Tras un partido de fútbol con el gran cantautor brasileño Chico Buarque y el actor Chico Díaz, en Río de Janeiro. |
Difundió en guaraní las canciones de John Lennon, Chico
Buarque, Violeta Parra, Silvio Rodríguez y otros grandes, grabándolas con
varios de ellos. Es una de las voces más potentes y diáfanas de la música
paraguaya, solidario e incansable trovador, para quien el arte está ligado a la
lucha por un mundo mejor.
#CrónicasDeLaMemoria
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Por Andrés Colmán Gutierrez - @andrescolman
Abril de 1986. El local de viejo Hospital de Clínicas,
llamado "el hospital de los pobres", en el barrio San Antonio de
Asunción, se hallaba totalmente rodeado por una barrera de policías armados con
fusiles y pistolas, para impedir un acto de protesta de los médicos, enfermeros
y estudiantes contra la dictadura del general Alfredo Stroessner, en reclamo de
mejores salarios y más presupuesto para los trabajadores del centro sanitario.
Frente a la sede del hospital se desarrollaba una asamblea,
pero quienes venían a sumarse con su adhesión solidaria no lograban pasar, detenidos
por la barrera policial a más de una cuadra de distancia.
Uno de los que intentaban cruzar la valla era el cantautor
Ricardo Flecha, integrante del grupo musical Ñamandú, quien portaba bajo el
brazo una guitarra. Los organizadores lo habían invitado para que anime el acto
con sus canciones, pero los policías le aseguraban que tenían órdenes estrictas
de no dejarlo pasar.
Fue entonces cuando Ricardo abrió el estuche, extrajo su
guitarra, la afinó durante un momento, y luego, parándose desafiante frente a
la barrera de policías, empezó a entonar el clásico y combativo "Canto de
Esperanza", del compositor Carlos Noguera.
La escena llamó la atención de muchas personas, que se
acercaban hasta el lugar.
El artista no había podido cruzar la barrera represiva de la
dictadura, pero su canción volaba libre encima de esa valla de intolerancia,
llegando hasta los manifestantes, que empezaron a corear y aplaudir.
Ricardo, jovencito (en el centro), con sus compañeros del Grupo Juglares, en los años 80. |
El canto social, un
desafío
La foto del cantante y su guitarra frente al cerco de armas
se publicó en un recuadro, en las páginas de Última Hora.
"¿Qué puede hacer una guitarra frente a las armas,
frente al odio, frente a la muerte?", fue la pregunta que hizo entonces
una periodista colega. Y la respuesta estaba allí, en esa canción, en esa
actitud, en ese desafío.
"Creo que hace una vida que Ricardo Flecha viene
contestando esta pregunta", respondí, en un texto que evocaba esa misma
escena, y que forma parte de la presentación de "Razones", el segundo
disco solista del cantante, editado en los años 90.
En dicho texto también describía que Flecha "no canta
solo con su potente voz, sino con toda el alma que se le desgarra en cada
canción. Porque a través de su voz cantan muchas otras voces, sofocadas bajo la
tierra, condenadas a siglos de soledad. Voces que sufren, aman, se revelan,
luchan y se atreven a imaginar un mundo mejor".
Desde las enramadas de
San Antonio
De origen humilde, nacido en Asunción el 22 de diciembre de
1961, Ricardo Flecha creció primero en el tradicional barrio de la Chacarita,
para mudarse luego con su familia al barrio San Antonio.
Recuerda especialmente que su papá era un gran amante de la
música, principalmente folklórica, y supo transmitirle esa pasión.
"Mi papá es mi primera influencia. Me cantaba las
guaranias de José Asunción Flores. Luego fui encontrando a otros grandes
maestros, como Agustín Barboza y Oscar Cardozo Ocampo", recuerda.
Tras iniciar sus estudios secundarios en el Colegio Nacional
de la Capital, su espíritu rebelde hizo que tenga conflictos con los
directivos, y tuvo que migrar a "un colegio de refugiados", el
Benjamín Aceval, donde tampoco pudo concluir el ciclo, ya que se veía forzado a
buscar empleo.
"Mi mamá era modista, mi papá un obrero naval. Tuve una
infancia pobre pero muy feliz. Aprendí de mis padres valores que agradezco
mucho, como la honestidad y la predisposición para ayudar a las personas que
necesitan. De allí viene mi sensibilidad social", explica.
Sus antiguos vecinos recuerdan a un adolescente y bohemio
Ricardo con su guitarra a cuestas, cantando guaranias bajo las enramadas del
barrio, enamorando a las muchachas.
"Lo recuerdo cantando siempre, con su grupo de amigos.
Era ya un joven inquieto, luchador, solidario y tenía una muy linda voz",
recuerda su ex vecina, Margarita Araujo.
Cantando con el mítico trovador rebelde norteamericano Pete Seeger, en Asunción, en 1995 |
El primer encuentro
mágico
En 1973, Ricardo asistió a un festival universitario de la
canción, donde pudo escuchar por primera vez a un conjunto formado por Maneco
Galeano, su hermano José Antonio Galeano y otras voces. Era el germen de lo que
luego sería el mítico grupo Sembrador.
"Escucharle a Maneco, a Carlos Noguera, a Mito Sequera,
a Jorge Garbett, fue lo que me mostró el camino del tipo de música que yo quería
hacer. Esa fecha fue una de las más simbólicas para definir mi carrera.
Empezaba a entender que la música no solo sirve para entretener y distraer,
sino que además puede ayudar a formar la conciencia de la gente, a ayudar a
construir un país mejor", destaca Ricardo.
De aquel proceso empezó a incorporar más canciones sociales
que solamente románticas a su repertorio, aunque no dejaba de llevar serenatas
a las chicas del barrio.
Fue su estilo de cantar el que llamó la atención de otro
músico, Alejandrino "Chondi" Paredes, quien en 1980 lo invitó a
sumarse a un nuevo conjunto musical que estaban formando, y que iba a llamarse
Juglares.
Una primera versión de Juglares, integrada por Carlos
Noguera, Chondi Paredes, Juan Carlos dos Santos y Juan Carlos Chaparro, había
iniciado en 1975, causando una saludable renovación en el ámbito musical.
Con Rubén Blades, durante un concierto en Panamá. |
Aquel primer grupo grabó un disco de larga duración en
vinilo, titulado "Canción de mi tiempo", con doce canciones, todas de
autoría de Noguera, que hoy es considerado una auténtica pieza de colección por
los aficionados a la música.
El Juglares original no tuvo mayor continuidad y el único
sobreviviente de esa primera conformación, Chondi Paredes, buscó a otros
integrantes para recomponerlo.
Fue así como convocó y sumó a Ricardo Flecha, Jorge Krauch,
Juan Manuel Rivarola y al arpista César Cataldo. Junto con el conjunto
Sembrador y el dúo Vocal Dos, Juglares fue el grupo musical insignia de un
movimiento artístico contestatario, bautizado como Nuevo Cancionero Popular Paraguayo,
que se convirtió en bandera de los sectores sociales y políticos que se
movilizaban contra la dictadura del general Alfredo Stroessner, y que convocaba
verdaderas multitudes en los festivales estudiantiles universitarios, o en los
ciclos de recitales Mandu'arã.
El legado de Juglares
"Teníamos una posición clara a favor de la libertad, de
la justicia social y de la democracia, y eso se reflejaba en muchas de nuestras
versiones del nuevo cancionero paraguayo y latinoamericano, pero también
hicimos un valioso rescate del folklore más tradicional del Paraguay, y lo
hacíamos con un gran nivel musical y de arreglo vocal, algo que era reconocido
y respetado hasta por nuestros más acérrimos detractores", apunta Chondi
Paredes.
Grabaron un primer histórico disco, donde incluyeron la
versión más famosa de la guarania "Despertar", de Maneco Galeano, que
da nombre al material, incluyendo otros hits del momento, como "La
Chuchi", "Color del Alba", "Chokokue kera yvoty", "Canto
del Hachero", "Los Hombres", "Manduá kañy".
Hasta que en 1984, en plena cúspide del éxito, los
integrantes de Juglares anunciaron sorpresivamente que habían decidido
separarse y disolver el grupo, debido a "diferencias internas".
La noticia estalló como un balde de agua fría entre sus
muchos seguidores. A pesar de los insistentes reclamos del público, no hubo
posibilidades de reconciliación. Ricardo, Chondi y César formaron un nuevo
conjunto, Terceto Ñamandú, que muy rápidamente hizo gran suceso y
posteriormente sumó al guitarrista y rockero Rolando Chaparro.
Primera voz delTerceto Ñamandu, con Chondi Paredes y César Cataldo. |
Fue el gran director de orquesta y compositor Oscar Cardozo
Ocampo quien convenció a Ricardo para que se lance también como cantante
solista, en principio sin dejar de lado su participación en Ñamandú.
De ese modo grabó su primer disco, Flecha Hermosa, dirigido
por Cardozo Ocampo, al que luego siguió Razones, en el que incluyó temas
grabados con participación de Mercedes Sosa, Jairo y Teresa Parodi. Era el
inicio de su proyección a nivel internacional, junto con grandes artistas, a
los que siempre había admirado.
Un rol político
Aunque reconoce no militar actualmente en ningún partido o
movimiento político, Ricardo se declara socialista, y cree que desde la
izquierda se puede construir un mundo mejor.
"Siempre he creído que la música debe transmitir ideas,
además de sentimientos, y que la canción tiene que estar al lado de los que
luchan por otro mundo posible. Por eso me verán siempre cantando junto a los
obreros, a los campesinos, a los estudiantes, a la sociedad movilizada",
admite.
Esta manera de entender el canto comprometido le ha costado
prisiones, persecuciones y agresiones. En 1986, durante las grandes
movilizaciones contra la dictadura stronista, fue arrestado y recluido en la
Guardia de Seguridad, junto a varios dirigentes sociales y políticos.
En diciembre de 2006, mientras se manifestaba en las calles,
en adhesión a las víctimas del incendiado supermercado Ycuá Bolaños, fue
alcanzado por un proyectil cerca del ojo, en medio de la represión policial, lo
cual le causó una sensible disminución en la visión y lo llevó a someterse a un
complejo tratamiento de rehabilitación.
"No me arrepiento de haber estado allí, como un
ciudadano más, alzándome contra las injusticias, y las veces que me llamen
siempre estaré cantando junto a las víctimas", destaca.
El guaraní universal
Uno de los proyectos más celebrados de Ricardo Flecha es la
serie de tres discos e innumerables conciertos conocidos como El Canto de los
Karai, en el cual grabó versiones de grandes canciones universales en
castellano, guaraní (y en algunos casos también en portugués), en muchos casos
junto a grandes estrellas de la canción social internacional como Chico
Buarque, Teresa Parodi, Victor Heredia, Paco Ibáñez, Luis Enrique Mejía Godoy,
León Gieco, Mercedes Sosa, Luis Eduardo Aute, entre otros.
Traducidas al guaraní por el gran poeta Félix de Guarania (y
en la última parte por Mario Rubén Álvarez), canciones como Imagine, de John
Lennon, o Gracias a la Vida, de Violeta Parra, cobran una dimensión distinta,
que revaloriza la lengua indígena paraguaya y la proyectan a una dimensión
planetaria, a través de la música.
Con Silvio Rodríguez, en La Habana. |
Pero Ricardo no se detiene en sus proyectos, y -acompañado
de su fiel y dinámica esposa y mánager, Techi Cusmanich- en los últimos años ha
realizado una nueve serie de discos y conciertos dedicados a la guarania
"Donde la guarania crece", y "Donde la guarania crece, en los
territorios del agua", celebrando un género musical tradicional y
promoviendo nuevas creaciones de jóvenes artistas.
La celebración de los 35 años de canto lo sorprende en plena
madurez artística, poniendo su diáfana y potente voz a interpretaciones
sinfónicas como la Misa Guaraní, y acompañando además con su guitarra a los
jóvenes estudiantes secundarios y universitarios, en la movilizaciones de
#UNAnotecalles y #PARAGUAYnotecalles.
Quizás su mejor bandera de la música entendida como un
instrumento de lucha y superación esté reflejada en los versos de "La
canción es urgente", que su gran amiga, la cantautora correntina Teresa
Parodi, le dedicó especialmente para que él la cante:
La canción es urgente,
es un río creciendo,
una flecha en el aire,
es amor combatiendo.
Quiero dártela ahora
que es la hora del
fuego,
que es la hora del grito
que es la hora del
pueblo
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