sábado, 24 de noviembre de 2012

Curuguaty, esa herida abierta

Si el gobierno del presidente Federico Franco no es un régimen represivo y retrógrado, está haciendo todo lo posible por parecerlo. 
La violenta acción policial desplegada en la madrugada del jueves, para desalojar a un grupo de manifestantes que dormían frente a la sede central de la Fiscalía, tras una noche de vigilia en solidaridad con los presos del caso Curuguaty en huelga de hambre, fue una de las más torpes jugadas del actual Poder Ejecutivo. 
Algún inteligente estratega gubernamental habrá planteado que una rápida acción de desalojo, realizada al amparo de las últimas sombras de la noche, evitaría la incómoda presencia de la prensa y permitiría despejar el lugar de esa veintena de molestos alborotadores del orden público para cuando amanezca.
Pasó, sin embargo, por alto que en estos días cualquiera tiene un teléfono celular con cámara filmadora, y las dramáticas imágenes de la represión policial colmaron las redes sociales en internet, obligando a muchos medios de comunicación a levantar y a reproducir los videos en forma masiva, reflejando un clima sensorial que hacía recordar momentos trágicos de la dictadura.
Hasta entonces, el reclamo sobre los campesinos presos por el caso Curuguaty no era una noticia central para la mayoría de los medios y gran parte de la sociedad paraguaya se mostraba indiferente. 
Aunque un informe paralelo cuestionaba la investigación oficial y aportaba indicios inquietantes sobre la posible presencia de francotiradores con armas automáticas durante la masacre que el 15 de junio pasado causó la muerte de 11 campesinos y 6 policías, no se le otorgaba mayor credibilidad por provenir de una organización liderada por el político liberal Domingo Laíno, muy ligado al destituido presidente Fernando Lugo.
Pero tras el agravamiento de salud de los cuatro presos en huelga de hambre y la violenta represión del jueves a la madrugada, el caso Curuguaty saltó a la primera plana de los medios, hay equipos de prensa internacional realizando reportajes sobre el tema y la propia Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) estudia una posible intervención en el caso. 
Por más que el ministro del Interior acuse en conferencias de prensa que tras las movilizaciones hay "un sesgo político" y sostenga que el actual gobierno "no es responsable de los muertos de Curuguaty", no puede evitar que mucha gente tenga en cuenta que, si no hubiera existido la masacre, Franco no hubiera sido presidente. Y que un sector cada vez mayor de la sociedad se empiece a preguntar con legítima motivación: ¿Qué pasó realmente en Curuguaty?

(Publicado en la sección Opinión del diario Última Hora, edición del día 24 de noviembre de 2012).

jueves, 22 de noviembre de 2012

Réquiem por un campesino sin tierra




Memoria periodística: Desenpolvando antiguos textos del archivo, rescato este artículo escrito y publicado en El Correo Semanal de Última Hora, en julio de 1986, durante la dictadura stronista, a pocos días de que la policía del régimen asesinara durante un intento de desalojo de ocupantes de un terreno rural en la zona de Juan E. O’Leary, Alto Paraná, a los labriegos Francisco Martínez y Aurelio Silvero. Es una crónica que en su momento tuvo mucha repercusión mediática. Se empezaba a hablar del fenómeno de los “campesinos sin tierra”, realidad que desnudaba el discurso de la “reforma agraria con paz y progreso”, de la dictadura. El texto, aunque escrito con cierta ingenuidad romántica de mis entonces 24 años de edad, revela el grado de compromiso social con que ya abrazaba el oficio de comunicador, así como la búsqueda de un estilo de periodismo narrativo, que luego fue evolucionando. También demuestra los grados de denuncia a los que podíamos llegar en la llamada prensa comercial o empresarial, desafiando las presiones de la censura o autocensura. Hoy, al releerlo, 26 años después, no puedo dejar de percibir la tremenda actualidad que sigue teniendo el texto –aunque el autor tenga una visión menos maniquea e ingenua acerca de los autores del conflicto social-, y lo poco que ha cambiado la realidad, teniendo en cuenta los lacerantes casos de hoy, como el de los campesinos de Curuguaty.
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"Nuestra raíces están bajo la tierra. Son los muertos..."
(Rafael Barrett, El dolor paraguayo).

Por Andrés Colmán Gutiérrez

Francisco Martínez, paraguayo, casado, de 21 años de edad, natural de Pastoreo, Departamento de Caaguazú, se desangró sobre la tierra. Sobre la misma tierra húmeda en la que alguien lo llamó intruso y se sintió con derecho a apagar su vida, como quien apaga una  hoguera molesta que resplandece en la oscuridad. Sobre la misma tierra de la que sus compañeros quisieron arrastrarlo, ya moribundo, hacia una inalcanzable carretera, en busca de un desesperado auxilio, pero él se resistió con sus últimas fuerzas, musitando en guaraní: “Nahaniri, che reja, amanosé ko yvype (No, déjenme, quiero morir en esta tierra)”.
Francisco Martínez, paraguayo, casado, de 21 años de edad, natural de Pastoreo, Departamento de Caaguazú, padre de un hijo, piel oscura como la tierra… ¡Qué poco sabemos de vos! Qué difícil imaginar los siniestros mecanismos que te condujeron, a vos y a tu compañero Aurelio Silvero, ese frío viernes 11 de julio de 1986, a eso de las cuatro de la tarde, en esa innominada región selvática de Juan E. O’Leary, a entregar tu energía, tu juventud, tu miseria, tus sueños -¡tu vida!- ...todo por un puñado de tierra.
¿Qué podemos saber nosotros acerca de lo que significa la tierra para un campesino? ¿Acaso sabemos lo que significa la lluvia para el maíz, el río para el pez, la primavera para el rosal…? Qué fácil es, a la distancia, hablar de leyes, de justicia, de democracia… Qué fácil justificar lo injustificable, decir para qué entraron en tierra ajena. ¿Porqué no recurrieron a las autoridades?  Ellos se los buscaron.  Seguro que alguien los está utilizando. ¿Cómo podría un grupo de ignorantes campesinos planificar una ocupación en forma tan perfecta…?
¡Oh si, qué fácil es hablar! Total, la vida sigue su curso… Las elecciones en las seccionales coloradas estuvieron más reñidas que nunca, ¿quién iba a pensar que ganaban los militantes? Míster Gelbard vino, habló con todo el mundo y se fue, ¿qué hará Ronnie después de esto? En el Hospital de Clínicas, la lucha continúa. ¿Vos estás de acuerdo con el Diálogo Nacional? A mi lo que me preocupa es el precio de la carne, cada vez más por las nubes, ya ni un mísero asadito se puede comer. Y Cerro Porteño, que no se recupera de la crisis.
Si, la vida sigue su curso… ¿Qué puede significar la muerte de dos campesinos sin tierra, en medio de toda la locura cotidiana? ¿A quién le preocupa descubrir si hay un bosque detrás del árbol, si esta inquietante realidad acaso tiene raíces más profundas?
¿A quién…?

La mecha encendida.

Poco sabemos de vos, Francisco Martínez. Apenas las escuetas líneas de un informe noticioso, el conmocionado testimonio de tus compañeros, que  no saben cómo relatar los horribles detalles de la trágica historia, sin que se les quiebre esa voz endurecida por los golpes. Apenas las borrosas imágenes fotográficas de un cuerpo desangrado en medio del monte, como tanta gente pobre que se desangra, de una u otra manera. De una mano anónima señalada con una cruz de madera clavada a orillas de una picada, sin velas encendidas ni epitafios. Apenas eso Francisco, pero debería ser suficiente.
Debería ser suficiente, digo, para entender de una vez por todas que el camino se nos está cerrando. Que vamos, poco a poco, siendo encerrados en un círculo de inaudita violencia.  Debería ser suficiente, además, para percibir que ya no es tiempo de andarse con vueltas, de estar buscando eufemismos o metáforas para definir una situación que se ha vuelto más que crítica.
Es hora de decirlo claramente: el problema de la tierra en el Paraguay se está convirtiendo en un polvorín a punto de estallar. La mecha ya ha sido encendida y, hasta ahora, nadie ha hecho absolutamente nada para apagarla.
Claro, dirán que es una exageración. Pero entonces quizás podríamos invitarlos a leer las recientes publicaciones periodísticas, los informes de las organizaciones ecuménicas y de derechos humanos, para advertir que tan solo en las últimas semanas se han producido más de una quincena de casos de ocupación de tierras, destrucción de cultivos y viviendas, intentos de desalojo violento y detención de campesinos, sin contar las dos trágicas muertes de O’Leary. Y lo más preocupante, según referencias de las mismas organizaciones gremiales campesinas, es que en estos momentos hay centenares de familias deambulando por las regiones del país, en busca de un terreno libre en donde afincarse. Es decir: el problema va a continuar agravándose.
Tratemos de entenderlo: los casos no son aislados. No constituyen meros hechos anecdóticos. Por el contrario, son signos absolutamente reveladores de que el problema de la tierra ha ingresado en una etapa de peligrosa radicalización. Y como, hasta el momento, la principal respuesta que se ofrece es la represión –que solo sirve para agravar el conflicto-, todo parece conducir  a que muy pronto tengamos que lamentar más hechos como el de Juan E. O’Leary.

No más muertes.

Pero, ¿de qué sirve, Francisco Martínez, volcar sobre el papel tantas palabras  que suenan como a huecas, a vacías?
En este preciso momento, tu familia huérfana, tus compañeros, siguen viviendo en el monte, a la intemperie, sin más cobijo que un techo kapi’i y una bandera tricolor flameando por un mástil de takuapi, en medio de un descampado.
Ellos sueñan con que esa tierra pueda llegar a ser suya. Siempre han creído que, si algo sobra en abundancia en este país, es la tierra. Que sólo hacia falta tener ganas de trabajar, de sudar bajo el sol, para arrojar la semilla y cosechar el fruto. Pero ahora han descubierto que no es así, que el sueño se les ha trocado en pesadilla, que la tierra no es de ellos, sino de un señor con un apellido que no saben pronunciar. Ellos reclaman justicia y los otros le hablan de legalidad, mientras los niños lloran bajo el ranchito. ¿Tendrán hambre y frío o solamente están asustados…?
De qué sirve escribir cuando ellos están allá, rezando un novenario por tu alma y la de Aurelio, mientras esperan algo que ni siquiera ellos pueden explicar, porque nadie sabe qué va a pasar mañana, si va a venir la Policía a intentar desalojarlos de nuevo, si ellos van a resistir o no, si alguien más va a morir o todo se va a solucionar positivamente. Si las autoridades escucharán por fin sus reclamos y les van a entregar tierras en esas nuevas colonias que dicen que se están abriendo allá hacia Canindeyú. Que lindo sería, ¿verdad Ña Tomasa? “Dios te escuche, che karaí…”.
La gente, Francisco, cree que vos caíste muerto el viernes 11 de julio de 1986, a eso de las cuatro de la tarde, pero un viejo compañero tuyo me estuvo diciendo que no es así, que vos ya te habías muerto mucho antes, cuando te cansaste de recorrer las oficinas públicas, recitando lo poco que te habías aprendido de la Constitución Nacional, esa parte en donde dice que todo paraguayo tiene derecho a un pedazo de tierra propia para vivir y trabajar, pero ellos te contestaban siempre “vení mañana… vení mañana…”, hasta que pensaste que te estaban engañando, que en verdad ya no había tierra para los humildes, porque unos cuántos señores se habían adueñado de todos los montes, los campos, los cerros, los ríos y arroyos, aunque no lograbas entender para qué querían tanta tierra, de qué les iba a servir… ¿Acaso iban a poder cultivar tanto?
Eso me dijo tu compañero, Francisco: que ya entonces te habías muerto, porque vivir como un paria en tu propia patria es la peor forma de morir.  Y que cuando otros campesinos parias te dijeron que allá, hacia el Alto Paraná, había “un monte que nadie usa, ¿porqué no entramos…?”, simplemente te fuiste con ellos, con tu esposa y tus hijos… ¿qué podías perder?.
Eso me dijo, que la cosa era el revés, que en realidad ese viernes 11 de julio, a eso de las  cuatro de la tarde, cuando una bala te desmoronó sobre la tierra, vos en realidad estabas volviendo a nacer. Porque era la forma en que estabas recuperando tu voz, en que le estabas gritando a todos tus compatriotas, a todos los que tan fácilmente hablamos de leyes, de justicia, de democracia… para decirnos que todo eso no sirve para nada cuando hay gente como vos –nuestros hermanos campesinos- sobreviviendo y sobremuriendo para construir una Patria desde abajo, desde lo más profundo, desde las raíces mismas de la tierra.
Eso me dijo. Yo no sé. Tan poco sabemos de vos, que me cuesta imaginar los siniestros mecanismos que empujaron tu destino. Pero se me ocurre entonces que tu muerte viene a ser, más que nada, un símbolo. Si sirviera, por lo menos, para llamarnos la atención, a la reflexión y a la acción sobre el detonante problema de los campesinos sin tierra, para responder no con la represión, sino con una reforma agraria real, con programas concretos de justicia social, con nuestro reclamo tajante para que nunca más haya muertes arbitrarias sobre nuestra tierra… si todo ello ocurriera, en fin, tal vez tu sacrificio no sería tan vano. Y del brutal desasosiego que nos produce, empezaría a nacer una tenue pero sólida esperanza.  

sábado, 17 de noviembre de 2012

Los artistas construyen el país que niegan los políticos

 
Las satisfacciones que nos brindan nuestros artistas y creadores son inversamente proporcionales a las decepciones que nos dan nuestros políticos, escribí en twitter no hace mucho, comparando el orgullo que sentíamos por los logros internacionales de la película paraguaya 7 Cajas, con los reiterados sinsabores que nos otorgaban las alevosas transadas de los parlamentarios en el Congreso Nacional.
Esta semana volví a sentir algo muy similar, cuando la Cámara de Diputados aprobó 131.000 millones de guaraníes más al Tribunal Superior de Justicia Electoral (TSJE), para salarios de operadores políticos y subsidios de partidos, entre varios otros incrementos que duplican el déficit del Presupuesto para el 2013, sin tener en cuenta las consecuencias económicas y sociales para la población.
Mientras, la guitarrista compatriota Berta Rojas nos llenaba de orgullo y alegría al ser nominada al prestigioso Premio Grammy Latino, en la categoría de Mejor Álbum Instrumental, por su excelente disco Día y medio, grabado con el saxofonista cubano Paquito D'Rivera. La música paraguaya alcanzaba así la mayor vidriera de la canción internacional, gracias al talento y al esfuerzo constante de una de nuestras más exquisitas intérpretes, a quien el diario Washington Post elogió como "guitarrista extraordinaria".
El gran logro artístico y musical de Berta Rojas es uno de los mejores ejemplos de ese Paraguay que da gusto imaginar, sentir y celebrar, al margen -o a pesar- de las constantes crisis o derrotas a las que nos vienen arrastrando la mayoría de los políticos. Es la otra cara de ese país maquiavélico y oportunista que hoy se muestra insensible ante la dramática huelga de hambre de los campesinos presos de Curuguaty, y que prefiere cerrar los ojos ante los indicios de que aquella terrible masacre, que costó la vida de 6 policías y 11 campesinos, pudo ser parte de un oscuro complot político para derrocar a un Gobierno con muchas deficiencias, pero electo democráticamente.
Sumo a esta lista el celebrado regreso de Marcelo Martinessi a la creación cinematográfica, con su nuevo corto El Baldío, sobre el universal cuento homónimo de nuestro gran escritor Augusto Roa Bastos. Habremos perdido a un fundacional director de la Tevé Pública, pero es reconfortante recuperar a uno de los más prometedores cineastas, en este tiempo en que el audiovisual paraguayo está rompiendo las fronteras que la mediocre política criolla insiste en mantener cerradas.

(Publicado en la columna Al otro lado del silencio, sección opinión del diario Última Hora, edición del sábado 17 de noviembre de 2012).

martes, 13 de noviembre de 2012

Mi nuevo primer cumpleviajes




Mis queridos y queridas:
Lo he escrito antes, lo reafirmo ahora: Cumplir años es solamente marcar una nueva estación en el Viaje de la Vida. Más que preocuparte por saber a donde vas, el placer está en viajar y en disfrutar plenamente del viaje. No dejar que el expreso de medianoche parta sin nosotros. No quedarnos en la Estación como Penélope, esperando por algo o por alguien que quizás nunca volverá.
No dejar que el conformismo o la mediocridad nos detengan. Viajar siempre, con nuestros sueños vivos a bordo, abriendo los ojos a nuevos paisajes desde la ventanilla, dejando que el Sol nos acaricie la piel, la lluvia nos moje el alma, el viento nos acaricie el rostro y la noche nos cubra de misterios y calidez humana, mientras hacemos -como diría el poeta- caminos al andar.
Habrá quienes digan que este es mi cumple-viajes número cuarenta y once… pero en realidad es el primero de mi nueva vida.
Hoy se cumple exactamente un mes del día en que mantuve un encuentro cara a cara con La Muerte, a quien pude decirle “todavía no”… y decidir volver a nacer, en este proceso de lenta pero segura recuperación.
Y aunque mi cédula de identidad diga que nací en Yhú, el 13 de noviembre de 1961, en realidad hoy cumplo el mes primero del año primero… ¡y todavía hay tanto por vivir y por hacer!  
Así que, una vez más... gracias por tantos atentos saludos, y por tan lindos mensajes. Espero poder ser realmente merecedor de tanto cariño y de tanta estima, que seguramente es el retorno por algunas de esas pequeñas cosas que intento dar -con mis humanos errores y aciertos- día tras día, noche tras noche, desde mi particular y pasional oficio de comunicador, y desde mis opciones personales, políticas y humanas.
A ver si seguimos andando juntos y haciendo caminos en todo lo que resta aún de este lindo aunque azaroso gran Viaje que es vivir.
Brindo por eso con mi copa de jugo dietético.
¡Salud…!

sábado, 10 de noviembre de 2012

Tierras para indígenas con olor a negociado



El presidente Federico Franco pide que los periodistas, "para tener una visión veraz", vayan a conocer las 7.862 hectáreas de tierras del ganadero Eliodoro Cohene, en Unión, San Pedro, que el actual Gobierno plantea de nuevo adquirir para grupos indígenas, a pesar de que diversos informes técnicos lo han desaconsejado.
Lo que el mandatario reclama ya lo hicimos el 19 de enero de 2012, cuando el autor de esta columna acompañó una visita que el entonces presidente del Instituto Paraguayo del Indígena (Indi), Óscar Ayala Amarilla, realizó a la propiedad, cuya compra era insistentemente reclamada al presidente Fernando Lugo por un grupo de nativos mbyá y avá guaraní, liderados por Panta Piris, con fuerte respaldo de figuras del propio entorno luguista, como el gobernador de San Pedro, José Pakova Ledesma, y los dirigentes de la Liga Nacional de Carperos (LNC), José Rodríguez y Eulalio López.
La edición de ÚH del 20 de enero de 2012 incluye en portada una fotografía del campo desolado, con el siguiente título: "Indi comprueba que tierras no son aptas para indígenas". El reportaje, en la página 27, detalla: "De las 7.862 hectáreas ofertadas, menos de 2.500 son montes altos, el resto es campo con arena y esteros".
Un informe del Ministerio de Agricultura y Ganadería sostenía categóricamente que la mayor parte de las tierras no son aptas para cultivos, no son hábitat tradicional ni reúnen condiciones para asentamientos indígenas.
Pero lo más sugestivo era el precio de las tierras, que dos años antes se ofertaron por 1.000 millones de guaraníes, pero a fines de 2011, cuando el Gobierno de Lugo propuso la compra, la oferta ya era de 63.000 millones de guaraníes, arrojando sospechas de una escandalosa sobrefacturación y de un posible negociado.
Al parecer, primó la racionalidad institucional sobre los intereses sectarios, y Lugo tuvo que aceptar la contundencia de los informes técnicos, desechando la compra de las tierras. Además de las denuncias periodísticas, resultó decisiva la postura del entonces presidente del Indi, Ayala Amarilla, quien se enfrentó al sector de Pakova Ledesma y los carperos, que tenían gran influencia en la cúpula luguista, donde ejercían una especie de gabinete social paralelo.
Llamativamente, apenas Lugo fue destituido, Ledesma y los carperos renegaron de su exaliado y se abrazaron a su sucesor, Franco. La nueva alianza rindió sus frutos, como revela la acción gubernamental que ahora reflota la compra de las 7.862 hectáreas de tierras de Unión, con base en un nuevo informe del MAG, que contradice a los anteriores, a pesar de que el ministro Enzo Cardozo sigue siendo el mismo que hace un año respaldó una versión totalmente diferente.


(Publicado en la columna “Al otro lado del silencio”, sección Opinión de Última Hora, edición sábado 10 de noviembre de 2012).


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(Anexo: Texto del reportaje tras la visita a las tierras de Unión, publicado en UH el 20 de enero de 2012)

Indi constata que tierras de Unión no sirven para asentar a indígenas

De las 7.862 hectáreas ofertadas, menos de 2.500 son montes altos, el resto es campo con arena y esteros. El presidente del Indi recorrió ayer la propiedad y en quince días tendrá una resolución.

Por Andrés Colmán Gutiérrez
UNIÓN - SAN PEDRO

Un polvoriento camino de tierra parte desde el cruce sobre la ruta 3, atraviesa el pueblo de Unión y al cabo de 20 kilómetros llega hasta el portón de la Agroganadera San Pablo SA, de Eliodoro Cohene, donde comienza la propiedad de 7.862 hectáreas, cuya compra reclaman los indígenas de las parcialidades Ava Guarani y Mbya Guarani, recientemente desalojados de la Plaza Uruguaya, de Asunción.
Al principio se observa una zona elevada de serranías, con buena vegetación, pero a poco de ingresar a la propiedad, el paisaje se va convirtiendo en extensos campos arenosos, donde se observan algunas vacas pastando, instalaciones ganaderas, algunas zonas muy bajas y esteros.
Ayer, aproximadamente a las 9.00, una comisión técnica encabezada por Óscar Ayala Amarilla, presidente del Instituto Paraguayo del Indígena (Indi), junto con expertos del Proyecto de Desarrollo Rural Sostenible (Proders), del Ministerio de Agricultura y Ganadería, realizaron una visita de verificación al lugar. Aunque la visita debía realizarse sin presencia de periodistas, el enviado de Última Hora logró ingresar, observar el terreno y obtener fotografías.

RECORRIDO. Los visitantes fueron recibidos por el propietario, Eliodoro Cohene, quien los guió en un recorrido por la mayor parte del establecimiento, incluyendo campos, retiros y una visita al casco central de la estancia, formado por una histórica y bella casona colonial, que fue centro de la antigua estancia San Bernardo SA, de los Gómez Zelada, formada a principios del siglo XX, originalmente con 24.000 hectáreas.
Durante la reunión mantenida con el propietario, el presidente del Indi se comprometió a seguir el proceso de consultas con otras comunidades indígenas de Caaguazú y San Pedro, antes de adoptar una resolución final sobre la compra de las tierras, ofrecidas por la agroganadera a un precio de 63.000 millones de guaraníes, y que según una nueva tasación del Ministerio de Obras Públicas, están valuadas en 51.000 millones.
La posible compra de estas tierras se volvió polémica porque dos años atrás parte de estas mismas tierras se ofrecieron por 1.000 millones de guaraníes, lo que desató la sospecha de una sobrefacturación en la actual oferta. A esto se suma la presión que ejercen allegados al presidente Fernando Lugo para que se concrete la operación.
Amable y hospitalario, el propietario de la Agroganadera San Pablo, Cohene, no quiso sin embargo acceder a una entrevista periodística y pidió que dirigiéramos las preguntas al contador de la empresa, Carlos Antonio López.
"El propietario del establecimiento tiene urgencia en que se resuelva si se van a comprar o no las tierras, ya se está alargando mucho el proceso, y se están diciendo muchas cosas que no son ciertas, que hay intereses políticos o de otro tipo por detrás. Eso no es verdad. Nosotros realizamos una oferta, hace cerca de un año, y no tenemos problemas en vender a otras personas, porque la tierra vale", señaló el contador López.

INAPROPIADO. Tras el recorrido, el presidente del Indi, Óscar Ayala Amarilla, declaró: "La impresión inicial que tengo, tras conocer de cerca este lugar, es que estamos ante un espacio geográfico que no es característico del tipo de asentamientos que usualmente tienen los indígenas mbya y ava guarani".
"Esto supone que, en la eventualidad de considerar un asentamiento en estas condiciones, necesitaría de tipos de planificación y de organización muy distintos al cual el Indi o el Estado no están habituados a realizar, y ni siquiera estamos en condiciones de acompañar hacia el futuro", agregó.
Enfatizó que, por las características de extensión del terreno, "la posibilidad de crear un asentamiento en un suelo con las características más propias de un establecimiento ganadero, con muchas tierras que son más bien pasturas, supone también un gran desafío a un modelo de convivencia, social, que permita equilibrar el tipo de recursos disponibles en el lugar, dado que este tipo de suelos y de inmuebles no expresan una diversidad de lugares en donde uno pueda decir que permite asentamientos diferenciados en lugares distintos".
"Es una situación bastante difícil, de cara a poder dar curso a una reivindicación de ese tipo", destacó.
El titular del Indi planteó que la cuestión de fondo es que el Estado, "en este momento y ante este caso, tiene la opción de considerar la mejor tierra, de cara a que el lugar que está reivindicado en ningún momento fue catalogado o establecido como un hábitat tradicional del grupo que lo pretende".
"Sabemos que lo que genera una obligación para el Estado es la relación que un grupo pueda demostrar o establecer respecto a un lugar específico, más allá de sus condiciones geográficas. En este caso no existe eso", afirmó.
Adelantó que en la primera quincena de febrero se estaría dando una decisión final al caso.