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jueves, 3 de noviembre de 2016

Dejen que celebren los nostálgicos...


 “…el día 3 de noviembre era considerado Feriado Nacional, por ser el cumpleaños del entonces gobernante dictador, a quien el escritor compatriota Augusto Roa Bastos bautizó como El Tiranosaurio. La oficialmente denominada Fecha Feliz se iniciaba siempre con una salva de 21 cañonazos y el vuelo rasante de los aviones de guerra, mientras la cadena de radio y televisión saludaba al país con grabaciones de los interminables discursos del Segundo Reconstructor, matizados con las polcas Colorado y Mi General. Desde las cero de la madrugada se formaban más de 30 cuadras de colas con las personas que esperaban su turno para ingresar al Palacio de López y rendir pleitesía al Único Líder…”.

(De la novela El último vuelo del Pájaro Campana, de Andrés Colmán Gutiérrez).

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A la medianoche del 3 de noviembre, una salva de petardos y fuegos artificiales quiebra invariablemente la insomne calma de la ciudad, principalmente en el barrio San Pablo de Asunción, el histórico ex barrio Stroessner.
En la cancha del Club 3 de Noviembre, los nostálgicos festejan los más de cien años del nacimiento de un dictador muerto en el exilio. Y aunque muchos vecinos expresan su fastidio ante el repetido ritual, uno no puede dejar de admitir que en esta democracia imperfecta y viciada, los admiradores del tirano -contrariamente a los derechos y libertades que ellos negaban- tienen todo el derecho y la libertad de celebrar su cumpleaños.

Entre los ecos de este día contradictorio estallan flashes de imágenes desordenadas, fragmentos de memoria….

Aquel mediodía en que un policía vino a buscarme al estudio de Radio Mbaracayú, en Salto del Guairá: "Queda demorado, porque al delegado de Gobierno no le gustó su crítica". Yo tenía apenas 15 años y empezaba a entender el subversivo poder del pensamiento y la palabra.
Recuerdo a mi amigo Hugo, detenido por difundir en la radio una canción de un tal Méndez Fleitas.
Nadie dice nada.

Paz y progreso.
Democracia sin comunismo.
Mario Schaerer muerto en la mesa de torturas.
Noticiero: Peligroso subversivo abatido por las fuerzas del orden.
Nadie dice nada.
No te metas, mi hijo.
Libros de Eduardo Galeano forrados con tapas de Vanidades.
Policías en el micro, al regreso de la facu.
¡A ver, documentos carajo!
El profe Resck saliendo de Investigaciones, más muerto que vivo, haciendo la V de la victoria.
Atravesar barreras policiales para asistir a los festivales de Mandu'arã.
Voz ronca y lágrimas de emoción al corear: 
"Los niños, el cielo más claro y azul 
¡esa es la patria en que quiero vivir...!".

Flashes de imágenes desordenadas, 
fragmentos de memoria….

Aquella otra noche de insomnio hace casi 28 años, y la chillona voz de otro general: "¡Hemos salido de nuestros cuarteles...!".
¿Casi 28 años ya...?
¿Qué hicimos con esta libertad...?
¿Cuánto más para derrocar al dictador que llevamos adentro...?
¿Cuánto más para que aquella patria que coreábamos en un festival cercado de policías se haga realidad...?

Pero ahora, en las redes sociales de internet encuentro noticias y señales de mucha gente que no olvida, que se moviliza, que lucha, que construye, que enarbola proyectos de otro país posible...
Así que dejemos que los nostálgicos celebren todos los cumpleaños de todos los dictadores muertos.
Nosotros estamos vivos.
Y en nosotros viven todos y todas quienes ya no están, pero siguen estando: desaparecidos y asesinados por la libertad, aquellos cuyos "huesos son estrellas".
Es el pasado que construye el futuro.
¡Estamos vivos… y todo está aún por construirse!

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(Posdata: La foto es del amigo Amancio Ruiz Díaz y fue tomada al día siguiente del derrocamiento de la dictadura, cuando un grupo de jóvenes quemaban un cuadro del ex dictador, descolgado de las paredes de una escuela en un barrio de Asunción. Nada más simbólico).

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