Llegaba
puntualmente cada fin de mes a la Redacción del diario, cargando a pulso su
enorme bolso y unas cajas, junto a alguna de sus hijas. Venía en ómnibus desde
Itá y caminaba las calles ardientes de la ciudad para llegar a instalarse en la
recepción, cuyos sillones y mesas de visitas ocupaba desplegando sus artísticas
figuras como si fuera un improvisado museo de obras de cerámica.
-Mirá,
este hice para vos, nemba'erâite… -me decía, mostrándome alguna de sus
nuevas esculturas en barro, a veces un sapo con una máquina de escribir, a
veces una luna melancólica, a veces una mujer con una enorme panza abierta
que a la vez era como una cálida cueva en donde guardar los afectos…
Ella
era morena, campesina, dicharachera, pícara, eterna niña juguetona, mentirosa
impenitente y por sobre todo una creativa creadora que supo proyectar el humilde
y sacrificado oficio de la artesanía popular a un nivel universal, para ganarse
el mote mediático que portaba con orgullo marketinero.
-¡Buen
día, che ha’e Rosa Britez, la Ceramista de América…! –se presentaba con su
peculiar encanto, cada vez que llegábamos a su pintoresco hogar taller, en Itá,
acompañando a algún visitante extranjero, atraído por su leyenda.
La conocí
en los años 80, cuando yo era un joven novato periodista cazador de historias y
ella empezaba a escandalizar al pacato ambiente de los fabricantes de artesanía
for export, con sus creaciones irreverentes, principalmente con sus figuras
eróticas que vendrían a conformar el peculiar kamasutra paraguayo.
-¿Cómo
te inspiraste para crear tantas posiciones amatorias, Ña Rosa…? –le preguntábamos
entonces.
-E’a,
yo practiqué cada una de las más de 80 posiciones con mi marido, para poder
hacer las figuras bien reales –contestaba… y luego se mataba de risa.
En
octubre de 2013, cuando Última Hora cumplió 40 años, hicimos un homenaje a 40 personalidades
que se destacaron por sus aportes a la sociedad en esas cuatro décadas del
Paraguay, y ella figuraba como una de las más votadas por los compañeros y
compañeras del diario. Acudió radiante y feliz al homenaje, a recibir su
premio. De entonces es esta foto que una compañera nos sacó, luego de compartir
algunas copas de champan e intercambiar muchas anécdotas.
Esa
noche nos volvió a contar por milésima vez su historia de cuando viajó sola y
por primera vez en avión a Estados Unidos para exponer sus obras, y el gran
Michael Jackson le compró una de sus colecciones.
En los
últimos años empezaron a disminuir sus visitas al diario. Hace poco menos de un
año vino por última vez, ya con su salud muy deteriorada y la tuvimos que
ayudar a subir las escaleras. Una vez más tuvimos que convocar a la solidaridad
ciudadana para ayudarle a pagar su tratamiento. Lo que cobraba por sus obras
nunca le alcanzaba…
Esta
madrugada ella cerró sus ojos, por última vez. Prefiero recordarla así como
era, con su pícara y eterna sonrisa, y sobre todo por esas manos pequeñas y
morenas, rugosas, juguetonas, que cuando tocaban el barro húmedo eran capaces
de crear maravillas…
Un gigante y artístico
pesebre, realizado con más de 4.000 botellas de plástico reciclado, es motivo
de admiración en la ciclovía de Isla Pucú, Cordillera. Es obra del joven pintor
y escultor Diego Martín Diarte, quien también exhibe un imponente retablo de
semillas en la iglesia local. Historias de #Navidad
Andrés Colmán Gutiérrez -
@andrescolman
Fotos y video: Desirée
Esquivel
Edición de video: Mathias
Melgarejo
Estaban
destinados a convertirse en basura... pero se volvieron objetos de arte y hoy
brindan el rostro de una de las Navidades originalmente más atractivas del
Paraguay a la histórica ciudad de Isla Pucú, en el Departamento de Cordillera.
El
"pesebre ecológico", instalado en la ciclovía de entrada a la
localidad cordillerana, está hecho con botellas de plástico que habían sido
fabricadas para una conocida marca de aguardiente de caña, pero acabaron
defectuosas y el joven pintor y escultor local Diego Martín Diarte quiso darles
un mejor destino.
"¿Qué
mejor que convertir la basura en arte, aprovechando esta época de Navidad para
transmitir un mensaje sobre la necesidad de reciclar los plásticos y cuidar el
medio ambiente?", propone Diego, quien convenció al intendente municipal
de Isla Pucú, Hugo Fleitas, de patrocinar la obra artística que actualmente es
la mayor atracción en la comunidad.
Se
trata de un gran pesebre con siete enormes figuras de 2,5 metros de altura, que
representan a San José, la Virgen María, el Niño Jesús (el único más pequeño),
el Ángel Gabriel y los tres Reyes Magos, armado con más de 4.000 botellas,
pintadas con diversos colores. Cada figura lleva más de 500 botellas, salvo el
Niño Jesús, que lleva un poco menos.
"Ya
había hecho una primera versión el año pasado, solo con las figuras de San
José, María, el Niño y el Ángel, pero este año quisimos hacer algo mucho mayor
y le agregamos a los tres Reyes Magos, poniéndolos además en un sitio más
visible, en la ciclovía de la entrada a la ciudad", explica Diego.
Los
viajeros que pasan en auto por la ruta que une a Eusebio Ayala con Caraguatay
no pueden evitar detenerse a observar el pesebre, tomarse fotos y selfies para
el recuerdo. El pesebre es particularmente atractivo en horas de la noche,
cuando unos potentes reflectores lo iluminan y le dan un aire mágico, con aires
navideños.
Diego Martín Diarte entre las figuras de su creación, en el pesebre ecológico gigante de Isla Pucú.
Una ciudad con toque ambiental y artístico
A 84
kilómetros al este de Asunción, Isla Pucú era conocida antiguamente como
Ka'aguy juru, lugar donde el 18 de agosto de 1869 se libró la última gran
batalla de la Campaña de las Cordilleras, durante la Guerra de la Triple
Alianza (1864-1870).
De
aquel tupido bosque que se iniciaba allí, tras los campos de Acosta Ñu, no
queda casi nada. Todo ha sido deforestado con el tiempo, pero las actuales
autoridades y los pobladores buscan darle a la comunidad un toque ambiental y
artístico, rescatando el valor de la historia y agregándole obras de arte
regional y paisajístico.
Antes
de llegar a la ciudad, al costado de la ruta, un enorme mural recrea un cuadro
de la Batalla de Ka'aguy juru, junto a enormes letras con el nombre de Isla
Pucú. Más allá, un pintoresco portal da la bienvenida, en medio de un jardín de
frondosos árboles con los troncos pintados con los colores de la bandera
paraguaya.
La
ciclovía es, a la vez, una galería de arte al aire libre, donde ahora se exhibe
el pesebre ecológico, cuyas piezas estarán instaladas hasta febrero. Al término
del recorrido está el mural Tupasy del Rosario, también realizado por Diego
Martín Diarte, que rinde homenaje a la santa patrona, la Virgen del Rosario y
rescata parte de la historia en torno a la imagen.
"En
tiempo de la Guerra de la Triple Alianza, poco antes de la batalla de Ka'aguy
juru, una familia que venía huyendo de los invasores trajo una imagen de la
Virgen del Rosario, que protegió al pueblo. En mi obra, de estilo mosaico,
reproduzco esa imagen y un fragmento de la cruz de madera que quedó chamuscada
en el combate", cuenta Diego.
El
mural tiene tres metros de alto por dos de ancho, y la técnica es de mosaico
con venecitas, azulejos, espejos y cristales reciclados. El mural ha sido
declarado patrimonio cultural de la ciudad por la Junta Municipal de Isla Pucú.
Los retablos hechos con semillas, en el templo parroquial de la Virgen del Rosario, en Isla Pucú.
Creando arte con semillas
En el
interior de la histórica iglesia de Isla Pucú, el templo parroquial de Nuestra
Señora del Rosario, hay otras dos significativas obras de Diego Martín Diarte.
Se
trata de dos enormes retablos realizados enteramente con semillas vegetales,
inspirados en la obra del artista misionero Koki Ruiz, quien realizó el retablo
de maíz para la visita del papa Francisco al Paraguay, en 2015.
"La
obra de Koki me inspiró en la técnica utilizada, aunque mi estilo es
diferente", explica Diego, quien en 2016 hizo un primer retablo de
semillas en homenaje a la Virgen de Caacupé, que actualmente se guarda en la
Basílica menor de la capital cordillerana.
En la
Iglesia de Isla Pucú hay un retablo tras el altar, y uno más nuevo a un
costado, que es más imponente y ha sido trabajado con una técnica mucho más
cuidada, incorporando luces de colores, por lo que es recomendable observarlo
de noche. Muestra a un Jesús con los brazos abiertos, con un enorme corazón en
cuyo interior está la imagen de la Virgen.
El
cuadro tiene cuatro metros de alto y tres de ancho y en su elaboración se
usaron más de 97 kilos de 19 tipos de semillas, principalmente de maíz, arroz,
porotos de varios tipos y colores, girasol, lino, soja, mijo, alpiste, melón,
arroz, sésamo y semillas exóticas como la leucaena, todos en color natural,
apenas resaltados por un barniz que le da protección. Le llevó 45 días de
trabajo y contó con la colaboración de varios jóvenes de la comunidad.
Diego
tiene 23 años, es ingeniero comercial y licenciado en administración de
empresas. Se declara artista autodidacta, ya que no tiene ningún estudio
académico en pintura o escultura.
"Siempre
me gustó crear obras artísticas, desde niño, y quiero contribuir a que mi
comunidad sea conocida por la expresión de su arte y el rescate de su historia,
que la gente venga a mirar y conozca a Isla Pucú como un lugar donde también
creamos cultura", destaca.
Afuera,
varios autos se detienen frente al pesebre ecológico. Es noche cerrada y las
imágenes parecen salidas de un cuadro de fantasía. Un niño se desprende de la mano
de sus padres y corre a abrazar al otro niño acostado en el pesebre, y posa
sonriente para la foto.
-¡Mirá,
mamá...! ¡Es un mita'i hecho de botellas! –exclama.
Y
luego, mirando a sus progenitores con un tono de reproche:
-¡Y
nosotros, que siempre tiramos nuestras botellas...!
Sí, es
ilegal grabar conversaciones telefónicas privadas. Lo pueden hacer solamente
los organismos de seguridad, con la debida autorización judicial, en casos de investigaciones
fiscales o policiales que persiguen un delito grave.
En
cambio, la difusión pública de esos mismos audios es una materia más discutible.
La mayoría
de los Códigos de Ética Periodística aconsejan que, si un medio periodístico o algún
periodista recibe audios grabados de conversaciones telefónicas privadas por
parte de alguna fuente, anónima o identificada, debe valorar su contenido.
En caso
de que ese contenido revele la comisión de algún delito grave o denote alguna
irregularidad en el actuar de alguna autoridad o personalidad pública, luego de
comprobar debidamente que el audio sea auténtico y no trucado, el compromiso
social del informador manda que ese contenido sea hecho público, para que la ciudadanía
lo conozca y lo valore debidamente, provocando las reacciones que debería
provocar en una sociedad donde las instituciones democráticas deben funcionar
correctamente.
Incluso,
la tradición ética sostiene que el periodista está obligado a difundir una
información a la que ha accedido, y que es de interés público, aún a riego de
someterse a una posible querella judicial o eventualmente a terminar en la
cárcel, debido a que esa información pudo haber sido obtenida ilegalmente.
No
importa. Es aquí cuando lo ético no necesariamente coincide con lo legal, y
cuando lo público prima sobre lo privado.
***
En la
historia del periodismo mundial hay muchos antecedentes de casos similares,
como los Papeles del Pentágono y las cintas del Caso Watergate, difundidos por
The New York Times y el Washington Post, a mediados del Siglo XX, hasta los más recientes casos de WikiLeaks y
los Panamá Papers, de publicación mundial.
En el Paraguay
también tenemos numerosos casos, como los audios de los 90 que hablaban del “dulce
de mamón con palito” (revelando una conversación entre un alto general del
Ejército paraguayo y una modelo, en medio de investigaciones sobre contrabando de
autos y narcotráfico), incluso precedentes de sentencias judiciales, como el
levantamiento a un intento de censura al programa televisivo “El Ojo” en los
90, cuando la modelo y empresaria Zuni Castiñeira logró impedir que se emita un
capítulo del programa realizado por Augusto
Barreto y Menchi Barriocanal, que la involucraba, alegando que lesionaba
su intimidad, pero luego la Justicia levantó la prohibición, destacando
justamente que el interés público prima sobre lo privado en materia de libertad
de expresión.
***
En el
caso de los audios revelados en la mañana de este jueves 14 de diciembre por la
colega Mabel Rehnfeldt en la emisora ABC Cardinal, rige el mismo principio. No
se ha dicho quien grabó ilegalmente las conversaciones, ya que la Constitución
Nacional nos ampara a los periodistas mantener la confidencialidad de nuestras
fuentes, pero el contenido de los audios se impone por su propio peso. Son de
interés público, porque revelan (una vez más) la podredumbre de nuestro sistema
de Justicia y la impunidad de la mafia política.
Para
quienes todavía cuestionan más la forma que el contenido (porque probablemente
es su forma de intentar defender lo indefendible), van estos detalles:
1).-El Manifiesto
Ético para Periodistas del Paraguay, elaborado en 2012 con apoyo de la
organización Semillas para la Democracia, en su artículo 6°, dice: “Respetar la
vida privada y la dignidad de las personas. En caso de que un hecho íntimo deba
divulgarse, deberá prevalecer el interés público sobre el privado…”.
2).-El
Código de Ética del Sindicato de Periodistas del Paraguay (SPP), elaborado en
1999, en su artículo 9°, señala: “Los periodistas deben respetar la vida
privada de las personas, y no deben publicar noticias sobre la vida íntima de
los ciudadanos, salvo cuando sea de claro y relevante interés público o esté
prescrito por la ley”.
3).-El
Código de Ética del Diario Última Hora, elaborado en 2010 por los periodistas
del medio, en su artículo 10° declara: “El diario Última Hora respeta el
derecho a la vida, a la intimidad, a la honra y a la propia imagen. Este
derecho sin embargo, acaba cuando la acción tiene trascendencia pública. Es el caso,
por ejemplo, de los gobernantes, funcionarios y otras figuras públicas”.
Una guía temática para leer y releer las
#CrónicasDeLaMemoria
Andrés Colmán Gutiérrez - @andrescolman
En mi
época de estudiante universitario, nuestros maestros insistían en tratar de
convencernos de que los periodistas debemos trabajar esencialmente con los
hechos de la actualidad y no nos corresponde hurgar mucho en el pasado, porque
al público no le interesan las “noticias viejas”. En todo caso, aseguraban, esa
actividad había que dejarla a los historiadores.
La
cotidiana práctica de narrar historias me mostró algo diferente: Hay hechos
ocurridos muy atrás en el tiempo que resultan mucho más interesantes,
apasionantes y actuales que los que suceden hoy, sobre todo cuando son
rescatados con un estilo narrativo que tienda puentes entre el pasado, el
presente y a veces el futuro, aportando sustanciales claves de identidad.
En más
de una ocasión vez me vi gratamente sorprendido, al comprobar que un reportaje
sobre algún tema histórico era mucho más leído en mi blog o en el sitio web del
diario en el cual trabajo, que alguna primicia impactante de actualidad.
En búsqueda
de nuevos aportes, en agosto de 2017 presenté en Última Hora una nueva serie de
publicaciones bajo el título genérico de #CrónicasPolémicas, a partir del
hallazgo de unas publicaciones de 1959 que aportaban datos sobre la manera
supuestamente trágica en que murió la ilustre primera mujer abogada y luchadora
feminista del país, Serafina Dávalos.
Las
crónicas sí generaron mucha polémica y hubo quien en el criterio periodístico
encontró tintes sensacionalistas. Así que en las siguientes ediciones cambiamos
el título por #CrónicasDeLaMemoria. Y allá fuimos, con otras historias que
rescataban las andanzas del feudal Sombrero Hũ en Itapúa, o las nuevas
revelaciones sobre el refugio del médico nazi Josef Mengele en Hohenau, o la
más reciente historia de amor entre el escritor francés Antoine de Saint
Exupéry, autor de El Principito, y una intrépida aviadora alemana en San
Bernardino… cuando una lectora amiga me hizo ver que estas no eran las únicas
#CrónicasDeLaMemoria, que en realidad ya había escrito varias, solo que no les
puse ese título.
Fue
ella quien me sugirió rescatar y hacer una guía temática de varios de estos
“reportajes históricos”. En este proceso descubrí que entre los “reportajes
actuales”, había mucho más que rescataban hechos del pasado más lejano (incluso
de inicios de la Conquista europea, como la saga del primer Colmán en América),
como de historia más reciente (el Marzo Paraguayo o la lucha de los estudiantes
de #UNAnotecalles).
Más de
una vez fui cuestionado por no investigar el pasado con método y rigor
científico. Lo digo y repito una vez más: soy periodista, no historiador.
Aunque haya quienes digan que los periodistas somos también los historiadores
de lo cotidiano, creo que somos un poco más que eso: rescatistas y arqueólogos
de la memoria.
Así que
aquí tienen, más o menos ordenadas, los enlaces a las notas publicadas en el blog, hoy agrupadas por
el hastagh #CrónicasDeLaMemoria.
Pueden
entrar a las notas que les interesan directamente por los enlaces, o buscando
la etiqueta común.
Encontrarán
cuatro bloques temáticos:
-El
primero, que denomino Reportajes de ramos generales, contiene temas muy
variados.
-El
segundo bloque son reportajes sobre la narcopolítica.
-El
tercer bloque presenta la serie sobre los nazis en el Paraguay.
-El
cuarto bloque es la serie sobre el grupo armado EPP.
-El
quinto y último bloque (por ahora) rescata diversos aspectos de la dictadura
stronista y la lucha por los derechos humanos.
Gracias
por estar allí, al otro lado de las letras y de la pantalla.
¡Que
sigan disfrutando de estas #CrónicasDeLaMemoria…!
Antoine de Saint-Exupéry vino al Paraguay en 1929 a
inaugurar la ruta Aeropostal. En San Bernardino se reencontró con Hilda
Ingenohl. Una suite del Hotel del Lago rinde homenaje a esa historia de amor.
#CrónicasDeLaMemoria
Andrés Colmán Gutiérrez - @andrescolman
Lo
primero que le impresionó fue el resplandor del lago Ypacaraí, que reflejaba a
la luna como un gran espejo entre los cerros, un horizonte abrumado de colores
por las últimas luces del atardecer.
Era
enero de 1929. Habían salido de Asunción en auto, tras el intenso calor de la
siesta que sofocaba al piloto francés, pero cuando el sol empezó a ocultarse y
una fresca brisa los recibió en las calles de San Bernardino, él se fue
poniendo de mejor ánimo.
–¿Podrías
detenerte...? –le pidió a su compañero de la Aeropostal, el piloto argentino
Leonardo Selvetti, residente en Asunción, gentil anfitrión de los viajes de
Antoine de Saint-Exupéry al Paraguay.
Selvetti
detuvo la marcha en lo alto del cerro. El francés abrió la puerta y contempló
admirado el paisaje de esa villa fundada por inmigrantes alemanes en 1881.
Quizás fue allí cuando le impresionó la silueta del cerro Patiño, al otro lado
del lago, que parecía tener la rara apariencia de un sombrero, cuando en
realidad era la forma de un elefante tragado y digerido por una boa. Habría que
dibujarlo...
El auto
cruzó la densa vegetación de un pequeño bosque tropical, hasta detenerse frente
al pintoresco edificio del Hotel del Lago. Guillermo Weyler salió a recibirlos,
junto con su esposa y una mujer elegante, de sonrisa felina, que apenas divisó
a Antoine, acudió a abrazarlo.
Era
Hilda Ingenohl, La Tigresa. Nacida en París, Francia, aunque de ascendencia
alemana, millonaria y aventurera, llevaba cuatro años viviendo en Paraguay,
desde que llegó a visitar a sus tíos, los Weyler, propietarios del Hotel del
Lago y se enamoró del lago Ypacaraí. Compró una propiedad de 200 hectáreas en
la zona, pero su residencia preferida era una suite del hotel, en una de las
torres de estilo medieval.
"Hilda
fue una mujer muy libre para su época, una de las primeras mujeres aviadoras
del mundo. Se conocieron con Antoine en París, en una escuela de aviación.
Cuando supo que él vendría al Paraguay, le invitó a pasar unos días en San
Bernardino y los relatos aseguran que fue una historia de amor y pasión que se
repitió en un segundo viaje", relata el diseñador y artista plástico
Osvaldo Codas, actual gerente del Hotel del Lago, quien ambientó la misma suite
con el nombre temático de Torre de la
Tigresa para perpetuar esa leyenda. FURTIVOS. Hay pocos datos sobre
los viajes de Antoine de Saint-Exupéry al Paraguay, y menos aún sobre su
romance con La Tigresa.
El
escritor Augusto Roa Bastos relató: "Antoine de Saint-Exupéry fue a
Asunción a inaugurar ese tramo a Buenos Aires, mucho antes de que escribiera El
Principito... Hérib Campos Cervera lo encontró cerca de la Estación Central.
Contaba que se sentaron a conversar en la Plaza Uruguaya, y que Hérib, en su
mal francés, le relató el último concierto que el guitarrista Agustín Barrios
dio allí, tras acarrear él mismo los bancos de la plaza para que la gente
pudiera sentarse".
Mabel
Selvetti, hija del también pionero de la aviación Leonardo Selvetti, cuenta que
Antoine y su padre inauguraron el correo aéreo desde Buenos Aires hasta varias
ciudades de Sudamérica, entre ellas a Asunción, pilotando los frágiles aviones
Laté 25, de la empresa Latecoere.
"Él
se quedó varias veces hospedado en nuestra casa, también en el Hotel del
Paraguay y se iba a San Bernardino, pero en mi familia nunca comentaron del
romance con Hilda. Él era un caballero francés, le gustaba la buena vida",
recuerda Mabel.
Antoine e Hilda en Francia, cuando aprendían juntos a pilotar aviones.
AVENTURA. Antoine tenía 29 años
cuando vino por primera vez al Paraguay. Había publicado sus dos primeros
libros: El Aviador y Correo del Sur. Hilda era mayor, tenía 40, pero derrochaba
sensualidad, provocando la fascinación de una mujer libre y aventurera.
"Antoine
admiraba a Hilda por su especial forma de ser. La de ellos fue probablemente
una relación especial, de amigos y amantes, de compinches de aventura y del
placer de volar. Rodearon sus encuentros de cierta discreción, por eso
probablemente esa relación casi no se menciona en la biografía oficial",
dice Osvaldo Codas.
Antoine
conocería en esos días, en Buenos Aires, a quien luego fue su esposa, la
millonaria salvadoreña Consuelo Suncín. Hilda seguiría en Paraguay y acabaría
casándose con un hombre de apellido Roger. Probablemente, ninguno de los dos
olvidaría esos encuentros furtivos en el viejo hotel de San Bernardino.
–"Una noche tibia nos
conocimos...".
–"Lo esencial es invisible a los
ojos...".
***
El Hotel del Lago, en San Bernardino, en la actualidad. La torre de la derecha es la Suite de La Tigresa.
Entre tigres, aviones y
guerra en el Chaco
La
llamaban La Tigresa. Según algunas versiones, porque cazaba tigres. Osvaldo
Codas afirma que fue todo lo contrario: "Ella rescataba y protegía a los
tigres ante el peligro del exterminio. Tenía varios especímenes en su propiedad
y la acompañaban como mascotas. Fue también una pionera del
ambientalismo".
Mathilde
Bertha Emma Ingenohl, Hilde o Hilda, era hija del comerciante alemán Karl
Heinrich Ingenohl, de Bonn, aunque nació en París, Francia. Según algunas
fuentes, como Cristian Ganser, en su libro “Historia documental de San
Bernardino" (Editora Litocolor, 1997), Hilde Ingenohl habría nacido el 22
de marzo de 1874. En otras biografías,
como la del Portal del Observatorio Cultural, se menciona que nació en 1889.
Estudió
música en Leipzig, con el gran maestro húngaro Arthur Nikisch. Se alistó como
enfermera en la Primera Guerra Mundial (1914-1918).
Aprendió
a pilotar aviones en la École Militaire,
la Escuela Militar de Francia, donde conoció a un joven Antoine de Saint
Exupéry, relación que se mantendría en el tiempo.
EN PARAGUAY. Tras
el final de la Primera Guerra Mundial, Hilda viajó a Montevideo, Uruguay,
invitada por su amiga Grete Goetsch, quien era esposa del embajador alemán para
Uruguay y Paraguay.
Hilda
se dedicó a viajar por países de América del Sur, relacionándose con artistas,
intelectuales y gente de mundo de la medicina. Aceptó ser directora del
Hospital Alemán en Rosario, Argentina.
En 1925
llegó por primera vez al Paraguay, para visitar a sus parientes, los Weiler,
dueños del Hotel del Lago en San Bernardino. Quedó encantada con el lugar y
decidió adquirir una propiedad de 200 hectáreas junto al Lago Ypacaraí, en la
zona del ex hotel, donde hoy funciona el Centro Residencial de Adultos Mayores
del Instituto de Previsión Social (IPS).
MÚSICA. "Todos recuerdan a
Hilda como una mujer excéntrica, amante de los aviones, los animales y la
música", narra Osvaldo Codas, uno de los principales investigadores sobre
su historia.
Daba
clases de música a niños y jóvenes de San Bernardino y llegó a formar una
orquesta sinfónica, que ofrecía conciertos en el Hotel del Lago y en las playas
de Sanber.
"Se
hizo muy amiga del gran maestro Remberto Giménez, a quien donó su piano de
cola, que hoy se conserva en la Escuela de Música Remberto Giménez, de
Itá", relata Osvaldo.
Decidió
que la Torre Norte del Hotel del Lago sería su residencia más querida y allí
recibió en dos ocasiones a su amigo Antoine de Saint Exupéry, durante largos
días. Solo las paredes conocen los detalles de lo que pasó allí.
Cuando
estalló la Guerra del Chaco (1932-1935), Hilda fue a alistarse como aviadora,
pero por su edad madura (tenía 43 años) la enrolaron como enfermera.
Ayudó a
curar a muchos soldados paraguayos y compartió el dolor de ese pueblo que
aprendió a amar. Luego regresó a Bonn, Alemania, donde murió en 1953, aunque
algunas biografías mencionan que murió en Asunción, en 1958.
Las
imprecisiones acerca de su vida y su muerte son parte de los misterios que la rodearon…
Hilda en la Guerra del Chaco, enrolada como enfermera voluntaria.
***
El Paraguay en la obra
de Antoine de Saint Exupéry
“Una
biznieta de Antoine de Saint-Exupéry me escribió desde Francia, contándome que
en su familia saben que el famoso dibujo del sombrero, que está en el libro El
Pincipito,
está inspirado en la figura de un cerro junto a un lago del Paraguay”, asegura Osvaldo
Codas.
De este
modo se refuerza la versión de que la imagen, que según el libro es realmente
de una boa que se tragó a un elefante, reproduce la silueta del cerro Patiño,
vista desde la playa de San Bernardino o desde el mirador de Altos.
En su
libro Tierra de Hombres, el autor francés también nombra a nuestro país: “Me
atraía, en el Paraguay, esa hierba irónica que muestra la raíz entre el
pavimento de la capital y que, de parte de los bosques vírgenes, llega a ver si
los hombres mantienen aún la ciudad…”.
El célebre dibujo del libro El Principito, que representa a un elefante tragado por una boa.
Vista del Cerro Patiño, al otro lado del Lago Ypacarai, desde las serranías de San Bernardino-Altos.