay padrinos poderosos que seguramente te
echarán una mano?
¿Qué se
siente...?
-¡Atención,
tenemos intrusos...! -avisó el controlador del aeropuerto de Santa Clara del
Olimar, cuando percibió dos ecos en la pantalla del radar, sobre el cuadrante
que corresponde a la región de Bella Unión, al noreste del Departamento de
Artigas, Uruguay, en la triple frontera con Brasil y Argentina.
Eran
dos aviones de pequeño porte, que habían ingresado sin autorización a
territorio aéreo uruguayo, a las 11.20 de la mañana del lunes 29 de julio de
2012, sobrevolando ambos sobre la confluencia de los ríos Cuareim y Uruguay, a
muy baja altura, en un vano intento por pasar desapercibido, ya que no solo
fueron detectados por el radar de Santa Clara, sino también por el de
Montevideo.
-¡Tranquilo,
señores! ¡Ya los tenemos controlados! ¡Les vamos a cortar las alas!...
–advirtió una voz militar desde el otro lado del intercomunicador–.
Se
trataba de uno de los jefes de la operación antidroga Wayra, que desde hacía
meses venía desplegando la Dirección General de Represión del Tráfico Ilícito
de Drogas (DGTID), siguiendo la ruta de una red de narcotráfico entre Paraguay
y Uruguay.
El
primer avión, un monomotor Piper, del tipo aerofumigador, aterrizó en un campo
cerca de Cebollatí, Departamento de Rocha, donde dos camiones los esperaban
junto a la pista. Los policías cayeron de sorpresa y fueron repelidos a tiros.
Tras un intercambio de disparos, en el que resultó herido uno de los
delincuentes; quedaron detenidas 6 personas, entre ellas el piloto, de
nacionalidad brasileña. En el interior de la nave, dentro de la tolva donde se
cargan los productos químicos para fumigación, se hallaron 21 paquetes con 478
kilos de marihuana, que acababan de ser transportados desde la zona de Caazapá,
Paraguay, según relataron los diarios uruguayos El País y El Observador.
En
Montevideo y otras zonas de Uruguay, en operativos simultáneos, fueron
capturados otros 16 integrantes de la banda, lideradas por el uruguayo
J.M.M.F., alias "Toti".
La
segunda aeronave fue interceptada en pleno vuelo por aviones de combate de la
Fuerza Aérea Uruguaya, y obligada a aterrizar en una pista de la Brigada Aérea
2, de Durazno. Se trataba de un avión Cessna, con matrícula paraguaya ZP-TMF.
El
piloto resultó ser un ciudadano paraguayo, de 66 años, quien se identificó como
Juan Walberto Gómez, aunque dijo que no portaba documentos, y que se había
"perdido" cuando se dirigía al Brasil. Dentro del avión no se
encontraron drogas, pero si bidones de gasolina y un fondo falso. Los
antidrogas estaban casi seguros de que el piloto paraguayo también había
transportado droga, o había actuado como escolta del avión que transportaba la
marihuana, pero ante la falta de evidencias, en un primer momento solo lo
pudieron detener por haber violado el
espacio aéreo.
La
sorpresa llegó días después, cuando –tras verificar las huellas dactilares y la
fotografía– la Policía paraguaya informó que la verdadera identidad del piloto
detenido es Juan Domingo Viveros Cartes, más conocido como Papacho, un
renombrado piloto civil de aviación, con varios antecedentes criminales por
narcotráfico.
La
identificación permitió además confirmar un dato que le agregó un llamativo
elemento político a la información internacional: Juan Domingo Viveros Cartes
es tío del actual presidente paraguayo, Horacio Cartes.
El 11
de octubre fue detenido otro miembro de la banda, el uruguayo Sebastián Enrique
Marcet, quien en su declaración confirmó plenamente que Papacho Viveros Cartes
es uno de los pilotos que transportan habitualmente la droga desde Paraguay, y
que ese día había traído en su avión otros 450 kilos de marihuana, pero los
había bajado previamente en una aeropista de Lavalleja, departamento uruguayo
ubicado en la zona este del país, para luego seguir vuelo hacia Durazno, donde
fue interceptado y capturado, según reporta Enzo Rosello, periodista del diario
El País, de Montevideo. Con esta evidencia, la jueza uruguaya Adriana de los
Santos procesó a Papacho por narcotráfico.
La
avioneta con matrícula paraguaya, capturada e interceptada en Uruguay. | Foto:
Fuerza Aérea Uruguaya.
"El señor de los cielos", un
incómodo pariente.
"Los
parientes no se eligen", es una frase que popularizó hace algunos años el
entonces presidente paraguayo Fernando Lugo, ante las críticas en la prensa a
una sobrina que ocasionaba escándalos. A su sucesor, Horacio Cartes, la frase
le resulta también apropiada para marcar distancia con su tío piloto de
aviones, quien en medios aeronáuticos es apodado "el señor de los cielos",
evocando a los narcopilotos de las teleseries mexicanas y colombianas.
El
presidente Cartes ha evitado hacer declaraciones sobre la prisión del Papacho
en una cárcel uruguaya, pero el jefe de la Secretaría Nacional Antidrogas
(Senad), Luis Rojas, lo hizo en nombre suyo.
El 21
de agosto, seis días después de que Cartes asumiera la presidencia, Rojas
confirmó que Viveros Cartes es efectivamente tío del jefe de Estado. "Es
cierto, el presidente tiene conocimiento de la detención de su pariente en el
Uruguay, y pide ser implacable con él", aseguró.
Juan
Domingo Viveros Cartes es hijo de Nélida Cartes y primo de Ramón Telmo Cartes,
el padre de Horacio, quien trajo la representación en el Paraguay de los
aviones Cessna, la línea favorita de pequeñas aeronaves que le gusta pilotar a
Papacho.
Al
igual que otros miembros de la familia, también apasionados por los aviones,
Juan Domingo empezó a destacarse como piloto civil, manteniendo un bajo perfil, hasta que en mayo
de 1985 pasó a la primera plana de los diarios, cuando los medios informaron
acerca de una intervención antidroga en una estancia de Pedro Juan Caballero,
Amambay.
Papacho
Viveros Cartes (izquierda) en una de sus primeras prisiones, por pilotar
aviones con droga.. | Foto: Gentileza.
Amambay, mayo 1985: La primera caída.
La voz sonaba nerviosa desde el otro lado del
teléfono, mientras el juez Adalberto Fox la escuchaba desde su despacho, en la
ciudad de Pedro Juan Caballero.
Era la
tarde del 30 de mayo de 1985. El magistrado hablaba con uno de sus informantes,
quien le estaba contando que un avión monomotor había aterrizado con un
cargamento de cocaína en la estancia Fluminense, del brasileño Adilson Rosatti,
a 70 kilómetros de distancia de la capital del Amambay.
El juez
colgó el teléfono y evaluó las acciones a adoptar. La situación no resultaba
fácil. Eran años del gobierno dictatorial del general Alfredo Stroessner,
cuando la mafia del narcotráfico y el contrabando dominaban gran parte de la
región fronteriza con el Brasil, con la protección de poderosos miembros del
Gobierno. Adalberto Fox era uno de los
pocos jueces que intentaba actuar con cierta independencia, lo que luego le
costaría ser echado del cargo.
Aquella
vez, el juez se decidió a actuar con valentía. Organizó un grupo de agentes
policiales y judiciales de confianza, con quienes se trasladó en la mañana del
31 de mayo, bien temprano, hasta la estancia de Rosatti, entonces ubicada en
medio de un tupido monte.
"La
información la recibí, aparentemente, de alguien que formaba parte de uno de
los bandos que estaba negociando el cargamento de cocaína, y estaba descontento
con sus socios. Ya sabíamos que en esa y otras pistas de aviación se traficaba
con intensidad cargamentos de marihuana y cocaína, así como mercaderías de
contrabando", recuerda Fox. Posteriormente confirmó que el informante fue
el propio Adilson Rosatti.
Aquella
mañana, la intervención sorprendió a quienes estaban en la precaria pista
aérea. "Estratégicamente nos acercamos a la pista, en medio del monte, y
vimos que el avión estaba en la cabecera. Rápidamente lo rodeamos y procedimos
a la detención de las dos personas que se encontraban en el lugar. Eran el
piloto, Juan Domingo Viveros Cartes, y un colombiano, de nombre Néstor García
Corredor", narra el ex juez.
Dentro
del avión se encontraron 43 kilos de cocaína y productos químicos, como éter y
acetona, generalmente utilizados para el procesamiento de la droga.
Aquella
fue la primera vez que Juan Domingo Vivero Cartes apareció en la prensa,
vinculado al tráfico de drogas. Junto con García Corredor y Rosatti, fueron
procesados por tráfico de estupefacientes, y condenados a 8 años de cárcel. El colombiano, a quien se vinculó con el
Cartel de Medellín, fue liberado en muy poco tiempo y abandonó el país,
demostrando la protección que gozaba por parte de personas influyentes en el
Gobierno de Stroessner.
La
entonces esposa de Adilson Rosatti, la hoy conocida ex modelo y empresaria Zuni
Castiñeira, concedió en la época una entrevista al diario Hoy, en donde dio a
entender que la prisión de su marido fue ordenada por el jefe de la Caballería,
general Andrés Rodríguez.
Años
después, en 1994, Castiñeira logró impedir con un amparo judicial que un
episodio del programa televisivo El Ojo, conducido por Menchi Barriocanal y
producido por Augusto Barreto, dedicado al caso Viveros Cartes y Rosatti, se
emitiera por Canal 13. Finalmente, el programa pudo salir al aire un mes
después, tras una apelación judicial. (Pueden ver la edición completa del programa "El Ojo", que fuera censurado, en el siguiente video:)
Fuerte Olimpo, setiembre 1994: La
"entrega vigilada" que salió mal.
A 200 kilómetros al norte de Filadelfia, en la
zona de Fuerte Olimpo, en una precaria y desolada pista de aviación, descendió
el 10 de setiembre de 1994 un pequeño avión Cessna, procedente de Bolivia, con
756 kilos de cocaína. Al mando de la nave se encontraba un nombre ya conocido
en el ambiente: Juan Domingo Papacho Viveros Cartes.
Aparentemente,
en el lugar debía realizarse una "entrega vigilada", con el nombre de
Operación Taguá, bajo control de la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad) y la
DEA (Drug Enforcement Administration, o Administración de Cumplimiento de Leyes
sobre las Drogas, de Estados Unidos), pero al propio jefe del organismo
antidrogas, general Ramón Rosa Rodríguez, el operativo le resultó muy
sospechoso y se negó a que se lleve a cabo.
"Me
opuse terminantemente a la realización de tales operaciones", dice un
informe, presuntamente redactado por Rosa Rodríguez, revelado por la prensa,
después de su asesinato, en octubre de 1994. El texto sostenía que los
operativos encubiertos eran solo una forma de legalizar el tráfico, en el que
se involucraba directamente al ex presidente, general Andrés Rodríguez.
En
Olimpo, el cargamento de cocaína, que estaba destinado al Cartel de Medellín,
en Colombia, fue incautado por efectivos militares a cargo de los agentes de la
Senad, Miguel Angel Berni y Sergio Benítez, acompañados del representante de la
oficina regional de la DEA en Paraguay, Robert Ridler.
"Algo
anduvo mal. El infiltrado de la DEA, Juan Domingo Viveros Cartes, el mismo
piloto que había sido condenado con Adilson Rosatti, cuando en la estancia
Fluminense se descubrió drogas y químicos, fue detenido. Su contacto brasileño,
Clovis Catafesta, ya estaba entre rejas y fue interrogado por el general Rosa
Rodríguez", relata el escritor Anibal Miranda, en su libro Los dueños de grandes
fortunas en el Paraguay.
Fue
cuando se supo que Papacho había sido contactado en la cárcel por agentes de la
DEA norteamericana, para colaborar con el organismo y con la Senad, actuando
como confidente o "doble agente" dentro de las redes del narcotráfico.
A cambio de su colaboración, pudo salir más rápido de la cárcel.
Pero la
divulgación de esa condición también truncó su carrera dentro de las entonces
muy cuestionadas y corrompidas fuerzas de seguridad, al perder su carácter de
"agente secreto". Su nombre ya había saltado anteriormente, vinculado
a otra "entrega vigilada" que también "salió mal", en 1990,
conocido como el caso Parque Cué, camino a Madrejón, donde se decomisaron
presuntamente 343 kilos de cocaína.
"Nadie
fue detenido, bajo la disculpa de que se intentaba infiltrar a los cárteles,
pero la conclusión del general Rosa Rodríguez fue que la droga finalmente llegó
al mercado norteamericano", destaca el investigador Jaime Brener, en un
artículo para el sitio web Drogas y Democracia.
El ex juez
Adalberto Fox es más enfático: "Agentes corruptos antidrogas dejaron
impune a los traficantes, a cambio de quedarse con toda la droga. El diputado
De Vargas encontró al narco Clovis Catafesta detenido y oculto en la
Dinar".
El 10
de octubre de 1994, unas pocas semanas después del polémico operativo Taguá, el
general Rosa Rodríguez fue asesinado en las calles de Asunción, en un confuso
atentado del que resultó culpable su segundo al mando, el capitán Juan Ruiz
Díaz. La especulación fue que el general iba a entregar un informe al
presidente Wasmosy sobre las redes del narcotráfico, en el que involucraba a
altos militares vinculados al Gobierno.
A fines
de 1996, periodistas del diario Noticias y del programa televisivo El Ojo,
difundieron uno de los presuntos informes elaborados por Rosa Rodríguez, en el
que aseguraba que el capo del narcotráfico en Paraguay era el mismísimo general
Andrés Rodríguez, ex presidente, quien había derrocado al dictador, general
Alfredo Stroessner, en 1989.
El
documento también contenía un dato que en ese momento pareció menor: el piloto
Juan Domingo Viveros Cartes era uno de los que realizaban los narco-vuelos para
el general Rodríguez.
El
piloto, cuando llegó extraditado al Paraguay, en 2007, tras seis años de
prisión en Brasil | Foto: ULTIMA HORA.
Mato Grosso, julio 2001: Aterrizaje,
disparos y prisión.
El
avión monomotor Cessna 210, con matrícula paraguaya ZP-TPA, daba vueltas en el
aire, como si el piloto dudara entre aterrizar o no en la pequeña pista de
aviación de la localidad de Pontes e Lacerda, en el Estado de Mato Grosso,
Brasil, aproximadamente a mil kilómetros de la ciudad fronteriza de Ponta Porá.
Era la
tarde del 13 de julio de 2001. En tierra, estratégicamente escondidos,
aguardaban miembros de la Policía Federal brasileña, quienes habían recibido
datos de que un cargamento de cocaína, procedente de Paraguay, sería desembarcado en la terminal
aérea.
Apenas
el avión descendió, los policías lo rodearon y cerraron el paso con varios
vehículos, para evitar que volviera a levantar vuelo. Al percibir que habían
sido descubiertos, los tripulantes intentaron defenderse a tiros, pero al ver
que eran superados en número, finalmente aceptaron rendirse.
El
piloto fue identificado como Juan Domingo Viveros Cartes, quien estaba en
compañía de otro paraguayo, Celino Balbuena, y de un ciudadano brasileño, Silas
Moreira. A bordo de la aeronave se encontraron 240 kilos de cocaína.
Papacho
Viveros Cartes fue procesado por la justicia federal brasileña y resultó
condenado a 17 años de prisión, siendo recluido en la cárcel de Mata Grande, en
la ciudad de Rondonópolis, Mato Grosso.
Seis
años después, el 28 de agosto de 2007, la justicia brasileña accedió a un
pedido de la jueza paraguaya Ana María Llanes,
y autorizó que Viveros Cartes sea extraditado al Paraguay, en donde
tenía cuentas pendientes por el recordado operativo Taguá, en 1994.
Apenas
estuvo en territorio paraguayo, al parecer se movieron las influencias de los
poderosos padrinos que tenía el piloto, y Papacho pudo beneficiarse con la
reclusión domiciliaria, salvándose de cumplir los 11 años restantes que le
quedaban en la cárcel (tenía que salir en libertad recién en 2017).
El
acuerdo era que no pilotara más aviones y se quedara tranquilo en su casa,
guardando un "perfil bajo", pero muy pronto se iba a comprobar que el
"señor de los cielos" no podía permanecer mucho tiempo recluido en la
paz doméstica... y menos alejado de los aviones.
La
avioneta detenida en el aeropuerto de Coronel Oviedo. FOTO: ÚLTIMA HORA.
Coronel Oviedo, julio 2012: El avión
misterioso.
-¡Venga
rápido, señor fiscal!... ¡Estamos haciendo un operativo en el aeropuerto,
sabemos que una avioneta va a aterrizar con drogas!-, fue el pedido telefónico
que el entonces jefe de Investigación de Delitos de la Policía de Caaguazú,
comisario Silvio Solabarrieta, le hizo al fiscal Osvaldo García, de la Unidad
Fiscal Antinarcóticos, en la ciudad de Coronel Oviedo.
Eran
alrededor de las 17.30 del jueves 19 de julio de 2012, cuando el fiscal García
se dirigió presuroso hasta el aeropuerto local, ubicado en el barrio Ciudad
Nueva, donde encontró un amplio despliegue policial alrededor de la terminal
aérea.
"Tenemos
tres avionetas capturadas y hay dos personas detenidas, pero no encontramos
drogas", le dijo el comisario Solabarrieta al fiscal. Seguidamente le
reveló que uno de los detenidos no era otro que "el famoso Viveros
Cartes", tío del entonces precandidato presidencial colorado, Horacio Cartes.
El otro detenido era su acompañante, Abraham Secundino Peña.
"Todo
se hizo de una manera muy irregular y sospechosa. Supuestamente los policías
habían recibido datos y empezaron la vigilancia desde temprano, pero no dieron
participación al Ministerio Público hasta muchas horas después", dijo el
fiscal García.
Dos de
las aeronaves fueron liberadas por el fiscal, por no haber evidencia que las
conecte con algún hecho ilícito. La tercera aeronave, que según los policía fue
pilotada por Viveros Cartes, era un Cessna monomotor, con matrícula N5370B, de
color blanco con franjas celestes, y llevaba en su interior varios bidones de
combustibles. Papacho estaba con medidas alternativas a la prisión, debía
guardar reclusión domiciliaria y le habían retirado la licencia para pilotear
aeronaves, pero el fiscal ignoró esos detalles y lo dejó en libertad, porque
"solamente cometió una falla administrativa, una violación del Código
Aeronáutico".
Periodistas
del sitio web de noticias Oviedo Press lograron entrevistar a Papacho, quien dijo
que solamente se encontraba "de paseo" por el lugar, en compañía de
su esposa y su hijo. "Yo piloteaba aviones, pero hace 20 años que dejé de
pilotear. Ahora tengo una granja en esta zona y me dedico a la cría de
gallinas", aseguró.
En un
reporte periodístico publicado en el sitio web Amambayahora, se lee:
"Durante una discusión entre el detenido Juan Viveros Cartes y un policía,
el aprehendido preguntó a los policías por qué no contaban al fiscal sobre la
camioneta que dejaron salir antes que llegue la Fiscalía".
El caso
del "avión misterioso" causó la destitución del comisario Silvio
Solabarrieta y el desmantelamiento de toda la brigada de Investigación de
Delitos que había participado del frustrado operativo.
La
fiscalía ignoró el dato de que, además de haber volado un avión sin su licencia
de piloto y sin autorización de las autoridades aeronáuticas, Viveros Cartes
había violado las medidas alternativas de prisión, que mandaban su reclusión
domiciliaria.
De
nuevo las influencias de los padrinos ejercieron su poder, y aquella vez el tío Papacho pudo regresar tranquilamente a
su granja de gallinas. (Video-reportaje del medio periodístico Oviedo Press a Papacho Viveros Cartes, cuando su avión cayó detenido en Coronel Oviedo, donde fue rápidamente liberado).
El
avión capturado con 558 kilos de marihuana, en Bella Vista, Itapúa.
Bella Vista, setiembre 2012: El avión
abandonado.
El sol
empezaba a despuntar detrás de las serranías de Itapúa, cuando una camioneta Kia
se acercó hasta el Aeroclub Colonias Unidas, en el kilómetro 48 de la Ruta
Sexta, en las afueras de la ciudad de Bella Vista.
Al
volante iba el empresario Cicinio Cardozo, cuando un grupo de policías armados
apareció de entre la espesura y ordenó que apague el motor y descienda del
vehículo, con las manos en alto.
-¿Usted
es el dueño del avión con droga? ¡Está detenido! –advirtió el comisario Arsenio
Correa, entonces jefe de Investigación de Delitos de la Policía de Itapúa,
quien comandaba el operativo policial.
En el
mismo operativo fue detenido Aquilino Villalba, encargado del Aeroclub. En la
pista se encontraba estacionado un avión monomotor Cesna 182, con matrícula
ZP-BAZ, en cuyo interior se encontró un cargamento de 558 kilos de marihuana.
La
aeronave había aterrizado en la tarde del día anterior. Según el encargado,
Aquilino Villalba, lo tripulaba solamente el
piloto, a quien describió como "un hombre ya mayor, de unos 60 a 70
años de edad". Dijo que "dos hombres gordos" llegaron en una
camioneta a buscarlo, cerraron la aeronave y se marcharon.
El
comisario Arsenio Correa relató que varios días antes sabían que iba a
aterrizar un avión con drogas, y permanecían vigilantes. No quiso revelar la
identidad del piloto, quien se había escapado. "Se trata de un conocido
piloto narco", aseguró. Horas después, la fiscala Libia Centurión, de la
Unidad Penal Antidrogas de Encarnación,
despejó la incógnita, al imputar y ordenar la detención de Juan Domingo Viveros
Cartes, "el piloto prófugo".
Pero
esta vez, tampoco Viveros Cartes resultó detenido. Continuó volando
tranquilamente, aunque más de una vez tuvo que dejar algún que otro avión
abandonado.
La
avioneta hallada en San Pedro, en enero de 2013, la misma que seis meses
después sería capturada en Uruguay.
San Pedro, enero 2013: Otro avión
abandonado y la conexión Caazapá.
"Sospechoso
hallazgo de avionetas" era el título de una noticia publicada por el
diario Última Hora, en su edición del miércoles 30 de enero.
La
crónica relataba que agentes del Departamento Antinarcóticos de la Policía
habían encontrado dos aviones monomotor, abandonados en una precaria pista,
dentro de una estancia perteneciente a Gladys Rosaura Noguera de Sarubbi, madre
del empresario Enrique Sarubbi Flores, en la región de 25 de Diciembre,
departamento de San Pedro.
Los
agentes habían recibido datos que hacían referencia a que los aviones transportaban
drogas, pero no hallaron nada en su interior. A una de las aeronaves se les
había quitado todos los asientos, excepto el del piloto, procedimiento habitual
que utilizan los transportadores de drogas para crear espacio para la carga.
Se
trataba del Cessna monomotor, con matrícula ZP-MTF, las mismas características
del avión que seis meses después, el 29 de julio, sería capturado por la Fuerza
Aérea Uruguaya, al ingresar ilegalmente al país vecino, pilotado por Juan
Domingo Papacho Viveros Cartes.
Durante
el operativo en la zona de 25 de diciembre, el encargado de la estancia, Adolfo
María Sarubbi, hermano de Enrique, aseguró que desconocían cómo habían ido a
parar allí las dos avionetas abandonadas. "El capataz es el responsable de
controlar a todos los que llegan", dijo Sarubbi. Pero el capataz había
desaparecido.
En el
proceso judicial iniciado en el Uruguay tras la detención de Viveros Cartes y
los miembros de la banda de "Toti", la jueza Adriana de los Santos
pudo establecer que otros dos ciudadanos paraguayos también eran parte de la
organización criminal, a quienes imputó y requirió su captura y extradición.
Se
trata de Francisco Nicolás Sarubbi Brizuela (44) y César Santiago Morel Roa
(31), "identificados como piezas clave del entramado delictivo, con la
conexión desde el Paraguay", según reporta el periodista uruguayo Renzo
Rosello, del diario El País, de Montevideo.
Sarubbi
Brizuela es un conocido político colorado, ex intendente de Caazapá durante dos
periodos (del 2001 al 2010), hermano del ex diputado y ex gobernador Luis
Sarubbi. Morel Roa es funcionario
judicial, ujier notificador del Juzgado de Paz local. Ambos venían siendo
seguidos e investigados desde hace varios meses por los agentes de la DGTID uruguaya, y todas sus conversaciones
telefónicas internacionales habían sido grabadas.
Los
agentes antidroga aseguran que los vuelos con los cargamentos de marihuana, en
los dos aviones capturados el 30 de julio en Uruguay, incluyendo el pilotado
por Papacho Viveros Cartes, partieron desde una pista de la estancia San
Martín, en la compañía San Antonio de Caazapá.
El
establecimiento es propiedad de Hermógenes González Ugarte, funcionario de la
entidad binacional Itaipú y cuñado de Sarubbi, aunque el mismo asegura que
desde hace dos años lo alquila a otra persona, Fabio Acosta.
Sarubbi
Brizuela y Morel Roa permanecen prófugos. El fiscal paraguayo Juan Emilio
Oviedo rechazó un primer pedido de captura y extradición de ambos, presentado
por la justicia uruguaya, "por defectos de forma y documentación incompleta".
Uruguay, 2013: Alejado de los cielos.
¿Qué se
siente estar al mando de un avión, cabalgar sobre las nubes, ser llamado el
"señor de los cielos"?
Es
difícil saberlo. Muy pocas veces los narcopilotos se muestran dispuestos a
conceder entrevistas periodísticas. Uno de los pocos que aceptó revelar cómo es
el mundo del tráfico aéreo es otro recordado ex colega del tío Papacho, el
piloto Amado Recalde, quien junto con él estuvo involucrado en el célebre caso
Parque Cué, la supuesta "entrega vigilada" de cocaína "que salió
mal" en 1990, en el Chaco.
En
marzo de 2010, Recalde concedió una reveladora entrevista a los periodistas
Lucho Alvarenga y Roberto Irrazábal, para la serie de reportajes investigativos
"Las rutas del narcotráfico", publicada en Última Hora.
Tras
admitir que fue reclutado, presuntamente por enviados del propio general Andrés
Rodríguez, para realizar los vuelos de transporte de drogas, desde Bolivia
hasta Paraguay, Recalde brindó un detallado relato acerca de cómo funciona el
narcotráfico aéreo.
"En
la mayoría de estos negocios, para traer de Bolivia, no se usan aviones
grandes, se usan avionetas pequeñas, hasta un bimotor chico. Estos aviones
tiene unas 6 a 7 horas de autonomía, vuelan hasta una base y de ahí se recargan
de combustible", contó el piloto.
¿Cuál
es la razón por la que aceptan realizar un trabajo ilegal tan peligroso?
Principalmente,
por las grandes sumas de dinero que deja cada vuelo exitoso, cada entrega
cumplida "sin inconvenientes". Pero también hay "algo más",
algo que tiene que ver con la adrenalina, el vértigo de la aventura y el placer
que provoca volar, algo que "solamente los pilotos entienden".
"Se
gana buena plata, porque como piloto podés ganar en 5 horas lo que juntás en 6
meses; esa es la diferencia. Ponele que con un 100 o 200 kilos podés ganar unos
20 mil dólares por transportar. Esa es la plata que yo ganaría en 4 o 5 años de
trabajo honesto", había confesado Amado Recalde.
Recluido
una vez más en una prisión, esta vez en Uruguay, forzadamente alejado de los
cielos, Papacho seguramente tendrá tiempo de sobra para reflexionar. Él, que
pudo escapar tantas veces, gracias a su arrojo, a su buena estrella o a sus
poderosos contactos, ¿lo conseguirá también ahora?
Una
historia vivida a mil, que merece ser escrita como guión de una telenovela... o
como un reportaje narrativo.
¿Qué se
siente...? --------- P.D.: Papacho Viveros Cartes recuperó su libertad ante la Justicia en Uruguay en febrero de 2016. Lalamtivamente, la Justicia paraguaya no insistió en su extradición.
(Reportaje elaborado originalmente para ULTIMAHORA.COM).