Andrés Colmán Gutiérrez - @andrescolman
Si hay cosas
que te pueden joder el día son los tuits de un ex fiscal anticorrupción a las 6
de la mañana, justo cuando te preparabas a dar una conferencia de prensa sobre
la cuarentena sanitaria.
Le sucedió
el jueves al ministro de Salud, Julio Mazzoleni, cuando se divulgó el informe
de la Comisión Especial de Supervisión y Control de Compras, presidida por
Arnaldo Giuzzio, confirmando que se montó un esquema delictivo para compras fraudulentas
de insumos médicos con dinero del Estado. No le quedó más opción que
atrincherarse en su hierática sonrisa, decir que no leyó aún lo de Giuzzio y
anunciar que cancelará los objetados llamados a licitación.
Más que el
informe, provocaron pánico los siete tuits que el ex fiscal disparó al hilo
antes del desayuno. Giuzzio desarmó la excusa de Mazzoleni de que hubo errores
“de buena fe” en las compras por el apuro de la emergencia. “La declaración de
urgencia impostergable para la adquisición de insumos o equipos en aras de
hacer frente a la Pandemia del Covid-19 no puede ser excusa para una
implementación irregular de procesos de compra, ni utilizarse para tapar
acciones negligentes en nombre de la Salud”, le bajó Giuzzio en su tuit. Más
claro, agua (tónica).
El informe
dice que no hay consistencia entre las fechas de designación del Comité de
Evaluación del Ministerio de Salud y el inicio del trabajo de sus miembros,
confirmando que suscribieron el acta de una compra ya decidida. ¿Mazzoleni
sabía que se preparaba una millonaria estafa, la avaló hasta que saltó a luz y
recién entonces tomó distancia, sin despedir ni denunciar a los funcionarios
involucrados? ¿O no sabía y fue engañado en su buena fe? Entonces, ¿por qué
sigue defendiendo la “presunción de inocencia” de los involucrados y se muestra
tan poco firme ante la corrupción?
Arnaldo
Giuzzio es un tipo cuya visión sobre la vigilancia digital puede ser
cuestionada, como cuando impulsó la frustrada “Ley Pyrawebs” como senador, pero
es uno de los más coherentes y obstinados luchadores contra la mafia que
emergieron dentro del sistema, hasta ahora. Parco y medido al igual que
Mazzoleni, no rehúye a la exposición mediática, pero la evita en lo posible.
Cada tanto usa Twitter para dejar su huella política. No tiene la asiduidad del
ministro de Salud ni tampoco su popularidad (Mazzoleni tiene 437,9 mil
seguidores en Twitter, Giuzio tiene 46,1 mil). Informar sobre corrupción no
produce el mismo interés que el número de casos de Covid-19, pero probablemente
ambos sean esenciales e importantes. El coronavirus nos acecha desde hace tres
meses y a veces mata. La corrupción nos acecha desde siempre y siempre mata.
Detrás está
Marito, el contradictorio presidente que dice no tolerar la corrupción, pero se
enoja cuando los fatos salen a luz y alega que las denuncias obedecen a una
persecución política contra su Gobierno y su ministro preferido. El mandatario
que respalda a full a Mazzoleni y le duele sacar del Gobierno a sus amigos
políticos como Beto Melgarejo (Dinac) o Patricia Samudio (Petropar) a quienes
debe favores políticos y económicos de su campaña electoral, pero ante la
indignación ciudadana pone a Giuzzio a controlar, quizás sabiendo que Giuzzio
es un incontrolable.
En lo
personal continúo siendo fiel seguidor de los tuits de Mazzoleni, pero les doy
cada vez más atención a los tuits de Giuzzio.
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Publicado en la columna Al otro
lado del silencio, sección Opinión, del diario Última Hora de
Asunción, Paraguay. Edición del domingo 7 de junio de 2020.
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