martes, 22 de enero de 2019

Así empezó la dictadura: ¿Quién se opone a quien llega a salvar al país?




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a voluminosa camioneta Chevrolet Custom 10, pintada de color rojo, conocida popularmente como la caperucita roja, temible vehículo en el que la policía stronista secuestraba a los perseguidos políticos y a las víctimas de la dictadura, estaba allí, estacionada frente al Museo de las Memorias, sobre la calle Chile, en el microcentro de Asunción, durante el acto conmemorativo que recordaba los 60 años del inicio del stronismo, con el golpe militar del 4 de mayo de 1954.
El tenebroso vehículo, uno de los últimos de su especie, fue recuperado de un taller mecánico de la ciudad de San Lorenzo, y tras ser reacondicionado, entregado al Museo como un recuerdo de los años de horror. El acto dedicado a las víctimas de la dictadura, realizado en el mismo local de la Comisaría Tercera y la ex Dirección Técnica del Ministerio del Interior, dos lugares emblemáticos utilizados como centros de detenciones ilegales y torturas a prisioneros políticos durante el stronismo, también sirvió para homenajear al dirigente colorado Roberto Luis Petit, a quien el abogado y educador Martín Almada caracterizó como “la primera víctima de la dictadura”.
Sesenta años atrás, en la noche del 4 de mayo de 1954, un grupo comando del histórico Batallón 40 de las Fuerzas Armadas paraguayas atacó el Cuartel de la Policía, en Asunción, ocasionando la muerte del joven dirigente colorado Roberto L. Petit y el derrocamiento del presidente de la República, Federico Chaves.
El jefe militar victorioso de aquel golpe de Estado era el entonces joven general
Alfredo Stroessner, quien luego se hizo elegir presidente y asumió el cargo el 15 de agosto de 1954, iniciando la más prolongada, oscura y oprobiosa dictadura que conoció el Paraguay, hasta que 35 años después, en la noche del 2 de febrero de 1989, otro golpe militar -que también incluyó un ataque al Cuartel de Policía- le puso fin.
Eran cerca de las 20:00 de la noche del 4 de mayo, cuando el tiroteo se hizo intenso en todo el microcentro de Asunción, según relata el periodista e historiador Bernardo Neri Farina, en su libro El golpe del 4 de mayo de 1954.
"El presidente Federico Chaves buscó refugio en el Colegio Militar (actual sede del Parlamento), cuyo director era el general Marcial Samaniego, camarada y amigo de Stroessner", narra el autor.
Según la versión de Neri Farina, cuando el mandatario quiso hacer prevalecer ante Samaniego su condición natural de comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, cargo que había delegado en el general Stroessner, el entonces capitán de Infantería, Isaías Barreto, le contestó a Chaves: "Su excelencia, usted está preso".
En su libro "El 4 de mayo de 1954", el periodista e historiador Roberto Paredes relata la misma anécdota, de modo distinto: "Asustado ante el desarrollo de los acontecimientos, Federico Chaves se dirigió para refugiarse hasta el Colegio Militar, por entonces en El Paraguayo Independiente y 14 de Mayo, donde inmediatamente fue detenido. 'Esto  no es posible, yo soy el Comandante en Jefe', se lamentaba, pero ningún oficial le respondía".

Tras una época de mucha inestabilidad.

Los sucesos del 4 de mayo de 1954 ocurrieron como corolario de un largo periodo de extrema inestabilidad política en el Paraguay.
Tras la guerra civil de 1947, se produjo un lapso en que se sucedieron seis presidentes de la República en solo dos años, la mayoría a través de golpes de Estado: Higinio Morínigo, Juan Manuel Frutos, Juan Natalicio González, Raimundo Rolón, Felipe Molas López y Federico Chaves.
Chaves había asumido con un golpe el 11 de setiembre de 1949 y luego se hizo elegir institucionalmente en 1953, mandato que debía prolongarse hasta 1958.
"El país vivía en ese periodo una situación de caos generalizado: tensiones políticas permanentes, con crisis reiteradas; economía en bancarrota, con desórdenes en todas las áreas, pobreza generalizada en amplios sectores de la sociedad", describe Roberto Paredes.
"En enero de 1954, la tensión entre la Junta de Gobierno del Partido Colorado y el presidente Federico Chaves se había agudizado. El viejo caudillo estaba perdido en el caos. Las riendas del poder se estaban yendo de las manos, sin que él tratara de revertir las cosas, pues todavía se sentía poderoso en su Gobierno. Su amante, Isabelita Vallejos, era el pívot sobre el cual giraban los negocios, mientras el mercado negro florecía en medio del desabastecimiento y la miseria que asolaban al país", relata Bernardo Neri Farina.
Uno de los dirigentes políticos colorados que tuvo gran protagonismo en la caída de Chaves y el ascenso de Stroessner fue Epifanio Méndez Fleitas, quien ocupaba la presidencia del Banco Central del Paraguay.
Tras haber asumido un rol central en el derrocamiento del presidente Molas López, en 1949, Méndez Fleitas se había convertido en un caudillo de mucha influencia en el Partido Colorado y en toda la sociedad.
En enero de 1954 se había producido una primera crisis, cuando Méndez Fleitas fue destituido de su cargo en el Banco Central, junto a Guillermo Enciso Veloso y Tomás Romero Pereira, presidente y vicepresidente del Partido Colorado.
La puja interna que había en el Partido Colorado también se trasladaba al ámbito militar, donde era evidente la rivalidad entre el comandante en Jefe, general Alfredo Stroessner y el comandante de la Caballería, teniente coronel Néstor Ferreira.
Tras una serie de conspiraciones y movidas de ajedrez político, los sucesos se precipitaron en la mañana del 3 de mayo de 1954, cuando el comandante de la Caballería, Ferreira, ordenó la detención del mayor Virgilio Candia, jefe del RC3, bajo la acusación de estar "conspirando para derrocar al Gobierno".
El general Stroessner le reclamó al presidente Chaves por la acciones de Ferreira, alegando que sobrepasaban su autoridad. Por indicación de Chaves, Stroessner convocó al teniente coronel Ferreira a su despacho, pero el mismo se negó a acudir.
Finalmente, el 4 de mayo, a las 19, Ferreira se dispuso a presentarse ante Stroessner, pero ordenó a sus hombres de la Caballería que, en caso de que no regrese, salgan con sus tropas y ataquen la capital. Apenas ingresó a la comandancia, Ferreira fue detenido.
Stroessner desplegó a sus tropas y ganó de mano a los hombres de la Caballería. Su principal golpe de efecto fue el ataque al Cuartel de Policía, donde cayó acribillado el jefe de Policía, el admirado dirigente colorado Roberto Luis Petit, de apenas 31 años de edad, entre varios jefes y oficiales asesinados durante el ataque. Las balas lo alcanzaron cuando auxiliaba al subjefe de Policía, comisario Caballero Zavala, malherido en un zaguán del edificio. Cuando el comandante del Batallón 40, Mario Ortega, supo que Pettit había sido herido, ordenó que sea trasladado con urgencia a un hospital, pero ya era demasiado tarde.



Un golpe casi sin oposición.

"Stroessner consumó su golpe, apurado como consecuencia de la debilidad notoria del Gobierno de Chaves y de la anarquía reinante en el país. Lo respaldaron los militares, cansados del caos creado por los políticos y hartos de ser utilizados por los civiles para sus aventuras de poder desde la finalización de la guerra civil de 1947. Querían que un uniformado, específicamente Stroessner, tomara finalmente el Gobierno", destaca Bernardo Neri Farina.
Al día siguiente, 5 de mayo, la Junta de Gobierno del Partido Colorado instaló una sesión oficial, en la que exigió a Federico Chaves que presente su renuncia a la presidencia de la República, y resolvió designar al general Alfredo Stroessner como candidato del partido para el periodo constitucional restante (1953-1958), estableciendo el 15 de agosto como fecha para que asuma el cargo.
Igualmente, la Junta designó como presidente provisional al arquitecto Tomás Romero Pereira, quien luego entregaría el cargo a Stroessner.
El golpe de Estado que iba a consagrar la más larga dictadura en la historia del Paraguay casi no encontró oposición durante los primeros meses. Varios sectores de la sociedad, incluyendo al opositor Partido Liberal, saludaron la caída del Gobierno de Federico Chávez. "La Nación reclamaba, con sus voces más enérgicas, un alto en el camino de la perdición por el que le estaba arrastrando el coloradismo, bajo la égida funesta de Chaves", sostuvo un comunicado oficial del liberalismo, presidido por José P. Guggiari, ex presidente de la República.
Sin embargo, algunos grupos disidentes hicieron oír su voz de protesta por el golpe de Estado. El 10 de mayo de 1954, jóvenes febreristas y comunistas organizaron un mitin relámpago en la plaza, frente al edificio del Cine Victoria (actualmente en las calles Oliva y Chile), según refiere el investigador Carlos Pérez Cáceres.
“Allí habló Ladislao García –más conocido como Grillón–, que se subió a un vehículo y arengó en contra de lo sucedido el pasado 4 de mayo y la necesidad que el pueblo se organice. El tráfico fue cerrado por algunos minutos y cuando las fuerzas policiales aparecieron, los jóvenes se dispersaron por las calles del centro. El dirigente comunista Luis Casabianca también suele recordar que al retirarse de este breve acto, iban repartiendo volantes en contra del gobierno militar”, relata.
En el caso del movimiento obrero, no hay datos de que hayan existido movilizaciones contra el golpe. Recién un año después, durante los festejos por el Día del Trabajador, se generó una serie de disturbios y los trabajadores manifestaron su posición crítica contra el gobierno.
Muchos dirigentes del Partido Revolucionario Febrerista se vieron seducidos con la idea de que el nuevo presidente los convocaría a colaborar con su gobierno. “Los febreristas nos encontrábamos en la frontera, en territorio argentino, esperando que Stroessner se deshaga de los colorados y comience a llamarnos. Entonces no hubo ningún esfuerzo de parte de la dirigencia del PRF de oponerse al golpe, porque creíamos que seríamos los nuevos dueños del poder”, había dicho el dirigente Carlos Heisecke, citado por Pérez Cáceres.
Stroessner aparecía ante la mirada de muchos dirigentes y analistas como el "hombre providencial" que iba a traer "paz y progreso".  
Lo que no sabían era el alto costo que todo eso iba a tener…

(De La oposición tolerada y la perseguida, de Andrés Colmán Gutiérrez.  Libro de la colección 60 años del Stronismo. Editorial El Lector y diario ABC Color).

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