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s
bueno estar en Montevideo y poder pasar a tomar un café en el Café Brasilero,
leyenda viva de la ciudad vieja, con 140 años de vigencia, lugar que el maestro
Eduardo Galeano llamaba "mi segunda
casa".
Es
bueno que la mesa que él siempre ocupaba junto a la ventana esté casualmente
disponible y te la puedan dar.
Es
bueno sentarse del otro lado, frente a dónde él se sentaba a escribir y
entablar un diálogo en silencio, con aroma a café, a letras, a literatura y
periodismo comprometidos con la libertad y la justicia, compartir los andares a
través de la maravilla real de una América Latina que sigue buscando cerrar sus
venas abiertas.
La
presencia del gran escritor y periodista permanece en este poblado rincón del
Uruguay que nos da constantes ejemplos de humanismo, libertad y progresismo.
Es
bueno haber contribuido a recordarlo en ese libro que co-escribimos con varios
colegas cronistas de Iberoamérica.
Es
bueno brindar ahora y mantener viva la Memoria
del Fuego.
¡Salud,
maestro... y gracias!
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(Las fotos son de la colega y amiga Marta Escurra y del archivo del Café Brasilero).
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