viernes, 16 de abril de 2010

Las fotos de René González en Haití: La belleza en medio del horror.


Sentada sobre restos de bloques de cemento y recostada cómodamente contra un auto sepultado entre los escombros, en medio de las ruinas del terremoto en Haití, hay una mujer desnuda leyendo un libro.
Una camisa sucia y arrugada cubre apenas una parte de su piel oscura y brillante, esplendorosamente bella. Cerca de ella, sobrevivientes desesperados deambulan buscando refugio, socorro, y alimentos, entre el aullido de la sirenas. Abstraída del caos que bulle a su alrededor, la mujer desnuda lee, sin percibir que ese instante surrealista le sobrevivirá en el tiempo, a través de la mirada de un fotógrafo sediento de luz, que ha llegado desde el corazón de la América del Sur.
Desde el primer momento en que supo que un equipo de socorristas paraguayos viajaría a ayudar en el rescate de las víctimas de la gran catástrofe, René González se impuso la obsesiva misión de golpear puertas hasta ganarse un lugar en el vuelo rumbo al sufrido país caribeño. Fue el único corresponsal paraguayo en esa expedición humanitaria: un voluntarioso intruso dispuesto a descender, como el poeta Dante, a los círculos del infierno.
El sabía muy bien a lo que iba. Mientras los rescatistas compatriotas iban convencidos de ofrecer los mejor de sus heroicos esfuerzos y conocimientos para ayudar a salvar vidas y restañar las muchas heridas de un pueblo en desgracia, René tenía muy claro que su función llegaba mas allá, a través del ojo digital de su cámara explorando los insólitos momentos de luz y de belleza que anidan en medio del horror, y que convertidos en fugaces destellos permiten guardar la memoria de un tiempo cruel y despiadado, pero sobre todo de revelar la grandiosa voluntad y fortaleza humana, capaz de enfrentar y superar aún lo más terrible.

La verdad oculta que sale a la luz.

Un niño mira al cielo parado al lado de un balde de bananas verdes y machucadas, sucias de polvareda. Hay pies con muletas caminando junto a otros pies que los guían, y sus sombras alargadas sobre la tierra reseca diseñan la mejor metáfora de la solidaridad. Una mano vierte el contenido de una botella de agua sobre un anciano tendido en el suelo, cuya boca se aferra a la boca de la botella como si fuera la teta de una madre insuflando la vida. Un ómnibus del transporte público haitiano se abre paso entre las ruinas, y en los colores pintados en su carrocería estalla la alegría del arte popular. Una beba mira protegida entre las piernas llenas de cicatrices de su madre y en esa mirada se encierra toda la ternura, toda la resistencia, toda la esperanza…
Hace algún tiempo, cuando participamos juntos en un curso para Corresponsales de Guerra con los Cascos Azules de Naciones Unidas, se nos impuso un dilema ético: ante un cuadro de grave atentado criminal, ¿un periodista debe registrar el hecho o rescatar a los heridos? Si guardaba su cámara para ponerse a salvar vidas, cumplía un rol humanitario, pero incumplía su misión de testimoniar e informar acerca de un hecho importante.
La duda se despejó en pocos minutos, cuando nos vimos inmersos en medio de un ataque simulado con bombas de humo, disparos y explosiones, mientras varios compañeros tirados en el suelo gritaban clamando auxilio. Allí vi a René apostado tras unos escombros disparando su cámara. Y apenas supo que ya tenía buenas y suficientes fotos aseguradas, la guardó y corrió a ayudar, hasta evacuar a todos los heridos.
No sé como habrá sido estar en Haití, pero estoy seguro de que René no se habrá quedado con los brazos cruzados mientras sus compañeros de grupo ayudaban a la gente. Aunque él sabía que su principal aporte no estaba allí, sino aquí, en estas imágenes que hablan del dolor, pero que por sobre todo hablan de la solidaridad sin fronteras, de la belleza en medio del horror, de la verdad oculta que sale a la luz a través del arte fotográfico, de la memoria preservada en cada cuadro de eternidad.
¡Haití vive… y las fotos de René González dan cuenta de ello!

(Texto para la Exposición de Fotografías "Imágenes de Haití", de René González, en el Centro Cultural El Cabildo, desde el viernes 16 de abril hasta el miércoles 5 de mayo)