En 1969 se dio la mayor movilización de
secundarios y universitarios ante la visita de Rockefeller. Una fuerte
represión mató aquella eclosión, que intentó repetirse con el MI en los 70, la
FEUP en los 80 y el MOBE en los 90. Esta es la historia que antecede al
"estudiantazo" del 2015.
#CrónicasDeLaMemoria
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Por Andrés Colmán Gutiérrez - @andrescolman
El 19
de junio de 1969, el gobernador del estado de Nueva York, Estados Unidos, el
multimillonario Nelson Rockefeller, visitaba oficialmente el Paraguay, en
representación del presidente norteamericano Richard Nixon, para estrechar
lazos con el gobierno del general Alfredo Stroessner, quien llevaba 15 años en
el poder.
La
presencia del magnate se vio empañada por una serie de barricadas que se
alzaron súbitamente en las calles de Asunción, en los trayectos por donde la
comitiva debía transitar.
El
mismo día de su llegada, un numeroso grupo de estudiantes del Colegio Nacional
de la Capital (CNC), con la adhesión de alumnos de otros colegios secundarios,
cerraron completamente la avenida Eusebio Ayala, frente a la sede del centro
educativo.
"Se
rompieron los vidrios de parabrisas de algunos ómnibus que trataron de pasar
forzando el bloqueo. Hubo una fuerte represión policial, y a partir de ese
entonces, que era entre la tarde y la noche del 19 de junio de 1969, se
organizaron decenas de manifestaciones con fuertes represiones", recuerda
el periodista e historiador Roberto Paredes, quien era alumno del CNC y fue
protagonista del levantamiento.
Los
colegios San José y Cristo Rey, al igual que las facultades de Ingeniería y
Medicina de la UNA, fueron también los ejes de la fuerte lucha social, en que
secundarios y universitarios fueron por igual protagonistas.
Aquel trágico octubre
No era
la primera vez que el movimiento estudiantil ganaba protagonismo en las luchas
sociales y políticas, en la historia paraguaya.
Ya lo
había hecho en los años previos a la Guerra del Chaco, cuando alumnos de varios
colegios se movilizaron durante el gobierno del liberal José P. Guggiari, para
exigir la defensa de la soberanía, ante las amenazas de invasión territorial
por parte de Bolivia.
El 23
de octubre de 1931, centenares de estudiantes del Colegio Nacional de la
Capital, de la Escuela Normal y de la Facultad de Medicina, marcharon por las
calles de la ciudad hasta el Palacio de Gobierno, donde exigieron hablar con el
presidente.
La
respuesta fue el ametrallamiento contra los manifestantes por parte de la
guardia presidencial, dejando un saldo de 11 muertos y 29 heridos. Una tragedia
que derivó en el juicio político al presidente Guggiari, del cual resultó
absuelto, pero que finalmente desembocó en la guerra contra Bolivia (1932-1935).
Los jóvenes, entre los pocos que se
opusieron
Cuando
el general Alfredo Stroessner llegó al poder el 4 de mayo de 1954, con un golpe
militar contra el presidente Federico Chávez, casi no encontró oposición
política, debido a la anarquía e inestabilidad que reinaba en el país, con
varios dirigentes históricos en el exilio.
Entre
los pocos grupos disidentes, principalmente jóvenes febreristas y comunistas,
había dirigentes estudiantiles, quienes el 10 de mayo de 1954 realizaron un
primer mitin de protesta contra el golpe, en la céntrica plaza frente al cine
Victoria, en Asunción.
Entre
el 10 y el 30 de abril de 1956, estudiantes universitarios protagonizaron
grandes manifestaciones callejeras contra el régimen, por haber implementado el
Estado de Sitio y cometer varios hechos represivos contra dirigentes sociales y
políticos.
Las
movilizaciones le costaron el cargo al entonces ministro del interior, Tomás
Romero Pereira, por no haberlas reprimido. En su lugar fue nombrado el jefe de
policía, Edgar L. Insfrán, quien inició una verdadera cacería de brujas contra
los dirigentes estudiantiles, secundados por su nuevo jefe de policía, el
coronel Ramón Duarte Vera.
En
agosto de 1958, los estudiantes apoyaron la gran huelga general obrera que
conmocionó al país.
El 28
de mayo de 1959, la policía montada atropelló otra manifestación estudiantil
que protestaba contra la suba del pasaje en el transporte público, oportunidad
en que fue agredido el legislador Miguel Ángel González Casabianca, en las
inmediaciones de la Plaza Italia, en Asunción. Éste episodio derivó en la
clausura del Congreso Nacional, por parte del régimen stronista, y en el exilio
de varios dirigentes y parlamentarios colorados.
Pero el
gran protagonismo de los jóvenes estudiantes ocurrió en junio de 1959, durante
la visita de Rockefeller, cuando los secundarios y universitarios tomaron las
calles, paralizaron actividades y se enfrentaron abiertamente con la policía.
La dictadura los tomó como el principal blanco de la represión y se dispuso a
acabar con la rebeldía juvenil.
El recordado Movimiento Independiente (MI)
A
partir de entonces se inició un proceso de "coloradización" de los
centros estudiantiles universitarios, en muchos casos a través de actos de
fuerza, tomando por asalto las asambleas y anulando a los opositores.
Pero un
sector de los estudiantes se negó a ser sometido, y entre 1966 hasta 1977
formaron el Movimiento Independiente (MI), movilizándose principalmente en
defensa de la soberanía, acerca de las diferencias que se mantenían con Brasil
en cuestiones energéticas y de límites, en el proceso de negociaciones que
luego desembocaría en la construcción de la represa de Itaipú.
El MI
mantenía un semanario llamado Frente, que cuestionó duramente las condiciones
en que el régimen paraguayo firmó el Tratado de Itaipú, hasta que sufrió una
fuerte represión en 1977.
Uno de
los momentos memorables fue cuando el MI logró organizar un debate televisado
entre el líder opositor liberal Domingo Laino y el entonces director de la
Administración Nacional de la Electricidad (ANDE) y hombre fuerte del stronimo
en cuestiones energéticas, el ingeniero Enzo Debernardi.
"Derecho
y Economía de la UNA encabezaban las tropas coloradas que amenazaban y
asaltaban las asambleas estudiantiles. Los centros independientes se defendían
a muerte, con una valentía admirable en aquellos tiempos. En la UNA, Medicina e
Ingeniería eran los bastiones de la oposición. En la UC, Filosofía, Contables y
Derecho no se dejaban comprar ni amedrentar por las pandillas de pyrague y
funcionarios públicos alcoholizados que atracaban los recintos
universitarios", recuerda el periodista y catedrático Ilde Silvero.
Basilio
y Pon Bogado Gondra, Jorge y Ricardo Canese, José Carlos y Guido Rodríguez,
Javier y Pepe Arnella, Jorge Lara Castro, Pepito Morínigo, José Guggiari, José
Luis Simón, Oscar Rodríguez C., Emilio Pérez Chávez, Line Bareiro, Antonio
Pecci, Coco Arce, Julio César Barreto, Adolfo Ferreiro, Mario Torres, José
Bellasai, Luis Antonelli, María Celia Frutos, Jorge Heisecke, Melquíades
Alonso, Luis Sánchez, Alfredo Carrillo, entre otros, fueron dirigentes del MI.
"En
julio de 1977, la Policía apresó a la mayoría de los dirigentes del MI, los
metió en el tenebroso Departamento de Investigaciones y tras terribles sesiones
de torturas, unos pocos fueron liberados, otros enviados como presos políticos
a Emboscada y otros lanzados inmisericordemente al exilio. La brutal represión
fue el certificado de defunción del MI", narra Silvero.
La universidad tomada por la dictadura
El
control de las universidades y centros estudiantiles por parte del régimen se
hizo mucho más fuerte.
"Los
colorados conquistaron no solo centros de alumnos de diversas facultades de la
Universidad Nacional de Asunción (UNA) o la Universidad Católica Nuestra Señora
de la Asunción (UCA), sino que también lograron controlar la Federación
Universitaria del Paraguay (FUP), subordinándola directamente a directivas
emanadas del partido oficialista y, más específicamente, a las directivas de lo
que más tarde se constituyó como la corriente militante del partido
colorado", destacan los investigadores José Carlos Rodríguez y Benjamín
Arditti, en su libro La sociedad a pesar del Estado.
El
accionar oficialista resultó efectivo, según los autores, ya que si bien
existieron organizaciones estudiantiles luego de la represión a la última gran
movilización universitaria de 1969, sobrevino un periodo de casi dos décadas de
repliegue del activismo universitario.
Las movilizaciones opositoras políticas de los
liberales del PLRA y de los demás partidos del Acuerdo Nacional, en la década
del 80, junto a las movilizaciones sociales de Médicos y Estudiantes del
Hospital de Clínicas, así como el renovado dinamismo en organizaciones obreras
y campesinas, influyó positivamente en la recuperación del movimiento
estudiantil independiente.
Facultades
como Medicina UNA, Ingeniería UNA, Filosofía UCA, Arquitectura UNA, Ciencias
Contables UCA, mantuvieron frentes y movimientos contestatarios que fueron
ganando espacios, hasta ganar electoralmente los centros de estudiantes a los
colorados stronistas, y fueron uniendo fuerzas.
Uno de
los primeros logros importantes fue la formación del Movimiento 24 de Abril,
que se creó el 25 de abril de 1986, en Asunción, en plena efervescencia de las
movilizaciones de Clínicas, sellando la unión de varios centros y movimientos independientes de la UNA y la
UCA.
FEUP: La reconquista de la universidad
Aquello
fue el primer paso para la creación de la Federación de Estudiantes
Universitarios del Paraguay (FEUP), la mayor y más importante central
estudiantil formada en el país, que se
lanzó oficialmente el 24 de abril de 1987, en un gran acto que reunió a más de
5.000 personas, en los patios del ex Seminario Metropolitano.
La
fecha fue elegida por su gran simbolismo, ya que recordaba la mayor
movilización en torno a la lucha del Hospital de Clínicas, el 24 de abril de
1986, y que concentró la gran participación de los estudiantes.
La
capacidad de convocatoria en el acto de lanzamiento de la FEUP fue considerada
mayor a todos los actos que había realizado hasta el momento cualquier organización
social o política opositora, durante la lucha contra el stronismo.
Entre
las reivindicaciones de la FEUP, se mencionaba la defensa de la autonomía
gremial, tanto en relación al gobierno y al Partido Colorado, como asimismo en
relación a los partidos opositores y a la Iglesia; la lucha por una
participación efectiva en los procesos de decisión al interior de la
Universidad; la promoción de la libertad ideológica en la educación, para así
lograr una real democratización de la Universidad y la sociedad; y por último,
el respeto a la autonomía universitaria y la no injerencia de los partidos o de
la Iglesia en la conformación de las propuestas estudiantiles.
Tras la dictadura, nuevos desafíos
Con la
caída del régimen stronista, tras el golpe militar del 2 y 3 de febrero de
1989, la FEUP perdió su fuerza y el movimiento universitario se fragmentó.
Algunas
nuevas formas de organización surgieron con la creación del Centro de
Estudiantes Universitarios del Interior Residentes en Asunción (CEUNIRA), que
empezó a articularse ya en 1988, aun durante el stronismo, como la Coordinadora
de Estudiantes del Interior, y que en abril del 89 se convierte en Centro.
Esta
organización fue protagonista de importantes luchas en los años 90, por un lado
logran la obtención de becas y sitios de residencias para estudiantes
universitarios llegados del interior a la capital, como en su paulatina
inserción en esferas de la conducción de la Universidad Nacional de Asunción
(UNA), buscando lograr prácticas más democráticas en las facultades.
Marcos
Ibáñez, uno de los dirigentes fundadores del Ceunira, recuerda que participaron
de varias marchas e incluso de tomas del Rectorado, denunciando las mismas
irregularidades que se denuncian actualmente.
"En
la era Berganza - Peralta me abrieron un sumario que tiene 200 páginas y me
sacaron de la carrera de Derecho, luego de haberme recibido de periodista, por
denunciarles por desvío de fondos del presupuesto de la UNA. Fue luego de una
de las tomas del Rectorado de la UNA", recuerda Ibáñez.
Los secundarios, una lucha constante
Aunque
desde su rol protagónico en 1969 no habían vuelto a salir a las calles en gran
número, sin embargo el movimiento de estudiantes secundarios se reorganizó tras
la caída de la dictadura, en torno a una de sus principales reivindicaciones:
la obtención del boleto estudiantil.
En
octubre de 1999, respondiendo a una iniciativa de la organización no
gubernamental Decidamos, representantes de un total de 12 colegios secundarios
se reunieron en la sede de la universidad privada Columbia, en Asunción, donde
dieron nacimiento al Movimiento por la Obtención del Boleto Estudiantil (MOBE).
Fue el
inicio de una larga lucha que se extendió con marchas y movilizaciones por la
capital y varias ciudades del interior del país, con arduas negociaciones con
autoridades del Ministerio de Educación, de Municipalidades y de empresas
transportistas, y que daría sus primeros resultados en la primavera del 2000,
cuando muchos estudiantes pagaban por primera vez un medio pasaje en las línea
de transporte público, para llegar hasta sus colegios.
"Desde
el año 2000 el boleto estudiantil se aplica 'plena e irrestrictamente', al
menos tiene una ley sancionada y promulgada, pero recibe la violencia
permanente de los actores involucrados para que esa aplicación sea plena: Los
empresarios que se desentienden de la aplicación de la ley del boleto
estudiantil y las autoridades del ente regulador del transporte que no
sancionan a las empresas que infringen dicha ley", destaca el articulista
Orlando Aguirre en un ensayo sobre el boleto estudiantil.
"Esos
pilares que constituyeron el Movimiento por la Obtención del Boleto Estudiantil
(MOBE) y que luego pasó a convertirse en Federación Nacional de Estudiantes
Secundarios (FENAES) se constituyeron en una suerte de 'marca registrada' en
cada dirigente que pudo ver ese proceso bien de cerca, pero por otra parte, por
causas diversas, no se ha podido consolidar en el tiempo. Quizás el proceso más
lógico hubiera sido llegar a una Federación de Estudiantes Universitarios con
los sucesivos recambios generacionales, pero eso no fue de tal manera",
destaca Aguirre.
La
FENAES sigue activando, aunque ya no con la fuerza suficiente que tuvo en su
momento, pero tuvo una importante presencia en la histórica Marcha Nacional de
los Colegios Públicos y Privados (MNCPP) del pasado 18 de setiembre, que esta
vez fue convocada por una nueva organización en construcción.
Los universitarios, retomando fuerza
Aunque
ya no tenían la fuerza aglutinadora que en su momento tuvo la FEUP, en los 80,
los movimientos universitarios siguieron activando desde distintos focos de
resistencia en las facultades, durante la década del 90 y la del 2000.
Un
momento de gran inflexión ocurrió luego de la histórica gesta ciudadana del
Marzo Paraguayo (marzo de 1999), que encendió la rebeldía juvenil en diversas
movilizaciones de tomas de facultades, buscando implementar una universidad más
democrática.
El periodista
e historiador Antonio Pecci recuerda que "en el 2005 se dio una fuerte
movilización, cuando más de mil estudiantes de diversas facultades rodearon la
sede del Rectorado para oponerse a la reforma del estatuto de la UNA, presidida
por el profesor Pedro Gonzalez (entonces rector)".
Una de
las propuestas de reforma prácticamente consensuada entre los consejeros
consistía en incorporar la figura de la reelección indefinida del Rector, "un vestigio de la dictadura",
según Pecci.
En una
situación muy similar a la que se vivió en estos días, los estudiantes se
opusieron a que los miembros del Consejo Superior Universitario salieran de la
sede, si no se comprometían a vetar dicho proyecto anti-democrático, relata el
periodista.
"El
rector Gonzalez pidió la intervención de la Fiscalía y en aquella oportunidad
la fiscala designada, en vez de realizar una gestión de mediación para la
solución de la crisis, ordenó el ingreso violento de la FOPE (Fuerzas
antimotines de la Policía), cuyos integrantes dispararon a mansalva contra los
estudiantes, muchos de los cuales resultaron con heridas de balines, golpes y
contusiones", relata.
En esa
oportunidad "se había atropellado la autonomía universitaria como en la
época stronista, impunemente. A continuación la fiscala abrió un sumario contra
los estudiantes que defendieron principios democráticos y no contra los
retrógrados del Consejo Universitario, que transgredían principios
constitucionales", memora Antonio Pecci.
La
reacción de destacados activistas de derechos humanos, como Luis Alfonso Resck
y Martin Almada ante la Fiscalía de San Lorenzo y la eficaz actuación como
defensor del abogado Jorge Bogarin logró salvar a los líderes estudiantiles de
ir a prisión, destaca el periodista, cuya propia hija, la estudiante María Paz
Valenzuela, estuvo incluida entre los universitarios procesados.
"La
Fiscalía pedía un año de cárcel como mínimo para los estudiantes, con la
acusación de 'intento de secuestro'. El juez de la causa desestimó dicha
acusación por exagerada, como lo demostró el abogado defensor, ya que no hubo
acto de violencia física contra los consejeros, que ademas estaban protegidos
por los guardias de la UNA", relata.
El
rector Gonzalez y los jefes policiales que procedieron al atropello contra los
estudiantes jamás fueron juzgados, a pesar de que el hecho fue de público
conocimiento, según destaca Pecci.
Aquella
vez, la lucha de los estudiantes no tuvo la gran repercusión en la sociedad y
en los medios de comunicación, como si lo tiene la actual movilización, aunque
las motivaciones eran las mismas.
¿Qué
pasó entre entonces y ahora, para que más y más estudiantes se unan en una gran
lucha y obtengan un eco impresionante de parte de la prensa y la sociedad?
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