El
reciente decreto del Gobierno paraguayo en el que reconoce a Isis y a Al Qaeda
como “organización terrorista global” y a Hamas y Hezbolá como “organización
terrorista internacional”, además de convalidar el libreto que viene
repitiendo el Informe anual del Departamento de Estado de los Estados Unidos
desde hace más de una década, sosteniendo que existirían bases de algunas de
estas organizaciones infiltradas en el seno de las comunidades árabes migrantes
en la Triple Frontera entre Paraguay, Brasil y Argentina (sin que se haya
exhibido hasta ahora pruebas convincentes, más que algún envío de remesas de
dinero), es una evidente concesión por parte del presidente Mario Abdo Benítez
a su actual nuevo protector, el expresidente Horacio Cartes, para favorecer a
sus relaciones políticas y comerciales con el Estado de Israel.
Se produce
de este modo el inicio de un brusco viraje en la política exterior del actual
Gobierno, que había empezado anulando la mudanza de la embajada paraguaya de
Tel Aviv a Jesuralén, dispuesta por Cartes en sus últimos meses de Gobierno
(con clara intromisión paraguaya en el conflicto palestino-israelí), que había
provocado el enojo y el retiro de la Embajada de Israel en Asunción, y había
abierto nuevas relaciones diplomáticas con países del mundo árabe.
Acerca de
este tema, habíamos escrito en setiembre de 2018 el artículo “Adiós, Israel;
hola Palestina” en Última Hora. (Lo puedes leer aquí).
Más allá
de la percepción que cada uno tenga acerca de cuál de las medidas (la de Cartes
primero, la de Marito después, la de Marito ahora) sea la más correcta para el
país, lo que ahora queda en evidencia es que Cartes ya ha empezado a cobrar por
su actual apoyo a Marito para salvarlo del juicio político, lo cual demuestra
que el argumento de que ese generoso apoyo a su hasta hace poco principal
adversario político es solo "por la patria" y a cambio de nada... es
una soberana mentira.
La
comprensión de los conflictos en el Medio Oriente resulta compleja para quienes
manejamos distintas percepciones políticas, culturales y religiosas desde la
distancia. Algunas de las organizaciones de violencia armada que actores
políticos gobernantes de Estados Unidos e Israel consideran abiertamente como
organizaciones terroristas, son vistas sin embargo por ciudadanos palestinos
–el caso de Hamas- y libaneses –el caso de Hizbolá-, como movimientos armados
de resistencia ante lo que consideran una invasión de sus antiguos territorios,
y desde ese punto de vista, muchas familias islámicas migrantes consideran
incluso un “deber patriótico” contribuir a estas causas, enviando remesas de
dinero. Ignorar este sentimiento que anida en algunos miembros de las
colectividades árabes establecidas en la zona de la Triple Frontera es ver solo
una parte del problema, principalmente cuando se ignoran enormes operaciones de
tráfico ilegal (narcotráfico, tráfico de armas, tráfico de personas,
mega-lavado de dinero, contrabando de cigarrillos y productos electrónicos) por
parte del crimen organizado transfronterizo que tienen consecuencias mucho más
directas en la realidad social, política y económica de nuestros países.
Probablemente
en los próximos meses veremos que todos los avances de contactos con países del
mundo árabe que había iniciado el entonces canciller Luis Castiglioni, van a
empezar a cortarse nuevamente y se reanudarán los lazos con Israel. Son
opciones diplomáticas, solo que los referentes del actual Gobierno tendrán que
asumirlos, con sus inevitables consecuencias. Esperemos que una de ellas no sea
el aumento de la estigmatización y criminalización de las comunidades islámicas
migrantes que habitan en el Este del país, mientras no existan pruebas
concretas de que hayan cometido algún delito.
P.D.: El
abogado José Alejandro Sánchez agrega: “La Organización de Naciones Unidas
ubica al movimiento palestino Hamas como Parte Beligerante en un conflicto
colonial (Resolución Consejo de Seguridad 2334/2016) Es un estatus legal
internacional, no mi opinión. En cuanto a Hezbolá, este partido político armado
del Líbano representa actualmente al 55% del parlamento libanés (en su alianza
con los cristianos católicos maronitas) Ambos movimientos políticos armados son
aliados tanto de Turquía como de Siria e Irán, así que en este punto puede
haber consecuencias económicas para el recientemente abierto mercado turco a la
carne paraguaya”.
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