Escribir en un blog es como arrojar mensajes dentro de botellas al gran océano virtual, cual naufrago sideral.
Uno nunca sabe a qué playas virtuales acabarán
recalando, quién o quienes hallarán esas botellas, cuando o dónde las abrirán,
qué sensaciones o emociones experimentarán al leer cada mensaje.
Uno nunca sabe si realmente hay alguien al otro
lado de las letras o de las imágenes que postea… hasta que la pantalla del
ordenador o el celular te devuelven una onda de energía, de esas que no se
pueden ver y no se pueden romper. Es entonces cuando uno siente que realmente
hay alguien allí. Alguien a quien de alguna manera las cosas que uno escribe le sirven de
algo, le aportan información, le provocan emociones, le despiertan alegrías o
tristezas, inquietudes o preguntas, motivaciones o reflexiones.
Hace ya algunos años, probando este nuevo juguete que
entonces era la blogósfera en internet, llegué a crear tres blogs (uno era más
periodístico, Ñangapiry News, donde
iba guardando mis artículos semanales escritos para Última Hora; otro más
literario, La Aventura Textual,
donde recalaban mis relatos, ensayos narrativos y artículos culturales, y
finalmente otro más temático, La
Frontera, donde fueron a parar algunos reportajes o notas investigativas realizadas
en mi etapa triple-fronteriza), pero pronto me di cuenta de que eran demasiadas
criaturas para alimentar. Sobre todo cuando gran parte de mi tiempo era
consumido por las obligaciones con el medio para el cual trabajo (y que me paga el sustento). Por
consiguiente, los blogs fueron cayendo en cierta parálisis irremediable, sobre
todo cuando el boom de las redes sociales, principalmente Facebook y Twitter, comenzaron
a permitir un contacto más dinámico, activo y masivo con los lectores… aunque
al mismo tiempo todo fuera también mucho más fugaz.
Hasta que, recientemente, sentí renacer en mí la
pasión del bloguero, y decidí unificar los tres blogs en uno solo, re-diseñando
y rebautizando a La Aventura Textual
como Al otro lado del silencio (el
mismo título de mi columna semanal en Última Hora), en donde empecé a guardar
no solo lo que consideraba más rescatable de mi producción periodística en ÚH,
sino donde también a rescatar y digitalizar algunos clásicos y antiguos textos
y artículos que andaban perdidos en polvorientos archivos de papel guardado, así
como a elaborar una producción más exclusiva, que se pudiera leer únicamente en
este blog. Los otros dos viejos blogs quedaron por allí, estáticos pero disponibles,
convenientemente enlazados para quienes quieran visitarlos.
Fue cuando, sorprendentemente, algo comenzó a
moverse del otro lado de la pantalla. Las estadísticas de Google, que registran
puntillosamente las actividades de los lectores, empezaron a reflejar un
interés creciente y llamativo.
A alguna hora de la madrugada de este martes 11 de
diciembre, el contador de páginas vistas registró la visita del anónimo lector –o
lectora- número 50.000 a este blog. Aunque parezca apenas un frío dato numérico
-y probablemente minúsculo ante muchos otros blogs, que en menor tiempo
conquistaron una cifra de lectores mucho más cuantiosos-, conocer este
dato me conmovió profundamente.
El perfil de este espacio nunca apostó a la
cantidad. Al menos, en el sentido fácil en que resultaría publicar textos más concesivos,
que atraigan a lectores y lectoras en forma masiva. Hay un deliberado estilo y
un contenido personalizado, que seguramente hace que quienes se asoman a estos
textos sean personas con determinadas exigencias, con una particular visión
crítica del mundo, con gustos, emociones e ideales que entran en algún nivel de
sintonía con los del autor. Eso hace que sean lectores y lectoras –por encima
del número- particularmente selectivos, únicos y entrañables.
Por eso, resulta muy grato percibir que el pico más
alto de lectores y lectoras que obtuvo este blog fue a partir del 19 de octubre
de 2012, tras publicar mi Carta escrita desde el borde de la vida, en donde relato mi dramática experiencia personal, tras haber sufrido un grave infarto del miocardio, hasta ahora el
texto mas extenso, escrito y publicado únicamente en este blog. Comprobar que
tantas personas (2.215, hasta ahora) leyeron la carta (y la reprodujeron ampliamente
a través de enlaces en Facebook y en Twitter), le ha dado una dimensión inesperada
a este espacio. Aunque no sea el texto más leído desde la creación de este blog
(la Carta figura en tercer lugar en
el ranking), si es el que fue más leído en menos tiempo, y es el que más comentarios
ha recibido (66, hasta ahora).
Curiosamente, el texto más leído de todos -y que
sigue siendo el mas buscado - es un casi ingenuo relato denominado El monstruo del Lago Ypoá (parte de los
reunidos en mi libro El Principito en la Plaza Uruguaya, Editorial Servilibro,
2007). Hasta ahora lo leyeron 5.083 personas. Probablemente cierto aire de
misterio y exotismo que sugiere el título explique la particular atracción que
despierta por encima de otros textos que para mí tienen más calidad o interés,
pero me encanta que los lectores impongan sus propios gustos sobre los del
autor.
El segundo texto más leído sí es uno de mis
preferidos. Se trata de la Carta a una amiga que está lejos, consultada hasta ahora por 4.759 personas, y que
describe el drama de una chica paraguaya obligada a emigrar a España en busca
de una oportunidad laboral que su propio país le niega. A diferencia del fantasioso
relato sobre el monstruo lacustre del Ypoá, en este otro texto hay una fuerte
denuncia social, y probablemente una situación real con la que se identifican muchos
lectores.
Aunque no figure todavía en el top five, también me sorprendió que el artículo publicado el pasado
sábado 8 de diciembre, Carta a una mujer llamada María, ofreciendo mi particular visión de la devoción a la Virgen
de Caacupé, tuvo en muy pocos días 587 visitas. Sobre todo, porque era la re-edición
y actualización de un artículo que ya había publicado en 1999 en ÚH, y entonces
no tuvo casi ninguna trascendencia. Será porque entonces no había blogs ni
redes sociales
Otro elemento que no deja de sorprenderme es que
del medio centenar de miles de lectores, 18.499 son del Paraguay, pero el
segundo grupo mayoritario (6.757) proviene de Estados Unidos, seguidos por 4.825
de Argentina, 3.295 de México, 2.936 de España, 2.276 de Colombia, 961 de Perú
y 724 de Canadá.
Por todo esto, hoy levanto con ustedes una copa
virtual, brindando por el lector –o lectora- número 50 mil.
¡Gracias por estar allí, queridos lectores y
queridas lectoras…!
Saber que estas botellas con mensajes llegan hasta
playas tan distantes y hasta espíritus tan selectos y especiales, hacen que
este náufrago sideral se sienta muy acompañado… y mucho más motivado para
seguir arrojándolas al gran océano virtual.
´Feicitaciones Andres!! Me entra una curiosidad: ¿Qué número de lectora soy?
ResponderEliminarHola! Muchas gracias. Es fácil saber que número de lectora sos. En la columna más pequeña de la derecha, en la quinta viñeta, hay un contador de visitas de lectores. El número que aparece es probablemente el que te corresponde en el momento de la lectura. Saludos!
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