El sepelio de Alfredo Stroessner, el 17 de agosto de 2006, en Brasilia. |
El 16 de agosto de 2006, el general Alfredo
Stroessner murió en Brasilia, tras una penosa agonía. El periodista de ÚLTIMA
HORA que cubrió en vivo la historia narra cómo fueron las últimas horas y el
sepelio del ex dictador paraguayo.
#CrónicasDeLaMemoria
Por Andrés Colmán Gutiérrez - @andrescolman
A las
11.32 -hora de Brasil- del día miércoles 16 de agosto de 2006, me encontraba
escribiendo un reporte en el Hotel das Nações, en Brasilia, cuando sonó mi
teléfono celular.
Desde
el otro lado, una voz dijo:
-Acabou de acontecer, ele ya se foi (Acabó
de suceder, él ya se fue).
Era una
persona con la que había hecho amistad en días anteriores, en el Hospital Santa
Luzía, donde el ex dictador paraguayo Alfredo Stroessner permanecía internado
en grave estado a los 93 años de edad, y con quién habíamos acordado esa breve
y precisa forma de avisar si Stroessner llagaba a fallecer, para vencer el
férreo cerco informativo que la familia había puesto alrededor.
Rápidamente,
con el camarógrafo Rufino Recalde, de Telefuturo, los dos periodistas
paraguayos que habíamos llegado primero a Brasilia el domingo 13 de agosto,
logrando la primicia sobre la agonía del ex dictador, saltamos a un taxi y nos
dirigimos al hospital.
Los
demás colegas paraguayos, que habían llegado después (Francisca Pereira, de La
Nación, y Rolando Rodi, de la RPC) habían salido a filmar la mansión de
Stroessner al otro lado de la ciudad y no había forma de comunicarles la
noticia.
Mientras
viajábamos a toda velocidad, con una llamada les pasé el dato a los colegas
Guido y Jamil, de la agencia Reuters, devolviendo la gentileza por la valiosa
ayuda que nos habían brindado para nuestro trabajo en Brasilia. En pocos
minutos, eran los primeros en dar la noticia al mundo.
En el
hospital, la asesora de prensa Vera Morgado se quedó sorprendida cuando le
pregunté desde el teléfono en la recepción si podía confirmar oficialmente la
noticia de que Stroessner acababa de fallecer. "Sí, es verdad, pero ¿cómo te enteraste tan rápido? Aún no le
avisamos a nadie", exclamó.
Me
sentí tentado a decirle: "Un ángel
me avisó".
Un fotógrafo paraguayo trepado al muro de la mansión de Stroessner, para obtener una vista interna. |
Crónica de una muerte en la distancia
El siguiente texto forma parte de la crónica que escribí ese día para Última Hora, desde la
capital de Brasil:
Pequeño,
esquelético, reducido a apenas 45 kilos de peso, vencido por las enfermedades y
el paso del tiempo, el ex dictador Alfredo Stroessner murió a las 11.20 de la
mañana, hora brasileña (a las 10.20 en Paraguay).
Su
deceso se produjo en el Hospital Santa Luzia de Brasilia, a unos 2.000
kilómetros de Asunción, luego de 17 años sin pisar su tierra natal, de la que
tuvo que salir forzadamente el 5 de febrero de 1989, luego de ser derrocado del
poder en la madrugada del 3 de febrero.
Encerrado
desde hace 19 días en la aséptica isla médica de la Unidad de Terapia Intensiva
del Hospital Santa Luzia, rodeado apenas por algunos de sus familiares más
cercanos y protegido del asedio de la prensa por guardias militares, la vida
del ex hombre fuerte paraguayo se apagó súbitamente cuando su débil corazón
dejó de resistir.
Un
punto en la pantalla del monitor dejó de titilar y se convirtió en una larga
línea luminosa. El bip bip de los aparatos se interrumpió y se convirtió en un
solo sonido alargado, provocando la corrida de médicos y enfermeras.
"Lo sometimos a un tratamiento de
reanimación, pero ya no respondió. Alfredo Stroessner falleció de un shock
séptico, como consecuencia de las complicaciones posquirúrgicas, que derivaron
en una neumonía y provocaron su muerte", informó el doctor
Sergio Namura, director clínico del Hospital.
Alfredo
"Goli" Stroessner Domínguez, considerado el nieto favorito del ex
dictador, fue el único miembro de la familia que aceptó hablar con los
periodistas a su salida del Hospital, dos horas después del fallecimiento de su
abuelo.
Requerido
acerca de si el ex gobernante había mostrado arrepentimiento por los crímenes
de los que se acusaba, respondió: "Arrepentimiento,
ninguno. Él actuó en su tiempo, conforme a los cánones de la Guerra Fría, a lo
que la política mundial mandaba en aquel entonces. Hoy nosotros valoramos la
democracia que viven nuestros países y la vamos a proteger y defender, pero el
general Stroessner actuó según los cánones de un mundo diferente. La historia y
el pueblo paraguayo sabrán juzgarlo en su debido momento".
Gustavo Stroessner hablando con los periodistas, tras el sepelio de su padre. |
El último adiós al patriarca
Apenas
una treintena de personas, entre los familiares más cercanos y algunos pocos
amigos, le dieron el último adiós al hombre que alguna vez fue todopoderoso y
gobernó el Paraguay con mano de hierro, consumiendo sus últimos 18 años de vida
en el exilio, mientras se apagaba lentamente bajo los embates de las
enfermedades, el paso del tiempo y la jugosa soledad.
No hubo
celebraciones fastuosas ni multitudes en las calles, como en los funerales del
general dictador de la novela El otoño del Patriarca, de Gabriel García
Márquez.
El
velorio se realizó a puertas cerradas, en estricta ceremonia privada, y poco
menos de veinte vehículos -de los cuales la mitad eran de medios de prensa- conformaron el cortejo fúnebre que partió alrededor de las 16.00 desde la casa 8,
Conjunto 5, del barrio Lago Sul, y cruzó las ardientes autopistas de Brasilia,
en una desolada marcha final.
Vestido
con un traje azul y corbata roja, con el símbolo del Partido Colorado en la
solapa, el disminuido cuerpo del viejo general fue depositado en un ataúd
cubierto por una bandera paraguaya y otra del Partido Colorado, el mismo que
seguía gobernando el Paraguay y que no le ha rendido honores a su viejo
caudillo.
A las
16.35 el ataúd fue alzado a pulso por su hijo mayor y compañero del exilio, Gustavo
Stroessner, junto a otras personas, para recorrer a pie aproximadamente 100
metros hasta una fosa sencilla en la cuadra 701 del Campo de la Esperanza.
Su
nieto Diego Domínguez Stroessner, su ex colaborador Darío Filártiga y su ex chofer fueron los oradores, antes de que el sacerdote
brasileño Abdón Guimaráes impartiera la oración final y el cajón empezara a
bajar a la fosa, entre lágrimas y exclamaciones de pena de sus familiares.
Y eso
fue todo. Sin haberse animado a enfrentar los procesos judiciales pendientes en
su país por crímenes contra la humanidad, violaciones de derechos humanos y
enriquecimiento ilícito, el que alguna vez fue el todopoderoso patriarca del
Paraguay, que decidía sobre la vida y la muerte, el hombre al que algunos
reivindican como un gobernante que trajo paz y progreso, y otros como el
dictador más sangriento que conoció la nación guaraní, Alfredo Stroessner
Matiauda dejó de existir físicamente a la edad de 93 años y fue devuelto al
seno de la tierra, en un frío y polvoriento cementerio brasileño, lejos de su
tierra y de su antigua gloria.
¿Descansará
en paz…?Junto a la tumba de Stroessner, al día siguente del sepelio. |
A un asesino así debe ser, sin honores.
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