Los
mismos chicos y chicas que organizaron la marcha del #15Npy
ya habían intentado antes sacar a la gente a las calles y plazas, pero entonces nadie les hizo mucho caso.
Los
anteriores intentos por inaugurar el capítulo paraguayo de los indignados
globales no tuvieron éxito. Mientras en la primavera árabe caían gobiernos tiránicos,
o en el 15M español se resquebrajaba el sistema, o en Occupy Wall Street
temblaba la bolsa, aquí los parlamentarios creían que las pintatas con la máscara
de Anonymous eran... un retrato proselitista de Camilo Soares.
Hubo un
momento, en mayo de 2012, en que las cosas parecieron cambiar. La prensa empezó
a informar que los legisladores iban a aprobar un aumento de 150.000 millones
de guaraníes al Tribunal Superior de Justicia Electoral, solo para pagar a los
operadores políticos de sus partidos.
Entonces
sí la gente respondió a las invitaciones en las redes sociales para un
"after office revolucionario"... ¡y estalló la plaza!
Se dijo
que aquello era "histórico". Los diputados fueron bautizados como
"dipuchorros" y los senadores, "senarratas", porque huyeron
de la ira popular en una apurada caravana, por una carretera aún en construcción.
Y, finalmente, tuvieron que dar marcha atrás, borrando con el codo lo que habían
firmado con la mano.
También
entonces se dijo que había llegado "el despertar cívico del pueblo
paraguayo" y se iniciaba "una nueva era ciudadana".
Pero
vinieron la masacre de Curuguaty, el 15 de junio, y el golpe parlamentario con
juicio político exprés, el 22, que destituyó en forma sumaria a un presidente
electo.
Muchos
de los que se habían movilizado juntos en el "after office
revolucionario" se encontraron de pronto en bandos distintos, agrediéndose
mutuamente e intercambiando rótulos: "golpistas",
"zurditos", "soberanos"…
Ha
debido pasar casi un año y medio para que, de algún modo, se comenzara a cerrar
aquella grieta en el alma del país. Y han debido surgir otros informes periodísticos
de gran impacto mediático, para que la indignación ciudadana resurgiera, por
encima de diferencias ideológicas, de partidos y clases sociales, para unirse
en una cruzada común, que golpeó como nunca a un sector de la clase política
que se creía tan soberbiamente impune y todopoderoso.
Hoy
muchos hablan del "noviembre paraguayo". Pero todavía habrá que ver
si, después de la "gran victoria ciudadana", los pocos que iniciaron
todo no se quedan otra vez solos, bailando con sus banderas bajo la lluvia.
(Publicado en la columna “Al otro lado del
silencio, sección Opinión del diario Última Hora, edición del sábado 30 de
noviembre de 2013)
No hay comentarios:
Publicar un comentario