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miércoles, 14 de octubre de 2015

Ricardo Flecha: Toda una vida cantando a otro mundo posible

Tras un partido de fútbol con el gran cantautor brasileño Chico Buarque y el actor Chico Díaz, en Río de Janeiro.
Difundió en guaraní las canciones de John Lennon, Chico Buarque, Violeta Parra, Silvio Rodríguez y otros grandes, grabándolas con varios de ellos. Es una de las voces más potentes y diáfanas de la música paraguaya, solidario e incansable trovador, para quien el arte está ligado a la lucha por un mundo mejor.

#CrónicasDeLaMemoria


Por Andrés Colmán Gutierrez - @andrescolman

Abril de 1986. El local de viejo Hospital de Clínicas, llamado "el hospital de los pobres", en el barrio San Antonio de Asunción, se hallaba totalmente rodeado por una barrera de policías armados con fusiles y pistolas, para impedir un acto de protesta de los médicos, enfermeros y estudiantes contra la dictadura del general Alfredo Stroessner, en reclamo de mejores salarios y más presupuesto para los trabajadores del centro sanitario.
Frente a la sede del hospital se desarrollaba una asamblea, pero quienes venían a sumarse con su adhesión solidaria no lograban pasar, detenidos por la barrera policial a más de una cuadra de distancia.
Uno de los que intentaban cruzar la valla era el cantautor Ricardo Flecha, integrante del grupo musical Ñamandú, quien portaba bajo el brazo una guitarra. Los organizadores lo habían invitado para que anime el acto con sus canciones, pero los policías le aseguraban que tenían órdenes estrictas de no dejarlo pasar.
Fue entonces cuando Ricardo abrió el estuche, extrajo su guitarra, la afinó durante un momento, y luego, parándose desafiante frente a la barrera de policías, empezó a entonar el clásico y combativo "Canto de Esperanza", del compositor Carlos Noguera.
La escena llamó la atención de muchas personas, que se acercaban hasta el lugar.
El artista no había podido cruzar la barrera represiva de la dictadura, pero su canción volaba libre encima de esa valla de intolerancia, llegando hasta los manifestantes, que empezaron a corear y aplaudir.
Ricardo, jovencito (en el centro), con sus compañeros del Grupo Juglares, en los años 80.
El canto social, un desafío

La foto del cantante y su guitarra frente al cerco de armas se publicó en un recuadro, en las páginas de Última Hora.
"¿Qué puede hacer una guitarra frente a las armas, frente al odio, frente a la muerte?", fue la pregunta que hizo entonces una periodista colega. Y la respuesta estaba allí, en esa canción, en esa actitud, en ese desafío.
"Creo que hace una vida que Ricardo Flecha viene contestando esta pregunta", respondí, en un texto que evocaba esa misma escena, y que forma parte de la presentación de "Razones", el segundo disco solista del cantante, editado en los años 90.
En dicho texto también describía que Flecha "no canta solo con su potente voz, sino con toda el alma que se le desgarra en cada canción. Porque a través de su voz cantan muchas otras voces, sofocadas bajo la tierra, condenadas a siglos de soledad. Voces que sufren, aman, se revelan, luchan y se atreven a imaginar un mundo mejor".

Desde las enramadas de San Antonio

De origen humilde, nacido en Asunción el 22 de diciembre de 1961, Ricardo Flecha creció primero en el tradicional barrio de la Chacarita, para mudarse luego con su familia al barrio San Antonio.
Recuerda especialmente que su papá era un gran amante de la música, principalmente folklórica, y supo transmitirle esa pasión.
"Mi papá es mi primera influencia. Me cantaba las guaranias de José Asunción Flores. Luego fui encontrando a otros grandes maestros, como Agustín Barboza y Oscar Cardozo Ocampo", recuerda.
Tras iniciar sus estudios secundarios en el Colegio Nacional de la Capital, su espíritu rebelde hizo que tenga conflictos con los directivos, y tuvo que migrar a "un colegio de refugiados", el Benjamín Aceval, donde tampoco pudo concluir el ciclo, ya que se veía forzado a buscar empleo.
"Mi mamá era modista, mi papá un obrero naval. Tuve una infancia pobre pero muy feliz. Aprendí de mis padres valores que agradezco mucho, como la honestidad y la predisposición para ayudar a las personas que necesitan. De allí viene mi sensibilidad social", explica.
Sus antiguos vecinos recuerdan a un adolescente y bohemio Ricardo con su guitarra a cuestas, cantando guaranias bajo las enramadas del barrio, enamorando a las muchachas.
"Lo recuerdo cantando siempre, con su grupo de amigos. Era ya un joven inquieto, luchador, solidario y tenía una muy linda voz", recuerda su ex vecina, Margarita Araujo.

Cantando con el mítico trovador rebelde norteamericano Pete Seeger, en Asunción, en 1995
El primer encuentro mágico

En 1973, Ricardo asistió a un festival universitario de la canción, donde pudo escuchar por primera vez a un conjunto formado por Maneco Galeano, su hermano José Antonio Galeano y otras voces. Era el germen de lo que luego sería el mítico grupo Sembrador.
"Escucharle a Maneco, a Carlos Noguera, a Mito Sequera, a Jorge Garbett, fue lo que me mostró el camino del tipo de música que yo quería hacer. Esa fecha fue una de las más simbólicas para definir mi carrera. Empezaba a entender que la música no solo sirve para entretener y distraer, sino que además puede ayudar a formar la conciencia de la gente, a ayudar a construir un país mejor", destaca Ricardo.
De aquel proceso empezó a incorporar más canciones sociales que solamente románticas a su repertorio, aunque no dejaba de llevar serenatas a las chicas del barrio.
Fue su estilo de cantar el que llamó la atención de otro músico, Alejandrino "Chondi" Paredes, quien en 1980 lo invitó a sumarse a un nuevo conjunto musical que estaban formando, y que iba a llamarse Juglares.
Una primera versión de Juglares, integrada por Carlos Noguera, Chondi Paredes, Juan Carlos dos Santos y Juan Carlos Chaparro, había iniciado en 1975, causando una saludable renovación en el ámbito musical.
Con Rubén Blades, durante un concierto en Panamá.
Aquel primer grupo grabó un disco de larga duración en vinilo, titulado "Canción de mi tiempo", con doce canciones, todas de autoría de Noguera, que hoy es considerado una auténtica pieza de colección por los aficionados a la música.
El Juglares original no tuvo mayor continuidad y el único sobreviviente de esa primera conformación, Chondi Paredes, buscó a otros integrantes para recomponerlo.
Fue así como convocó y sumó a Ricardo Flecha, Jorge Krauch, Juan Manuel Rivarola y al arpista César Cataldo. Junto con el conjunto Sembrador y el dúo Vocal Dos, Juglares fue el grupo musical insignia de un movimiento artístico contestatario, bautizado como Nuevo Cancionero Popular Paraguayo, que se convirtió en bandera de los sectores sociales y políticos que se movilizaban contra la dictadura del general Alfredo Stroessner, y que convocaba verdaderas multitudes en los festivales estudiantiles universitarios, o en los ciclos de recitales Mandu'arã.

El legado de Juglares

"Teníamos una posición clara a favor de la libertad, de la justicia social y de la democracia, y eso se reflejaba en muchas de nuestras versiones del nuevo cancionero paraguayo y latinoamericano, pero también hicimos un valioso rescate del folklore más tradicional del Paraguay, y lo hacíamos con un gran nivel musical y de arreglo vocal, algo que era reconocido y respetado hasta por nuestros más acérrimos detractores", apunta Chondi Paredes.
Grabaron un primer histórico disco, donde incluyeron la versión más famosa de la guarania "Despertar", de Maneco Galeano, que da nombre al material, incluyendo otros hits del momento, como "La Chuchi", "Color del Alba", "Chokokue kera yvoty", "Canto del Hachero", "Los Hombres", "Manduá kañy".
Hasta que en 1984, en plena cúspide del éxito, los integrantes de Juglares anunciaron sorpresivamente que habían decidido separarse y disolver el grupo, debido a "diferencias internas".
La noticia estalló como un balde de agua fría entre sus muchos seguidores. A pesar de los insistentes reclamos del público, no hubo posibilidades de reconciliación. Ricardo, Chondi y César formaron un nuevo conjunto, Terceto Ñamandú, que muy rápidamente hizo gran suceso y posteriormente sumó al guitarrista y rockero Rolando Chaparro.
Primera voz delTerceto Ñamandu, con Chondi Paredes y César Cataldo.
Fue el gran director de orquesta y compositor Oscar Cardozo Ocampo quien convenció a Ricardo para que se lance también como cantante solista, en principio sin dejar de lado su participación en Ñamandú.
De ese modo grabó su primer disco, Flecha Hermosa, dirigido por Cardozo Ocampo, al que luego siguió Razones, en el que incluyó temas grabados con participación de Mercedes Sosa, Jairo y Teresa Parodi. Era el inicio de su proyección a nivel internacional, junto con grandes artistas, a los que siempre había admirado.

Un rol político

Aunque reconoce no militar actualmente en ningún partido o movimiento político, Ricardo se declara socialista, y cree que desde la izquierda se puede construir un mundo mejor.
"Siempre he creído que la música debe transmitir ideas, además de sentimientos, y que la canción tiene que estar al lado de los que luchan por otro mundo posible. Por eso me verán siempre cantando junto a los obreros, a los campesinos, a los estudiantes, a la sociedad movilizada", admite.
Esta manera de entender el canto comprometido le ha costado prisiones, persecuciones y agresiones. En 1986, durante las grandes movilizaciones contra la dictadura stronista, fue arrestado y recluido en la Guardia de Seguridad, junto a varios dirigentes sociales y políticos.
En diciembre de 2006, mientras se manifestaba en las calles, en adhesión a las víctimas del incendiado supermercado Ycuá Bolaños, fue alcanzado por un proyectil cerca del ojo, en medio de la represión policial, lo cual le causó una sensible disminución en la visión y lo llevó a someterse a un complejo tratamiento de rehabilitación.
"No me arrepiento de haber estado allí, como un ciudadano más, alzándome contra las injusticias, y las veces que me llamen siempre estaré cantando junto a las víctimas", destaca.


El guaraní universal

Uno de los proyectos más celebrados de Ricardo Flecha es la serie de tres discos e innumerables conciertos conocidos como El Canto de los Karai, en el cual grabó versiones de grandes canciones universales en castellano, guaraní (y en algunos casos también en portugués), en muchos casos junto a grandes estrellas de la canción social internacional como Chico Buarque, Teresa Parodi, Victor Heredia, Paco Ibáñez, Luis Enrique Mejía Godoy, León Gieco, Mercedes Sosa, Luis Eduardo Aute, entre otros.
Traducidas al guaraní por el gran poeta Félix de Guarania (y en la última parte por Mario Rubén Álvarez), canciones como Imagine, de John Lennon, o Gracias a la Vida, de Violeta Parra, cobran una dimensión distinta, que revaloriza la lengua indígena paraguaya y la proyectan a una dimensión planetaria, a través de la música.
Con Silvio Rodríguez, en La Habana.
Pero Ricardo no se detiene en sus proyectos, y -acompañado de su fiel y dinámica esposa y mánager, Techi Cusmanich- en los últimos años ha realizado una nueve serie de discos y conciertos dedicados a la guarania "Donde la guarania crece", y "Donde la guarania crece, en los territorios del agua", celebrando un género musical tradicional y promoviendo nuevas creaciones de jóvenes artistas.
La celebración de los 35 años de canto lo sorprende en plena madurez artística, poniendo su diáfana y potente voz a interpretaciones sinfónicas como la Misa Guaraní, y acompañando además con su guitarra a los jóvenes estudiantes secundarios y universitarios, en la movilizaciones de #UNAnotecalles y #PARAGUAYnotecalles.
Quizás su mejor bandera de la música entendida como un instrumento de lucha y superación esté reflejada en los versos de "La canción es urgente", que su gran amiga, la cantautora correntina Teresa Parodi, le dedicó especialmente para que él la cante:

La canción es urgente,
es un río creciendo,
una flecha en el aire,
es amor combatiendo.

Quiero dártela ahora
que es la hora del fuego,
que es la hora del grito
que es la hora del pueblo

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