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viernes, 2 de agosto de 2013

Sembrador: Cuarenta años de cantar a la esperanza


Por Andrés Colmán Gutiérrez

Había que estar allí para sentirlo. Había que vencer al propio miedo para acudir a la cita. El lugar podía ser una calle vecinal o una plaza popular, el épico festival Mandu’ará en la solidaria Misión de Amistad, quizás una iglesia de barrio, el galpón reciclado de una vieja fábrica o el patio de alguna universidad con jóvenes en pie de lucha… 
¿Cuarenta años, ya…? Pareciera que fue ayer.
Casi siempre había un cordón de policías con cachiporras y armas, intentando desalentar con mirada torva a quienes nos atrevíamos a desafiar la prohibición suprema.
A veces los recitales se suspendían abruptamente por “orden superior”, o la Policía nos aguardaba con una feroz garroteada a la salida.
Nada de eso impedía que se enciendan las luces, y que los grupos y solistas del Movimiento del Nuevo Cancionero Popular Paraguayo salgan a desafiar con guitarras y emocionadas voces al sistema dictatorial, en medio de los entusiastas aplausos de la multitud.
Aquello era más que música, más que un hecho artístico. Era la grata sensación de estar juntos, vencer al miedo y compartir sueños. 
Era sentir el pîrî -como decimos en nuestra dulce lengua guaraní-, esa sensación que te eriza la piel. Vibrar al unísono, cuando los chicos y chicas de Sembrador salían al escenario, y ese inolvidable coro de cinco o seis voces se volvía una sola voz colectiva: “…la música, el trigo, la paz / los niños, el cielo más claro y azul/ ¡esa es la Patria en que quiero vivir!”.
¿Han pasado cuarenta años, ya…? Pensar que todo comenzó en 1973, la época más dura de la represión dictatorial. ¿Quién podría creer que justamente en la Facultad de Derecho UNA, uno de los reductos universitarios más controlados por el régimen, nacería el grupo musical contestatario que se volvería leyenda con los años?
La coartada inicial fue formar un quinteto para competir en el Festival Universitario de la Canción. Estaban los hermanos Maneco y José Antonio Galeano, Chela Villagra, Gilda Arias y Derlis Esteche. De aquel grupo fundacional surgió el nombre que se inscribiría en la historia musical: Sembrador.
De alguna manera, las dos canciones elegidas para el estreno festivalero fueron sintomáticas: India, marcando el rescate del proscripto José Asunción Flores y la reivindicación del folklore más genuino, y San si Juan no que si, entonces recién creada por Maneco, que marcaba los aires de renovación, las bases de un nuevo cancionero. 
¿En serio, pasaron cuarenta años…?
Tanta agua bajo los puentes. Tantas canciones. Tantos sueños. Aunque algunos integrantes de Sembrador fueron variando desde aquella primera noche, la leyenda fue creciendo.
Maneco se nos fue en su mejor momento, dejándonos el más significativo legado de canciones para un nuevo tiempo. A José Antonio se le unieron Jorge Garbett, Jorge “Tuga” Ramírez, Luis Antonio “Pulgo” Barriocanal, Jorge Arturo Aponte, Ati Troche y Claudia Abente, en la conformación más conocida, la que en los años ’80 se volvió bandera de resistencia cultural, junto a Juglares, Vocal Dos, Ñamandu, Ara Pyahu, Gente en Camino…
En estas cuatro décadas de la historia paraguaya, cambiante y conflictiva, pero siempre tercamente iluminada por la esperanza, la música de Sembrador estuvo presente, animando procesos y acompañando de manera solidaria, poniéndole banda sonora a la constante lucha del pueblo por conquistar y consolidar la democracia.
De la canción de protesta a la canción de propuesta, el grupo ha sabido mantenerse en las máximas alturas del arte, lejos de las tentaciones del panfleto, incorporando sonidos experimentales pero manteniendo siempre la esencia de un canto hondamente testimonial, equilibradamente combinado con el rescate del folklore paraguayo y latinoamericano más genuino. Afinados arreglos corales que se han vuelto su sello característico y el aporte de grandes recordados maestros en una serie de conciertos de antología: Oscar Cardozo Ocampo, Jorge “Lobito” Martínez, Luis Szarán, Luis Luccini Rivas, Philomúsica de Asunción, coro Paraguayo de Cámara…  quedan grabados en una docena de discos que ya son parte viva del mejor acervo artístico y cultural del país.
En esta más reciente etapa, a los tres antiguos integrantes más persistentes, Jose Antonio Galeano, Jorge Garbett y Tuga Ramirez, se han unido las encantadoras voces de Gilda Heisecke y Julia Peroni, en un reformulado quinteto que sintetiza la más rica historia musical del grupo, con una alentadora proyección hacia el futuro, demostrando que la buena música no tiene edad ni tiempo, o que cada tiempo es su mejor lugar. 
¡Feliz cuarenta aniversario, querido Sembrador…!


(Texto escrito para el programa entregado al público en los conciertos conmemorativos Sembrador 40 años, 2 y 3 de agosto, Teatro Municipal, Asunción).

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