“…el día 3 de noviembre era considerado Feriado
Nacional, por ser el cumpleaños del entonces gobernante dictador, a quien el escritor
compatriota Augusto Roa Bastos bautizó como El Tiranosaurio. La oficialmente
denominada Fecha Feliz se iniciaba siempre con una salva de 21 cañonazos y el
vuelo rasante de los aviones de guerra, mientras la cadena de radio y
televisión saludaba al país con grabaciones de los interminables discursos del
Segundo Reconstructor, matizados con las polcas Colorado y Mi General. Desde
las cero de la madrugada se formaban más de 30 cuadras de colas con las
personas que esperaban su turno para ingresar al Palacio de López y rendir
pleitesía al Único Líder…”.
(De la novela El último vuelo del Pájaro Campana, de Andrés
Colmán Gutiérrez).
***
A la
medianoche del 3 de noviembre, una salva de petardos y fuegos artificiales quiebra
invariablemente la insomne calma de la ciudad, principalmente en el barrio San
Pablo de Asunción, el histórico ex barrio Stroessner.
En la
cancha del Club 3 de Noviembre, los nostálgicos festejan los más de cien años
del nacimiento de un dictador muerto en el exilio. Y aunque muchos vecinos
expresan su fastidio ante el repetido ritual, uno no puede dejar de admitir que en
esta democracia imperfecta y viciada, los admiradores del tirano
-contrariamente a los derechos y libertades que ellos negaban- tienen todo el
derecho y la libertad de celebrar su cumpleaños.
Entre los
ecos de este día contradictorio estallan flashes de imágenes desordenadas,
fragmentos de memoria….
Aquel
mediodía en que un policía vino a buscarme al estudio de Radio Mbaracayú, en
Salto del Guairá: "Queda demorado, porque al delegado de Gobierno no le
gustó su crítica". Yo tenía apenas 15 años y empezaba a entender el
subversivo poder del pensamiento y la palabra.
Recuerdo
a mi amigo Hugo, detenido por difundir en la radio una canción de un tal Méndez
Fleitas.
Nadie
dice nada.
Paz y
progreso.
Democracia
sin comunismo.
Mario
Schaerer muerto en la mesa de torturas.
Noticiero:
Peligroso subversivo abatido por las fuerzas del orden.
Nadie
dice nada.
No te
metas, mi hijo.
Libros
de Eduardo Galeano forrados con tapas de Vanidades.
Policías
en el micro, al regreso de la facu.
¡A ver,
documentos carajo!
El
profe Resck saliendo de Investigaciones, más muerto que vivo, haciendo la V de
la victoria.
Atravesar
barreras policiales para asistir a los festivales de Mandu'arã.
Voz
ronca y lágrimas de emoción al corear:
"Los niños, el cielo más claro y azul
¡esa es la patria en que quiero vivir...!".
"Los niños, el cielo más claro y azul
¡esa es la patria en que quiero vivir...!".
Flashes
de imágenes desordenadas,
fragmentos de memoria….
fragmentos de memoria….
Aquella
otra noche de insomnio hace casi 28 años, y la chillona voz de otro general:
"¡Hemos salido de nuestros cuarteles...!".
¿Casi
28 años ya...?
¿Qué
hicimos con esta libertad...?
¿Cuánto
más para derrocar al dictador que llevamos adentro...?
¿Cuánto
más para que aquella patria que coreábamos en un festival cercado de policías
se haga realidad...?
Pero
ahora, en las redes sociales de internet encuentro noticias y señales de mucha
gente que no olvida, que se moviliza, que lucha, que construye, que enarbola
proyectos de otro país posible...
Así que
dejemos que los nostálgicos celebren todos los cumpleaños de todos los
dictadores muertos.
Nosotros
estamos vivos.
Y en
nosotros viven todos y todas quienes ya no están, pero siguen estando:
desaparecidos y asesinados por la libertad, aquellos cuyos "huesos son
estrellas".
Es el pasado
que construye el futuro.
¡Estamos
vivos… y todo está aún por construirse!
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(Posdata: La foto es del amigo Amancio Ruiz Díaz y fue
tomada al día siguiente del derrocamiento de la dictadura, cuando un grupo de
jóvenes quemaban un cuadro del ex dictador, descolgado de las paredes de una
escuela en un barrio de Asunción. Nada más simbólico).
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