Historias de #Navidad
Hay un instante mágico que la doctora Gladys Romero espera a lo largo de todo el año.
Es ese
momento supremo, a finales de un cálido diciembre, cuando la veterana médica
radióloga del Instituto de Medicina Tropical (IMT) se saca su blanco
guardapolvo y se pone un disfraz de franela de vivo color rojo, se cubre el
rostro con una barba falsa de algodón y sale a los pasillos portando una bolsa
de regalos, profiriendo una estruendosa carcajada, que excepcionalmente
desobedece lo que mandan los clásicos carteles de "Silencio,
hospital".
-Es un
momento único -admite ella con voz emocionada-. Tenés que vivirlo, para
entender todo lo que significa.
Mientras
avanza, junto a varios otros médicos, enfermeros y funcionarios del hospital,
que se han convertido en sus cómplices y se visten de reyes magos, de ángeles o
de payasos, ella va observando esas caritas demacradas que han salido de sus
salas de enfermos, algunos con sus brazos conectados a bolsas de suero
fisiológico, sostenidos por postes móviles.
-Tenés
que ver lo que son sus ojitos encendidos de alegría o de esperanza. Lo que casi
nunca suelo conseguir como médica -confiesa la doctora Gladys-, en estos días
de Navidad lo consigo como Papá Noel: darles un remedio para el alma.
CRUZADA.
Hace 24 años, la doctora Gladys inició la voluntariosa cruzada de motivar a sus
compañeros del Instituto de Medicina Tropical a organizar anualmente una gran
fiesta navideña para los niños y niñas que son pacientes del principal hospital
de referencia para enfermedades infecciosas en el Paraguay, especialmente los
infectados con el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH sida).
"En
esa época todo era más difícil. El VIH sida casi no se conocía y había
demasiados prejuicios en nuestra sociedad. Me partía el alma ver esas caritas
sufrientes. Gente muy pobre, sufrida, olvidada del mundo. Llegaba la Navidad y
no tenían nada, absolutamente nada", relata la médica, desde su guardia en
la sección Radiología del IMT, sobre la calle Venezuela, en Asunción.
Fue
entonces cuando a ella se le ocurrió salir a recorrer, sala por sala, oficina
por oficina, con una planilla en la mano, a pedirles a sus compañeros que
colaboren "con lo que puedan" para organizar una merienda navideña
para los niños y niñas pacientes.
La
respuesta le resultó gratamente sorprendente. Rápidamente se armó un equipo de
trabajo que se encargó de recoger aportes y organizar los distintos detalles de
la fiesta.
"Para
entregar los regalos que recolectamos, yo decidí vestirme de Papá Noel. Otros
compañeros, junto con sus hijos, se vistieron de reyes magos y de ángeles.
Aquella primera experiencia me marcó para siempre. La luz que vi en sus ojitos,
la sonrisa que iluminaba sus caritas en medio del dolor, me hicieron jurarme a
mí misma que hasta el final de mis días, mientras tuviera fuerza, en cada
Navidad, yo iba a ser un Papá Noel para todos ellos", asegura.
ANONIMATO.
Fue Edith Pacita, desde la red social Facebook, la primera que nos dio una
pista. "¿Sabían que los niños internados del Instituto de Medicina
Tropical reciben regalos, cada año, donados por todos los médicos y
funcionarios?", escribió.
Ella
nos permitió contactar con Liz Salinas, funcionaria del IMT y una de las
organizadoras de la campaña. "Tienen que conocer a la doctora Gladys, ella
es la que nos moviliza, la que realmente inició toda esta linda
iniciativa", explicó Liz,
Así
llegamos hasta la sección Radiología del IMT, donde Gladys Romero nos recibe
con sorpresa, en medio de su guardia.
"Hace
24 años que venimos haciendo esto en cada Navidad y es la primera vez que nos
visita la prensa. Siempre he creído que las acciones solidarias se deben hacer
en forma anónima, pero a veces es interesante que la gente conozca, que más
personas apoyen y se sumen", afirma ella.
FIESTA.
La "fiesta de los chicos del IMT" acostumbra realizarse unos días
antes de Navidad. Este año se hará el viernes 21 de diciembre, a las 17.00, en
el pasillo principal de acceso.
"Ponemos
una mesa larga, ponemos globos, guirnaldas, muchos colores. Ponemos música. Les
preparamos un menú liviano pero delicioso, que ellos pueden consumir. Desde el
mediodía ya están todos bañaditos, esperando", relata la médica.
Los
pacientes son trasladados desde sus salas por las enfermeras y los familiares,
algunos en sillas de ruedas o en camillas.
"Vienen
los pacientes de Pronasida (Programa Nacional de Control del sida), también los
del auto-refugio (donde se alojan los pacientes y familiares que llegan del
interior), se suman los funcionarios con sus hijos, y como siempre sobra algo,
hacemos extensivos los alimentos y regalos a los pacientes del Hospital Juan
Max Boettner", cuenta.
Ella
considera que no hay contradicción entre su vocación de curar y la de
transmitir alegría. "Esto es parte de mi ser médico, pero principalmente
es parte de mi esencia de ser humano. La Navidad es un tiempo para compartir,
para ponerte en la piel del otro, especialmente del que sufre. Aquí convivimos
a diario con el dolor, con la pobreza y con el olvido, y algo tenemos que
hacer. Además de ser médica, yo elegí ser Papá Noel", explica.
Su
gastado traje de franela roja está allí, esperándola. Gladys no ve el momento
de volver a vestirlo.
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