Andrés Colmán Gutiérrez / Textos literarios, de periodismo narrativo, de investigación y de opinión en Paraguay
sábado, 22 de diciembre de 2012
La contaminada nueva Costanera de Asunción
Ya está. A 475 años de su fundación y tras largo tiempo de haber crecido de espaldas al río, nuestra querida ciudad capital, Nuestra Señora de la Asunción, al fin tiene su Costanera sobre el río Paraguay.
Claro, no es como la de la remozada Encarnación, reluciente y moderna, que la ha convertido en la nueva capital del verano, ni como la de la recientemente inaugurada en Carmen del Paraná, con su extensa playa de arena blanca, bañada por azules aguas.
La Costanera asuncena es todavía precaria y provisoria, aún en medio de escombros y detalles sin terminar, habilitada a los apurones ante la presión política de posar para la foto con una impactante obra nueva, en plena época preelectoral.
Y lo más preocupante: la nueva y atractiva playa sirve solamente de adorno. Aún no puede ser usada para bañarse, porque las aguas están altamente contaminadas.
Toda la histórica Bahía de Asunción es una zona de agua básicamente estancada, a donde desembocan unos 19 arroyos y efluentes, que arrastran casi todos los desperdicios cloacales, industriales, pluviales y las basuras de la ciudad. Diversos estudios de calidad de agua, sedimentos y ecología han revelado reiteradas veces la presencia de altas dosis de colonias de coliformes fecales y demandas de oxígeno biológico, que constituyen un alto riesgo para la salud pública y ecológica.
Las obras de construcción de la Costanera y playa asuncena se hicieron sin un trabajo previo de descontaminación de las aguas. Ha sido como poner la carreta frente a los bueyes. La estación de bombeo y planta de tratamiento que proyecta el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones lograría que las aguas sean aptas recién en un plazo de dos años.
Mientras tanto, sucede lo que reveló el domingo último una nota gráfica publicada en ÚLTIMAHORA.COM: centenares de personas que llegaron alegremente a veranear en la nueva playa, metiéndose al agua contaminada a disfrutar de un baño ante los rigores del intenso calor. No había carteles advirtiendo el riesgo, ni funcionarios o policías que brinden indicaciones o eviten la exposición al peligro.
Aunque se diga que es una cuestión de falta de conciencia de los propios ciudadanos, hay una grave responsabilidad de las autoridades del Gobierno central y de la Municipalidad, al construir y habilitar una obra que aún no está en plenas condiciones de ser utilizadas.
Pareciera que importa más inaugurar obras que rindan efecto electoral antes de abril del 2013, que cuidar y proteger la salud de la población.
(Publicado en la columna "Al otro lado del silencio", sección Opinión del diario Última Hora, edición del sábado 22 de diciembre de 2012).
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