Brindo por el Paraguay que nos aguarda al otro lado del
tiempo. Un país que todavía no conocemos y sin embargo extrañamos, cuya
geografía pertenece al intangible territorio de los sueños. Un país cuya
belleza no se puede pintar sobre el papel, porque está dibujado en el
mapa de las emociones. Un país que está hecho con la madera de nuestras
mejores utopías e iluminado con el sol de nuestros recuerdos más
felices, incluso con los recuerdos de los momentos que todavía no
sucedieron.
Brindo por los
hombres y mujeres que ya no están físicamente con nosotros, pero que nos
iluminan con su grandeza humana desde la profundidad de la memoria.
Aquellos y aquellas que prefirieron sacrificar su vida antes que
traicionar sus ideales, para que hoy podamos estar aquí, brindando en
estas últimas horas del año con nuestros sueños aún en deuda.
Brindo
por quienes se disponen a pasar estas fiestas en alguna fría y distante
ciudad europea o norteamericana, a medio mundo de distancia de su
tierra natal y de sus seres más queridos, con el corazón oprimido por el
insalvable techaga'u. Brindo porque en un futuro próximo tantos hombres
y mujeres ya no tengan que marcharse en busca del sueño de vida digna
que su propia patria les niega.
Brindo
por las familias de los campesinos y policías muertos en Curuguaty. Que
por encima de los encontrados intereses y de los intentos de
manipulación política, logren sobreponerse al sinsentido de tanta
violencia y dolor, y que podamos llegar a conocer la verdadera verdad y
la verdadera justicia.
Brindo por
quienes probablemente no tengan con qué brindar. Por los incontables
compatriotas que se debaten en la necesidad y en la pobreza. Por los
niños y niñas condenados a pasar hambre y soledad por culpa de la
ambición y el egoísmo, de la indiferencia y la ineficacia estatales.
Brindo por que desde nuestros respectivos lugares en la sociedad seamos
un poco más activos en las búsquedas de soluciones a los profundos
dramas sociales del Paraguay.
Brindo
por los que brindan. Por los admirables seres humanos que en medio de
la adversidad logran conservar intactas la sonrisa y la ternura, la
alegría y la esperanza.
Por los
que en esta noche de Año Nuevo elevarán sus copas a la luz de las
estrellas y decidirán que -al margen de los tiempos políticos y de las
aventuras electorales- un nuevo tiempo se inicia al estrenar las hojas
de un flamante calendario.
Que entre todos y todas hagamos posible un 2013 que valga la pena. ¡Salud...!
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