Andrés Colmán Gutiérrez - @andrescolman
(Fotos e imágenes: Desirée Esquivel - Apoyo en video: Codehupy).
Emilio Félix Cricera Evaly tenía 30 años de edad en 1996, cuando descubrió que él no era quien sus padres y sus documentos aseguraban. En realidad, tenía otro nombre, otros padres, otra identidad, otra historia.
Sucedió cuando, en su casa de Buenos Aires, halló unos papeles de quien creía era su papá biológico, Emilio Cricera, argentino, ya fallecido, en donde este le contaba cosas íntimas a un amigo. Con fecha de tres días antes del supuesto nacimiento de su hijo, no mencionó que su esposa, la paraguaya Celia Nilda Evaly, estaba a punto de dar a luz.
“Si mi papá estaba tan contento de tenerme como hijo único, ¿por qué no había contado nada a su amigo? Encaré a quien decía ser mi mamá, discutimos mucho y al final reconoció: “¡Vos no sos mi hijo!’”, narra Emilio, veinticuatro años después de aquel día en que sintió que el mundo se le vino abajo.
Celia Nilda
se negó a darle más datos de su verdadera historia. “Me dijo muchas mentiras,
que me habían traido del Brasil, hasta que ella falleció, llevándose mi secreto
a la tumba”, narra.
“Viajé al Brasil, viví allá un tiempo, hasta que tomé contacto con unos primos, hijos de una hermana de mi madre apropiadora en el Paraguay, con quien ella estaba peleada, a la que considero mi madre del corazón, mi tata, quien me dijo: vos te llamás Jorge Luis y te llevaron siendo bebé del orfanato Santa Teresa”, agrega.
BÚSQUEDA. Emilio/Jorge Luis logró que la directora del actual Hogar Infantil Santa Teresita le permita acceder a los archivos. Sobre la avenida Eusebio Ayala (frente al local de la Justicia Electoral), allí funciona una guardería y es sede de los Centros de Bienestar de la Infancia y la Familia (Cebinfa). En épocas de la dictadura, el orfanato llegó a estar bajo la dirección de María Olivia Chelita Stroessner, hija adoptiva del general Alfredo Stroessner.
“Busqué datos durante días, revisando expedientes de todos los niños llamados Jorge Luis que ingresaron entre 1965 y 1968, hasta llegar casi a la certeza de que mi verdadero nombre era Jorge Luis Gómez Arena, y que mi madre fue María Olga Gómez, presa en la Comisaría Tercera, famoso lugar de detención y tortura de presos políticos, y luego en la Cárcel del Buen Pastor, donde se pierde su rastro, está desaparecida”, relata Emilio.
Su laberíntica búsqueda lo llevó al hogar familiar de los Gómez, en una humilde comunidad rural de Altos, Cordillera. “Cuando llegué y dije quién era, no lo quisieron creer. Según mi abuela, Laureana Isabel, les aseguraron que yo había muerto. Del paradero de mi mamá no sabían nada. Obtuve una muestra de ADN de mi abuela y el análisis comparativo con el mío reveló un 84% de compatibilidad”, indica.
APROPIACIÓN. Entre muchas dudas, Emilio hoy tiene certeza de que autoridades de la dictadura mintieron a su abuela (quien varias veces intentó rescatarlo del orfanato), asegurando que él había fallecido, cuando en realidad le “regalaron” siendo un bebé al matrimonio formado por el argentino Emilio Cricera y la paraguaya Celia Nilda Evaly. Cree que el nexo fue una mujer llamada Aurora Coronel.
Le crearon documentos (auténticos, pero de contenido falso) como una partida de nacimiento en que consignan su fecha de nacimiento el 12 de marzo de 1967 (cuando en realidad habría nacido el 11 de octubre de 1966).
De su madre sabe poco. Un informe policial de la Comisaría Tercera, firmada por el comisario Augusto Moreno, refiere que ella la abandonó en la vía pública, pero él considera que son mentiras. “Mi madre es una desaparecida, aunque no figure en las listas de las organizaciones de derechos humanos. Borraron todos sus registros. La policía allanó su casa en Altos y secuestró todas sus fotos y sus documentos. Ni siquiera tengo una imagen de cómo era ella, solamente un gran amor a su memoria”, indica.
Emilio/Jorge Luis presentó una denuncia oficial ante la Fiscalía, con patrocinio de la Coordinadora de Derechos Humanos del Paraguay (Codehupy) por Desaparición Forzada de Personas y Múltiple Violación de Derechos Humanos.
“Sé que muchos creían que en el Paraguay no hay casos de apropiación de bebés durante la dictadura stronista, como las que se cuentan en organizaciones como H.I.J.O.S. o Madres y Abuelas de Plaza de Mayo en la Argentina, pero existen. Soy el primero de ellos que sale a luz y seguramente hay más. La dictadura desapareció a mi mamá y me robó la identidad. La quiero recuperar”, destaca.
“A la hora 13 del 20 de octubre de 1966, llega una camioneta celular de la Policía, conduciendo a un oficial y agentes, quienes traen a un recién nacido, portador de la siguiente: Nota N° 237, señora directora del Hogar Infantil. ESD. Tengo el agrado de dirigirme a Ud., con el objeto de solicitar la internación en esa institución del menor Jorge Luis, quien fuera hallado en la vía pública…”
Así dice el informe de una asistente social sobre el “Caso N° 578, Jorge Luis”, que Emilio Félix Cricera Evaly pudo rescatar del archivo del Hogar Santa Teresita, de donde fue apropiado ilegalmente en 1967 y entregado al matrimonio del argentino Emilio Cricera y la paraguaya Celia Nilda Evaly, quienes obtuvieron una partida de nacimiento con un nuevo nombre, otra fecha de nacimiento y en donde ellos figuran como padres biológicos del bebé.
La nota de la entrega del bebé al Hogar Infantil Santa Teresa o Santa Teresita (que en épocas de la dictadura estuvo bajo la dirección de María Olivia Chelita Stroessner, hija adoptiva del general Stroessner) está firmada por el comisario Augusto Moreno, en ese entonces titular de la tristemente famosa Comisaría Tercera, uno de los más tenebrosos locales en donde eran detenidos y torturados los presos políticos, varios de ellos considerados desaparecidos.
ABANDONO. Según el relato del expediente, en la patrullera que llevó al bebé con apenas 8 días de nacido al hogar (sobre la avenida Eusebio Ayala, frente a la Justicia Electoral), también se hallaba la madre, María Olga Gómez, quien en esa época tendría 18 años, y que era trasladada a la Cárcel del Buen Pastor, tras haber estado presa en la Tercera con su hijo.
La asistente social cuenta que pudo hablar con la madre antes de que la lleven. Sostiene que la mujer admitió haber abandonado a su hijo en la entrada de una casa, por “estar desesperada”, ya que su “patrona” no admitía a empleadas con hijos y el padre del niño (marino de la Flota Mercante) la había abandonado. También admitió haber huido de su casa familiar en Altos. Pidió que le devuelvan a su hijo y no la lleven a la cárcel, pero no le hicieron caso.
VENGANZA. Emilio cree que muchas afirmaciones del informe son falsas, porque descubrió otros datos que hablan de una especie de venganza por parte de una persona poderosa en Altos contra su madre.
En su denuncia ante la Fiscalía de Derechos Humanos, revela que sus familiares contaron que “alguien de mucho poder económico en la ciudad de Altos estaba interesado en mi madre, y al no tener reciprocidad, fue quien mandó al proceder irregular de la Policía, ya que María Olga había venido a Asunción escondiéndose de quien le pretendía”.
Desde el Buen Pastor, María Olga se comunicó con su madre, Laureana Isabel Ojeda, para que recupere al bebé. “Mi abuela intentó por todos los medios y documentos comprobables de filiación recuperarme y llevarme con los míos, restitución que nunca se pudo dar, porque en el mes de agosto de 1967 fui ‘regalado’ a un matrimonio argentino-paraguayo residente en Buenos Aires”, destaca.
SIN PISTAS. A la abuela le dijeron en el hogar que el bebé había muerto, al igual que su hija María Olga. No entregaron los cuerpos. Debido al dolor, la anciana sufrió pérdida parcial de memoria, según los familiares.
“Me contaron que mientras mi madre estaba detenida, la Policía allanó la casa materna en Altos y se llevó todas las fotos y los documentos de María Olga”, agrega Emilio, quien desconoce las razones de la presunta desaparición, porque su madre no era una activista política conocida.
“Hoy reclamo que el Estado investigue y me diga qué pasó con mi mamá, de quien ni siquiera tengo una foto, porque se llevaron todo. En la Cárcel del Buen Pastor me dijeron que un incendio destruyó los registros de aquella época. Nadie más sabe nada”, dice.
Emilio ha
decidido quedarse en el Paraguay. Desde hace más de un año vive en Luque. Ha
intentado establecer una relación con su familia materna en Altos, pero siente
que hay muchos recelos, miedos y silencios que superar. Confía en que será
parte de un proceso.
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