UN INSTANTE, UNA VIDA...
¿Que son las fotos, más que instantes fugaces de una vida, que sin embargo cuentan historias íntimas, momentos tan frágiles que a la vez se eternizan en una imagen fija?
Muchos miembros de nuestros pueblos originarios creían que las fotos te roban el alma. Quizás un poco sí... o quizás a veces te la devuelven, en un recuerdo nostálgico, en alguna dolorosa ausencia que se hace presente, como una espina clavada en el corazón, o un rayo de luz, etéreo y fugaz, siempre fugaz y sin embargo trascendente...
Estas son algunas de las fotos que me registran. Fragmentos de mi vida que he ido recuperando desde el fondo de algún viejo baúl, que exhiben viajes y recorridos realizados por aquí y por allá, lugares del mundo que me recibieron y buscaron aplacar mi sed de historias o aventuras, personas que me nutrieron en muchos sentidos, instantes de los que aprendí y en los que a veces me perdí.
Las expongo aquí, con la necesaria cuota de pudor y vanidad. Alguna vez quizás puedan servir de algo, al menos para conocer un poco más sobre las distintas versiones de lo que fui, de lo que soy y espero seguir siendo...
Esta es la calle principal de mi pueblo natal, Yhú, a 50 kilómetros al norte de la ciudad de Caaguazú, un lugar encantador que durante mucho tiempo quedó al margen de las rutas del progreso, esperando por décadas o siglos el asfaltado de la ya famosa "ruta de la mentira" (que finalmente culminó en 2015). La casa que se ve a la izquierda, con sus paredes de madera pintadas de color verde claro, con puertas y ventanas de granate furioso, es la casa en la que nacimos los cuatro hijos e hijas de Ña Nilda y don Chi'ito. Tiene la peculiaridad de que mi padre la construyó con sus propias manos, con ayuda de un primo solidario. Hoy vive allí mi primo Rubén y su familia, y ya ha pasado por algunas refacciones, pero todavía está en el patio el fronterizo pozo de agua compartido con la casa vecina, de mi tío Matilde Robertti. Mis recuerdos más antiguos me ubican en ese pequeño corredor que se ve a la entrada, en los regazos de mamá, meciéndome en un viejo sillón de mimbre, mientras mi papá con su guitarra nos cantaba boleros y guaranias. No había luz eléctrica, así que las estrellas y la luna se veian intensas sobre el cielo oscuro.
Esta fue al parecer la primera foto que me tomaron en la vida, cuando aún tenia pocos meses de edad. Con mis padres, Andrés (Chi'ito) y Nilda. Dicen que fue un fotógrafo ambulante que pasaba por mi pueblo, Yhú, quien hizo la foto. Debe haber sido en los primeros meses de 1962.
Este soy yo, unos meses más tarde, disfrutando de la libertad al aire libre y empezando a dar los primeros pasos en un andador de madera que construyó también mi padre (entre sus muchos oficios, era carpintero). Era la época en que casi todo se hacia a mano, no como ahora que todo se compra. Es frente a la casona colonial de mi abuela, Ña Doña, en una calle que, de tan poco transitada por vehículos, estaba como pavimentada de pasto verde. La casa que se ve al fondo, de dos pisos y toda de madera, es de la familia Bastos Salmena.
Este dicen que soy yo, como a los tres años de edad, alumno del prescolar, recitando algún poema inmemorial en la plaza principal de Yhú, un dia de fiesta patria. La que me mira sonriente es mi primera maestra, la señorita Porfiria.
Y como no podía estar sin hacer ruído, me pusieron en la primera banda lisa del prescolar, con un tamborcito pequeño pero eficaz, rodeado de chicas además.
Y sí, era un chico precoz. En esta foto estoy acompañando a mi papá en un "baile campaña", en el pueblo vecino de San Joaquín, a altas horas de la noche, en una época en que a los niños no se los llevaba aún de parranda. Pero está visto que solo me dejaban tomar gaseosa. Creo que esa noche actuaba el conjunto Los Alfonsinos, con el impagable Kemil Yambay.
Increíble, pero sí: jugaba al fútbol. Aqui estoy en un equipo infantil del club Guaraní, confraternizando con los de Olimpia, en un torneo en la ciudad de Salto del Guairá, a donde nos mudamos con mi familia cuando yo cumplí 9 años de edad.
Desde muy joven me gustó escribir. Esta foto es en la Aduana de Salto del Guairá, donde trabajaba como ordenanza, y en mis ratos libres empeaba a teclear mis primeros cuentos y poemas, en una ruidosa máquina de escribir Facit.
Aqui, en mi adolescencia, parado frente a los Saltos del Guairá, desde el lado paraguayo. Estas maravillosas e increíbles cascadas marcaron mi conciencia ambiental, mi pasión por la naturaleza. Por defenderlas en un programa de radio, en la emisora Mbaracayú, fui "demorado" por primera vez por la Policía stronista, a los 14 años de edad. Allí decidí que me iba a hacer periodista, por el solo placer de incomodar a los poderosos.
Aquí estoy recibiendo mi diploma de Bachiller, egresado del Colegio Nacional Saltos del Guairá, a los 17 años de edad. Quien me lo entrega es don Carmelo Peralta, uno de los pioneros fundadores de la actual capital de Canindeyú. Es el año 1978, pocos días antes de partir a Asunción para ingresar a la carrera de Periodismo UNA, e iniciar mi oficio profesional en los medios.
Mis compañeros y compañeras del primer año de Periodismo, en Filosofía UNA, año 1979. Guardo entrañables recuerdos. Los acompañé por poco más de dos años y luego dejé de asistir. En realidad nunca terminé la carrera, porque ya había empezado a trabajar en Última Hora, cubria los temas agrícolas y me pasaba viajando al interior, regresaba muy tarde y me costaba asistir a las clases. Tuve encontronazos con algunos profesores, como el historiador Luis G. Benítez, que en su libro y en sus aulas nombraba al dictador Stroessner como un prócer nacional, y yo lo cuestionaba por eso. Me aplazó varias veces en los exámenes. Un día me dijo que tenía que elegir: o el diario, o mis estudios. Yo ya tenía muy claro que trabajando en el diario aprendía muchísimo más que en la facultad. Además, supuestamente todos estudiábamos la carrera para luego entrar a trabajar en un medio, cosa que yo ya estaba haciendo y no iba a sacrificar. Asi que, sin mucha pena, más que por extrañar la amistad de muchos de mis compañeros y compañeras, una noche le dije adiós a la facu.
Con 18 o 19 años de edad, escribiendo en la Redacción de Ultima Hora. Atrás se ve a Oscar Delgado, Atilio Viera y Senén Vera, y en la siguiente fila, ya casi indefinidos, Anibal Saucedo Rodas, Nicanor Duarte Frutos y alguno más. Muy linda época, en que todos éramos jóvenes y soñadores, y vivíamos con muy poco, burlando a la represión. Ni soñábamos que alguno, por ejemplo, llegaría hasta a ser presidente de la República, y que unos pocos seguiríamos tercamente por aqui, con el escenario un poco cambiado, pero básicamente los mismos. (Esta foto la pude rescatar gracias al compañero Hugo Lafuente, con bromitas incluidas).
Debe ser 1879 o 1980, por allí. Seguro que yo tenía 18 o 19 años. Estamos con el colega Efraín Martínez Cuevas, que en esa época trabajaba en ABC Color y concidíamos en la cobertura del área de agricultura y ganaderia. Estamos entrevistando al ingeniero Hernando Bertoni, que fue ministro de Agricultura durante la dictadura de Stroessner, y problemente el mejor que hemos tenido en esta cartera ministerial, hasta ahora. Bicho raro, el viejo, que apuntaló grandes investigaciones cientificas en producción propia como trigo y algodón. Mantenía un perfil eminentemente técnico, orgulloso de haber sido nieto del sabio Moisés S. Bertoni. Nunca lo escuché meterse en temas políticos.
Con el colombiano Javier Darío Restrepo, gran maestro de la Ética Periodistica, en Asunción.
Con Fernando y Sebastián Leguizamón, los hijos del gran periodista Santiago Leguizamón, en la Plaza del Periodista, en la ciudad de Pedro Juan Caballero, que recuerda el lugar donde sicarios de la mafia asesinaron al comunicador en 1991. Nos acompañan los colegas Augusto Dos Santos (entonces ministro de la Sicom), Oscar Cácerez y Yenny Caballero.
Con el maestro de periodismo investigativo Daniel Santoro, de Argentina, junto a las colegas Mabel Renhfeldt, Susana Oviedo, Guadalupe Snead y Liliana Martinez, en la UNE de Ciudad del Este.
Que linda historia apreciado Andrés. Gracias por compartir!!
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