Por Andrés Colmán Gutiérrez
Tengo
el mismo escepticismo que un gran sector de la ciudadanía: No le creo al
presidente Horacio Cartes con respecto a su renuncia a la reelección… ni
tampoco dejo de creerle.
Como
periodista he aprendido a creer en los hechos comprobables. Y en este caso está el hecho
concreto de que existe una carta -que se comprobó que es auténtica-, dirigida
al arzobispo de Asunción y entregada personalmente el lunes 17 de abril en
horas de la siesta, en el que Cartes comunica su decisión de no presentarse “en
ningún caso, como candidato a presidente de la República, para el periodo
constitucional 2018-2023”. También existe un mensaje grabado, dirigido a toda
la Nación, difundido en la noche del lunes, en el que ratifica el mismo
compromiso.
Es
cierto: no es la primera vez que Cartes asegura públicamente que no le interesa
la reelección, y que en las ocasiones anteriores ha pisoteado su propia
palabra. Sin embargo, se podría decir que el contexto actual es diferente. Hubo
una suma de presiones e intervenciones a nivel local e internacional, que
evidentemente le obligaron escribir esa carta, como todo el escándalo generado
con el incendio del local del Congreso y el asesinato del joven liberal Rodrigo
Quintana, la creciente indignación ciudadana que fue capitalizada por el bando
político opositor, pero principalmente el apriete que provino desde El Vaticano
y desde el gobierno de Estados Unidos.
Obviamente,
la carta en la que comunica su renuncia a la aspiración reeleccionista, Horacio
Cartes no la escribió desde su fuero íntimo, sino desde el contexto de quien
siente que se le han acabado todas las opciones para seguir con un plan cada
vez más resistido. Es por eso que la carta fue dirigida al arzobispo de
Asunción, porque desde su siquis de gobernante autoritario, es a este sector y
a esta línea de la Iglesia Católica –que llega hasta al Papa Francisco- a
quienes reconoce más autoridad en este momento, y a quienes siente que debe dar
señales, aunque ello implique echar por tierra al supuesto Estado laico y (una
vez más) a las endebles instituciones democráticas del país. Pero esa misma
situación hace que, en esta ocasión, lo que ha escrito en la carta, lo exponga
y lo comprometa aún más ante la historia política actual. Esta vez no le
resultará tan fácil, ni tan impune, volver a pisar eventualmente su propia
palabra.
Una
observación de las reacciones que produjo entre sus propios colaboradores
inmediatos (el entorno del oficialismo de la ANR) y entre sus aliados circunstanciales
(Lugo, Llano y sus respectivos entornos), revela que la decisión del presidente
los sorprendió a casi todos. Es decir, Cartes ni siquiera se tomó la molestia
de avisarles con cierta antelación a quienes estaban jugándose el todo por el
todo por la aventura reeleccionista, a quienes los dejó en el aire.
Los
senadores Lilian Samaniego y Juan Darío Monges, obviamente, fueron algunos de
los pocos que se enteraron minutos antes, tras ser convocados a Mburuvicha
Róga, y no les quedó otra opción que salir a improvisar una conferencia de
prensa y emitir señales de que el plan de la enmienda supuestamente sigue en
pie, para tratar de evitar que se les desbande la tropa, aunque les haya
costado explicar para qué seguir arremetiendo con la reelección, si Cartes ya
no será candidato. Con ello, solamente lograron instalar la desconfianza en la
ciudadanía y desvalorizar el gesto de renuncia de su líder.
El
presidente del Partido Colorado, Pedro Alliana, fue mucho más honesto en su
apreciación: Sin Cartes, el proyecto de la enmienda ya no tiene mucho sentido.
Dejó entrever que se acabará cayendo por su propio peso.
A
quienes la sorpresa sorprendió todavía mucho más, es a los hasta hace algunas
horas aliados cartistas del Frente Guasu. Probablemente temían que ocurra algo
así, pero no se lo esperaban. Eso se vio reflejado en el rostro y hasta en el
tono de voz de los senadores Esperanza Martinez, Hugo Richer y Carlos
Filizzola, quienes salieron a afrontar la situación ante los medios. No les
queda otra que seguir batallando para que su líder, el ex presidente Fernando
Lugo, pueda competir en las próximas elecciones, pero saben que no quedan
muchas chances de que eso pueda ocurrir. Y saben que es poco lo que les queda,
tras esta deserción de su ex socio, que ni siquiera se dignó en avisarles antes
sobre lo que iba a hacer.
En las
carpas de la oposición a la enmienda, se sintió el mismo boom de la sorpresa.
Aunque haya una sensación de victoria en la puja política, persiste el temor de
que sea una jugarreta, pero sobre todo hay preocupación, porque de pronto
cambiaron totalmente las reglas del juego. Ahora se desvanece el factor que los
mantenía unidos y se inicia la verdadera pelea electoral, que será encarnizada
y probablemente caníbal.
Un
actor clave en este proceso de desactivar la crisis (y de derivar en la
renuncia de Cartes a la reelección), fue el presidente de la Cámara de
Diputados, el colorado oficialista Hugo Velázquez. Contra todos los
pronósticos, demostró ser un político sensato y mesurado, que paró la pelota en
el momento más álgido del partido, metió el proyecto de enmienda en el
congelador y lo dejó allí, mientras evaluaba los acontecimientos. Fue el único
del sector oficialista que salió a dar la cara en un canal de televisión, en la
noche del 31 de marzo, cuando todavía ardía el edificio del Congreso, y aportó
tranquilidad y prudencia, al prometer que el proyecto no se iba a tratar. Y en
medio de toda la desconfianza, en todo este tiempo mantuvo su palabra. Por
algo, el emisario del gobierno de Estado Unidos pidió reunirse con él.
¿Qué se
viene ahora…?
Primero,
terminar de definir el sepelio definitivo de la enmienda. En el oficialismo del
Partido Colorado se tiene muy claro que cualquier intento por continuar dándole
aire, solo restará un valioso tiempo para el cada vez más corto plazo en la
carrera electoral hacia el 2018.
Si
Cartes no corre, las posibilidades son muy distintas. Es difícil que se
mantenga la unidad del oficialismo, ya que hay varios que pretenden disputar la
sucesión, empezando por el vicepresidente, Juan Afara, que con mucha discreción
y habilidad ya había inscrito su propio movimiento en la Justicia Electoral
para las internas de la ANR, probablemente previendo que esto iba a pasar.
Cualquiera diría que el dinero de Cartes impondrá a su delfín o a su Pato
Donald, como lo hizo con Alliana en la presidencia de la ANR, pero esta vez el
contexto será un poco diferente. Y la sombra de una creciente figura de Marito
Abdo en la disidencia colorada, con el padrinazgo del siempre maquiavélico
Calé, no es una situación a ignorar.
En la
oposición al Partido Colorado, tampoco será muy fácil administrar las
diferencias. Se podrá creer que el presidente del Partido Liberal Radical
Auténtico, Efraín Alegre, emerge como el principal referente político de la
cruzada en contra de la enmienda, pero sería una lectura equivocada. Efraín
sigue arrastrando el estigma de haber apoyado el golpe parlamentario contra
Lugo en junio de 2012, de haberse visto salpicado por la gran corrupción para
respaldar su campaña durante el gobierno de Federico Franco y su estrepitosa
derrota electoral ante Cartes, en el 2013. Además, en las internas del PLRA le
saldrán rivales hasta debajo de las piedras. Todavía habrá que ver que queda
del sector llanista liberal, tras esta debacle.
En las
filas de la izquierda y de los partidos pequeños, el panorama es aún más
complejo. La división entre el Frente Guasú y Avanza País en torno a la
enmienda ha sido profunda y violenta, y ha afectado en oleadas a otras fuerzas
más pequeñas: Partido Comunista, Kuña Pyrenda, Convergencia, incluyendo al
sector que se ha mantenido al margen de esta disputa, como Paraguay Pyahurá o
el Congreso Democrático del Pueblo. Será difícil rejuntar los pedazos para una
opción electoralmente potable en el 2018.
El aparente
as bajo la manga de la oposición es el actual intendente de Asunción, Mario
Ferreiro, que en las últimas encuestas se reveló con gran potencial electoral,
en el caso de que Fernando Lugo no pueda competir (y aparentemente, no podrá).
¿Será Mario el gran aglutinador de las dispersas fuerzas no coloradas? ¿Se lo
dejaran los liberales, que en su última convención dispusieron que el candidato
presidencial sea indefectiblemente un liberal…?
El
nuevo “Juego de Tronos” o “House of Cards” a la paraguaya, recién comienza…
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