Visitar Iturbe (o
Manorá) es meterse dentro de los cuentos y novelas de Augusto Roa Bastos. Los
escenarios de las mágicas historias que vivió siendo niño y luego las
reescribió, todavía están allí, esperando ser recreadas. En el centenario del
supremo escritor, viajamos hasta su aldea literaria y conocimos al último de
los carpincheros.
Por Andrés Colmán Gutiérrez -
@andrescolman
Cámaras
y edición: Ivonne Velázquez, Ylda R.
Miskinich
ITURBE,
GUAIRÁ
-Sí, los carpincheros del cuento todavía
existen, pero casi ya no quedan carpinchos... -afirma Silvio Rodas,
conocido como Piliki, también ex
carpinchero, mientras nos conduce en su precaria canoa por las aguas del
Tebikuarymi.
Parado
y con el torso desnudo, impulsándose con un rústico pértigo, se parece a un
personaje fugado del cuento Carpincheros,
el primero del libro El trueno entre las
hojas de Augusto Roa Bastos, publicado en 1953.
A 120
kilómetros de Asunción, Iturbe es un pueblo de calles polvorientas y antiguas
casas dormidas desde que la industria azucarera, que le daba vida económica y
social, también quedó paralizada.
Aunque
nacido en Asunción, el 13 de junio de 1917, Augusto llegó aquí con 3 años de
edad, en brazos de su madre Lucía Bastos. Su padre, Lucio Roa, ya llevaba un
par de años trabajando en el ingenio azucarero y la familia habitó en una
pequeña casa, sobre un barranco a orillas del río.
La casa
original de los Roa ya no está. Solo quedó un desvencijado portón de madera que
el escritor encontró en 1994, cuando regresó de visita a Iturbe, luego de casi
medio siglo de ausencia. Él lo llamó "el portón de los sueños", que
le permitía escapar desde allí a las aventuras infantiles para descubrir el
mundo. Ese mismo portón se mantiene como monumento junto a la antigua estación
del Ferrocarril, hoy convertida en museo y Casa de la Cultura.
Silvio Rodas, alias Piliki, es el último de los carpincheros en el Tebikuarymi. Al fondo se ve la Azucarera Iturbe. |
"Su papá le prohibía salir, pero él se
escapaba a las siestas y a las noches para vivir aventuras con sus amigos, los
mita'i campesinos. Fue así como vio a los carpincheros pasar con sus canoas por
el río, como describe en su cuento Carpincheros. Con los de su pandilla
colocaban obstáculos en las vías del ferrocarril, como se lee en su cuento
Pirulí, para que el tren se detenga y ellos puedan subir y viajar gratis",
relata la ex maestra de literatura Reina Gallinar, en cuya casa se alojó Roa
Bastos cuando regresó a Iturbe.
Aunque
Roa no nació en Iturbe, su literatura si nació allí, afirma la docente. A los
13 años, Augusto escribió en ese lugar su primera obra, la pieza teatral La
carcajada, junto con su mamá Lucía.
"Iturbe es para Roa Bastos su aldea
literaria, a la que llama Manorá, al igual que Aracataca es Macondo para García
Márquez. Mucho de lo que él vivió en este lugar aparece en su literatura y
muchas cosas que hay en sus cuentos todavía se pueden hallar aquí",
destaca la profesora Reina.
RELIQUIAS. Un
ajado pupitre de madera se guarda celosamente en el museo La Estación de
Iturbe.
El antiguo pupitre en el que se sentó Roa Bastos en la escuela de Iturbe, entre 1924 y 1926. |
Un
cartelito informa que se trata del mismo pupitre escolar en que se sentaba el
niño Augusto, cuando cursaba los primeros grados en la Escuela Rigoberto
Caballero, entre 1924 y 1926.
Después,
Augusto se fue a seguir sus estudios en Asunción, pero regresaba en las
vacaciones y así se puso de novio con Ana Lidia Tota Mascheroni, hija de una de
las familias tradicionales de Iturbe, con quién se casó en 1942. La casona y el
antiguo almacén de los Mascheroni se mantienen altivos, cerca de la Estación.
Piliki, el último de los
carpincheros, nos lleva de paseo en su canoa, por las aguas del río
Tebikuarymi.
Desde
el lugar se ve la estructura de la Azucarera Iturbe, actualmente parada, y la
casa de la Administración, en el mismo lugar donde se alzó la vivienda en que
crecieron Augusto y sus hermanas.
En el
lugar hay un banco de arena en forma de media luna, el mismo que describe Roa
en varios de sus cuentos, especialmente en Carpincheros
y El trueno entre las hojas.
"Yo he leído sus obras y está
clarísimo que este es el lugar que él cuenta, donde vio pasar a los
carpincheros en la noche de San Juan y un poco más allá estaba el lugar por
donde pasaba la balsa, antes de que exista el puente. Es probablemente el lugar
donde tenía su balsa ese líder sindical de los cañeros, que se quedó ciego y después
se hizo balsero", dice Piliki,
mientras sigue remando con el pértigo.
A 100
años de su nacimiento, Roa Bastos y su obra siguen vivos en Iturbe.
La casa de la administración, de la Azucarera Iturbe, en el lugar donde vivían los Roa Bastos. |
En Iturbe se conserva la casa de Lidia "Tota" Mascheroni, quien fue novia de juventud y luego esposa de Roa Bastos. |
El portón de los sueños, lo único que quedó de la casa de Roa Bastos, se mantiene en la antigua Estación del Ferrocarril. |
___________________
(Publicado originalmente en el diario
ÚLTIMA HORA).
Uno de mis sueños es ir a Iturbe y otros lugares del Guaira; adentrarme en el Paraguay Profundo y muy sentido! Cuando leo a Roa, me parece que toca algo que ancestralmente ya conozco y que se me ha olvidado, pero al leerlo y releerlo, lo siento más vivamente. Tal vez porque mi viejo era de no tan lejos de allí, Borja, y yo nací en José Fassardi, tres décadadas después que mi padre haya luchado en la Guerra del Chaco y refresado vivo; pero como por desgracia, ignorancia u omisión involuntaria, ninguno de los familiares hemos registrado esas historias del Chaco que papá contaba muy emocionado; por eso, al leer, especialmente Hijo de Hombre, me siento transportado en medio de esas lugares inhóspitos del Chaco, y hasta me parecen ver dos soldados cercanos, un enfermero o camillero y otro luchando. Por suerte ambos refresaron vivos, de lo contrario yo no existiría, ni menos leído y sentido tan profundamente las obras de ROA BASTOS. Y hasta hoy, no me acuerdo otro escritor como Ud. Andrés, que nos haya acercado tanto al Supremo de las letras paraguayas. Gracias! Tu amigo Juan Esteban Ayala R., desde C.D.E.
ResponderEliminarExcelente, Andrés!, disfrutando de la entrevista con un vaso de vino en la mano y con la imaginación puesta en esos personajes tan particulares de El trueno entre las hojas .. Impecable trabajo!.un saludo a la distancia!
ResponderEliminar