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domingo, 18 de octubre de 2020

Bienvenidos a la dictadura


Andrés Colmán Gutiérrez — @andrescolman

Cuando surgió la posibilidad de que Mario Abdo Benítez, hijo de Mario Abdo Benítez, ex secretario privado del dictador Alfredo Stroessner, llegara a la Presidencia de la República, se encendieron previsibles luces de alarma en un sector crítico de la ciudadanía. ¿Avanzábamos hacia un neo-stronismo, un proyecto totalitario bajo nuevas formas?

Marito, quien inició su carrera en el movimiento Reconstrucción Nacional Republicana, reivindicando la herencia política del stronismo, y luego en Paz y Progreso, liderado por Alfredo Goli Stroessner, nieto del dictador, entendió sin embargo que necesitaba despegarse de ese legado nefasto. Fue asumiendo un perfil más democrático. En el 2017, como presidente del Congreso, se convirtió en uno de los principales referentes de la lucha por la institucionalidad, cuando el entonces presidente Horacio Cartes intentó violar la Constitución para imponer la reelección presidencial.

Desde su llegada a la Presidencia, además de sumar a su Gabinete a ex luchadores contra el stronismo, como Euclides Acevedo y Juan Ernesto Villamayor, Marito habla poco del tirano ex jefe de su papá. A veces, recuerda sus obras para compararse, pero marca distancia cuando dice: “No puedo reivindicar la tortura, la corrupción, el autoritarismo, la persecución a la prensa”. Su ex mentor político y compañero generacional, Alfredo Goli Stroessner, sintiéndose traicionado, lo califica de “inútil” y “cobarde”, recriminándole por no repatriar los restos de su dictador abuelo, para concluir: “Le importa un carajo Stroessner”.

La amenaza de un retorno a la dictadura, sin embargo, está peligrosamente latente en este Gobierno. Más que del Ejecutivo, proviene de la Fiscalía manejada por el cartismo, que ha intentado imputar al escritor Miguel Ángel Fernández y a la activista Diana Bañuelos solo por ejercer el constitucional derecho de protestar. Aún más de la mayoría colorada (con alguna complicidad liberal) en la Cámara de Diputados, que ha violado abiertamente el artículo constitucional que otorga fueros de opinión a los legisladores para suspender a la diputada Celeste Amarilla por acusarlos genéricamente de ingresar a la función con dinero sucio.

Atrás se mueven los hilos del ex presidente Horacio Cartes, que se ha metido en el bolsillo al abdismo con la Operación Cicatriz, acaparando el control de importantes instituciones. Ya sabemos de lo que es capaz Cartes. Marito guarda silencio. Podrá decir que son otros poderes, pero la mitad de los diputados dictadores responden a su movimiento Añetete. Algo tiene que decir, alguna línea tiene que bajar, antes de que el pasado lo devore.

Los abusos totalitarios quedan impunes porque las instituciones que deberían defender el estado de derecho, no funcionan. Fiscalía, Justicia, Contraloría, Defensoría del Pueblo, bien gracias. Miran desde el balcón o son cómplices. La oposición está dividida y arrastra una gran crisis de representatividad. La sociedad civil permanece apática, en mayor parte. Si no surgieran voces críticas, como las del Colegio de Abogados, la Conferencia Episcopal, el Senado, la prensa, esto ya sería dominio del Gran Hermano.

Welcome to the jungle. Bienvenidos a la dictadura. Si no hacemos algo para pararles el carro a estos abusivos, nos va a ir mal.

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(Publicado originalmente en la columna Al otro lado del silencio, sección opinión del diario Última Hora, domingo 18 de octubre de 2020).

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