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domingo, 30 de diciembre de 2012

Un brindis por la esperanza

Brindo por el Paraguay que nos aguarda al otro lado del tiempo. Un país que todavía no conocemos y sin embargo extrañamos, cuya geografía pertenece al intangible territorio de los sueños. Un país cuya belleza no se puede pintar sobre el papel, porque está dibujado en el mapa de las emociones. Un país que está hecho con la madera de nuestras mejores utopías e iluminado con el sol de nuestros recuerdos más felices, incluso con los recuerdos de los momentos que todavía no sucedieron.
Brindo por los hombres y mujeres que ya no están físicamente con nosotros, pero que nos iluminan con su grandeza humana desde la profundidad de la memoria. Aquellos y aquellas que prefirieron sacrificar su vida antes que traicionar sus ideales, para que hoy podamos estar aquí, brindando en estas últimas horas del año con nuestros sueños aún en deuda.
Brindo por quienes se disponen a pasar estas fiestas en alguna fría y distante ciudad europea o norteamericana, a medio mundo de distancia de su tierra natal y de sus seres más queridos, con el corazón oprimido por el insalvable techaga'u. Brindo porque en un futuro próximo tantos hombres y mujeres ya no tengan que marcharse en busca del sueño de vida digna que su propia patria les niega.
Brindo por las familias de los campesinos y policías muertos en Curuguaty. Que por encima de los encontrados intereses y de los intentos de manipulación política, logren sobreponerse al sinsentido de tanta violencia y dolor, y que podamos llegar a conocer la verdadera verdad y la verdadera justicia.
Brindo por quienes probablemente no tengan con qué brindar. Por los incontables compatriotas que se debaten en la necesidad y en la pobreza. Por los niños y niñas condenados a pasar hambre y soledad por culpa de la ambición y el egoísmo, de la indiferencia y la ineficacia estatales. Brindo por que desde nuestros respectivos lugares en la sociedad seamos un poco más activos en las búsquedas de soluciones a los profundos dramas sociales del Paraguay.
Brindo por los que brindan. Por los admirables seres humanos que en medio de la adversidad logran conservar intactas la sonrisa y la ternura, la alegría y la esperanza.
Por los que en esta noche de Año Nuevo elevarán sus copas a la luz de las estrellas y decidirán que -al margen de los tiempos políticos y de las aventuras electorales- un nuevo tiempo se inicia al estrenar las hojas de un flamante calendario.
Que entre todos y todas hagamos posible un 2013 que valga la pena. ¡Salud...!

domingo, 23 de diciembre de 2012

Cuando un zapato o un colchón hacen la diferencia para una vida más digna





Jóvenes voluntarias de la campaña Corazones Abiertos relatan cómo la experiencia de convivir con la realidad social les cambia la vida y las compromete a trabajar por una sociedad más justa.

Historias de #Navidad

Era la Navidad del 2010. Claudia Cañete tenía 16 años y esa era su primera experiencia en la campaña Corazones Abiertos, que desde 1982 se realiza a fin de año.
Ella estaba en el primer día de ventas de los artículos previamente recolectados, luego arreglados y puestos otra vez a disposición de la gente humilde, a precios muy baratos, y le sorprendió cómo la multitud se peleaba por un colchón, un electrodoméstico o un par de zapatos.
Fue cuando vio a la mujer, humilde y triste, acompañada por sus hijos pequeños. Quiso saber qué le pasaba y ella contó que llegó al local de la campaña, en el Colegio San Clemente María, con la esperanza de comprar uno de los colchones reciclados, pero le habían ganado de mano y no quedaba ninguno.
"¡Qué vamos a hacer!", exclamó la mujer, mirando con pena a sus hijos. "Otro año en que vamos a dormir en el suelo, sin colchón".
Claudia se quedó helada. "Soy de una familia donde siempre tuve todas las comodidades y no me podía imaginar siquiera que pueda haber gente que duerma en el piso por no tener colchón, o que ande descalza por no tener zapatos, o no tenga qué comer. Corazones Abiertos me mostró esa realidad y me cambió la vida", admite ella.
Hoy Claudia tiene 18 años, ha terminado el Colegio, y este es su tercer y acaso último año en la campaña. "Esta experiencia me transformó. Ya no me imagino celebrar la Navidad sin salir a recoger cosas para ayudar a la gente más humilde", sostiene.

SOLIDARIDAD. Todo empezó en 1982, cuando un grupo de religiosos iniciaron la recordada campaña Mano Abierta, motivando a la juventud a vivir una Navidad solidaria con los más humildes.
En aquella época de la dictadura stronista, los organizadores llegaron a ser acusados de estimular a los jóvenes a "meterse en política" por despertar una conciencia crítica ante la realidad social.
En 1999, la experiencia pasó a denominarse Corazones Abiertos, buscando inculcar "la cultura de la solidaridad, el protagonismo juvenil y la participación ciudadana efectiva y eficiente, forjadora del cambio positivo, respaldados en la construcción de capacidades individuales y colectivas capaces de luchar contra la pobreza y sus causas, la injusticia, la desigualdad y la insensibilidad".
Actualmente unos 700 jóvenes voluntarios recorren los barrios recogiendo aportes durante 18 días. Todo se repara y se pone en condiciones, y se expondrá a la venta en una gran feria popular, los días 28, 29 y 30 de diciembre, en el Colegio San Clemente María (Félx Bogado casi Quinta Avenida). Lo recaudado permite financiar varios proyectos sociales.

TESTIMONIOS. Joaquina Vera tiene 14 años y es su segundo año en la campaña. "Mientras muchas de mis compañeras solo piensan en tomar sol o divertirse, nosotros estamos aquí, trabajando desde el amanecer hasta la noche para ayudar a los que necesitan, pero es lo que le da sentido a estas fechas", destaca.

Larissa Bernal, 17 años, lleva tres como voluntaria. "La primera vez, a mí también me impactó ver que llegaba gente descalza a tratar de comprar zapatos. Que un simple par de zapatos o un colchón sean la diferencia para una vida más digna, es algo que te mueve por dentro", dice.

 Claudia Cañete, Joaquina Vera y Larissa Bernal.
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La palabra, un bálsamo para los que sufren

Escritores y poetas llegan hasta hospitales públicos de la Gran Asunción, a leer cuentos y poemas a los niños y niñas que permanecen internados. Una manera diferente de expresar solidaridad en estas fiestas.

Renée Ferrer, leyendo cuentos en Emergencias Médicas.

Milia Gayoso, con niños pacientes de oncología en el Materno Infantil.
"Tereré tiene un imán
 escondido entre la yerba
tereré a media mañana
tereré al atardecer...".

A medida en que iba leyendo, cantando y hasta danzando la versión musical de su ya clásico poema "Tereré" (musicalizado por su hermana Susana), la consagrada escritora paraguaya Renée Ferrer percibió que se iba haciendo un silencio mágico a su alrededor, y sintió que se le erizaban los pelos por la emoción del momento.
Era el jueves 20 de diciembre y ella se encontraba en la sala de niños y niñas del Hospital de Emergencias Médicas de Asunción, donde varios pequeños pacientes internados por traumas y accidentes la miraban y escuchaban atentamente, mientras leía.
"Había un chiquito que se había estado quejando mucho de dolor. Yo empecé a leer, cuando de pronto me dí cuenta de que ya no se quejaba. Se había quedado en silencio, y parecía embelesado por la obra. Fue entonces cuando empecé a cantar y hasta me animé a bailar la versión musical del poema", relata la escritora.
Renée Ferrer estuvo en compañía de los escritores Feliciano Acosta y Alejandro Hernández, en una de las jornadas solidarias denominadas "Cuentos de Navidad en hospitales públicos", una iniciativa conjunta de la Sociedad de Escritores del Paraguay (SEP) y de la Dirección de Industrias Culturales, de la Secretaría Nacional de Cultura, que durante varios días recorrió lugares como el Hospital Central del Instituto de Previsión Social (IPS), el Hospital Materno Infantil de San Lorenzo y Emergencia Médicas.

COMPARTIR. Este es el segundo año en que ambas instituciones organizan las jornadas de literatura solidaria por Navidad.
"Para mí no es algo tan nuevo, ya que hace muchos años, con otra colegas escritoras y poetas, como María Luisa Artecona de Thompson, Nila López, Gladys Carmagnola, entre otras, por propia iniciativa ya habíamos protagonizado una experiencia similar de recorrer hospitales en Navidad y leer obras a los niños pacientes. Es muy gratificante ver la sensación de alegría, de esperanza, de sentirse acompañado, que se despierta en ellos", destaca Renée Ferrer.
Esta vez, Irina Ráfols y María Irma Betzel llegaron hasta el Hospital de IPS, Milia Gayoso y Lisandro Cardozo estuvieron en el Materno Infantil de San Lorenzo, y Ferrer, con Acosta y Hernández, lo hicieron en Emergencias Médicas.
En la ocasión, se distribuyó a los niños y niñas varios libros de cuentos, donados por las editoriales Don Bosco, Fausto, Lina y Aramí.

LITERATURA SOLIDARIA. "Es una experiencia fascinante, que se realiza por segundo año, en que los autores comparten su obra directamente con un público muy especial, en un momento significativo del año", destaca María Luz Saldívar, al frente de la Dirección de Industrias Culturales de la SNNA.
La funcionaria y artista relata que las jornadas fueron recibidas con grata sorpresa por los pequeños internados y hubo momentos particularmente emotivos, como los que vivió la escritora Milia Gayoso con los niños y niñas pacientes de oncología en el Materno Infantil.
Para el próximo año se buscará incluir y abarcar a más hospitales públicos del país, incluyendo a varias ciudades del interior.
"Ver el rostro extasiado de los niños y niñas al introducirse en las historias que les contaban sus propios autores y autoras, fue muy emocionante. Casi siempre, a la hora de pensar en campañas solidaria en estas fechas se habla de llevarles cosas materiales, que son muy importantes, pero estos escritores y escritoras llevan una riqueza inmaterial, su propia obra, el valor de la palabra solidaria, que es como un bálsamo para quienes sufren", afirma María Luz.

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Paraguaya ayuda a rescatar a sinhogares, en la Argentina
La paraguaya Celia Franco (con ropa blanca) en plena acción solidaria, en las calles de Buenos Aires.
Celia Franco, una enfermera paraguaya que reside desde hace 15 años en Buenos Aires, Argentina, participa activamente de la organización ciudadana "Ni una sola persona más en la calle", que especialmente en fechas próximas a la Navidad recorre la ciudad, ayudando a quienes no tienen un hogar.
"Participar de las 'recos' (recorridas) es mi cable a tierra, me hace valorar todo lo que tengo, vengo de una familia humilde paraguaya, mi padre me enseño a trabajar desde chica y ayudar al otro, trato de hacer lo mismo con mi hija Valentina, de 10 años", relata la compatriota desde la capital argentina.
Oriunda de Trinidad, Departamento de Itapúa, Celia cuenta que los miembros de la organización realizan permanentes recorridos, llevando no solamente compañía y un plato de comida a las personas en situación de calle.

REINSERCIÓN. "Hacemos lo posible para que ellos se reinserten nuevamente en la sociedad. Las recorridas nocturnas las hacemos a pulmón. Estamos armando una movida con grupos de teatro y algunas bandas de música, para recaudar alimentos", destaca Celia.
"Es tan gratificante hacer algo por el otro. Creo que en estas fiestas uno se vuelve más sensible y vulnerable, especialmente aquellos que están lejos de su tierra", agrega.

La organización dispone de una página web: www.niunapersonaencalle.com.ar.

sábado, 22 de diciembre de 2012

La contaminada nueva Costanera de Asunción


Ya está. A 475 años de su fundación y tras largo tiempo de haber crecido de espaldas al río, nuestra querida ciudad capital, Nuestra Señora de la Asunción, al fin tiene su Costanera sobre el río Paraguay.
Claro, no es como la de la remozada Encarnación, reluciente y moderna, que la ha convertido en la nueva capital del verano, ni como la de la recientemente inaugurada en Carmen del Paraná, con su extensa playa de arena blanca, bañada por azules aguas.
La Costanera asuncena es todavía precaria y provisoria, aún en medio de escombros y detalles sin terminar, habilitada a los apurones ante la presión política de posar para la foto con una impactante obra nueva, en plena época preelectoral.
Y lo más preocupante: la nueva y atractiva playa sirve solamente de adorno. Aún no puede ser usada para bañarse, porque las aguas están altamente contaminadas.
Toda la histórica Bahía de Asunción es una zona de agua básicamente estancada, a donde desembocan unos 19 arroyos y efluentes, que arrastran casi todos los desperdicios cloacales, industriales, pluviales y las basuras de la ciudad. Diversos estudios de calidad de agua, sedimentos y ecología han revelado reiteradas veces la presencia de altas dosis de colonias de coliformes fecales y demandas de oxígeno biológico, que constituyen un alto riesgo para la salud pública y ecológica.
Las obras de construcción de la Costanera y playa asuncena se hicieron sin un trabajo previo de descontaminación de las aguas. Ha sido como poner la carreta frente a los bueyes. La estación de bombeo y planta de tratamiento que proyecta el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones lograría que las aguas sean aptas recién en un plazo de dos años.
Mientras tanto, sucede lo que reveló el domingo último una nota gráfica publicada en ÚLTIMAHORA.COM: centenares de personas que llegaron alegremente a veranear en la nueva playa, metiéndose al agua contaminada a disfrutar de un baño ante los rigores del intenso calor. No había carteles advirtiendo el riesgo, ni funcionarios o policías que brinden indicaciones o eviten la exposición al peligro.
Aunque se diga que es una cuestión de falta de conciencia de los propios ciudadanos, hay una grave responsabilidad de las autoridades del Gobierno central y de la Municipalidad, al construir y habilitar una obra que aún no está en plenas condiciones de ser utilizadas.
Pareciera que importa más inaugurar obras que rindan efecto electoral antes de abril del 2013, que cuidar y proteger la salud de la población.


(Publicado en la columna "Al otro lado del silencio", sección Opinión del diario Última Hora, edición del sábado 22 de diciembre de 2012).

viernes, 21 de diciembre de 2012

La médica que eligió ser Papá Noel



Historias de #Navidad

Hay un instante mágico que la doctora Gladys Romero espera a lo largo de todo el año.
Es ese momento supremo, a finales de un cálido diciembre, cuando la veterana médica radióloga del Instituto de Medicina Tropical (IMT) se saca su blanco guardapolvo y se pone un disfraz de franela de vivo color rojo, se cubre el rostro con una barba falsa de algodón y sale a los pasillos portando una bolsa de regalos, profiriendo una estruendosa carcajada, que excepcionalmente desobedece lo que mandan los clásicos carteles de "Silencio, hospital".
-Es un momento único -admite ella con voz emocionada-. Tenés que vivirlo, para entender todo lo que significa.
Mientras avanza, junto a varios otros médicos, enfermeros y funcionarios del hospital, que se han convertido en sus cómplices y se visten de reyes magos, de ángeles o de payasos, ella va observando esas caritas demacradas que han salido de sus salas de enfermos, algunos con sus brazos conectados a bolsas de suero fisiológico, sostenidos por postes móviles.
-Tenés que ver lo que son sus ojitos encendidos de alegría o de esperanza. Lo que casi nunca suelo conseguir como médica -confiesa la doctora Gladys-, en estos días de Navidad lo consigo como Papá Noel: darles un remedio para el alma.

CRUZADA. Hace 24 años, la doctora Gladys inició la voluntariosa cruzada de motivar a sus compañeros del Instituto de Medicina Tropical a organizar anualmente una gran fiesta navideña para los niños y niñas que son pacientes del principal hospital de referencia para enfermedades infecciosas en el Paraguay, especialmente los infectados con el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH sida).
"En esa época todo era más difícil. El VIH sida casi no se conocía y había demasiados prejuicios en nuestra sociedad. Me partía el alma ver esas caritas sufrientes. Gente muy pobre, sufrida, olvidada del mundo. Llegaba la Navidad y no tenían nada, absolutamente nada", relata la médica, desde su guardia en la sección Radiología del IMT, sobre la calle Venezuela, en Asunción.
Fue entonces cuando a ella se le ocurrió salir a recorrer, sala por sala, oficina por oficina, con una planilla en la mano, a pedirles a sus compañeros que colaboren "con lo que puedan" para organizar una merienda navideña para los niños y niñas pacientes.
La respuesta le resultó gratamente sorprendente. Rápidamente se armó un equipo de trabajo que se encargó de recoger aportes y organizar los distintos detalles de la fiesta.
"Para entregar los regalos que recolectamos, yo decidí vestirme de Papá Noel. Otros compañeros, junto con sus hijos, se vistieron de reyes magos y de ángeles. Aquella primera experiencia me marcó para siempre. La luz que vi en sus ojitos, la sonrisa que iluminaba sus caritas en medio del dolor, me hicieron jurarme a mí misma que hasta el final de mis días, mientras tuviera fuerza, en cada Navidad, yo iba a ser un Papá Noel para todos ellos", asegura.

ANONIMATO. Fue Edith Pacita, desde la red social Facebook, la primera que nos dio una pista. "¿Sabían que los niños internados del Instituto de Medicina Tropical reciben regalos, cada año, donados por todos los médicos y funcionarios?", escribió.
Ella nos permitió contactar con Liz Salinas, funcionaria del IMT y una de las organizadoras de la campaña. "Tienen que conocer a la doctora Gladys, ella es la que nos moviliza, la que realmente inició toda esta linda iniciativa", explicó Liz,
Así llegamos hasta la sección Radiología del IMT, donde Gladys Romero nos recibe con sorpresa, en medio de su guardia.
"Hace 24 años que venimos haciendo esto en cada Navidad y es la primera vez que nos visita la prensa. Siempre he creído que las acciones solidarias se deben hacer en forma anónima, pero a veces es interesante que la gente conozca, que más personas apoyen y se sumen", afirma ella.

FIESTA. La "fiesta de los chicos del IMT" acostumbra realizarse unos días antes de Navidad. Este año se hará el viernes 21 de diciembre, a las 17.00, en el pasillo principal de acceso.
"Ponemos una mesa larga, ponemos globos, guirnaldas, muchos colores. Ponemos música. Les preparamos un menú liviano pero delicioso, que ellos pueden consumir. Desde el mediodía ya están todos bañaditos, esperando", relata la médica.
Los pacientes son trasladados desde sus salas por las enfermeras y los familiares, algunos en sillas de ruedas o en camillas.
"Vienen los pacientes de Pronasida (Programa Nacional de Control del sida), también los del auto-refugio (donde se alojan los pacientes y familiares que llegan del interior), se suman los funcionarios con sus hijos, y como siempre sobra algo, hacemos extensivos los alimentos y regalos a los pacientes del Hospital Juan Max Boettner", cuenta.
Ella considera que no hay contradicción entre su vocación de curar y la de transmitir alegría. "Esto es parte de mi ser médico, pero principalmente es parte de mi esencia de ser humano. La Navidad es un tiempo para compartir, para ponerte en la piel del otro, especialmente del que sufre. Aquí convivimos a diario con el dolor, con la pobreza y con el olvido, y algo tenemos que hacer. Además de ser médica, yo elegí ser Papá Noel", explica.

Su gastado traje de franela roja está allí, esperándola. Gladys no ve el momento de volver a vestirlo.

domingo, 16 de diciembre de 2012

Magia de Navidad




Historias de #Navidad


No dejará el mundo de girar. Tampoco va a cesar la muerte de doler, ni mucho menos va a dejar el sol de alumbrar.
No vamos a pretender, amiga mía, levantarnos con la resaca amarga tras la farra de Nochebuena, abrir el diario con gestos aún somnolientos, para encontrarnos con la sorpresa de que este 24 de diciembre no hubo una sola denuncia de corrupción, que la calle se quedó vacía de tristezas, o que en una esquina la violencia se cansó de esperar.
No, mi querida amiga. Ningún viento fantástico llegará desde otro mundo a llevarse para siempre la estremecida soledad de tantos niños y niñas que piden monedas junto a los semáforos, ni borrará el rictus amargo de los recicladores que recorren las calles desoladas de la ciudad, hurgando en medio de la basura para obtener algo que comer.
Ningún personaje de cuentos de hadas va a sobrevolar en trineo las periféricas villas del Bañado, derramando lluvias de felicidad sobre los precarios hogares de hule y cartón, por más que los spots comerciales navideños insistan en vendernos esa imagen de fantasía.
No, amiga del alma. No te puedo prometer que se va a terminar así nomás la miseria, ni que la milenaria angustia de nuestro pueblo se va disipar como el rocío de la mañana.
Lo más probable es que al trasponer la puerta estará, como siempre, acechando la injusticia.
¿Para qué engañarnos? No va a suceder absolutamente nada extraordinario.
O quizás sí…
Porque, verás… a pesar de todo el dolor y de toda la frustración cotidiana, a pesar de los engaños de los políticos y de la traición de los gobernantes, a pesar del estrés y del cansancio, de los golpes profundos y las heridas secretas… alguien va venir.
Sí. Alguien va a venir, como si nada, a dejarte una cálida expresión de cariño (un abrazo, un obsequio, un apretón de manos, una sonrisa…) y con palabras tan simples, tradicionales y sinceras, te va decir: ¡Feliz Navidad!
Y entonces verás cómo se te va desordenar la lógica. Y en ese preciso instante, desde muy adentro, el alma te hará la maravillosa revelación de que en todo este tiempo de angustias y desencantos, de mentiras y sobresaltos, de conspiraciones y masacres, de tormentas y raudales, de protestas populares y garroteadas, no hubo mala noticia capaz de asesinar nuestra ternura, ni politiqueros o delincuentes que pudieran resecar nuestra alegría.
Que estaremos aquí, rotos pero enteros, golpeados pero dignos, con las lágrimas y la risa aún vivas, levantando nuestras copas a la luz de las estrellas, convencidos de que mañana, siempre, siempre, será otro día.
¿Por qué?... pues porque uno descubre, amiga querida, que esa es la verdadera magia de la Navidad: El milagro tan simple de que, por encima de toda la aflicción y de toda la tristeza, hay un Dios obstinado y siempre niño, que por nada del mundo quiere dejar de nacer entre los más humildes y desheredados de la tierra, ni dejar de estar presente hasta en las más pequeñas historias cotidianas.
Un Dios que nos dice, que nos asegura, que él va estar naciendo siempre (a contraviento, a contramuerte) porque nada tiene tanto valor como la vida, ni nada es tan eterno como la esperanza.


(La primera versión de este texto la escribí en Lima, Perú, en vísperas de la Navidad de 1986 y fue publicada originalmente en el quincenario Signos, editado por el Centro Bartolomé de las Casas – Rímac, donde tuve la alegría y satisfacción de trabajar en esa época, en experiencias de comunicación popular. Posteriormente rescaté el escrito, adaptándolo a la realidad paraguaya, y lo publiqué en Última Hora. Perdido entre tantos papeles viejos, hasta ahora no lo había alzado en el blog, ni lo había difundido en versión digital. Ante el reiterado reclamo de mi querida amiga y lectora Roxy Alvarez, quien se ha tomado el trabajo de copiarlo y difundirlo a partir de su propio archivo, asegurando ella que es mi mejor texto sobre la Navidad, aquí lo rescatamos y lo compartimos).

sábado, 15 de diciembre de 2012

¡Adiós, querido Chester...!


Su verdadero nombre es Celso Aurelio Brizuela, pero él se inventó otro que le gustaba más, Chester B. Swann, y así lo recordaremos por siempre, en sus múltiples facetas de músico (“el abuelo del rock paraguayo”), dibujante, poeta, cuentista, novelista, rebelde irredimible, motoqueiro apasionado, gua’i de nacimiento y luqueño por adopción.
Lo conocí por primera vez en los años 70, a través de las páginas de la revista Ñandé, cuando leí sus primeras tiras de un personaje desopilante, El cacique Kangueró, que él guionaba y dibujaba con crítico humor, y luego empezamos a cruzarnos en varias aventuras editoriales, especialmente en El Raudal, bajo la batuta de Roberto Goiriz.
Compartimos ser instructores en varios campamentos de teatro juvenil, peñas, conciertos, charlas... Siempre me impresionó su vitalidad creativa, su espíritu eternamente juvenil, su ductilidad, su inconformismo. Una de sus mejores y más clásicas canciones, “Qué le pasará a mi gente”, ganó protagonismo en versión del grupo Sembrador. (“¿Qué le pasará a mi gente/ que la noto diferente/ sacudiéndose el sopor?/ Hoy la siento más consciente/ como mirando de frente/ sin asomos de temor…”). 
Me sorprendió gratamente cuando me contó que el periodista Andrés Colina, protagonista de su novela “Razones de Estado”, publicada en 2005, había sido inspirado en mi labor profesional.
Ahora dicen que Chester ha muerto este mediodía, víctima de un infarto, cuando se encontraba escribiendo en su computadora, en su casa de Luque.
¿Será…? Probablemente solo ha decidido iniciar un nuevo tour, con su infaltable campera negra y su clásica guitarra en la espalda, deslizándose por encima de las nubes en su vieja y potente moto, tal cual fue eternizado en la película "Mirame no me tokei" de Enrique Collar.

El desafío de descubrir qué pasó en Curuguaty




Un enorme cartel con la pregunta "¿Que pasó en Curuguaty?" apareció desplegado en medio de la multitud que asistió a la misa central del Tupãsy ára, el pasado 8 de diciembre, en el Santuario de Caacupé.
Las cámaras de televisión, que transmitían el acto religioso en directo, no pudieron evitar mostrar el texto inquisidor, aunque los sucesivos paneos sobre el sector del público dejaron de ser insistentes.
El obispo de la Diócesis, monseñor Claudio Giménez, evitó referirse al tema en toda su homilía, por más que la leyenda le aparecía en frente como una interpeladora cuestión.
La molesta pregunta, que había sido formulada inicialmente solo por unos pocos sectores políticos y sociales, se ha ido multiplicando en diversos espacios ciudadanos, hasta volverse casi un clamor colectivo.
Al menos así fue exclamada durante la multitudinaria marcha que recorrió las calles de Asunción el último 10 de diciembre, Día de la Declaración Internacional de los Derechos Humanos, con la principal motivación de exigir un esclarecimiento real de la masacre del 15 de junio de 2012 en las tierras de Marina Kue, Curuguaty, que dejó un luctuoso saldo de seis policías y once campesinos asesinados, desencadenando la crisis política que derivó en la destitución por juicio parlamentario abreviado del presidente Fernando Lugo.
Hoy se cumplen seis meses de la masacre y mañana vence el plazo para que la fiscalía presente el resultado de la investigación sobre el caso.
La Justicia paraguaya se enfrenta de este modo a uno de sus mayores desafíos, en un momento político particularmente sensible, de pre-contienda electoral y de crisis aún no resuelta, principalmente en el plano internacional.
A una primera investigación paralela llevada a cabo por la Plataforma de Estudio e Investigación de Conflictos Campesinos (PEICC), presidida por el exsenador Domingo Laíno, se suma en estos días otra investigación sobre el caso, realizada por la Coordinadora de Derechos Humanos del Paraguay (Codehupy), que acusa de parcialidad al equipo fiscal, señala graves deficiencias en la recolección de pruebas, y sobre todo plantea que las hipótesis de la investigación oficial apuntan principalmente a demostrar la responsabilidad de los campesinos en las 17 muertes, cuando han ido apareciendo también inquietantes indicios sobre presuntos abusos policiales, y se han planteado sospechas de posibles ejecuciones extrajudiciales.
El modo en que se desarrolle este emblemático proceso judicial será clave para mejorar, sostener o debilitar aún más la deteriorada imagen institucional y política que hoy tiene internacionalmente el Paraguay. Pero de alguna manera, ya sea oficial o extraoficialmente, necesitamos hallar respuestas a la inquietante pregunta de qué pasó realmente en Curuguaty.

(Publicado en la columna "Al otro lado del silencio", sección Opinión, del diario Última Hora, edición del sábado 15 de diciembre de 2012)

martes, 11 de diciembre de 2012

Un brindis con 50 mil lectores




Escribir en un blog es como arrojar mensajes dentro de botellas al gran océano virtual, cual naufrago sideral.
Uno nunca sabe a qué playas virtuales acabarán recalando, quién o quienes hallarán esas botellas, cuando o dónde las abrirán, qué sensaciones o emociones experimentarán al leer cada mensaje.
Uno nunca sabe si realmente hay alguien al otro lado de las letras o de las imágenes que postea… hasta que la pantalla del ordenador o el celular te devuelven una onda de energía, de esas que no se pueden ver y no se pueden romper. Es entonces cuando uno siente que realmente hay alguien allí. Alguien a quien de alguna manera las cosas que uno escribe le sirven de algo, le aportan información, le provocan emociones, le despiertan alegrías o tristezas, inquietudes o preguntas, motivaciones o reflexiones.
Hace ya algunos años, probando este nuevo juguete que entonces era la blogósfera en internet, llegué a crear tres blogs (uno era más periodístico, Ñangapiry News, donde iba guardando mis artículos semanales escritos para Última Hora; otro más literario, La Aventura Textual, donde recalaban mis relatos, ensayos narrativos y artículos culturales, y finalmente otro más temático, La Frontera, donde fueron a parar algunos reportajes o notas investigativas realizadas en mi etapa triple-fronteriza), pero pronto me di cuenta de que eran demasiadas criaturas para alimentar. Sobre todo cuando gran parte de mi tiempo era consumido por las obligaciones con el medio para el cual trabajo (y que me paga el sustento). Por consiguiente, los blogs fueron cayendo en cierta parálisis irremediable, sobre todo cuando el boom de las redes sociales, principalmente Facebook y Twitter, comenzaron a permitir un contacto más dinámico, activo y masivo con los lectores… aunque al mismo tiempo todo fuera también mucho más fugaz.
Hasta que, recientemente, sentí renacer en mí la pasión del bloguero, y decidí unificar los tres blogs en uno solo, re-diseñando y rebautizando a La Aventura Textual como Al otro lado del silencio (el mismo título de mi columna semanal en Última Hora), en donde empecé a guardar no solo lo que consideraba más rescatable de mi producción periodística en ÚH, sino donde también a rescatar y digitalizar algunos clásicos y antiguos textos y artículos que andaban perdidos en polvorientos archivos de papel guardado, así como a elaborar una producción más exclusiva, que se pudiera leer únicamente en este blog. Los otros dos viejos blogs quedaron por allí, estáticos pero disponibles, convenientemente enlazados para quienes quieran visitarlos.
Fue cuando, sorprendentemente, algo comenzó a moverse del otro lado de la pantalla. Las estadísticas de Google, que registran puntillosamente las actividades de los lectores, empezaron a reflejar un interés creciente y llamativo.
A alguna hora de la madrugada de este martes 11 de diciembre, el contador de páginas vistas registró la visita del anónimo lector –o lectora- número 50.000 a este blog. Aunque parezca apenas un frío dato numérico -y probablemente minúsculo ante muchos otros blogs, que en menor tiempo conquistaron una cifra de lectores mucho más cuantiosos-, conocer este dato  me conmovió profundamente.
El perfil de este espacio nunca apostó a la cantidad. Al menos, en el sentido fácil en que resultaría publicar textos más concesivos, que atraigan a lectores y lectoras en forma masiva. Hay un deliberado estilo y un contenido personalizado, que seguramente hace que quienes se asoman a estos textos sean personas con determinadas exigencias, con una particular visión crítica del mundo, con gustos, emociones e ideales que entran en algún nivel de sintonía con los del autor. Eso hace que sean lectores y lectoras –por encima del número- particularmente selectivos, únicos y entrañables.
Por eso, resulta muy grato percibir que el pico más alto de lectores y lectoras que obtuvo este blog fue a partir del 19 de octubre de 2012, tras publicar mi Carta escrita desde el borde de la vida, en donde relato mi dramática experiencia personal, tras haber sufrido un grave infarto del miocardio, hasta ahora el texto mas extenso, escrito y publicado únicamente en este blog. Comprobar que tantas personas (2.215, hasta ahora) leyeron la carta (y la reprodujeron ampliamente a través de enlaces en Facebook y en Twitter), le ha dado una dimensión inesperada a este espacio. Aunque no sea el texto más leído desde la creación de este blog (la Carta figura en tercer lugar en el ranking), si es el que fue más leído en menos tiempo, y es el que más comentarios ha recibido (66, hasta ahora).
Curiosamente, el texto más leído de todos -y que sigue siendo el mas buscado - es un casi ingenuo relato denominado El monstruo del Lago Ypoá (parte de los reunidos en mi libro El Principito en la Plaza Uruguaya, Editorial Servilibro, 2007). Hasta ahora lo leyeron 5.083 personas. Probablemente cierto aire de misterio y exotismo que sugiere el título explique la particular atracción que despierta por encima de otros textos que para mí tienen más calidad o interés, pero me encanta que los lectores impongan sus propios gustos sobre los del autor.
El segundo texto más leído sí es uno de mis preferidos. Se trata de la Carta a una amiga que está lejos, consultada hasta ahora por 4.759 personas, y que describe el drama de una chica paraguaya obligada a emigrar a España en busca de una oportunidad laboral que su propio país le niega. A diferencia del fantasioso relato sobre el monstruo lacustre del Ypoá, en este otro texto hay una fuerte denuncia social, y probablemente una situación real con la que se identifican muchos lectores.
Aunque no figure todavía en el top five, también me sorprendió que el artículo publicado el pasado sábado 8 de diciembre, Carta a una mujer llamada María, ofreciendo mi particular visión de la devoción a la Virgen de Caacupé, tuvo en muy pocos días 587 visitas. Sobre todo, porque era la re-edición y actualización de un artículo que ya había publicado en 1999 en ÚH, y entonces no tuvo casi ninguna trascendencia. Será porque entonces no había blogs ni redes sociales
Otro elemento que no deja de sorprenderme es que del medio centenar de miles de lectores, 18.499 son del Paraguay, pero el segundo grupo mayoritario (6.757) proviene de Estados Unidos, seguidos por 4.825 de Argentina, 3.295 de México, 2.936 de España, 2.276 de Colombia, 961 de Perú y 724 de Canadá.
Por todo esto, hoy levanto con ustedes una copa virtual, brindando por el lector –o lectora- número 50 mil.
¡Gracias por estar allí, queridos lectores y queridas lectoras…!
Saber que estas botellas con mensajes llegan hasta playas tan distantes y hasta espíritus tan selectos y especiales, hacen que este náufrago sideral se sienta muy acompañado… y mucho más motivado para seguir arrojándolas al gran océano virtual.