Miguel Angel Soler (izquierda) junto a su hermana Carmen y el dirigente comunista Luis Casabianca. |
Hace
poco más de dos meses, cuando investigábamos la historia de las niñas
secuestradas para ser esclavas sexuales del dictador Stroessner y su
colaboradores, nos encontramos con un dato poco conocido sobre el dirigente
comunista desaparecido Miguel Angel Soler.
El dato
surgió cuando rastreamos la trágica historia de Malena Ashwell, la hija del
historiador Washington Ashwell, quien fue testigo de una
atroz escena, al hallar a tres niñas desnudas sangrando tras haber sido
violadas en la casa de Popol Perrier, en Sajonia, en 1975.
Así
llegamos a una columna publicada por el legendario periodista norteamericano
Jack Anderson en The Washington Post, en 1977, que recoge el testimonio de
Malena, aunque allí la cita con un seudónimo, Ada Rodríguez.
Malena
quería hacer pública la terrible situación de las niñas esclavas que había
descubierto, pero sus amigos le dijeron que ningún diario se atrevería a
publicar esa información. "El único que se animaría a hacerlo es este
señor Miguel Ángel Soler, del Partido Comunista, que edita un periódico
clandestino que se llama Adelante", le explicaron.
Venciendo
sus propios prejuicios -ella era esposa de un militar de la Marina stronista-,
Malena buscó a Miguel Angel Soler, entonces secretario general del PCP y le
contó la terrible historia.
Soler le aseguró que lo iba a publicar con gran destaque,
redactó la nota y estaba por meter el periódico en la imprenta cuando los
policías de Investigaciones asaltaron su casa, durante una reunión con sus camaradas del partido, y se lo llevaron.
Fue a fines de
noviembre de 1975.
Entre
los papeles secuestrados en la casa de Soler, los policías encontraron la nota sobre las niñas violadas y en
algún borrador, el nombre de Malena.
Fue así como también la fueron a buscar a ella y
la llevaron a Investigaciones.
En una
serie de reportajes habíamos contado esta historia, que en ese momento tuvo mucha repercusión.
Malena había podido
ser rescatada y llevada a Estados Unidos, gracias a la influencia de su familia,
pero quedó afectada para siempre por el trauma de las torturas recibidas.
Miguel Angel Soler no tuvo esa suerte y su rastro se borró en la larga noche de
la dictadura, junto al de otros cientos de desaparecidos.
Llamativamente,
su nombre ha vuelto a ser noticia un martes de clima lluvioso, cuando se reveló que Soler es uno de los dos primeros desaparecidos que han podido ser
identificados, gracias al valioso trabajo dirigido por Rogelio Goiburú.
En
seguida me vino a la memoria esta nota que publicamos en junio, en ÚH.
Es
impresionante ver cómo los pedazos dispersos de la memoria -que el sistema
dictatorial se ha esforzado tanto por disgregar y destruir-, acaban por
revelarse, por juntarse y por rearmarse como un mural rompecabezas, poniendo
las cosas en el exacto lugar de la historia.
La nota
la pueden leer -o volver a leer- aquí.
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