Por Andrés Colmán Gutiérrez
“…ese
Paraguay que el diccionario Larousse, de acuerdo con Le Bottín, califica de Paraíso
Terrestre, pero bien sé que no he terminado de buscarlo, que lo buscaré
siempre, que buscaré siempre esa ruta perdida, borrada de la memoria de los
hombres”.
Esto
escribía el novelista francés Georges Bernanos, en un artículo aparecido en la
revista Sur, en Buenos Aires, en 1938.
Augusto
Roa Bastos asegura que el autor de Los grandes cementerios bajo la luna,
quien vivió un tiempo en Brasil, estuvo en el Paraguay buscando su propia “ruta
perdida”, “borrada de la memoria de los hombres”.
Otras
grandes figuras de la historia o de la intelectualidad universal también anduvieron
por el Paraguay buscando su propia Isla de la Utopía: Aimé Bonpland, José
Gervasio Artigas, Rafael Barrett, Viriato Díaz Pérez, Guido Boggiani, Josefina
Plá, Branislava Susnik…
Pero
las experiencias más fascinantes fueron las de grupos humanos que se embarcaron
en verdadera odiseas, soñando con encontrar en este rincón del corazón
sudamericano su aldea utópica, su paraíso terrenal.
***
Existen
sobre todo dos experiencias históricas que se desarrollaron casi en la misma
época, al final de la Guerra de la Triple Alianza, marcada por utopías de signos
ideológicos muy distintos, pero con características muy similares y con parecidos
resultados.
** La
primera experiencia utópica es la de Nueva Germania, en el actual Departamento
de San Pedro, hasta donde llegó en agosto de 1887 una expedición de unas 15
familias alemanas, lideradas por el docente y escritor antisemita Bernhard
Förster, junto con su esposa Elisabeth Förster-Nietzsche, hermana del gran filósofo
alemán Friedrich Wilhelm Nietzsche. El sueño de la pareja era crear la primera
comunidad puramente aria fuera de Alemania, no contaminada por la influencia
judía, para demostrar la supremacía blanca, un proyecto considerado pre-nazi, que
se anticipaba a los del propio Adolf Hitler.
La experiencia
no pudo cuajar, por varias razones: la dureza de la naturaleza que encontraron,
los rigores del clima, la resistencia de la mayoría de los demás colonos a
cumplir las prohibiciones de Förster de integrarse con los nativos, el
despotismo del principal líder… Elizabeth regresó a Alemania y Bernhard acabó
suicidándose en San Bernardino. Los demás colonos acabaron integrándose con los
paraguayos…
** La segunda
experiencia utópica es la de Nueva Australia, en la zona de la actual Nueva
Londres, muy cerca de Coronel Oviedo, Departamento de Caaguazú, hasta donde
llegó en octubre de 1893 (apenas 6 años después de la llegada de los alemanes a
Nueva Germania), una expedición de 220 australianos y algunos británicos,
liderados por el periodista y dirigente laborista William Lane, que viajaron
hasta Montevideo en el buque Royal Tar, de donde siguieron por otros medios hasta
el Paraguay. El sueño de Lane y sus seguidores era crear la primera comunidad puramente
socialista en América Latina, una sociedad igualitaria de propiedad en común.
La
experiencia no pudo cuajar, por varias razones: la dureza de la naturaleza que
encontraron, los rigores del clima, la resistencia de la mayoría de los demás
colonos a cumplir las prohibiciones de Lane de integrarse con los nativos, el
despotismo del principal líder… Finalmente, tras varios conflictos, Lane y un
grupo de 64 personas se separaron y formaron otra comunidad, Colonia
Cosme, en Caazapá. En el segundo grupo de pioneros que llegó a Cosme estaba la poetisa
Mary Cameron, quien se casó en Paraguay con unos de los colonos, de apellido Gilmore,
y tras regresar a Australia se volvió una de las mayores escritoras de dicha
nación, toda una celebridad conocida como Dame Mary Gilmore, cuyo rostro está
estampado por los billetes de diez dólares australianos. De los descendientes
de ese grupo inmigrante surgieron grandes intelectuales paraguayos, como el
antropólogo León Cadogan y el escritor de cómics Robin Wood.
Entrada a Nueva Australia, en el distrito de Nueva Londres, Caaguazú. |
***
En
estos días, aprovechando nuestras vacaciones en el diario, estuvimos
recorriendo de nuevo lo que quedó de aquellos proyectos utópicos (tan
diferentes, pero tan iguales) en Nueva Germania y en las actuales Nueva Australia/Nueva
Londres, recabando datos para un proyecto periodístico en libro que se titulará Los perseguidores del Paraíso, que además unirá en un mismo hilo conductor el
mito guaraní de la búsqueda del Yvy Maraney (la Tierra sin Mal), el proyecto del
entonces agitador social y botánico suizo Moisés Santiago Bertoni, junto a su propia
familia y otras 40 familias de agricultores suizos, que el 3 de marzo de 1884
(antes que los alemanes y australianos) se embarcaron en el vapor “Nord
América”, impulsado por dos de los mayores pensadores del socialismo
anarquista, Elisée Reclús y Piotr Kropotkin, para establecer la primera colonia
anarquista en América Latina, en unas tierras obtenidas en Santa Ana, en la
actual pronvicia de Misiones Argentina.
La
dureza de la naturaleza, los rigores del clima y el continuo ataque de
bandoleros frustraron también ese proyecto y Bertoni se quedó solo con su
familia, se refugió en Paraguay y acabó transformando su utopía en una gesta científica
y familiar en la Colonia Guillermo Tell, en la actual Puerto Bertoni, a orillas
del río Paraná, al sur de Ciudad del Este.
***
También
incluiremos la odisea de los colonos menonitas que llegaron como refugiados al
Paraguay en 1927, tras huir del régimen soviético y se establecieron en el
entonces inhóspito Chaco Central, donde establecieron una verdadera isla
utópica, con sistemas de trabajo, producción y convivencia basados en sus ideas
religiosas, que durante varias décadas permanecieron cerradas al resto del
país. Aunque actualmente se han integrado mucho más, han perdido parte de su
esencia utópica, pero han logrado un gran potencial económico y productivo.
***
Finalmente,
en un plano más cercano en la historia, contaremos la historia de la colonia
San Isidro de Jejuí, fundada bajo inspiración de las Ligas Agrarias Cristianas,
en los años 70, en plena época de la dictadura stronista. La comunidad tenía el
proyecto utópico de “vivir como hermanos” y producir en común, compartir la
propiedad colectiva de la tierra y poner en práctica la caridad cristiana, en
la línea de la Teología de la Liberación y de las Comunidades Eclesiales de
Base (CEBs). Fue asaltada por un escuadrón militar el 8 de febrero de 1975, los
pobladores fueron apresados y torturados, y las tierras entregadas a un primo
del dictador. Cuatro décadas después, los propietarios recuperaron su tierra y
retomaron el truncado proyecto social.
***
Primeros colonos en Nueva Germania. |
La idea
de este libro en gestación es establecer un contraste entre lo que fue y lo que
es.
Buscar
qué quedó de todo aquello, ¿qué ha muerto y qué permanece vivo en la memoria de
quienes descienden de los protagonistas?
De alguna
manera quizás podamos descubrir o demostrar juntos que las utopías pueden ser también
de distintos colores y pensamientos: pre-nazis, socialistas, anarquistas,
protestantes, cristianas, políticas, religiosas… pero siempre resultan
movilizadoras.
Las utopías
pueden estar equivocadas, pueden fracasar, pueden transformarse por el
contraste entre teoría y realidad, pueden reinventarse… pero siempre son
necesarias, y son las que nos construyen y sostienen a lo largo del tiempo, de
la geografía y de la historia.
Y este
Paraguay nuestro, aún con todos los signos del infortunio y la desesperanza, ha
sido y sigue siendo un territorio fértil para la construcción de las muchas “Islas
de la Utopía”, a través de esa “ruta perdida”, “borrada de la memoria de los
hombres”, que decía Bernanos, pero que sin embargo sigue aquí… aún en estos
tiempos que parecen tan confusos o retardatarios.
Así que… Los perseguidores del Paraíso estará muy pronto con ustedes, también
acompañado con algunos documentales en video que Desireé Esquivel me está
ayudando a componer.
¡Nos vemos…!
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