Si el gobierno del presidente
Federico Franco no es un régimen represivo y retrógrado, está haciendo
todo lo posible por parecerlo.
La violenta acción policial
desplegada en la madrugada del jueves, para desalojar a un grupo de
manifestantes que dormían frente a la sede central de la Fiscalía, tras
una noche de vigilia en solidaridad con los presos del caso Curuguaty en
huelga de hambre, fue una de las más torpes jugadas del actual Poder
Ejecutivo.
Algún inteligente estratega gubernamental habrá
planteado que una rápida acción de desalojo, realizada al amparo de las
últimas sombras de la noche, evitaría la incómoda presencia de la prensa
y permitiría despejar el lugar de esa veintena de molestos
alborotadores del orden público para cuando amanezca.
Pasó, sin
embargo, por alto que en estos días cualquiera tiene un teléfono
celular con cámara filmadora, y las dramáticas imágenes de la represión
policial colmaron las redes sociales en internet, obligando a muchos
medios de comunicación a levantar y a reproducir los videos en forma
masiva, reflejando un clima sensorial que hacía recordar momentos
trágicos de la dictadura.
Hasta entonces, el reclamo sobre los
campesinos presos por el caso Curuguaty no era una noticia central para
la mayoría de los medios y gran parte de la sociedad paraguaya se
mostraba indiferente.
Aunque un informe paralelo cuestionaba la
investigación oficial y aportaba indicios inquietantes sobre la posible
presencia de francotiradores con armas automáticas durante la masacre
que el 15 de junio pasado causó la muerte de 11 campesinos y 6 policías,
no se le otorgaba mayor credibilidad por provenir de una organización
liderada por el político liberal Domingo Laíno, muy ligado al destituido
presidente Fernando Lugo.
Pero tras el agravamiento de salud de
los cuatro presos en huelga de hambre y la violenta represión del jueves
a la madrugada, el caso Curuguaty saltó a la primera plana de los
medios, hay equipos de prensa internacional realizando reportajes sobre
el tema y la propia Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)
estudia una posible intervención en el caso.
Por más que el
ministro del Interior acuse en conferencias de prensa que tras las
movilizaciones hay "un sesgo político" y sostenga que el actual gobierno
"no es responsable de los muertos de Curuguaty", no puede evitar que
mucha gente tenga en cuenta que, si no hubiera existido la masacre,
Franco no hubiera sido presidente. Y que un sector cada vez mayor de la
sociedad se empiece a preguntar con legítima motivación: ¿Qué pasó
realmente en Curuguaty?
(Publicado en la sección Opinión del diario Última Hora, edición del día 24 de noviembre de 2012).
Muy buenoooo!!!!!!!!
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