Foto de la época del almacén de la familia Semeniuk, pioneros víctima de la represión. |
El 14 de marzo de 1955, el comisario
Abraham Benítez se alarmó porque inmigrantes eslavos de Fram entonaban el himno
paraguayo con el himno ruso. Inició así la primera gran represión stronista
contra unos 400 colonos, acusados de ser "espías soviéticos
comunistas", con un violento ataque militar al poblado, episodio que se
mantuvo en silencio durante décadas. Entre las "peligrosas evidencias de
subversión" figuraba la novela "La madre", del escritor Máximo
Gorki, en ruso.
#CrónicasDeLaMemoria
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Por Andrés Colmán Gutiérrez -
@andrescolman
En la
noche del sábado 14 de marzo de 1955, los pobladores pioneros de la colonia Fram,
en Itapúa, se aprestaban a disfrutar de una "vestavka" (fiesta
comunitaria) en el Club de los Inmigrantes, sobre la entonces única calle
principal, réplica de las típicas calles de aldeas de Ucrania.
Se
cumplían 6 meses de que el general Alfredo Stroessner había asumido por primera
vez la presidencia de la República (el 15 de agosto de 1954) tras unas
elecciones sin oposición y todo presagiaba un clima tranquilo, ya que muchos de
los colonos inmigrantes apoyaban al nuevo mandatario, a quien reconocían como
uno de los suyos, por provenir de una familia de inmigrantes alemanes que se
había radicado también en Itapúa.
"El
salón estaba listo. Las paredes pintadas y decoradas con palmeras, cortinas de
frente con colores azul y amarillo, y los bancos y sillas esperaban que fuera
las 20 horas para abrir la función. En un rincón estaba el bar, con algunas
botellas de caña, vino y cerveza, que serían vendidos durante la fiesta",
describe el sociólogo e historiador Roberto Zub Kuryolowick, también descendiente
de una de las familias migrantes de origen ucraniano, quien investigó a fondo
el episodio de la represión y lo relata en su libro Ataque a Fram: Los colonos
eslavos en el Paraguay durante la Guerra Fría.
Pero
había cierta tensión entre los inmigrantes, producido por los ecos políticos
que llegaban desde el exterior sobre la llamada Guerra Fría, que enfrentaban a
los países socialistas o comunistas (especialmente la Unión Soviética) con
países capitalistas (especialmente Estados Unidos).
Desde
hacía algunas semanas, varios colonos sentían que el comisario de Policía
destacado en la comunidad, Abraham Benítez, los mantenía bajo vigilancia y que
sus cartas y encomiendas que llegaban desde Europa eran previamente abiertas y
revisadas en la pequeña oficina local del correo.
La
noche de la fiesta, el 14 de marzo, el comisario Benítez se hizo presente en el
local del Club de Inmigrantes, vigilando atentamente todo lo que sucedía, y ya
le llamó la atención que junto a la bandera paraguaya había una bandera
soviética, con los símbolos de la hoz y el martillo.
"El
comisario era famoso porque no sabía leer ni escribir y cuando alguien
necesitaba un permiso para vender una vaca o hacer un baile, su esposa escribía
una esquela", relata Roberto Zub.
Mijal,
uno de los dirigentes de la comunidad, quien inició la velada presentando a los
músicos y luego invitó a ponerse de pie para entonar el himno nacional
paraguayo. A continuación, los colonos entonaron el himno ruso, lo cual
despertó aún más la alarma del comisario Benítez, ya que para él se trataba de
"un himno comunista".
A
continuación, Mijail pronunció un discurso. "Era difícil entenderlo.
Tartamudeaba con el idioma español, pero siguió hablando para que el comisario
entendiera. Lo medular lo dijo en ucraniano, haciendo un llamado a ser
patriotas, a no olvidar sus raíces, su idioma y aprovechar la primavera
política que eran las libertades que ofreció el Paraguay, para mantenerse
unidos", narra Zub.
Luego
hubo música, con dos violines, una mandolina, un bajo y una trompeta ejecutada
por colonos aficionados. Una sinfonía de Chaikovski, luego la obertura de Romeo
y Julieta y música folklórica ucraniana. Parejas de jóvenes inmigrantes
iniciaron el baile.
"La
velada tomó fuerza y subió los ánimos, hasta del comisario, que pese a su
analfabetismo, estaba extasiado al ver las danzas y no dejó de aplaudir. Era su
primera experiencia con los colonos eslavos y la primera vez que veía danzar a
jóvenes al son de esos extraños instrumentos", destaca Zub.
Tras la fiesta, los primeros apresamientos
Al día
siguiente, domingo 15 de marzo, la colonia Fram amaneció con un aire
relativamente tranquilo.
Tras la
misa en la iglesia local, algunos colonos pasaron por la oficina del correo a
retirar sus cartas y encomiendas.
Muchos
de ellos recibían una revista editada en idioma ruso, Novedades de la Unión
Soviética, que les llegaba desde la embajada soviética en Buenos Aires, tras
haberse suscrito por interés de conocer noticias de sus países de origen. Al
salir del correo se encontraron con el comisario Abraham Benítez y un par de
soldados armados con fusiles, que les pedía revisar las cartas y encomiendas.
Como el
comisario no sabía leer, le pedía a uno de los soldados que le diga en qué
idioma estaban escritas las cartas y las revistas. Cuando el soldado le dijo
"está en ruso", el comisario encaró a su portador, un colono llamado
Ananii, y le dijo: "¡Usted está detenido!".
Otros
cuatro colonos, Teofán, Stepan, Constantin y Eugenii, también sorprendidos con
las revistas rusas en su poder, acabaron igualmente detenidos y fueron llevados
hasta un galpón que hacía las veces de cárcel de la Comisaría local.
"Los
cinco primeros colonos que fueron encarcelados eran custodiados por soldados
jóvenes, que hacían su servicio militar obligatorio y eran hijos de colonos
polacos", señala Roberto Zub. Al poco rato, los familiares de los
detenidos y muchos pobladores solidarios se juntaron frente al sitio donde
estaban presos los cinco y empezaron a exigir su liberación, ya que no habían
cometido ningún delito.
Desde
el Gobierno empezó a presentarse el caso como "una intensa agitación"
movida por "colonos comunistas", según publicó posteriormente el
diario Patria, vocero del Partido Colorado. El tumulto convocó a unas 400
personas, según el periódico oficialista.
"Se
intentó atropellar la alcaldía local, imponiendo la libertad de los
detenidos... Esto molestó a la autoridad, hecho que se hizo saber al delegado
de Gobierno de Itapúa, Ángel Zarza, quien al día siguiente intervino con la
fuerza militar", destaca el diario Patria.
Roberto
Zub enfatiza en que "de un sencillo incidente con las revistas soviéticas
se crearon las condiciones para la intervención del ejército, la represión y el
ataque armado a las y los colonos. La del sábado 14 de marzo fue también la
última velada y la última fiesta, ya que todas las actividades grupales fueron
prohibidas debido al Estado de Sitio que se promulgó reiteradamente y que duró
más de 35 años. Así se desató una persecución que desmovilizó el arte, la
cultura y la expresión teatral de los colonos, silenciándolos, haciéndolos
sumisos y obedientes al régimen, internalizando el miedo de tal modo que aún en
democracia no pudo ser superado".
La ficha policial de Vladimiro Kucher, uno de los colonos detenidos. |
El aporte de una laboriosa inmigración
europea
A
partir de 1880, los gobiernos paraguayos se habían abierto al ingreso de la
inmigración extranjera y cerca de unos 20.000 eslavos (checos, eslovacos,
ucranianos, rusos blancos y polacos) fueron llegando al país, especialmente a
principios del siglo XX, creando colonias agrícolas en la región de Itapúa.
Roberto
Zub Kurylowicz es hijo de Máximo Zub, ucraniano, y Bárbara Kurylowicz,
bielorusa. Sus padres llegaron al país en 1930. Roberto nació en Carmen del
Paraná, en enero de 1952. Su primera lengua fue la rusa y ya en edad escolar
aprendió el castellano.
Tras
haber vivido y trabajado varios años en Nicaragua, Roberto se estableció en
Encarnación, donde dirige un centro de investigación sociológica y se dedica al
cultivo y la producción de arroz. Es uno de los intelectuales que más han
trabajado el tema de la migración europea al Paraguay y se dispuso a rescatar
la historia de la infame represión stronista contra los colonos de Fram, cuyos
efectos sufrió en la familia, siendo aún muy niño.
"Esta
terrible situación permaneció injustamente silenciada por varias décadas. La
propia Comisión de Verdad y Justicia, que rescató los crímenes de la dictadura
stronista, no tuvo en cuenta el ataque a Fram desde el principio, cuando en
realidad fue el primer gran hecho represivo del Gobierno de Stroessner,
cometido a apenas 6 meses de haberse instaurado", destaca.
El
investigador apunta que los colonos pioneros de Fram eran polacos, bielorrusos
o ucranianos, sin embargo, para la fanática ignorancia anticomunista de muchos
miembros del régimen stronista, como el analfabeto comisario Abraham Benitez,
todos eran simplemente "rusos", por lo tanto "comunistas",
hecho que "denotaba una peligrosa, deliberada y perversa connotación política".
Asegura
que entre los colonos sí existía un pequeño núcleo de simpatizantes del
gobierno soviético, cuya expresión mayor se daba en los clubes, por medio del
arte, la música y el teatro.
"Estos,
más que militantes o dirigentes contrarios al régimen de Stroessner, eran colonos
fanatizados por la propaganda que recibían de sus países. Los periódicos que
recibían expresaban los logros científicos, sociales, industriales, económicos
y, sobre todo, estaban extasiados con la carrera espacial que logró la URSS con
su modelo económico y social. Sin embargo, el simple reconocimiento del
desarrollo de la URSS creó confusión e hizo que fueran catalogados de
comunistas y, como tales, perseguidos, discriminados y con las libertades
restringidas", señala.
Así informaba el diario El País, en manos stronistas, sobre la represión en Fram. |
El ataque militar a Fram
En la mañana
del lunes 16 de marzo de 1955, mientras los cinco colonos detenidos por recibir
revistas en idioma ruso seguían detenidos, el resto de los pobladores se
aprestaba a iniciar una ardua jornada laboral, ya que se encontraban en plena
zafra de algodón. "La penumbra aún estaba en el horizonte cuando
repentinamente se oyó una serie de ráfagas de fusiles automáticos, seguidas de
gritos: '¡Ataquen! ¡Ataquen! ¡Ataquen a esos perros comunistas!", relata
Roberto Zub. Se iniciaba el ataque combinado de fuerzas de la Marina y la
Policía.
"Por
la única calle del pueblo marchaban más de 70 militares fuertemente armados,
seguidos de cuatro camiones de color verde olivo", agrega Zub. Un
comandante de apellido Narváez era el que dirigía la operación, con la
colaboración del comisario Benítez. Bajo sus indicaciones, las tropas iban
ingresando a las casas particulares, a los boliches y a los almacenes,
procediendo a revisar todo.
Así lo
relata Zub: "El primer boliche al que llegaron fue el de Jaritón Panaciuk.
Golpearon la puerta, esperaron unos segundos y cuando iban a usar la violencia
para romper la puerta, el dueño, asustado, les abrió. '¡Sos un gringo comunista
de mierda, un bolchevique que quiere disfrazarse de colono!' le gritó Narváez,
mientras diez marinos apuntaron las armas y con gritos y violencia imponían
terror. Estaban dispuestos a todo, aún a matar".
El
relato de lo ocurrido sigue, con igual dramatismo: "Un soldado, con la
culata de su fusil usado ya en la Guerra del Chaco, le propinó un golpe.
Jaritón cayó al suelo gimiendo de dolor. Su esposa percibió la barbárica escena
y quedó horrorizada. Quería salir huyendo en dirección al vecino, pero no logró
más que gritar desde el patio: '¡Pomoch, pomoch, daitie pomoch! (¡Ayúdenme,
ayúdenme, por favor, ayúdenme!)', cuando un soldado la detuvo. Tomándola por la
cabellera, la tiró al suelo, puso la áspera bota sobre su cara y la arrastró
adentro".
Mientras
se procedía a la revisión de las pertenencias de la familia Panaciuk, el
comandante gritó de pronto: "¡Encontramos, encontramos...! ¡Aquí está la
prueba, aquí tienen. Es un libro comunista!". Se trataba de un libro
escrito en idioma ruso, una edición antigua de la novela Math (Madre) del
escritor Máximo Gorki, una de las grandes obras de la literatura universal, que
perteneció a Simón Panaciuk, el padre de Jaritón.
Relata
Roberto Zub: "Simón era un asiduo lector de novelas y quería que sus
hijos, Ivan y Constantino, tuvieran la pasión de los autores y la literatura de
sus ancestros. Incautaron también Ucrainskii Kalendar (Almanaque ucraniano) del
año 1948, con un artículo de Lavrichenko sobre la vida en Paraguay y el libro
Naródnaia Historia (Historia Universal), entre otros. El delito estaba a la
vista, el comandante tenía suficientes pruebas para demostrar y acusar al
colono. Lamentablemente, Jaritón no fue advertido que para emigrar al Paraguay
se prohibía llevar libros y tener la habilidad de leer y escribir".
Una larga historia de miedo y de silencio
Tras la
revisión de todas las casas de la colonia, los militares se llevaron detenidos
a unos 100 colonos a Encarnación, bajo orden del delegado de Gobierno, José
Zarza, y la intervención de agentes anticomunistas del Ministerio del Interior,
entre ellos los ex militares rusos zaristas Jorge Bultlerov e Ivan Belaieff.
"Sorprendente
insurrección de colonos comunistas en la zona de Itapúa", titulaba el
diario Patria, vocero del Partido Colorado. Por su parte, el diario El País,
dirigido por Bacón Duarte Prado y Angel Peralta Arellano, proclamaba:
"¡Otra vez el chantaje comunista en acción!".
Desde
entonces, los colonos de Fram se sometieron al poder dictatorial y no hubo
ninguna oposición.
Sostiene
Roberto Zub: "A pesar de que este hecho haya sido trágico y estremecedor
para la población eslava, al parecer fue el secreto mejor guardado y jamás
investigado por la historiografía nacional. Hubo silencio por más de 50 años,
por el terror irracional que se impuso".
La
dictadura del general Alfredo Stroessner recién comenzaba. Los colonos de Fram
habían tenido una terrible muestra de todo lo que iba a significar.
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