miércoles, 18 de diciembre de 2013

El Pato Donald sale a cazar guerrilleros


El guionista y productor norteamericano Walt Disney nunca habrá pensado que uno de sus más célebres personajes de caricaturas, Donald Duck, o el Pato Donald –creado en 1931–, se convertiría en una popular metáfora política, cuya mención a menudo ocasionaría fricciones y polémicas en un lejano y pequeño país, llamado Paraguay.
El primero que lo instaló en el imaginario colectivo de la política criolla fue el fallecido caudillo colorado y vicepresidente asesinado en marzo de 1999, Luis María Argaña, cuando durante la campaña electoral de 1998 disparó una de sus más célebres frases: "El colorado siempre vota a un colorado, aunque el candidato sea el Pato Donald".
Desde entonces, nuestros mejores humoristas gráficos no se cansaron de hacer chistes con el caricaturesco pato luciendo un pañuelo rojo al cuello, en lugar de su clásico trajecito de marinero.
La certera metáfora de Argaña se volvió a aplicar en los inicios de la campaña electoral rumbo al 2012, cuando un acaudalado empresario outsider, -que hasta entonces no había estado afiliado al coloradismo, ni a ningún otro partido, y ni siquiera había estado inscripto en el registro electoral- se presentó como el salvador que iba a rescatar al partido de la llanura, buscando devolverlo al poder tras haber sido desalojado de allí por un ex obispo, también outsider, en el 2008.
Varios dirigentes tradicionales de la ANR  identificaron entonces a Horacio Cartes como "el nuevo Pato Donald", aunque probablemente se parecía más a otro personaje de Disney, el millonario Scrooge McDuck, o Rico McPato, tío de Donald, más conocido en el mundo hispano como El Tío Rico.
En estos últimos días, el palmípedo Donald ha vuelto sorpresivamente al tapete, cuando se filtró la información de que un acaudalado empresario y directivo de un banco que pertenece al grupo de empresas del actual presidente de la República, Horacio Cartes, había participado secretamente de operaciones tácticas de combate contra el grupo armado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), acompañando a un equipo comando dirigido por el director de la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad), Luis Alberto Rojas.

Un frustrado operativo, en busca del EPP.

La versión es que el presidente del Banco Amambay, Hugo Portillo Sosa, participó en el operativo de intento de captura de un supuesto integrante del EPP, el pasado 17 de setiembre, en la zona de Carapa'i, distrito de Capitán Bado, en la frontera del Departamento Amambay con San Pedro.
En aquella oportunidad, un presunto "error de planificación" permitió que se escape Néstor Martínez (primo hermano del fallecido ex miembro del EPP, Severiano Martínez), de una vivienda en donde se cree se hallaban además los hermanos Alfredo y Albino Ramón Jara Larrea, también considerados miembros del grupo armado. Néstor Martínez fue muerto a tiros días después por guardias de una estancia en San Pedro, presuntamente en momentos de robar ganado, sin que se haya confirmado plenamente su pertenencia al EPP.
En su momento, Luis Rojas dijo que el fracaso de la operación en Carapa'i, se debió al retraso en llegar al lugar, debido a que los vehículos se empantanaron. La otra versión divulgada, sin embargo, es que el grupo táctico que dirigía Rojas, acompañado del banquero Hugo Portillo, atropelló una vivienda equivocada, alertando a los pobladores de la incursión, lo cual permitió que Martínez y sus presuntos acompañantes puedan huir.
Tras aquel fallido operativo, el comisario Antonio Gamarra, director de la Segunda Zona Policial y principal jefe policial en la lucha contra el EPP en el Norte, durante una reunión evaluativa le cuestionó a Luis Rojas quién era Hugo Portillo y qué hacía un civil participando de operaciones tácticas. Según personas que presenciaron la discusión, Rojas contestó que Portillo era un asesor técnico de la Senad, y que él (Rojas) decidía libremente a quienes dejar participar en sus operativos.

El pato Donald y un banquero aficionado a las armas.

Tuvo que pasar casi dos meses para que salga a luz el dato de la presencia del banquero Hugo Portillo en las acciones operativas contra el EPP.
La versión saltó primero en una serie de tuits del periodista Chiqui Avalos, quien aseguró que militares reclamaban por la "intromisión de civiles en planes contra el EPP".
La "presencia de un operador bancario causó rechazo en la operación", adelantó Chiqui, para luego revelar que "el presidente del Banco Amambay, Hugo Portillo, apareció con chaleco antibalas y armado para participar".
Ávalos, veterano periodista, autor del polémico libro "La otra cara de HC", sostuvo que Hugo Portillo fue a "sumarse al grupo para ejecutar la operación, por orden de HC, lo que causó la oposición de los militares y un fuerte disgusto".  
El periodista dijo que su información la obtuvo directamente de fuentes militares. Posteriormente reveló que quien le pasó el dato fue el controvertido ex agente de la Senad, Miguel Angel Berni, quien falleció el pasado 8 de diciembre.
La información también fue publicada inicialmente por el sitio web alternativo E'a, sugiriendo que el alto ejecutivo del grupo empresarial del presidente Horacio Cartes habría pagado sumas de dinero para que se le permita participar en una especie de "safari humano".
Portillo es presentado en el reportaje como un empresario aficionado a las armas, a quién le gusta realizar ejercicios de "tiro práctico" (disciplina de tiro deportivo, en la cual el tirador debe disparar a diversos blancos en el menor tiempo posible).
La descripción fue suficiente para que muchos imaginen una situación parecida a la que narra la película Surviving the Game, (traducido indistintamente como Sobreviviendo al juego o Cacería Sangrienta), del director norteamericano Ernest R. Dickerson, protagonizada por Ice-T, Rutger Hauer y Gary Busey, en donde millonarios pagan para participar de cacerías de seres humanos en los bosques del Canadá.
El fin de semana, el director de la Senad, Luis Rojas, salió airadamente al paso de las versiones, desmintiendo "categóricamente" que civil alguno haya formado parte de acciones tácticas contra el EPP, y menos que haya pagado sumas de dinero para hacerlo. Comprendiendo claramente de donde habían surgido las filtraciones de datos, cuestionó a los miembros de la policía.
"Me gustaría invitar al mismo Pato Donald para que haga las incursiones (contra el EPP), él creo que tendrá mayores resultados de los que se tienen con estos policías", planteó Rojas. Otra vez, el Pato Donald.
Pero apenas algunas horas después, en la mañana del lunes 16, Rojas tuvo que desmentirse a sí mismo, y salir a admitir que el banquero Hugo Portillo sí había participado de operativos tácticos. Lo hizo luego de que más datos fueran revelados, y de que el propio ministro del Interior, Francisco de Vargas, había admitido de que la versión filtrada por la policía, y que ya era abordada por todos los medios de comunicación, era real.

Una situación que no es de dibujos animados.

En la polémica desatada -que se inició como una simple versión tuitera y se instaló como noticia central, en la primera plana de los diarios- hay más datos de interés en lo mucho que no se dice, que en lo poco que se reconoce abiertamente.
Por detrás de la aparente rivalidad entre el principal jefe policial de la lucha contra el EPP en el Norte, comisario Antonio Gamarra, y el director de la Senad, Luis Rojas, sobre la manera de llevar adelante las acciones contra el grupo armado –con evidentes intereses de otros personajes, como el ministro del Interior y algunos jefes militares–, existen cuestiones inquietantes para el actual proceso democrático, como la manera en que personas de civil, que son parte del entorno empresarial del presidente de la República, Horacio Cartes, se inmiscuyen directa y secretamente en cuestiones de Estado, con acciones que pueden estar reñidas con la legalidad.
¿Qué hace el directivo de un Banco del grupo empresarial del presidente, asesorando a fuerzas de seguridad estatales en la lucha contra un grupo armado, perseguido por la Justicia? ¿Quién le autoriza al Pato Donald para que salga a cazar a supuestos guerrilleros? ¿Hasta dónde un mandatario puede mezclar cuestiones de sus empresas privadas con cuestiones de Estado?

Lo más inquietantes es que, aún con todas las estrategias –las conocidas y las desconocidas-, con asesores privados o internacionales, con leyes modificadas y con intervención militar, con los superpoderes presidenciales y con las acciones que pueden ser cuestionadas como ilegales, con denuncias de violaciones de derechos humanos y todo lo demás... el actual Gobierno –al igual que todos los anteriores-, sigue sin arrojar resultados efectivos en la lucha contra el grupo armado llamado EPP, así como contra la pobreza y el subdesarrollo en la región Norte del país. Parece que ni el Pato Donald le ha podido ayudar mucho en esto.


miércoles, 11 de diciembre de 2013

Así fue la última gran movilización contra Stroessner

El volante que convocaba a la Marcha por la Vida en 1988.

La Marcha por la Vida, el 10 de diciembre de 1988, fue el golpe final para forzar la caída de Stroessner. El régimen intentó desactivar la protesta, arrestando a 35 dirigentes. Hay anécdotas pintorescas, como la del liberal Rambo Saguier, quien se disfrazó de mujer e intentó ocultarse en la Catedral de Asunción.

#CrónicasDeLaMemoria

Por Andrés Colmán Gutiérrez - @andrescolman

La escena parecía sacada de una de las comedias del director de cine italiano Federico Fellini: Un hombre disfrazado de mujer, con peluca y sombrero, discutiendo acaloradamente con un sacerdote de sotana, detrás del altar de la Catedral Metropolitana de Asunción.
La situación hubiera resultado bastante cómica, si no estuviera revestido también de mucho dramatismo, ya que toda la zona que rodeaba a la Iglesia estaba llena de policías, y el hombre disfrazado de mujer era uno de los dirigentes políticos entonces más buscados por los agentes del régimen: el popular líder del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), Hermes Rafael "Rambo" Saguier.
La escena ocurrió en la noche del 9 de diciembre de 1988, en vísperas de la "Marcha por la Vida", que debía realizarse el 10 de diciembre, y que fue la última gran movilización contra la dictadura del general Alfredo Stroessner.
La manifestación de protesta había sido convocada por la Convergencia Nacional por los Derechos Humanos, conformada por una treintena de organizaciones sociales y políticas, e iba a consistir originalmente en una misa en la Catedral y luego en una gran marcha por las calles de Asunción, hasta el local de las Naciones Unidas (entonces, en las calles Estrella y Chile), en conmemoración por el 40 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
El gobierno de Stroessner se anticipó y, desde varios días antes, buscando desactivar la protesta, empezó a arrestar a los principales dirigentes. Los que no cayeron en las redes de la policía se ocultaron y trataron de seguir adelante con la organización de la protesta, con planes alternativos para burlar a la represión, según recuerda Beatriz Agüero, entonces estudiante de Bioquímica y dirigente de la Federación de Estudiantes Universitarios del Paraguay (FEUP).
Fue en esas circunstancias en que el político "Rambo" Saguier decidió disfrazarse de mujer e ingresar a la Catedral la noche antes, para ocultarse allí y poder participar de la misa al día siguiente, convencido de que el día 10 ya no lo iban a dejar entrar y lo iban a capturar.
Pero cuando acudió a pedir al entonces párroco de la Catedral, monseñor Agustín Blujaki, a que le permita ocultarse y pasar la noche en la sacristía, este montó en cólera y lo expulsó del lugar.
"Fue realmente simpático ver a Rambo vestido de señora gorda, con su peluca, paraguas, cartera, maquillaje, discutiendo con Monseñor Blujaki, quien le decía que era una ofensa al altísimo presentarse con ese patético disfraz", recuerda un testigo presencial de la escena.
Finalmente, ante la terca negativa del sacerdote, Saguier aceptó retirarse, con una advertencia: "¡Si me agarra la policía, usted va a ser el culpable, monseñor! ¡Será un cómplice de la dictadura...!".
Pero, al parecer, el disfraz de "Rambo" era muy bueno. Los policías no lo reconocieron y se apartaron para dejar pasar a la que parecía una aristocrática señora con sobrepeso, regresando de la Iglesia.

Los preparativos para la marcha

"El 10 de diciembre, marchemos por la vida... Participá, sin vos no cambia nada", rezaba un volante que los activistas repartían en las esquinas, tratando de que no los descubra la Policía.
La iniciativa había nacido meses antes, en una reunión convocada por los hermanos Miguel Abdón "Tito" y Hermes Rafael "Rambo" Saguier, quienes entonces lideraban gran parte de las movilizaciones antidictatoriales, desde el PLRA.
"La reunión se hizo en el campus de la Universidad Católica. En esa ocasión asistieron únicamente los hermanos Saguier, alguien del Mopoco (Movimiento Popular Colorado) y nosotros, los representantes de la FEUP", recuerda Beatriz Agüero.
En una segunda reunión, convocada ya por los estudiantes universitarios, asistieron muchas más organizaciones, que conformaron la Convergencia Nacional por los Derechos Humanos, y programaron la misa y la marcha para el 10 de diciembre
"Se armaron diferentes grupos, encargados de cada uno de los aspectos de la organización (propaganda, comunicación, seguridad, etc.). La seguridad fue fundamental, se cuidó que la organización no fuese descabezada y el esquema funcionó muy bien. El sistema de comunicación también fue importante, en una época en que no teníamos correo electrónico, ni redes sociales, ni teléfonos celulares. Recuerdo que nosotros teníamos 'reuniones móviles', por seguridad: nos reuníamos en autos que circulaban por la ciudad, como si fuésemos un grupo de amigos que estaban de paseo", relata Beatriz.
Cuando empezó la cacería y la detención de varios dirigentes, la mayoría ya había salido de sus casas para refugiarse en otros lugares.
"En el caso nuestro, fuimos acogidos en casas de familias que la dictadura jamás hubiese imaginado", destaca Carmen Rivarola Mas, entonces también dirigente de la FEUP, actualmente dirigente de la Coordinadora de Victimas del Ycuá Bolaños.
Una de las primeras en ser detenida fue la gran luchadora por los derechos humanos, Carmen "Coca" de Lara Castro, quien fue arrestada en el aeropuerto, a su regreso de un viaje a Europa. "La pobre señora volvía del invierno europeo, toda vestida para el frio y fue llevada a la Comisaría 12, con el calor de 45 grados de entonces. También Mavi Brusquetti (dirigente de la Junta Arquidiocesana de Laicos) fue detenida cuando entonces", relata Beatriz Aguero.
Entre otros dirigentes detenidos en asunción estaban Ronald Orrego (Fetraban), Alejandro Ladalardo, Digno Britez y Cristina Vilas (Comité de Iglesias), Celso Velázquez (periodista de Radio Cáritas), y en el interior del país: Regina viuda de Rodas, Elvio Romero Florentín, José Martínez (del Movimiento Campesino Paraguayo), entre otros.

El día de la represión.
"En cuanto a la Marcha en sí, estuvo organizada como grupos focales, al estilo de las anteriores 'Asambleas de la Civilidad'. Las organizaciones tenían asignadas zonas específicas (calles, esquinas) en donde se juntaban y salían a la acera a marchar. Eso volvió loca a la Policía, que aún no terminaba de dispersar a los manifestantes en un lugar, cuando a dos cuadras arriba ya surgía otro grupo", recuerda Beatriz Agüero.
Carmen Rivarola narra que ese día 10 de diciembre, temprano, cada activista debía llegar individualmente, por su cuenta, al lugar que le estaba asignado en donde manifestarse junto a otros que llegaban de la misma manera.
"A mí me tocó estar en un grupo que se debía manifestar frente al local del Touring y Automóvil Club (en las calles Brasil y 25 de mayo). Al principio, cada compañero estaba en alguna tienda, haciéndose pasar por clientes, fingiendo mirar ropas. A la hora indicada, empezamos a juntarnos. Cuando ya superamos las 200 personas, cerramos las calles y avanzamos sobre Brasil, hasta el Ministerio de Salud. Nuestro grupo fue el único que no fue reprimido por la Policía, porque al parecer se enteraron tarde. Un solo policía en moto apareció por el lugar", destaca Carmen.
Rubén Ayala Vera, comunicador popular, quien entonces era dirigente de la Juventud Obrera Cristiana (JOC), cuenta que con otro grupo de manifestantes, en el microcentro de Asunción, marcharon hasta el local del diario ABC Color, que entonces estaba clausurado arbitrariamente por la dictadura, para expresar su solidaridad.
"La policía iba detrás nuestro. Cuando ya estábamos frente a ABC, apareció un grupo de policías que entraba por las calles Yegros y Herrera, y otro grupo por Fulgencio R. Moreno  y Yegros, y nos encajonaron. Hubo una muy fuerte represión", señala Rubén.
Tanto Beatriz Agüero como Carmen Rivarola destacan que la ciudadanía se adhería de manera espontánea, venciendo el miedo.
"Yo no puedo olvidar la adhesión de la gente en las calles y comercio, cuando salían de su asombro aplaudían y coreaban las consignas a pesar de tener a la Policía cerca. También acompañaban con bocinazos", relata Beatriz.
"Fue espectacular ver cómo la gente se adhería. Incluso los playeros de la estación de servicio del Touring se adherían, levantando en alto las mangueras del surtidor, siguiendo nuestras consignas", narra Carmen.
El dirigente liberal Anki Boccia (de espaldas), enfrentando a patadas a los policias del stronismo.

Resck y el karateca que desafió a los policías

Otras dos escenas son particularmente recordadas de aquella Marcha por la Vida.
Una de ellas es la del veterano luchador por los derechos humanos, el profesor Luis Alfonso Resck, siendo detenido, golpeado y llevado en andas por varios policías.
A diferencia de Rambo Saguier, Resck sí consiguió ocultarse temprano dentro de la Catedral, desde antes del amanecer, pero vio que la gente no podía llegar para la celebración de la misma. Entonces se enteró de que las manifestaciones de protesta ya se habían iniciado una cuadra más arriba, y acudió a unirse.
"Se instaló un escenario sobre la calle Independencia Nacional, entre El Paraguayo Independiente y Eligio Ayala. Yo llegué allí y me subí a cantar el himno a la Virgen de Caacupé y luego Patria Querida. Esta música era la que más le molestaba al régimen de Stroessner. En ese mismo momento recibí un golpazo en la cabeza y caí desmayado. Me cuentan que me llevaron de manos y pies. Recién después de muchas horas me desperté en el calabozo del Departamento de Investigaciones de la Policía", recordó Resck.
La otra escena muy recordada es la del también dirigente del PLRA, Franklin "Anki" Boccia, enfrentando con golpes de karate a los policías, como en una película de artes marciales. Por entonces, Boccia se encontraba en muy buen estado físico, era un experto luchador y en lugar de correr de los represores, los enfrentó decididamente y dejó a varios tendidos en el piso, muy malheridos.
Pero el luchador también resultó muy herido y finalmente tuvo que huir a bordo de su motocicleta. Así lo encontró su sobrino, el médico Alfredo Boccia Paz, quien lo auxilió.
"Anki llegó manejando su moto, todo ensangrentado. Yo me subí atrás de él y con un pañuelo trataba de parar la hemorragia. Llegamos a una estación de servicio. Le lavé bajo una canilla, cambiamos la toalla y le llevamos al hospital universitario", recordó Alfredo Boccia.

Una movilización que hizo historia

La Marcha por la Vida, del 10 de diciembre de 1988, es considerada la última gran movilización ciudadana contra la dictadura de Stroessner, que tuvo gran repercusión internacional, y ayudó a que quienes preparaban el golpe de Estado para derrocar al régimen, se decidieran con mayor celeridad.
"La marcha había sido convocada por 30 organizaciones políticas, sindicales, estudiantiles, sociales y culturales. Para cuando se realizó el acto ya había 35 personas detenidas. La marcha fue imponente, pues la prensa estimó en 20 mil el número de manifestantes, cifra alta considerando la feroz campaña intimidatoria que precedió a la manifestación", destacan Roberto Paredes y Liz Varela, en el libro "Los Carlos, Historia del derrocamiento de Alfredo Stroessner".
Beatriz Agüero recuerda que esa misma noche se hizo otra movilización sobre la avenida Quinta, en barrio Obrero, ocasión en que detuvieron a algunos activistas: Pete Guggiari, Rossana Saguier y Pupi Rivarola.
"Entusiasmados por el éxito obtenido, programamos otra gran movilización para abril de 1989, en que iba a reunirse la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) en Asunción, pero esa ya no la pudimos realizar, porque el 3 de febrero amanecimos con la noticia de que había sido derrocado el dictador", concluye Beatriz Agüero.

sábado, 30 de noviembre de 2013

El noviembre paraguayo


Los mismos chicos y chicas que organizaron la marcha del  #15Npy  ya habían intentado antes sacar a la gente a las calles y plazas,  pero entonces nadie les hizo mucho caso.
Los anteriores intentos por inaugurar el capítulo paraguayo de los indignados globales no tuvieron éxito. Mientras en la primavera árabe caían gobiernos tiránicos, o en el 15M español se resquebrajaba el sistema, o en Occupy Wall Street temblaba la bolsa, aquí los parlamentarios creían que las pintatas con la máscara de Anonymous eran... un retrato proselitista de Camilo Soares.
Hubo un momento, en mayo de 2012, en que las cosas parecieron cambiar. La prensa empezó a informar que los legisladores iban a aprobar un aumento de 150.000 millones de guaraníes al Tribunal Superior de Justicia Electoral, solo para pagar a los operadores políticos de sus partidos.
Entonces sí la gente respondió a las invitaciones en las redes sociales para un "after office revolucionario"... ¡y estalló la plaza!
Se dijo que aquello era "histórico". Los diputados fueron bautizados como "dipuchorros" y los senadores, "senarratas", porque huyeron de la ira popular en una apurada caravana, por una carretera aún en construcción. Y, finalmente, tuvieron que dar marcha atrás, borrando con el codo lo que habían firmado con la mano.
También entonces se dijo que había llegado "el despertar cívico del pueblo paraguayo" y se iniciaba "una nueva era ciudadana".
Pero vinieron la masacre de Curuguaty, el 15 de junio, y el golpe parlamentario con juicio político exprés, el 22, que destituyó en forma sumaria a un presidente electo.
Muchos de los que se habían movilizado juntos en el "after office revolucionario" se encontraron de pronto en bandos distintos, agrediéndose mutuamente e intercambiando rótulos: "golpistas", "zurditos", "soberanos"…
Ha debido pasar casi un año y medio para que, de algún modo, se comenzara a cerrar aquella grieta en el alma del país. Y han debido surgir otros informes periodísticos de gran impacto mediático, para que la indignación ciudadana resurgiera, por encima de diferencias ideológicas, de partidos y clases sociales, para unirse en una cruzada común, que golpeó como nunca a un sector de la clase política que se creía tan soberbiamente impune y todopoderoso.
Hoy muchos hablan del "noviembre paraguayo". Pero todavía habrá que ver si, después de la "gran victoria ciudadana", los pocos que iniciaron todo no se quedan otra vez solos, bailando con sus banderas bajo la lluvia.


(Publicado en la columna “Al otro lado del silencio, sección Opinión del diario Última Hora, edición del sábado 30 de noviembre de 2013)


miércoles, 20 de noviembre de 2013

Sobre el famoso “apoyo” de los medios al #15Npy y la miopía de algunos “líderes progresistas”



No puedo evitar sonreírme cuando leo, una y otra vez, en las redes sociales, algunos posteos de conocidos “líderes progresistas” y referentes de algunos grupos de izquierda, insistiendo en que la marcha de los indignados del #15Npy solo pudo tener éxito porque recibió “un extraordinario apoyo artificial” de los grandes medios empresariales de comunicación, especialmente de los diarios ABC y Última Hora, porque sus poderosos y millonarios dueños empresarios tienen oscuros intereses comerciales y/o políticos por detrás, y nos manejan a todos como grandes titiriteros desde bambalinas, tanto a los periodistas que somos su empleados, como a toda la opinión pública.
Me sonrío, porque el reclamo que estábamos recibiendo hasta horas antes de la marcha, ese viernes 15, por parte de los organizadores, era justamente todo lo contrario: Que los medios y los periodistas no les estábamos haciendo caso, que todo lo que se publicaba acerca del anuncio de la marcha era muy pequeño, que estábamos censurando la movilización porque “no le convenía a los intereses de los dueños de los medios”, etc.
Por algo nos dedicaban estrofas de la canción Multiviral de Calle 13: “Si la prensa no habla/ nosotros damos los detalles/ pintando las paredes/ con aerosol en las calles…”.
En gran parte, tenían razón, en eso de que no les hacíamos mucho caso.
Fíjense en las fotos que acompaña a este posteo. Corresponden a las ediciones de los diarios ABC y Ultima Hora del día 15 de noviembre, el mismo día en que iba a realizarse la marcha.
ABC le dedica apenas 15 líneas a anunciar el acto, bajo el título “Indignados marcharán esta noche”, como material de tercera importancia en su página 6, Política, con una foto de archivo de otra marcha anterior, a tres columnas.
El anuncio en Última Hora pasa aún mucho más desapercibido. Apenas un recuadro grisado a dos columnas, al pie de la página 3, con el genérico título de “Manifestación en distintos puntos”, y no más de diez líneas de texto.
¿Ese era el “extraordinario apoyo artificial”?
Para quienes conocen la dinámica interna de los medios, este panorama es comprensible. Los editores y periodistas, personajes escépticos si los hay, no creían mucho en que la convocatoria del #15N iba a tener gran respuesta de la ciudadanía. Ya se habían hecho intentos similares desde las redes sociales, en los últimos meses, que apenas lograron juntar a algunas decenas de personas en las plazas, y que merecieron algunas coberturas que en la jerga periodística llamamos “de relleno”.
Aunque ese viernes había cierta expectativa, debido a que el tema del rechazo al desafuero a Victor Bogado era la noticia más leída del día en los sitios web… el espacio que se le estaba reservando a la marcha en los diarios no era muy grande. Además, el cielo se puso negro en horas de la tarde, se avecinaba una gran tormenta y lo más probable era que el acto se llegue a suspender. En el Paraguay, habitualmente, todo “se suspende por lluvia”.
Recién cuando los primeros reportes de los cronistas destacados a la cobertura indicaron que “mucha gente se está juntando en la Plaza Uruguaya”, los editores reprogramaron sus páginas.
Y en la medida en que la multitud crecía y se abría paso por las calles, también el espacio asignado a la noticia se iba ampliando. Para entonces ya estaba decidido que iba a ser tema de tapa, por una razón muy sencilla: lo que estaba sucediendo era la noticia más importante del día.
Por la dinámica de nuestro trabajo, los periodistas tratamos de desarrollar algunas habilidades, que nos ayuden a leer los signos de una realidad en constante cambio y adaptarnos rápidamente para tratar de reflejarlo.
Seguramente, muchas veces nos equivocamos, y no informamos adecuadamente acerca de todo lo que la gente más espera y valora. Casi siempre, la trascendencia o no trascendencia que se le da a un tema u otro en los medios, no necesariamente responde a un plan deliberado, ni a una conspiración político empresarial, sino simplemente a la dinámica del interés que la propia sociedad les otorga.
Personalmente, al igual que la mayoría de mis compañeros en la Redacción, hasta ahora no sé qué opinarán Vierci o Zuccolillo sobre la movida de los indignados. Muy pocas veces en la vida me tocó hablar con ellos. No recibimos sus instrucciones, sino la de nuestros jefes directos en la redacción, y tienen que  ver más con nuestro trabajo periodístico cotidiano. Un trabajo que hacemos de la manera que mejor (o peor) podemos, con nuestras humanas limitaciones, con nuestros aciertos y errores, y casi siempre los enfoques tienen más que ver con nuestra manera personal, profesional (y probablemente ideológica) de ver la realidad, que con la línea editorial del medio.
Probablemente, todo esto hace que muchos de los periodistas tengamos más “feeling” para entender lo que la gente está diciendo en la calle, que algunos de los “dirigentes populares” que hoy intentan desacreditar una de las más interesantes expresiones cívicas de un amplio sector de la sociedad… solo porque no responde a sus lineamientos ideológicos… o no pueden controlarlo.
Lástima, por ellos.
¡Sería tan bueno tenerlos al lado de la gente, aportando su valiosa trayectoria de lucha y su visión política… y no tirando piedras desde la gradería!
Como si pudieran detener la esencia y la naturaleza de las cosas.



lunes, 18 de noviembre de 2013

Contradicciones tras la resaca del #15npy


A Mirta Gusinky nunca luego le creí nada, así no que no tengo nada que reprocharle. Todavía tengo en la memoria su lamentable tour televisivo en los trágicos y gloriosos días del Marzo Paraguayo. Sentí mucho lo que le pasó a su hija Cecilia, lo escribí en su momento y me solidaricé con su familia. Ahora le duró muy poco la imagen de “política nueva y diferente” a esta señora…
Lástima lo de Luis Alberto Wagner, un político contradictorio, con un heroico historial de lucha contra la dictadura stronista, con muchas luces y sombras en sus diversas gestiones, pero que generalmente se había sabido mantener cercano a los intereses populares. Esta vez, parece que se fue al mazo.
Lástima también lo de Adolfo Ferreiro, que aunque no está entre los 23, quedó muy mal parado con esa surrealista explicación de porqué él no tenía que votar. Parece que se olvidó de su escoba. Avanza País retrocedió bastante. Y encima que sea Kalé quien lo ponga en su lugar, como que ya es mucho. Al final Adolfo votó por el desafuero, pero dejó un mal sabor de boca a sus seguidores. A favor suyo, que al menos Adolfo da la cara y trata de explicar. Pero ya nada será igual…
Lastima aun más por Yoyito, Blas Llano y el resto de un gran sector de los liberales. No terminan de seguir cavándose su propia tumba política. Lástima, porque el sistema democrático paraguayo necesita que también haya una oposición pluralista y fuerte ante los actuales gobernantes colorados, y el partido liberal, por su historia, por su tradición, no debería borrarse del mapa político nacional. Necesita regenerarse, que los dirigentes que cometieron delitos sean juzgados y paguen sus culpas ante la Justicia, y que pidan disculpas por sus grandes errores y se sometan al juicio del electorado. Por suerte hay un grupo de liberales que mantienen una mínima cuota de dignidad. Habrá que ver como salen de esta.
No les creo nada a Kalé, ni a Saguier, ni a muchos otros senadores que hoy se presentan a sí mismos como los baluartes de la honestidad y la democracia, cuando tienen en su historial delitos tanto o más atroces que los de Bogado. Es bueno que, al menos por esta vez, no avalen la impunidad y la desverguenza de sus colegas. Pero que no se extrañen si la oleada de la indignación ciudadana va creciendo y también los incluye.
El debate parlamentario sobre el desafuero de Bogado me sirvió, además, para reivindicarme con la figura del senador Eduardo Petta, del Encuentro Nacional. En varios casos anteriores, sus acciones y posturas me parecieron populistas y poco pensadas. Pero esta vez admiré la documentada exposición con que sacó a luz la contundencia de los delitos cometidos por Bogado.
También rescato la coherencia demostrada, al menos en todo este tema, por el liberal Carlos Amarilla. Fue uno de los primeros en posicionarse claramente a favor del desafuero y en romper lanzas contra sus colegas, mientras casi todos los demás especulaban, incluyendo a los senadores del Frente Guasu, que necesitaron no sé cuantas reuniones internas para definir públicamente su postura. En cuestión de principios, no habría que dudar. O se está en contra de la impunidad, o se está a favor.
Sé que, a pesar de todo lo que está sucediendo, muchos ciudadanos y ciudadanas permanecen escépticos. No habrá justicia, dicen. Esto se acabará pronto y todo seguirá igual, dicen. La indignación se disipará más temprano que tarde, como el rocío de la mañana, dicen. Es todo una maniobra tras bambalinas de Cartes, de Acero, de Vierci, de los sojeros, de la Cía, de Videla, de Massera, de los marcianos…, dicen. Puede que sí, puede que no. Solo digo que hace mucho no me sentía contento por la reacción indignada de la gente, sean del color partidario que sean, tengan o no colores partidarios. Tampoco les creo mucho a varios de los dueños de locales comerciales que se plegaron a la onda de reservarse el derecho de admisión a los 23 senadores, porque probablemente lo hacen más por un marketing oportunista, o por congraciarse con la ciudadanía, o porque le resulta funcional a sus intereses, pero se siente bien que así sea. Es la primera vez que ocurre algo así, al menos en esta dimensión masiva. Habría que pedirles que sigan la campaña de saneamiento moral, cumpliendo además con las leyes laborales hacia sus trabajadores y pagándoles un salario digno.
También me preocupa que otros temas más o igualmente importantes no aparezcan en las movilizaciones, como la represión contra campesinos e indígenas, o la ley de Alianza Público Privada, o la corrupción judicial, o tantas cosas más. Pero ya irán apareciendo, me dicen.
“Codo con codo/ paso con paso”, dice la canción Multiviral, de Calle 13, que no me cansé de escuchar en estos días.
También dice: “Crece la ola/ crece la espuma/ cuando cada vez más gente se suma”.

Por las dudas, ya tengo otro rollo de papel higiénico preparado…


viernes, 8 de noviembre de 2013

Papacho Viveros Cartes: Las aventuras de un narcopiloto


Juan Domingo Viveros Cartes, en una de las últimas fotos, cuando fue detenido en el aeropuerto de Coronel Oviedo, en julio de 2012. | Foto: OVIEDO PRESS.


El denso historial como piloto de narcotraficantes –y a la vez doble agente para la DEA– de Juan Domingo Viveros Cartes, parece sacado de las teleseries mexicanas y colombianas. Conozca las reveladoras andanzas del "señor de los cielos", actualmente preso en Uruguay.

#CrónicasDeLaMemoria

Un reportaje de Andrés Colmán Gutiérrez / @andrescolman

¿Qué se siente estar al mando de un avión, cabalgar sobre las nubes, ser llamado el "señor de los cielos"?
¿Qué se siente atravesar fronteras sin pedir permiso, burlar radares, transportar cargas ilegales que pueden dejar millones, volar desafiando siempre a la prisión o a la muerte, sabiendo que hay padrinos poderosos que seguramente te echarán una mano?
¿Qué se siente...?

-¡Atención, tenemos intrusos...! -avisó el controlador del aeropuerto de Santa Clara del Olimar, cuando percibió dos ecos en la pantalla del radar, sobre el cuadrante que corresponde a la región de Bella Unión, al noreste del Departamento de Artigas, Uruguay, en la triple frontera con Brasil y Argentina.
Eran dos aviones de pequeño porte, que habían ingresado sin autorización a territorio aéreo uruguayo, a las 11.20 de la mañana del lunes 29 de julio de 2012, sobrevolando ambos sobre la confluencia de los ríos Cuareim y Uruguay, a muy baja altura, en un vano intento por pasar desapercibido, ya que no solo fueron detectados por el radar de Santa Clara, sino también por el de Montevideo.
-¡Tranquilo, señores! ¡Ya los tenemos controlados! ¡Les vamos a cortar las alas!... –advirtió una voz militar desde el otro lado del intercomunicador–.
Se trataba de uno de los jefes de la operación antidroga Wayra, que desde hacía meses venía desplegando la Dirección General de Represión del Tráfico Ilícito de Drogas (DGTID), siguiendo la ruta de una red de narcotráfico entre Paraguay y Uruguay.
El primer avión, un monomotor Piper, del tipo aerofumigador, aterrizó en un campo cerca de Cebollatí, Departamento de Rocha, donde dos camiones los esperaban junto a la pista. Los policías cayeron de sorpresa y fueron repelidos a tiros. Tras un intercambio de disparos, en el que resultó herido uno de los delincuentes; quedaron detenidas 6 personas, entre ellas el piloto, de nacionalidad brasileña. En el interior de la nave, dentro de la tolva donde se cargan los productos químicos para fumigación, se hallaron 21 paquetes con 478 kilos de marihuana, que acababan de ser transportados desde la zona de Caazapá, Paraguay, según relataron los diarios uruguayos El País y El Observador.
En Montevideo y otras zonas de Uruguay, en operativos simultáneos, fueron capturados otros 16 integrantes de la banda, lideradas por el uruguayo J.M.M.F., alias "Toti".
La segunda aeronave fue interceptada en pleno vuelo por aviones de combate de la Fuerza Aérea Uruguaya, y obligada a aterrizar en una pista de la Brigada Aérea 2, de Durazno. Se trataba de un avión Cessna, con matrícula paraguaya ZP-TMF.
El piloto resultó ser un ciudadano paraguayo, de 66 años, quien se identificó como Juan Walberto Gómez, aunque dijo que no portaba documentos, y que se había "perdido" cuando se dirigía al Brasil. Dentro del avión no se encontraron drogas, pero si bidones de gasolina y un fondo falso. Los antidrogas estaban casi seguros de que el piloto paraguayo también había transportado droga, o había actuado como escolta del avión que transportaba la marihuana, pero ante la falta de evidencias, en un primer momento solo lo pudieron detener  por haber violado el espacio aéreo.
La sorpresa llegó días después, cuando –tras verificar las huellas dactilares y la fotografía– la Policía paraguaya informó que la verdadera identidad del piloto detenido es Juan Domingo Viveros Cartes, más conocido como Papacho, un renombrado piloto civil de aviación, con varios antecedentes criminales por narcotráfico.
La identificación permitió además confirmar un dato que le agregó un llamativo elemento político a la información internacional: Juan Domingo Viveros Cartes es tío del actual presidente paraguayo, Horacio Cartes.
El 11 de octubre fue detenido otro miembro de la banda, el uruguayo Sebastián Enrique Marcet, quien en su declaración confirmó plenamente que Papacho Viveros Cartes es uno de los pilotos que transportan habitualmente la droga desde Paraguay, y que ese día había traído en su avión otros 450 kilos de marihuana, pero los había bajado previamente en una aeropista de Lavalleja, departamento uruguayo ubicado en la zona este del país, para luego seguir vuelo hacia Durazno, donde fue interceptado y capturado, según reporta Enzo Rosello, periodista del diario El País, de Montevideo. Con esta evidencia, la jueza uruguaya Adriana de los Santos procesó a Papacho por narcotráfico.

La avioneta con matrícula paraguaya, capturada e interceptada en Uruguay. | Foto: Fuerza Aérea Uruguaya.


"El señor de los cielos", un incómodo pariente.

"Los parientes no se eligen", es una frase que popularizó hace algunos años el entonces presidente paraguayo Fernando Lugo, ante las críticas en la prensa a una sobrina que ocasionaba escándalos. A su sucesor, Horacio Cartes, la frase le resulta también apropiada para marcar distancia con su tío piloto de aviones, quien en medios aeronáuticos es apodado "el señor de los cielos", evocando a los narcopilotos de las teleseries mexicanas y colombianas.
El presidente Cartes ha evitado hacer declaraciones sobre la prisión del Papacho en una cárcel uruguaya, pero el jefe de la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad), Luis Rojas, lo hizo en nombre suyo.
El 21 de agosto, seis días después de que Cartes asumiera la presidencia, Rojas confirmó que Viveros Cartes es efectivamente tío del jefe de Estado. "Es cierto, el presidente tiene conocimiento de la detención de su pariente en el Uruguay, y pide ser implacable con él", aseguró.
Juan Domingo Viveros Cartes es hijo de Nélida Cartes y primo de Ramón Telmo Cartes, el padre de Horacio, quien trajo la representación en el Paraguay de los aviones Cessna, la línea favorita de pequeñas aeronaves que le gusta pilotar a Papacho.
Al igual que otros miembros de la familia, también apasionados por los aviones, Juan Domingo empezó a destacarse como piloto civil,  manteniendo un bajo perfil, hasta que en mayo de 1985 pasó a la primera plana de los diarios, cuando los medios informaron acerca de una intervención antidroga en una estancia de Pedro Juan Caballero, Amambay.

Papacho Viveros Cartes (izquierda) en una de sus primeras prisiones, por pilotar aviones con droga.. | Foto: Gentileza.

Amambay, mayo 1985: La primera caída.

La voz sonaba nerviosa desde el otro lado del teléfono, mientras el juez Adalberto Fox la escuchaba desde su despacho, en la ciudad de Pedro Juan Caballero.
Era la tarde del 30 de mayo de 1985. El magistrado hablaba con uno de sus informantes, quien le estaba contando que un avión monomotor había aterrizado con un cargamento de cocaína en la estancia Fluminense, del brasileño Adilson Rosatti, a 70 kilómetros de distancia de la capital del Amambay.
El juez colgó el teléfono y evaluó las acciones a adoptar. La situación no resultaba fácil. Eran años del gobierno dictatorial del general Alfredo Stroessner, cuando la mafia del narcotráfico y el contrabando dominaban gran parte de la región fronteriza con el Brasil, con la protección de poderosos miembros del Gobierno. Adalberto Fox era  uno de los pocos jueces que intentaba actuar con cierta independencia, lo que luego le costaría ser echado del cargo.
Aquella vez, el juez se decidió a actuar con valentía. Organizó un grupo de agentes policiales y judiciales de confianza, con quienes se trasladó en la mañana del 31 de mayo, bien temprano, hasta la estancia de Rosatti, entonces ubicada en medio de un tupido monte.
"La información la recibí, aparentemente, de alguien que formaba parte de uno de los bandos que estaba negociando el cargamento de cocaína, y estaba descontento con sus socios. Ya sabíamos que en esa y otras pistas de aviación se traficaba con intensidad cargamentos de marihuana y cocaína, así como mercaderías de contrabando", recuerda Fox. Posteriormente confirmó que el informante fue el propio Adilson Rosatti.
Aquella mañana, la intervención sorprendió a quienes estaban en la precaria pista aérea. "Estratégicamente nos acercamos a la pista, en medio del monte, y vimos que el avión estaba en la cabecera. Rápidamente lo rodeamos y procedimos a la detención de las dos personas que se encontraban en el lugar. Eran el piloto, Juan Domingo Viveros Cartes, y un colombiano, de nombre Néstor García Corredor", narra el  ex juez.
Dentro del avión se encontraron 43 kilos de cocaína y productos químicos, como éter y acetona, generalmente utilizados para el procesamiento de la droga.
Aquella fue la primera vez que Juan Domingo Vivero Cartes apareció en la prensa, vinculado al tráfico de drogas. Junto con García Corredor y Rosatti, fueron procesados por tráfico de estupefacientes, y condenados a 8 años de cárcel.  El colombiano, a quien se vinculó con el Cartel de Medellín, fue liberado en muy poco tiempo y abandonó el país, demostrando la protección que gozaba por parte de personas influyentes en el Gobierno de Stroessner.
La entonces esposa de Adilson Rosatti, la hoy conocida ex modelo y empresaria Zuni Castiñeira, concedió en la época una entrevista al diario Hoy, en donde dio a entender que la prisión de su marido fue ordenada por el jefe de la Caballería, general Andrés Rodríguez.
Años después, en 1994, Castiñeira logró impedir con un amparo judicial que un episodio del programa televisivo El Ojo, conducido por Menchi Barriocanal y producido por Augusto Barreto, dedicado al caso Viveros Cartes y Rosatti, se emitiera por Canal 13. Finalmente, el programa pudo salir al aire un mes después, tras una apelación judicial.

(Pueden ver la edición completa del programa "El Ojo", que fuera censurado, en el siguiente video:)




Fuerte Olimpo, setiembre 1994: La "entrega vigilada" que salió mal.

A 200 kilómetros al norte de Filadelfia, en la zona de Fuerte Olimpo, en una precaria y desolada pista de aviación, descendió el 10 de setiembre de 1994 un pequeño avión Cessna, procedente de Bolivia, con 756 kilos de cocaína. Al mando de la nave se encontraba un nombre ya conocido en el ambiente: Juan Domingo Papacho Viveros Cartes.
Aparentemente, en el lugar debía realizarse una "entrega vigilada", con el nombre de Operación Taguá, bajo control de la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad) y la DEA (Drug Enforcement Administration, o Administración de Cumplimiento de Leyes sobre las Drogas, de Estados Unidos), pero al propio jefe del organismo antidrogas, general Ramón Rosa Rodríguez, el operativo le resultó muy sospechoso y se negó a que se lleve a cabo.
"Me opuse terminantemente a la realización de tales operaciones", dice un informe, presuntamente redactado por Rosa Rodríguez, revelado por la prensa, después de su asesinato, en octubre de 1994. El texto sostenía que los operativos encubiertos eran solo una forma de legalizar el tráfico, en el que se involucraba directamente al ex presidente, general Andrés Rodríguez.
En Olimpo, el cargamento de cocaína, que estaba destinado al Cartel de Medellín, en Colombia, fue incautado por efectivos militares a cargo de los agentes de la Senad, Miguel Angel Berni y Sergio Benítez, acompañados del representante de la oficina regional de la DEA en Paraguay, Robert Ridler.
"Algo anduvo mal. El infiltrado de la DEA, Juan Domingo Viveros Cartes, el mismo piloto que había sido condenado con Adilson Rosatti, cuando en la estancia Fluminense se descubrió drogas y químicos, fue detenido. Su contacto brasileño, Clovis Catafesta, ya estaba entre rejas y fue interrogado por el general Rosa Rodríguez", relata el escritor Anibal Miranda, en su libro Los dueños de grandes fortunas en el Paraguay.
Fue cuando se supo que Papacho había sido contactado en la cárcel por agentes de la DEA norteamericana, para colaborar con el organismo y con la Senad, actuando como confidente o "doble agente" dentro de las redes del narcotráfico. A cambio de su colaboración, pudo salir más rápido de la cárcel.
Pero la divulgación de esa condición también truncó su carrera dentro de las entonces muy cuestionadas y corrompidas fuerzas de seguridad, al perder su carácter de "agente secreto". Su nombre ya había saltado anteriormente, vinculado a otra "entrega vigilada" que también "salió mal", en 1990, conocido como el caso Parque Cué, camino a Madrejón, donde se decomisaron presuntamente 343 kilos de cocaína.
"Nadie fue detenido, bajo la disculpa de que se intentaba infiltrar a los cárteles, pero la conclusión del general Rosa Rodríguez fue que la droga finalmente llegó al mercado norteamericano", destaca el investigador Jaime Brener, en un artículo para el sitio web Drogas y Democracia.
El ex juez Adalberto Fox es más enfático: "Agentes corruptos antidrogas dejaron impune a los traficantes, a cambio de quedarse con toda la droga. El diputado De Vargas encontró al narco Clovis Catafesta detenido y oculto en la Dinar".
El 10 de octubre de 1994, unas pocas semanas después del polémico operativo Taguá, el general Rosa Rodríguez fue asesinado en las calles de Asunción, en un confuso atentado del que resultó culpable su segundo al mando, el capitán Juan Ruiz Díaz. La especulación fue que el general iba a entregar un informe al presidente Wasmosy sobre las redes del narcotráfico, en el que involucraba a altos militares vinculados al Gobierno.
A fines de 1996, periodistas del diario Noticias y del programa televisivo El Ojo, difundieron uno de los presuntos informes elaborados por Rosa Rodríguez, en el que aseguraba que el capo del narcotráfico en Paraguay era el mismísimo general Andrés Rodríguez, ex presidente, quien había derrocado al dictador, general Alfredo Stroessner, en 1989.
El documento también contenía un dato que en ese momento pareció menor: el piloto Juan Domingo Viveros Cartes era uno de los que realizaban los narco-vuelos para el general Rodríguez.


El piloto, cuando llegó extraditado al Paraguay, en 2007, tras seis años de prisión en Brasil | Foto: ULTIMA HORA.

Mato Grosso, julio 2001: Aterrizaje, disparos y prisión.

El avión monomotor Cessna 210, con matrícula paraguaya ZP-TPA, daba vueltas en el aire, como si el piloto dudara entre aterrizar o no en la pequeña pista de aviación de la localidad de Pontes e Lacerda, en el Estado de Mato Grosso, Brasil, aproximadamente a mil kilómetros de la ciudad fronteriza de Ponta Porá.
Era la tarde del 13 de julio de 2001. En tierra, estratégicamente escondidos, aguardaban miembros de la Policía Federal brasileña, quienes habían recibido datos de que un cargamento de cocaína, procedente de  Paraguay, sería desembarcado en la terminal aérea.
Apenas el avión descendió, los policías lo rodearon y cerraron el paso con varios vehículos, para evitar que volviera a levantar vuelo. Al percibir que habían sido descubiertos, los tripulantes intentaron defenderse a tiros, pero al ver que eran superados en número, finalmente aceptaron rendirse.
El piloto fue identificado como Juan Domingo Viveros Cartes, quien estaba en compañía de otro paraguayo, Celino Balbuena, y de un ciudadano brasileño, Silas Moreira. A bordo de la aeronave se encontraron 240 kilos de cocaína.
Papacho Viveros Cartes fue procesado por la justicia federal brasileña y resultó condenado a 17 años de prisión, siendo recluido en la cárcel de Mata Grande, en la ciudad de Rondonópolis, Mato Grosso.
Seis años después, el 28 de agosto de 2007, la justicia brasileña accedió a un pedido de la jueza paraguaya Ana María Llanes,  y autorizó que Viveros Cartes sea extraditado al Paraguay, en donde tenía cuentas pendientes por el recordado operativo Taguá, en 1994.
Apenas estuvo en territorio paraguayo, al parecer se movieron las influencias de los poderosos padrinos que tenía el piloto, y Papacho pudo beneficiarse con la reclusión domiciliaria, salvándose de cumplir los 11 años restantes que le quedaban en la cárcel (tenía que salir en libertad recién en 2017).
El acuerdo era que no pilotara más aviones y se quedara tranquilo en su casa, guardando un "perfil bajo", pero muy pronto se iba a comprobar que el "señor de los cielos" no podía permanecer mucho tiempo recluido en la paz doméstica... y menos alejado de los aviones.

La avioneta detenida en el aeropuerto de Coronel Oviedo. FOTO: ÚLTIMA HORA.

Coronel Oviedo, julio 2012: El avión misterioso.

-¡Venga rápido, señor fiscal!... ¡Estamos haciendo un operativo en el aeropuerto, sabemos que una avioneta va a aterrizar con drogas!-, fue el pedido telefónico que el entonces jefe de Investigación de Delitos de la Policía de Caaguazú, comisario Silvio Solabarrieta, le hizo al fiscal Osvaldo García, de la Unidad Fiscal Antinarcóticos, en la ciudad de Coronel Oviedo.
Eran alrededor de las 17.30 del jueves 19 de julio de 2012, cuando el fiscal García se dirigió presuroso hasta el aeropuerto local, ubicado en el barrio Ciudad Nueva, donde encontró un amplio despliegue policial alrededor de la terminal aérea.
"Tenemos tres avionetas capturadas y hay dos personas detenidas, pero no encontramos drogas", le dijo el comisario Solabarrieta al fiscal. Seguidamente le reveló que uno de los detenidos no era otro que "el famoso Viveros Cartes", tío del entonces precandidato presidencial colorado, Horacio Cartes. El otro detenido era su acompañante, Abraham Secundino Peña.
"Todo se hizo de una manera muy irregular y sospechosa. Supuestamente los policías habían recibido datos y empezaron la vigilancia desde temprano, pero no dieron participación al Ministerio Público hasta muchas horas después", dijo el fiscal García.
Dos de las aeronaves fueron liberadas por el fiscal, por no haber evidencia que las conecte con algún hecho ilícito. La tercera aeronave, que según los policía fue pilotada por Viveros Cartes, era un Cessna monomotor, con matrícula N5370B, de color blanco con franjas celestes, y llevaba en su interior varios bidones de combustibles. Papacho estaba con medidas alternativas a la prisión, debía guardar reclusión domiciliaria y le habían retirado la licencia para pilotear aeronaves, pero el fiscal ignoró esos detalles y lo dejó en libertad, porque "solamente cometió una falla administrativa, una violación del Código Aeronáutico".
Periodistas del sitio web de noticias Oviedo Press lograron entrevistar a Papacho, quien dijo que solamente se encontraba "de paseo" por el lugar, en compañía de su esposa y su hijo. "Yo piloteaba aviones, pero hace 20 años que dejé de pilotear. Ahora tengo una granja en esta zona y me dedico a la cría de gallinas", aseguró.
En un reporte periodístico publicado en el sitio web Amambayahora, se lee: "Durante una discusión entre el detenido Juan Viveros Cartes y un policía, el aprehendido preguntó a los policías por qué no contaban al fiscal sobre la camioneta que dejaron salir antes que llegue la Fiscalía".
El caso del "avión misterioso" causó la destitución del comisario Silvio Solabarrieta y el desmantelamiento de toda la brigada de Investigación de Delitos que había participado del frustrado operativo.
La fiscalía ignoró el dato de que, además de haber volado un avión sin su licencia de piloto y sin autorización de las autoridades aeronáuticas, Viveros Cartes había violado las medidas alternativas de prisión, que mandaban su reclusión domiciliaria.
De nuevo las influencias de los padrinos ejercieron su poder, y aquella vez  el tío Papacho pudo regresar tranquilamente a su granja de gallinas.

(Video-reportaje del medio periodístico Oviedo Press a Papacho Viveros Cartes, cuando su avión cayó detenido en Coronel Oviedo, donde fue rápidamente liberado).





El avión capturado con 558 kilos de marihuana, en Bella Vista, Itapúa.

Bella Vista, setiembre 2012: El avión abandonado.

El sol empezaba a despuntar detrás de las serranías de Itapúa, cuando una camioneta Kia se acercó hasta el Aeroclub Colonias Unidas, en el kilómetro 48 de la Ruta Sexta, en las afueras de la ciudad de Bella Vista.
Al volante iba el empresario Cicinio Cardozo, cuando un grupo de policías armados apareció de entre la espesura y ordenó que apague el motor y descienda del vehículo, con las manos en alto.
-¿Usted es el dueño del avión con droga? ¡Está detenido! –advirtió el comisario Arsenio Correa, entonces jefe de Investigación de Delitos de la Policía de Itapúa, quien comandaba el operativo policial.
En el mismo operativo fue detenido Aquilino Villalba, encargado del Aeroclub. En la pista se encontraba estacionado un avión monomotor Cesna 182, con matrícula ZP-BAZ, en cuyo interior se encontró un cargamento de 558 kilos de marihuana.
La aeronave había aterrizado en la tarde del día anterior. Según el encargado, Aquilino Villalba, lo tripulaba solamente el  piloto, a quien describió como "un hombre ya mayor, de unos 60 a 70 años de edad". Dijo que "dos hombres gordos" llegaron en una camioneta a buscarlo, cerraron la aeronave y se marcharon.
El comisario Arsenio Correa relató que varios días antes sabían que iba a aterrizar un avión con drogas, y permanecían vigilantes. No quiso revelar la identidad del piloto, quien se había escapado. "Se trata de un conocido piloto narco", aseguró. Horas después, la fiscala Libia Centurión, de la Unidad  Penal Antidrogas de Encarnación, despejó la incógnita, al imputar y ordenar la detención de Juan Domingo Viveros Cartes, "el piloto prófugo".
Pero esta vez, tampoco Viveros Cartes resultó detenido. Continuó volando tranquilamente, aunque más de una vez tuvo que dejar algún que otro avión abandonado.

La avioneta hallada en San Pedro, en enero de 2013, la misma que seis meses después sería capturada en Uruguay.

San Pedro, enero 2013: Otro avión abandonado y la conexión Caazapá.

"Sospechoso hallazgo de avionetas" era el título de una noticia publicada por el diario Última Hora, en su edición del miércoles 30 de enero.
La crónica relataba que agentes del Departamento Antinarcóticos de la Policía habían encontrado dos aviones monomotor, abandonados en una precaria pista, dentro de una estancia perteneciente a Gladys Rosaura Noguera de Sarubbi, madre del empresario Enrique Sarubbi Flores, en la región de 25 de Diciembre, departamento de San Pedro.
Los agentes habían recibido datos que hacían referencia a que los aviones transportaban drogas, pero no hallaron nada en su interior. A una de las aeronaves se les había quitado todos los asientos, excepto el del piloto, procedimiento habitual que utilizan los transportadores de drogas para crear espacio para la carga.
Se trataba del Cessna monomotor, con matrícula ZP-MTF, las mismas características del avión que seis meses después, el 29 de julio, sería capturado por la Fuerza Aérea Uruguaya, al ingresar ilegalmente al país vecino, pilotado por Juan Domingo Papacho Viveros Cartes.
Durante el operativo en la zona de 25 de diciembre, el encargado de la estancia, Adolfo María Sarubbi, hermano de Enrique, aseguró que desconocían cómo habían ido a parar allí las dos avionetas abandonadas. "El capataz es el responsable de controlar a todos los que llegan", dijo Sarubbi. Pero el capataz había desaparecido.
En el proceso judicial iniciado en el Uruguay tras la detención de Viveros Cartes y los miembros de la banda de "Toti", la jueza Adriana de los Santos pudo establecer que otros dos ciudadanos paraguayos también eran parte de la organización criminal, a quienes imputó y requirió su captura y extradición.
Se trata de Francisco Nicolás Sarubbi Brizuela (44) y César Santiago Morel Roa (31), "identificados como piezas clave del entramado delictivo, con la conexión desde el Paraguay", según reporta el periodista uruguayo Renzo Rosello, del diario El País, de Montevideo.
Sarubbi Brizuela es un conocido político colorado, ex intendente de Caazapá durante dos periodos (del 2001 al 2010), hermano del ex diputado y ex gobernador Luis Sarubbi.  Morel Roa es funcionario judicial, ujier notificador del Juzgado de Paz local. Ambos venían siendo seguidos e investigados desde hace varios meses por los agentes de la  DGTID uruguaya, y todas sus conversaciones telefónicas internacionales habían sido grabadas.
Los agentes antidroga aseguran que los vuelos con los cargamentos de marihuana, en los dos aviones capturados el 30 de julio en Uruguay, incluyendo el pilotado por Papacho Viveros Cartes, partieron desde una pista de la estancia San Martín, en la compañía San Antonio de Caazapá.
El establecimiento es propiedad de Hermógenes González Ugarte, funcionario de la entidad binacional Itaipú y cuñado de Sarubbi, aunque el mismo asegura que desde hace dos años lo alquila a otra persona, Fabio Acosta.
Sarubbi Brizuela y Morel Roa permanecen prófugos. El fiscal paraguayo Juan Emilio Oviedo rechazó un primer pedido de captura y extradición de ambos, presentado por la justicia uruguaya, "por defectos de forma y documentación incompleta".


Uruguay, 2013: Alejado de los cielos.

¿Qué se siente estar al mando de un avión, cabalgar sobre las nubes, ser llamado el "señor de los cielos"?
Es difícil saberlo. Muy pocas veces los narcopilotos se muestran dispuestos a conceder entrevistas periodísticas. Uno de los pocos que aceptó revelar cómo es el mundo del tráfico aéreo es otro recordado ex colega del tío Papacho, el piloto Amado Recalde, quien junto con él estuvo involucrado en el célebre caso Parque Cué, la supuesta "entrega vigilada" de cocaína "que salió mal" en 1990, en el Chaco.
En marzo de 2010, Recalde concedió una reveladora entrevista a los periodistas Lucho Alvarenga y Roberto Irrazábal, para la serie de reportajes investigativos "Las rutas del narcotráfico", publicada en Última Hora.
Tras admitir que fue reclutado, presuntamente por enviados del propio general Andrés Rodríguez, para realizar los vuelos de transporte de drogas, desde Bolivia hasta Paraguay, Recalde brindó un detallado relato acerca de cómo funciona el narcotráfico aéreo.
"En la mayoría de estos negocios, para traer de Bolivia, no se usan aviones grandes, se usan avionetas pequeñas, hasta un bimotor chico. Estos aviones tiene unas 6 a 7 horas de autonomía, vuelan hasta una base y de ahí se recargan de combustible", contó el piloto.
¿Cuál es la razón por la que aceptan realizar un trabajo ilegal tan peligroso?
Principalmente, por las grandes sumas de dinero que deja cada vuelo exitoso, cada entrega cumplida "sin inconvenientes". Pero también hay "algo más", algo que tiene que ver con la adrenalina, el vértigo de la aventura y el placer que provoca volar, algo que "solamente los pilotos entienden".
"Se gana buena plata, porque como piloto podés ganar en 5 horas lo que juntás en 6 meses; esa es la diferencia. Ponele que con un 100 o 200 kilos podés ganar unos 20 mil dólares por transportar. Esa es la plata que yo ganaría en 4 o 5 años de trabajo honesto", había confesado Amado Recalde.
Recluido una vez más en una prisión, esta vez en Uruguay, forzadamente alejado de los cielos, Papacho seguramente tendrá tiempo de sobra para reflexionar. Él, que pudo escapar tantas veces, gracias a su arrojo, a su buena estrella o a sus poderosos contactos, ¿lo conseguirá también ahora?
Una historia vivida a mil, que merece ser escrita como guión de una telenovela... o como un reportaje narrativo.

¿Qué se siente...?

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P.D.: Papacho Viveros Cartes recuperó su libertad ante la Justicia en Uruguay en febrero de 2016. Lalamtivamente, la Justicia paraguaya no insistió en su extradición.


(Reportaje elaborado originalmente para ULTIMAHORA.COM).