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martes, 25 de noviembre de 2014

Los inmortales en la madrugada

                                                                                  
Allí estamos todos y todas, en esa clásica pose de turistas provincianos o 'valles' al pie del Obelisco de Buenos Aires, sintiéndonos 'paraguas' conquistadores de la madrugada porteña.
Allí estamos, a pocas horas de internarnos en un cuartel militar de Campo de Mayo y ser descuereados hasta la humillación por los Cascos Azules de Caecopaz - Naciones Unidas, en una semana de torturas a la que eufemísticamente llaman 'Curso para Corresponsales de Guerra'.
Pero eso será mañana... Ahora estamos allí, inmortalizados en la foto (que con toda seguridad la tomó el gran Rene González, ya que es el único que no aparece en cuadro) poco después de la medianoche de algún mes que no recuerdo, pero estoy casi convencido de que el año era 2007.
Estamos allí, quizás un poco ateridos por el frío porteño, lo cual explica las camperas y los abrigos, aunque Rosendo Duarte aparezca en mangas de camiseta, talvez más debido a las cervezas que nos habíamos tomado que a su legendario coraje de corresponsal fronterizo en Salto del Guairá. Yo aparezco en el medio, por pura y simple casualidad geográfica, aunque habrá quien diga que siempre quiero estar en el centro de las cosas (o de las fotos). A mi izquierda está la reina del periodismo del Sur, Clide Noemi Martinez (eso mirado desde nuestra perspectiva, no la del fotógrafo que mira desde el lente de la cámara, ni de quienes ahora miran la foto).Y a mi derecha está él, Pablo Medina, el único del grupo que hoy ya no podrá aparecer nunca más junto a nosotros en ninguna otra foto, porque unos cobardes y asesinos disparos nos robaron para siempre esa posibilidad. A su lado está Mariana Ladaga Pereyras, la tenaz reportera triple fronteriza, junto al veraniego Rosendo. Y del otro lado el siempre pintoresco Hombre del Norte, Alberto Núñez Barreto, que ya entonces compartía destino y competencia con Pablo, en su escarlata Capi'ibary. La postal se completa con el veterano reportero gráfico Anibal Gauto, sobreviviente de tantas batallas periodísticas, que en aquellos días nos prodigó su locura y su talento.
Confieso que extrañaba esta foto.
La recordaba de memoria, porque la había perdido en algún apagón de archivo o apocalipsis informatico... hasta que en estos días Clide me la devolvió en un posteo feibusquero.
Amo esta foto. Parecemos allí todos y todas tan inmortales, tan 'paraguas conquistadores en tierras porteñas', como aquellos antepasados nuestros que hace siglos llegaron desde Asunción a refundar Buenos Aires. Probablemente en esa memorable madrugada de pizzas, cerveza y risas, nosotros no refundamos nada más que la amistad y la camaradería, una idea compartida de periodismo de riesgo, enarbolada por encima de nuestras limitaciones y medios precarios, de nuestros sueños irreales y miedos reales.
Por eso amo esta foto... Porque allí Pablo Medina está tan vivo y presente, y desearía que esta vez la imagen resista a todos los apagones de archivos y apocalipsis digitales, para que lo mantenga (y nos mantenga) a salvo, lejos de narcos intendentes apadrinados por el poder, que se creen dueños de vidas y de países, capaces de ordenar impunemente a oscuros sicarios que nos borren a balazos de las fotos y de la vida.
Amo esta foto... aunque las alcohólicas y fraternas madrugadas periodísticas junto al obelisco porteño se hayan quedado allá tan lejos... y hayamos descubierto de tan cruel y dolorosa manera que no somos inmortales.

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