Con
autorización del intendente municipal Lázaro Ovelar, tomando las prevenciones sanitarias
de rigor, pudimos franquear la barrera policial establecida a la entrada, que
no permite que los pobladores salgan del lugar por 15 días.
Ante la
gravedad del caso, esperábamos hallar una dotación de técnicos de salud
vestidos como astronautas, como en las películas, procediendo a asistir a la
población, pero… nada.
La calle
principal lucía vacía y desolada, los pocos almacenes y despensas estaban totalmente
cerrados, los rostros campesinos que nos miraban con miedo tras los vidrios o
barrotes de las ventanas. El miedo se sentía en el aire.
En el
cementerio tuvimos la suerte de encontrar a un hombre que tomaba notas y
verificaba la situación. Así conocimos al doctor Gustavo Américo Gamarra,
terapista del Hospital Militar, quien también es un poblador de Itapirú y había
asistido al paciente S. V., días antes de que fuera llevado otra vez con
urgencia a Clínicas. Él nos mostró las precarias condiciones en que se hallaba
el panteón donde fue alojado el féretro, con finas paredes de ladrillo que
contenía visibles grietas, tal como lo retratamos en el reportaje que
publicamos este miércoles en Última Hora, y que lo pueden leer al final de este
posteo.
Creímos que
iba a resultar difícil hablar con los pobladores, pero al salir del cementerio
un nutrido grupo de ellos nos estaban esperando. El encuentro fue
impresionante. Estaban parados en medio de la calle, distanciados a unos metros,
unos de otros. Mujeres y hombres. Algunos llevaban tapabocas, a falta de ellos
otros se cubrían el rostro con prendas de vestir atados sobre el rostro, o como
la mujer que hizo de vocera, Liza Ferreira, sostenían una remera contra la boca
y la nariz, como si de ese modo pudiesen protegerse contra el virus.
Fue
impresionante escucharles por el miedo y el susto que demostraban, relatando la
angustia de encontrarse en una situación que ni buscaron ni esperaron, y sobre
todo que se sentían muy abandonados y desamparados por las autoridades, muchos
de ellos sin ninguna forma de sustento. Simplemente se les aisló y se los dejó
como prisioneros del bloqueo total, con la incertidumbre de no saber quiénes
pudieron haberse contagiados, y con el temor de que el cuerpo del poblador
fallecido estaba allí, sin haber sido enterrado bajo tierra, ni incinerado, apenas
depositado en un precario panteón de cemento en la superficie, aun con grietas visibles en el momento en que estuvimos allí.
Aquí quedan
varias cuestiones que deben ser revisadas.
Lo primero
es que evidentemente hubo fallos en el protocolo que se siguió desde el Hospital de Clínicas.
Según el
médico Gustavo Gamarra, quien conoce a profundidad el caso, el sexagenario S.
V. se contagió probablemente con el Covid-19 tras su última sesión de quimioterapia
en Clínicas, en los primeros días de abril, debido a sus bajas defensas.
En ese
estado fue traído de vuelta a su comunidad, en donde, ya probablemente en
situación de infectado con el coranavirus, tuvo contacto con mucha gente, no
solamente en Itapirú, sino en la misma ciudad de Arroyos y Esteros, ya que acudió
con sus familiares a una farmacia y a otros negocios.
Cuando el abuelo
S. V. se sintió muy enfermo, con alta fiebre y casi sin glóbulos blancos, en
los días de Semana Santa, el doctor Gamarra recomendó que lo vuelvan a llevar
con urgencia al Hospital de Clínicas, en San Lorenzo. Así se hizo. Allí murió
el sábado 11 a la noche. Los médicos le hicieron una segunda prueba de Covid-19
al paciente, cuyos resultados estarían el lunes 13 (ya le habían hecho un
primes test, que dio negativo) y decidieron entregar el cuerpo a los familiares
en la mañana del domingo 12, tras asegurarse de que una funeraria de Caacupé
proceda a lacrar el ataúd, con todos los cuidados sanitarios, antes de
trasladarlo. Supuestamente dieron precisas instrucciones para que sea llevado
directamente al cementerio de Itapirú, lo cual no se cumplió.
Aquí está un
grave fallo. Según el ministerio de Salud, aunque no exista confirmación de
Covid-19, todos los decesos deben manejarse con protocolo como si fueran casos
de infección: ataúdes sellados, sin velatorios, sepelios sin aglomeración y con
máxima seguridad.
Los médicos
supuestamente confiaron en que los familiares llevarían el cuerpo directo al
cementerio. No fue así. Confiados en que no tenía Covid-19, llevaron el ataúd
directamente al domicilio, donde lo velaron durante toda la tarde y noche del
domingo 12, madrugada del lunes 13, hasta proceder al sepelio el lunes a la
mañana. En todos estos momentos, muchos pobladores se acercaron a dar sus
pésames a los familiares, siguiendo la humana tradición cultural y religiosa.
A la mañana,
tras culminar el sepelio, aparecieron las autoridades del Centro de Salud local
con gente de la Fiscalía de Cordillera y la Policía a avisar que el segundo
test de coronavirus había dado positivo. Allí se desató el escándalo y cundió
el miedo. Hubo un fuerte altercado entre gente de la Fiscalía y los familiares
del fallecido. Se ha buscado echar la culpa principalmente a los parientes.
Pregunta:
¿No deberían las autoridades del Hospital de Clínicas haber comunicado este
caso a las autoridades del Ministerio de Salud, para extremar cuidados? ¿No
deberían haberse preocupado de que se cumplan las indicaciones de deposición
del cuerpo según el protocolo sanitario, avisando a la policía de Arroyos y
Esteros y de Itapirú para que controlen que así ocurra? Son los graves fallos
que se cometieron y que urge revisar, para que no vuelva a ocurrir un
lamentable episodio como el de la compañía Itapirú.
Mientras
tanto, unas 200 familias viven con suma angustia, con muy poca información y
muy escasa asistencia, encerrados en su territorio, casi sin víveres y sin
orientación, dispuestos incluso a quemar el panteón que consideran es un riesgo
al acecho. Un triste episodio del que hay que tomar urgentes lecciones.
Andres Colmán Gutiérrez
Fotos:
Desirée Esquivel.
El médico Gustavo Gamarra muestra las grietas del panteón donde se alojó al fallecido por Covid-19 en Itapirú. |
***
(A continuación,
el reportaje publicado este martes 15 de abril de 2010 en el diario Última
Hora).
Negligencia y miedo en
torno al fallecido por Covid-19 en Itapirú
Policías de Arroyos y Esteros controlan el acceso a la compañía Itapirú, tras el bloqueo sanitario dispuesto por las autoridades |
TEMOR. Pobladores que están en cuarentena amenazan con quemar panteón y piden ayuda.
FALLAS. Médico cree que contagio fue en Clínicas y acusa de errores en la entrega del cuerpo.
Andrés Colmán Gutiérrez - @andrescolman
Fotos: Desirée Esquivel - @desiesquivel
ITAPIRÚ - CORDILLERA
“Las autoridades ya nos tenían olvidados, ahora además nos
tienen como presos y en grave peligro de morir”, dice Liza Ferreira, pobladora
de la compañía Itapirú, Arroyos y Esteros, parada en medio de la calle de
tierra junto a otros vecinos que la secundan, manteniendo metros de distancia.
A falta de tapabocas ella se cubre el rostro con un paño blanco, que no alcanza
a ocultar el miedo en su mirada ni a disimular el enojo y la angustia en su
voz.
Es mediodía del martes y el miedo se siente en el aire
enrarecido de esta pequeña comunidad rural habitada por unas 200 familias,
quienes desde el lunes permanecen en zozobra, tras enterarse que un vecino de
67 años de edad, querido y respetado, a quien muchos acompañaron en su velorio
y en su sepelio, había muerto contagiado del Covid-19.
“No sabíamos que él se contagió del coronavirus. Muchos fueron
al velorio y acompañaron al cementerio. Después llegaron los de la Fiscalía.
Ahora tenemos miedo, no sabemos quiénes fueron contagiados. Encima nos tienen
presos, no podemos salir, mi marido trabaja en Asunción y me tiene que enviar
plata para la comida, pero no puedo recibir, las despensas están cerradas. Las
autoridades no aparecen”, reclama Liza y varias voces se unen a su indignación.
“Si no llevan el cuerpo contagiado de aquí, vamos a quemar el panteón por
nuestra seguridad”, advierten.
BARRERA.
Dos tiras de cintas amarillas cierran los dos caminos de acceso a Itapirú.
Agentes de Policía controlan que los pobladores no salgan. Los pocos locales
comerciales están cerrados. No se ven personas en las calles. En el cementerio,
un hombre toma notas en una planilla. Es el doctor Gustavo Américo Gamarra,
médico terapista del Hospital Militar, quien también vive en Itapirú, fue
director del centro de salud local y conoce el caso en profundidad.
“Conocí bien al señor (la víctima). Tenía leucemia y acudía a
hacerse quimioterapia en el Hospital de Clínicas, en San Lorenzo. Entre el 5 y
6 de abril estuvo allí, probablemente entonces contrajo el coronavirus”,
explica.
El martes 7 de abril, una hija del sexagenario buscó a Gamarra
porque su padre estaba con fiebre. Tenía apenas 1.200 glóbulos blancos. Al día
siguiente, miércoles 8, pasó a verlo en su domicilio. “Les dije que lo lleven
urgente al hospital. La hija me llamó y me contó que le diagnosticaron NIH
(neumonía intrahospitalaria), en Clínicas ya sabían que él había adquirido una
infección allí. Murió el sábado 11 a la noche. Le hicieron una segunda prueba
de Covid-19 (la primera había dado negativo) y entregaron el cuerpo a los
familiares el domingo 12”, relata Gamarra.
FALLAS DE PROTOCOLO.
Una empresa funeraria de Caacupé cerró el ataúd y trajo el cuerpo hasta el
domicilio de la familia en Itapirú, el domingo 12. “Debían enterrarlo
enseguida, pero trajeron a velarlo en la casa durante la tarde y noche del
domingo. Mucha gente vino al velorio y acudió al sepelio el lunes”, narra el
médico Gustavo Gamarra.
Poco después del sepelio aparecieron las autoridades
sanitarias y de la Fiscalía con el resultado del último examen, revelando que
el paciente dio positivo a coronavirus. La alarma se disparó. Hubo una fuerte
discusión entre la gente de la Fiscalía y los familiares en la entrada del
cementerio.
El doctor Gamarra cree que hubo poco cuidado en Clínicas al
entregar el cuerpo a los familiares, cuando probablemente ya había sospechas
sobre coronavirus. “Tampoco nadie controló que el cuerpo se entierre enseguida,
que se cumpla el protocolo”, destaca.
Hubo muchas mentiras. “Un fiscal de Caacupé aseguró que el
cuerpo se enterró bajo tierra, según el protocolo, pero no es así”, indica.
Acompaña a los periodistas a verificar el precario panteón y muestra las
grietas visibles que el panteón tiene en la parte posterior. “Esto no responde
al protocolo de seguridad médica, aquí se cometieron muchos fallos”, asegura.
ANGUSTIA.
En una casi desierta sede de la Municipalidad de Arroyos y Esteros, el
intendente Lázaro Ovelar reconoce su preocupación. “Los pobladores están
molestos y con miedo, necesitamos asistencia de las autoridades nacionales. El
bloqueo sanitario agravará la situación. Aquí hay 7.200 personas humildes que
se anotaron para recibir subsidios del programa Ñangareko, pero no cobraron aún
un solo guaraní. Ni siquiera pueden ir a pescar porque está prohibido. Hacemos
todo lo que podemos por ayudar, pero nuestros recursos son limitados. Y aún no
sabemos cuántos más se contagiaron”, indica.
BAJO CONTROL.
Respecto al manejo del Hospital de Clínicas, que hoy evalúa enviar a cuarentena
a su personal de salud, el doctor Eduardo Jara, director de la tercera Región
Sanitaria de Cordillera, dijo: “No quiero arriesgarme y decir en qué momento o
quién falló, porque Clínicas no depende del Ministerio de Salud y no sé cuál
fue el manejo que se dio en ese lugar”.
La autoridad sanitaria asegura que la situación en la compañía
Itapirú está bajo control. Se detectó a todos los que asistieron al velorio y
al sepelio, se los mantiene en cuarentena y el panteón será revestido con una
pared más gruesa de cemento. “Tenemos a unas diez personas trabajando en el
caso”, expresó.
Vista del cementerio de Itapirú, convertido en un foco de temor para la población local. |
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Médicos del Hospital de
Clínicas podrían ir de cuarentena
El doctor Jorge Giubi, director general asistencial del
Hospital de Clínicas refirió que “lo que pasó es peligroso y preocupante porque
Salud dictó un protocolo de manejo de fallecidos sospechosos y que se
socializó. No hay que velarle al paciente, que tiene que estar en el cajón
cerrado, sellado, y que tiene que ir directo al entierro”.
Agregó que “era un enfermo leucémico que estaba en tratamiento
en el Hospital de Clínicas en forma programada, estuvo hace 10 días para
hacerse una quimioterapia dentro de la institución, se hizo la quimio, y se fue
de alta. Y el paciente volvió el viernes 10 al hospital con un agravamiento de
su cuadro leucémico, vino con fiebre y ahí se constató un problema
respiratorio, y se le pasó al área respiratoria, como un caso sospechoso del
Covid-19”.
“Este paciente fallece en estado grave. Los familiares estaban
en conocimiento de que era un sospechoso del Covid. Se les dijo que se envió la
muestra. Creo que hubo una dificultad económica para trasladar el cuerpo
entonces fue llevado a la morgue, la funeraria cumplió con el protocolo para el
retiro del cuerpo del paciente”, dijo Giubi.
El director indicó que unos 40 funcionarios, entre médicos,
enfermeros y otros trabajadores de la salud del Hospital de Clínicas podrían
ser sometidos a cuarentena, luego de haberse constatado el fallecimiento del
sexagenario procedente de Arroyos y Esteros.
Giubi, admitió que se trata del primer paciente fallecido por
coronavirus en Clínicas y el caso implica una evaluación de lo ocurrido, para
corregir los fallos que se puedan haber podido cometer. “Todos estamos
aprendiendo de este proceso”, indicó en una entrevista radial. “En un sistema
de salud donde tenemos pocos recambios esto golpea mucho, pero vamos a
hacerlo”, agregó sobre la cuarentena del personal de blanco.
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