La nieta del gran Rafael Barrett luchó
contra las dictaduras de Paraguay, Uruguay y Brasil. Fue asesinada en Recife,
el 8 de enero de 1973. El cabo Anselmo, un infiltrado por el régimen militar en
las filas revolucionarias, la entregó. El Estado Brasileño pidió recientemente
disculpas por su asesinato.
#CrónicasDeLaMemoria
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Por Andrés Colmán Gutiérrez - @andrescolman
Soledad
Barrett y su compañera Pauline Reichstul vendían ropas en la boutique
"Chica Boa", cuando cinco hombres ingresaron con violencia y se las
llevaron a punta de pistolas. Fue la última vez que Sonja María Cavalcanti, la
dueña de la tienda, las vio con vida.
Era un
caluroso 8 de enero de 1973, en el barrio Boa Viagem de Recife, estado de
Pernambuco. La dictadura militar brasileña devoraba vidas humanas y sueños de
libertad.
Los
secuestradores, que vestían de civil, eran agentes del DOPS (Delegacía de Ordem
Política e Social), la Policía dictatorial.
Soledad
quedó paralizada al reconocer a uno de ellos. "¡Você...! ¿Por
qué...?", reclamó mientras la llevaban a rastras, sin fuerzas para luchar,
según relata Sonja María.
"Era
él...", admitió la dueña de la boutique ante la Justicia Brasileña, 24
años después, al reconocer la foto de "Daniel", (José Antonio dos
Santos, "el cabo Anselmo"), quien en ese momento era amante de
Soledad y padre del hijo que ella esperaba, embarazada de 4 meses.
Mucho
después se sabría que "Daniel" era en realidad un doble agente de la
dictadura brasileña, infiltrado en las filas de la Vanguardia Popular
Revolucionaria (VPR), el movimiento guerrillero del legendario capitán Carlos
Lamarca, del cual la paraguaya Soledad formaba parte.
Una larga marcha contra las injusticias
Soledad
Barrett Viedma nació el 6 de enero de 1945 en Yabebyry, Paraguay.
Su
padre fue Alejandro Rafael Barrett López, único hijo del gran escritor y líder
anarquista español Rafael Barrett, quien llegó al país en 1904 y marcó a fuego
las luchas sociales de toda una época, autor de importantes escritos de
denuncia periodística como "Lo que son los yerbales", en los que
reveló la esclavitud a la que eran sometidos los trabajadores conocidos como
los "mensú".
"El
nombre de Soledad reflejaba la ausencia de nuestro padre, perseguido por sus
ideas políticas al igual que nuestro abuelo", relató su hermana Nanny
Barrett.
Cuando
Soledad tenía solo 3 meses, su familia tuvo que huir a la Argentina, donde
pasaron cinco años de exilio.
"Volvimos
al Paraguay. Soledad, con su manera de ser tan dulce, despertaba adoración.
Tenía una forma de hablar pausada. Era una criatura hermosa, de cabellos
dorados y piel blanca", la describe Nanny.
Incapaz
de huir de los genes revolucionarios de su abuelo y su padre, en su
adolescencia Soledad empezó a militar en el grupo de los "gorriones",
vinculados al Frente Juvenil-Estudiantil de Asunción y al FULNA, destaca Víctor
Duré, en un ensayo sobre la rebelión de los años 50 y 60.
La
represión dictatorial obligó nuevamente a la familia a emigrar, esta vez al
Uruguay. "En Montevideo, dueña de una gracia especial para la danza
folclórica y el canto, ella se convirtió en un símbolo de la juventud
paraguaya. No había un acto de solidaridad en el que no fuera invitada a
actuar", recuerda Nanny.
El primer secuestro, en Uruguay
El 1º
de julio de 1962, cuando tenía 17 años de edad, Soledad fue secuestrada por
miembros de un comando nazi uruguayo.
Quisieron
obligarla a que grite consignas: "¡Viva Hitler! ¡Abajo Fidel!", pero
ella se negó. Con una navaja le dibujaron en los muslos una cruz svástica
(signo del nazismo) y la dejaron tirada detrás del zoológico de Villa Dolores.
La
joven paraguaya militaba ya activamente en los grupos revolucionarios y decidió
viajar a Cuba, donde recibió entrenamiento guerrillero. Allí conoció al amor de
su vida, el brasileño José María Ferreira de Araujo, con quien se casó y tuvo a
su hija Naim.
Un trágico final.
Eran
años de dictadura y terror. También de lucha revolucionaria... y de amor.
Soledad Barrett tenía 25 años de edad cuando perdió a su esposo, el brasileño
José María Ferreira de Araujo.
Desde
Cuba, José María volvió a Brasil en julio de 1970, para ayudar a consolidar la
lucha armada. En setiembre de 1970 fue capturado y asesinado por los militares.
Sin saberlo, Soledad viajó a buscarlo, con su pequeña hija Naim, en 1971.
Al
llegar y enterarse de la muerte de su marido, la paraguaya decidió incorporarse
activamente a la guerrilla brasileña, en su lucha por derrocar a la dictadura.
La VPR
la envió a Recife, junto a otros combatientes. Allí se reencontró con Anselmo,
un antiguo militante amigo de su esposo, a quien había conocido en Cuba.
El
"cabo Anselmo" era un militar que lideró la "revuelta de los
marineros" en 1964, contra el Gobierno de João Goulart, y se había
convertido en héroe para los guerrilleros. Pero la dictadura lo había captado
como doble espía y tenía la misión de delatar a sus compañeros.
"Para
no despertar sospechas, Anselmo necesitaba acercarse a alguien respetable y con
un histórico de militancia impecable. La víctima ya había sido elegida: Soledad
Barrett Viedma", relata la periodista brasileña Vanessa Gonçalves.
"El
cabo se aproximó de la militante y pasó a vivir como su compañero. Soledad se
embarazó de él, sin desconfiar de que era apenas un objeto para mantener la
fachada de Antonio", agrega.
El 8 de
enero de 1973 fue la "entrega".
Junto a
Soledad, fueron secuestrados: Pauline Reichstul, Eudaldo Gómez da Silva, Jarbas
Pereira Márquez, José Manoel da Silva y Evaldo Luiz Ferreira.
Los
cadáveres fueron hallados en una granja, en São Bento, municipio de Abre e
Lima, cerca de Recife. La abogada Mercia Albuquerque inspecionó los cuerpos en
la morgue y relata lo siguiente: "En un barril estaba Soledad Barret
Viedma. Estaba desnuda y había mucha sangre en los muslos, en las piernas, y en
el fondo del barril, donde se encontraba también un feto".
Sin
embargo, su cuerpo nunca fue entregado y en la práctica Soledad sigue siendo
considerada una desaparecida.
A pocos
días de haber cumplido 28 años de edad, la revolucionaria nieta del gran Rafael
Barret acabó su vida de manera violenta, traicionada por su propio amante y
padre del hijo que llevaba en sus entrañas.
Reivindicada en Brasil, poco conocida en
Paraguay
En el
barrio Jardim Adelfiore de São Paulo, Brasil, en el número 315 de la calle
Tarcon, hay una escuela municipal denominada Soledad Barrett Viedma, donde los
alumnos la recuerdan como "una luchadora paraguaya heroica, que dio su
vida por la libertad".
También
en Santa Cruz, Río de Janeiro, una calle lleva el nombre de la guerrillera que
llegó para unirse a las filas de la Vanguardia Popular Revolucionaria (VPR), la
legendaria guerrilla del capitán Carlos Lamarca.
En el
Paraguay, el nombre de Soledad Barrett aún es ignorado para la gran mayoría de
los habitantes, aunque su abuelo, Rafael Barrett, si resulta más conocido.
Quienes
saben algo de la historia de Soledad, la han vislumbrado a través de un poema
escrito por el gran poeta uruguayo Mario Benedetti o el cantautor Daniel
Viglietti, quienes conocieron personalmente a la paraguaya en Montevideo y le
han rendido su homenaje artístico.
Pedido de disculpas por el Estado Brasileño
El
pasado 11 de diciembre de 2015, Soledad Barrett Viedma fue declarada
oficialmente amnistiada política, post-mortem, por la Comisión de Amnistia del
Ministerio de Justicia del Brasil.
"Ese
crimen contra Soledad Barrett Viedma es el caso más elocuente de la guerra
sucia de la dictadura en el Brasil", escribió el periodista brasileño
Urianiano Mota, autor del libro Soledad en Recife, publicado en 2009.
"Su
cuerpo todavía está desaparecido e hasta hoy no fue expedido su certificado de
defunción. Declarada oficialmente muerta e desaparecida por responsabilidad del
Estado brasileño, Soledad ahora también es una amnistiada brasileña por todas
las persecuciones que sufrió en vida", declaró el presidente de la
Comisión de Amnistía, Paulo Abrão.
"Su
hija, Ñasaindy Barret de Araújo, recibe formalmente el pedido de disculpas del
Estado brasileño", explicó el titular de la comisión.
Así la
canta el artista uruguayo Daniel Viglietti:
"Otra cosa aprendí junto a Soledad
que la patria no es
un solo lugar.
Cual el libertario abuelo del Paraguay
creciendo buscó su senda y el Uruguay
no olvida la marca de su pisada
cuando busca el Norte
el Norte Brasil
para combatir...".
El gran
poeta Mario Benedetti la retrata así en sus versos:
“Con tu imagen segura
con tu pinta muchacha
pudiste ser modelo
actriz
Miss Paraguay
carátula
almanaque
quién sabe cuántas cosas
pero el abuelo Rafael
el viejo anarco
te tironeaba fuertemente la sangre
y vos sentías callada esos tirones…”.
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