sábado, 30 de noviembre de 2013

El noviembre paraguayo


Los mismos chicos y chicas que organizaron la marcha del  #15Npy  ya habían intentado antes sacar a la gente a las calles y plazas,  pero entonces nadie les hizo mucho caso.
Los anteriores intentos por inaugurar el capítulo paraguayo de los indignados globales no tuvieron éxito. Mientras en la primavera árabe caían gobiernos tiránicos, o en el 15M español se resquebrajaba el sistema, o en Occupy Wall Street temblaba la bolsa, aquí los parlamentarios creían que las pintatas con la máscara de Anonymous eran... un retrato proselitista de Camilo Soares.
Hubo un momento, en mayo de 2012, en que las cosas parecieron cambiar. La prensa empezó a informar que los legisladores iban a aprobar un aumento de 150.000 millones de guaraníes al Tribunal Superior de Justicia Electoral, solo para pagar a los operadores políticos de sus partidos.
Entonces sí la gente respondió a las invitaciones en las redes sociales para un "after office revolucionario"... ¡y estalló la plaza!
Se dijo que aquello era "histórico". Los diputados fueron bautizados como "dipuchorros" y los senadores, "senarratas", porque huyeron de la ira popular en una apurada caravana, por una carretera aún en construcción. Y, finalmente, tuvieron que dar marcha atrás, borrando con el codo lo que habían firmado con la mano.
También entonces se dijo que había llegado "el despertar cívico del pueblo paraguayo" y se iniciaba "una nueva era ciudadana".
Pero vinieron la masacre de Curuguaty, el 15 de junio, y el golpe parlamentario con juicio político exprés, el 22, que destituyó en forma sumaria a un presidente electo.
Muchos de los que se habían movilizado juntos en el "after office revolucionario" se encontraron de pronto en bandos distintos, agrediéndose mutuamente e intercambiando rótulos: "golpistas", "zurditos", "soberanos"…
Ha debido pasar casi un año y medio para que, de algún modo, se comenzara a cerrar aquella grieta en el alma del país. Y han debido surgir otros informes periodísticos de gran impacto mediático, para que la indignación ciudadana resurgiera, por encima de diferencias ideológicas, de partidos y clases sociales, para unirse en una cruzada común, que golpeó como nunca a un sector de la clase política que se creía tan soberbiamente impune y todopoderoso.
Hoy muchos hablan del "noviembre paraguayo". Pero todavía habrá que ver si, después de la "gran victoria ciudadana", los pocos que iniciaron todo no se quedan otra vez solos, bailando con sus banderas bajo la lluvia.


(Publicado en la columna “Al otro lado del silencio, sección Opinión del diario Última Hora, edición del sábado 30 de noviembre de 2013)


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