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lunes, 3 de diciembre de 2018

Canción de fuego y hielo



–¡No creo para nada en eso que dicen del cambio climático…! –exclamó, parado detrás del atril en el amplio salón, enfundado en su elegante traje de corte inglés, ante un auditorio que contestaba con murmullos y aplausos a cada una de sus palabras.
-¡Todos los informes son solamente fake news, noticias falsas que obedecen a un discurso ideologizado que repiten los zurdos en busca de dinero extranjero para sus oenegés ambientalistas...! –repitió, gesticulando frenéticamente ante las cámaras con poses de predicador.
Su frente estaba perlada de sudor. Se secó con un flamante pañuelo de seda, pero seguía sintiendo mucho calor. Al parecer el aire acondicionado no funcionaba. Pidió que abran las ventanas para dejar entrar el aire fresco, pero lo que ingresó violentamente al recinto fue una ráfaga de ardiente viento norte que llegaba desde el lejano Chaco como un aliento de dragón.
–¡Mejor cierren…! –pidió a sus guardaespaldas, quienes acudieron presurosos a cumplir la orden, pero no pudieron lograrlo. Una fuerza extraña empujaba las hojas de las ventanas desde afuera, mientras por el hueco se filtraba ahora un ventarrón gélido y ruidoso, con un torbellino de nieve que pronto se volvió una lluvia furiosa y descontrolada, que empezó a inundar el salón, obligando a los asistentes a levantarse de sus asientos y replegarse hacia el fondo, entre gritos de pánico.
–¡No lo crean…! ¡Son solo efectos especiales, trucos cinematográficos de estos comunistas...! –advirtió el orador, que insistía en quedarse parado en medio del escenario, empapado por la súbita tormenta. Sintió un frío extraño que se le metía en los huesos y le hacía castañetear los dientes.
–¡Es mentira…! ¡El cambio climático es mentira…! –gritaba ante la huida de su público y de sus guardaespaldas, quienes habían renunciado a intentar cerrar las ventanas, que ahora dejaban ver un desierto soleado por donde venía avanzando un gigantesco oso polar. Fue lo último que vio, cuando la bestia de blanco pelaje entró por el hueco y le mostró las mandíbulas abiertas.

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