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martes, 8 de mayo de 2018

El falso Josef Mengele que terminó asesinado en la zona del Amambay


Andrés Colmán Gutiérrez

(Un breve adelanto del libro Mengele en Paraguay, Editorial Servilibro – mayo de 2018)

Mientras el médico nazi prófugo Josef Mengele pasaba sus últimos años en el Brasil, huraño, deprimido y pensando en el suicidio, en el Paraguay, los servicios de inteligencia israelí, los cazadores de nazi y los periodistas de grandes medios internacionales lo seguían buscando, convencidos de que el dictador Alfredo Stroessner lo mantenía oculto y protegido en alguna fortificada residencia. En más de una oportunidad, creían hallar a Mengele en cualquier viejo alemán de apariencia sospechosa.
Un documento confidencial de la Central de Inteligencia Americana (CIA), del Gobierno de los Estados Unidos, que ha sido desclasificado, al que nos referimos en un capítulo anterior del libro Mengele en Paraguay, cuenta también una trágica historia relacionada con la búsqueda del Ángel de la Muerte, cuando el medico nazi ya se encontraba viviendo en Brasil.
El memo es de una reunión que el jefe de la Estación de la CIA en la embajada norteamericana en Asunción, mantuvo el 7 de junio de 1974 con el periodista estadounidense Robert Trostle, del Chicago Daily News, durante su visita al Paraguay para escribir un reportaje investigativo acerca de Mengele.    
Esto es lo que dice el primer punto del memo:

“Aproximadamente a las 14.00 horas del 4 de junio, el señor Peter Jacoby me invitó a participar de una reunión informativa con el señor Robert Trostle, un colaborador del Chicago Daily News. Trostle estuvo intentando determinar el paradero de Josef Mengele, el otrora doctor nazi que estuvo a cargo de la estructura médica en Auschwitz.
Trostle estuvo hablando con el embajador alemán Von Sothen, en un intento para determinar la actual ubicación de Mengele en Paraguay. El embajador alemán no tuvo ninguna información específica reciente e implicó que ellos no buscarían activamente a Mengele. Sí dijo que un ex soldado alemán llamado Federichi había sido matado a golpes el año pasado, por parte de terroristas israelitas que pensaban que era Mengele.
La esposa de Federichi perdió partes de sus orejas y tuvo un corte abierto en su estómago, como resultado de la golpiza. Ella sobrevivió el atentado y aparentemente escribió una carta al embajador alemán pidiendo una pensión, debido a que su esposo era un ex soldado. Estas personas eran bien conocidas por pobladores locales paraguayos. Vinieron del Este de Prusia al final de la segunda guerra mundial, para escapar de actividades políticas”.

Acerca del caso Federici o Fredrichi, existen varias versiones, pero poca precisión. No hemos encontrado registros documentales, pero así algunos testimonios de antiguos pobladores, quienes aseguran que, en noviembre de 1973, un grupo de personas no identificadas atacaron a una pareja de alemanes que vivían en una granja en las afueras de la ciudad de Pedro Juan Caballero, Departamento de Amambay, asesinando al hombre ya anciano, por creer que se trataba del criminal de guerra Josef Mengele.
La historia empezó a finales de 1972, cuando el historiador y periodista militar húngaro Ladislas Farago aseguró que había descubierto el escondite de Mengele en el Paraguay. Con ese dato, se puso en contacto con el juez alemán Horst von Glasenapp, quien a pesar de no tener una relación directa con el caso Mengele, empezó una campaña en su búsqueda, para llevarlo ante la Justicia. Buscaron vender la información a varios periódicos y revistas, como a empresas productoras de televisión y cine.
El 16 de noviembre de 1972, Ladislas Farago apareció en un reportaje especial del diario londinense Daily Express, asegurando haber localizado al exsegundo hombre de Hitler, Martin Borman, en Buenos Aires, así como al médico nazi Josef Mengele, en una ciudad del Paraguay. Ambas noticias eran falsas, pero causaron mucho revuelo internacional. Farago las incluyó luego en uno de sus libros más exitosos, Aftermath: Martin Borman and the Fourth Reich (Consecuencias: Martin Bormann y el Cuarto Reich).
El hombre que Farago aseguraba era Bormann, en realidad era un maestro argentino llamado Nicholas Siri. En cuanto a Mengele, el historiador aseguraba que se ocultaba bajo la identidad de “Doctor Nadich” en la ciudad de Pedro Juan Caballero, capital del Departamento de Amambay, a 530 kilómetros al norte de Asunción, en la frontera con el Brasil.
Tras esta versión, en mayo de 1973, el cazador de nazis austriaco Simón Wiesenthal también aseguró tener datos de que Mengele vivía en la zona de Pedro Juan Caballero. El 17 de octubre de 1973, la Comisión de Polonia para los Crímenes de Guerra aseguró que sus pistas apuntaban a que Mengele estaba oculto en la capital de Amambay.
El 25 de octubre del mismo año, una publicación del diario norteamericano The New York Times, citando como fuente a unos funcionarios de la justicia de Alemania Occidental, sostenía igualmente que el paradero del médico nazi había sido hallado: estaba escondido en una granja rural, en las afueras de la ciudad de Pedro Juan Caballero, Paraguay.
“Para un anciano granjero, descendiente de alemanes, el resultado acumulativo de esta especulación de aficionados, confirmada por lo que parecían ser declaraciones oficiales de Polonia y Alemania Occidental, fue desastroso”, relatan Geral L. Posner y John Ware en Mengele: The Complete Story.
“A finales de noviembre de 1973, un grupo de hombres entró violentamente en casa del granjero, en medio de la noche, lo golpearon y lo mataron a tiros. Su esposa, que intentó intervenir, también fue golpeada y resultó con lesiones internas. A los tres hijos no les hicieron ningún daño. De acuerdo con Adolfino Peralta, el jefe de Policía de la ciudad, el nombre del difunto era Albert Fredrichi. Llevaba diecinueve años viviendo en las afueras de la ciudad y se le conocía porque era poco sociable y de costumbres excéntricas”, sostienen los investigadores.
El relato agrega que “a raíz de la constante publicidad de todo el año 1973 de que Mengele se encontraba en Pedro Juan Caballero, la prensa especuló con que Friedrichi fuera el carnicero de Auschwittz. La viuda, Endentran, describía los artículos como ‘absurdos’, mientras hacía las maletas para siempre. Dijo que los asesinos no se habían llevado nada de valor y que hablaban en un idioma que ella no entendía. Pensaba que lo habían matado un grupo de judíos sedientos de venganza. Buscando en el pasado de Fredrichi, los periódicos afirmaron que había estado en el ejército alemán y que tenía un historial de violencia y simpatía por los nazis”.



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