Andrés Colmán Gutiérrez - @andrescolman
Encerrados
desde hace semanas en nuestras casas, hartos de tanta familiaridad impuesta,
solo esperamos que la maldita pandemia del Covid-19 acabe de una vez y podamos
volver a la “normalidad” para recuperar tantos abrazos y caricias, domingos de
asados y fútbol, estrenos de cine y teatro, conciertos masivos de música en
vivo, ferias en la Costanera, encuentros en el colegio o en la facu, brindis
con los amigos y amigas en el bar de la esquina.
Pero... qué
pena. Los expertos aseguran que no será así. Aunque podamos ir saliendo
gradualmente de la cuarentena y hayamos logrado “aplanar” o “martillar” la
famosa curva, el virus seguirá allí, acechando como un mortal enemigo invisible
y mientras no dispongamos de una vacuna (que –dicen– tardaría al menos un año)
todas las personas, incluyendo a los “recuperados”, seguiremos siendo
potenciales portadores del contagio.
Así que no,
estimados amigos y amigas. No podremos regresar a la ansiada “normalidad”.
Tendremos que acostumbrarnos a andar por la vida con tapabocas, a lavarnos las
manos a cada instante, a desinfectar siempre todo lo que tocamos, a ir al
trabajo con extremo cuidado, a guardar distancia física ante los demás.
Tendremos que habituarnos a ver los partidos de fútbol solo por televisión, a
asistir a los conciertos de nuestros artistas preferidos por internet, a hacer
compras principalmente en tiendas virtuales, a cursar estudios online, a
brindar simbólicamente con nuestros amigos y seres queridos a través de una
pantalla. Tendremos que renunciar al apretón de manos y a los abrazos, al
tereré compartido.
Tendremos
que aprender otra manera de vivir... y de morir. Ni las despedidas a quienes
fallecen podrán seguir siendo igual. Debemos romper tradiciones culturales y
religiosas que llevan siglos, velar a nuestros muertos por escaso tiempo y en
higiénica soledad.
Y aunque más
tarde que temprano pueda ser posible retornar a lo que llamamos “normalidad”,
probablemente no será lo recomendable. Tal como coinciden los pensadores, eso
que consideramos “normalidad” es lo que nos ha llevado a esta situación.
Lo “normal”
era exactamente el problema. Lo “normal” de sistemas de producción que
desprecian el valor de la naturaleza, que arrasan con bosques y ecosistemas,
que llenan el mundo de humo, basura y polución, que envenenan el aire,
contaminan el agua y alteran el clima, que les dan poder a los políticos
corruptos e insensibles, que se apropian de los recursos públicos y desprecian
a las mayorías pobres, que discriminan y persiguen a quienes son diferentes o
piensan de modo distinto, que privatizan y mercantilizan la salud, que ponen a
la salud pública y a la educación en último lugar.
Por sostener
algo similar en una entrevista concedida a la renovada versión digital del
mítico periódico “Adelante” del Partido Comunista Paraguayo, el médico
Guillermo Sequera, director de Vigilancia de Salud del Ministerio de Salud, uno
de los hombres claves en la lucha contra la pandemia del coronavirus, ha sido
objeto de una virulenta campaña por parte de un sector reaccionario de la
política y la sociedad de nuestro país. Lo acusan de “comunista”, usando un
recurso que quizás era válido hace más de 30 años, en plena dictadura
stronista, pero Sequera solo expuso el pensamiento de filósofos y cientistas
sociales de todas las tendencias, una convicción que empieza a consolidarse en
todo el planeta.
Aceptémoslo:
la forma de vida que conocíamos no va a volver. Para sobrevivir al Covid-19
debemos cambiar drásticamente nuestra forma de hacer casi todo lo que hacemos:
cómo trabajamos, cómo hacemos deporte, cómo salimos a farrear, a comprar, a
atender nuestra salud, a educarnos y a educar a nuestros hijos, a cuidar a los
miembros de la familia, a producir creativamente.
Otro mundo
es posible a partir de la crisis. En nuestras manos está hacerlo mejor o peor.
_____________________
Publicado en la columna Al otro lado del silencio, sección Opinión, del diario Última Hora de Asunción, Paraguay. Edición del sábado 18 de abril de 2020.
(Fotografía: Desirée Esquivel).
No hay comentarios:
Publicar un comentario