Un gigante y artístico
pesebre, realizado con más de 4.000 botellas de plástico reciclado, es motivo
de admiración en la ciclovía de Isla Pucú, Cordillera. Es obra del joven pintor
y escultor Diego Martín Diarte, quien también exhibe un imponente retablo de
semillas en la iglesia local.
Historias de #Navidad
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Andrés Colmán Gutiérrez -
@andrescolman
Fotos y video: Desirée
Esquivel
Edición de video: Mathias
Melgarejo
Estaban
destinados a convertirse en basura... pero se volvieron objetos de arte y hoy
brindan el rostro de una de las Navidades originalmente más atractivas del
Paraguay a la histórica ciudad de Isla Pucú, en el Departamento de Cordillera.
El
"pesebre ecológico", instalado en la ciclovía de entrada a la
localidad cordillerana, está hecho con botellas de plástico que habían sido
fabricadas para una conocida marca de aguardiente de caña, pero acabaron
defectuosas y el joven pintor y escultor local Diego Martín Diarte quiso darles
un mejor destino.
"¿Qué
mejor que convertir la basura en arte, aprovechando esta época de Navidad para
transmitir un mensaje sobre la necesidad de reciclar los plásticos y cuidar el
medio ambiente?", propone Diego, quien convenció al intendente municipal
de Isla Pucú, Hugo Fleitas, de patrocinar la obra artística que actualmente es
la mayor atracción en la comunidad.
Se
trata de un gran pesebre con siete enormes figuras de 2,5 metros de altura, que
representan a San José, la Virgen María, el Niño Jesús (el único más pequeño),
el Ángel Gabriel y los tres Reyes Magos, armado con más de 4.000 botellas,
pintadas con diversos colores. Cada figura lleva más de 500 botellas, salvo el
Niño Jesús, que lleva un poco menos.
"Ya
había hecho una primera versión el año pasado, solo con las figuras de San
José, María, el Niño y el Ángel, pero este año quisimos hacer algo mucho mayor
y le agregamos a los tres Reyes Magos, poniéndolos además en un sitio más
visible, en la ciclovía de la entrada a la ciudad", explica Diego.
Los
viajeros que pasan en auto por la ruta que une a Eusebio Ayala con Caraguatay
no pueden evitar detenerse a observar el pesebre, tomarse fotos y selfies para
el recuerdo. El pesebre es particularmente atractivo en horas de la noche,
cuando unos potentes reflectores lo iluminan y le dan un aire mágico, con aires
navideños.
Diego Martín Diarte entre las figuras de su creación, en el pesebre ecológico gigante de Isla Pucú. |
Una ciudad con toque ambiental y artístico
A 84
kilómetros al este de Asunción, Isla Pucú era conocida antiguamente como
Ka'aguy juru, lugar donde el 18 de agosto de 1869 se libró la última gran
batalla de la Campaña de las Cordilleras, durante la Guerra de la Triple
Alianza (1864-1870).
De
aquel tupido bosque que se iniciaba allí, tras los campos de Acosta Ñu, no
queda casi nada. Todo ha sido deforestado con el tiempo, pero las actuales
autoridades y los pobladores buscan darle a la comunidad un toque ambiental y
artístico, rescatando el valor de la historia y agregándole obras de arte
regional y paisajístico.
Antes
de llegar a la ciudad, al costado de la ruta, un enorme mural recrea un cuadro
de la Batalla de Ka'aguy juru, junto a enormes letras con el nombre de Isla
Pucú. Más allá, un pintoresco portal da la bienvenida, en medio de un jardín de
frondosos árboles con los troncos pintados con los colores de la bandera
paraguaya.
La
ciclovía es, a la vez, una galería de arte al aire libre, donde ahora se exhibe
el pesebre ecológico, cuyas piezas estarán instaladas hasta febrero. Al término
del recorrido está el mural Tupasy del Rosario, también realizado por Diego
Martín Diarte, que rinde homenaje a la santa patrona, la Virgen del Rosario y
rescata parte de la historia en torno a la imagen.
"En
tiempo de la Guerra de la Triple Alianza, poco antes de la batalla de Ka'aguy
juru, una familia que venía huyendo de los invasores trajo una imagen de la
Virgen del Rosario, que protegió al pueblo. En mi obra, de estilo mosaico,
reproduzco esa imagen y un fragmento de la cruz de madera que quedó chamuscada
en el combate", cuenta Diego.
El
mural tiene tres metros de alto por dos de ancho, y la técnica es de mosaico
con venecitas, azulejos, espejos y cristales reciclados. El mural ha sido
declarado patrimonio cultural de la ciudad por la Junta Municipal de Isla Pucú.
Los retablos hechos con semillas, en el templo parroquial de la Virgen del Rosario, en Isla Pucú. |
Creando arte con semillas
En el
interior de la histórica iglesia de Isla Pucú, el templo parroquial de Nuestra
Señora del Rosario, hay otras dos significativas obras de Diego Martín Diarte.
Se
trata de dos enormes retablos realizados enteramente con semillas vegetales,
inspirados en la obra del artista misionero Koki Ruiz, quien realizó el retablo
de maíz para la visita del papa Francisco al Paraguay, en 2015.
"La
obra de Koki me inspiró en la técnica utilizada, aunque mi estilo es
diferente", explica Diego, quien en 2016 hizo un primer retablo de
semillas en homenaje a la Virgen de Caacupé, que actualmente se guarda en la
Basílica menor de la capital cordillerana.
En la
Iglesia de Isla Pucú hay un retablo tras el altar, y uno más nuevo a un
costado, que es más imponente y ha sido trabajado con una técnica mucho más
cuidada, incorporando luces de colores, por lo que es recomendable observarlo
de noche. Muestra a un Jesús con los brazos abiertos, con un enorme corazón en
cuyo interior está la imagen de la Virgen.
El
cuadro tiene cuatro metros de alto y tres de ancho y en su elaboración se
usaron más de 97 kilos de 19 tipos de semillas, principalmente de maíz, arroz,
porotos de varios tipos y colores, girasol, lino, soja, mijo, alpiste, melón,
arroz, sésamo y semillas exóticas como la leucaena, todos en color natural,
apenas resaltados por un barniz que le da protección. Le llevó 45 días de
trabajo y contó con la colaboración de varios jóvenes de la comunidad.
Diego
tiene 23 años, es ingeniero comercial y licenciado en administración de
empresas. Se declara artista autodidacta, ya que no tiene ningún estudio
académico en pintura o escultura.
"Siempre
me gustó crear obras artísticas, desde niño, y quiero contribuir a que mi
comunidad sea conocida por la expresión de su arte y el rescate de su historia,
que la gente venga a mirar y conozca a Isla Pucú como un lugar donde también
creamos cultura", destaca.
Afuera,
varios autos se detienen frente al pesebre ecológico. Es noche cerrada y las
imágenes parecen salidas de un cuadro de fantasía. Un niño se desprende de la mano
de sus padres y corre a abrazar al otro niño acostado en el pesebre, y posa
sonriente para la foto.
-¡Mirá,
mamá...! ¡Es un mita'i hecho de botellas! –exclama.
Y
luego, mirando a sus progenitores con un tono de reproche:
-¡Y
nosotros, que siempre tiramos nuestras botellas...!
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