jueves, 22 de septiembre de 2011

Palabras y canciones para otro mundo posible


Ricardo Flecha, junto a su gran amiga y maestra Mercedes Sosa, con quien grabaron la canción Víctor Libre, de Carlos Noguera y Maneco Galeano, en homenaje al recordado Víctor Jara.

Cuenta una antigua leyenda aborigen que en los tiempos en que nuestros ancestros guaraníes eran los únicos dueños de la tierra, los karai señalaban el camino con su palabra luminosa.
Magos andariegos, sabios y humildes, sin más destrezas que el lenguaje, eran recibidos con alegría en cada tava, aún en aquellos pueblos ensombrecidos por la guerra.
En la profundidad de la noche, transfigurados por el resplandor dorado del tataypy comunitario, los karaí compartían su verbo primigenio: No hay que desesperar ante las penas de este mundo, porque otro mundo mejor espera en algún lugar, en dirección a donde nace el Sol. Cantando y danzando, en una peregrinación sin tiempo ni distancias, ellos marcaban el rumbo hacia el yvy marane’y, la tierra sin mal donde las flechas vuelan solas en busca de su presa, donde las frutas y la miel son siempre abundantes.
Aquellos magos palabreros de la cultura guaraní, que fascinaron a los primeros exploradores europeos y despertaron la admiración de grandes antropólogos americanistas como Pierre Clastres y Bartomeu Melià, no han desaparecido con la extinción de los bosques, ni con el sistemático acoso a los pueblos originarios.
Los karaí siguen prodigando su palabra resplandeciente, hoy convertidos en trovadores cantautores o en poetas profetas.
Desde este Paraguay mágico, en donde la búsqueda del yvy marane’y es una antigua utopía cotidiana, Ricardo Flecha Hermosa, heredero de aquellos legendarios karai, solidario cantador de voz potente y cristalina, incansable soñador de tiempos nuevos, inició la quimérica cruzada de convocar a sus pares hombres y mujeres, a los karai y las kuñakarai del canto popular y de la cultura universal, para que sus palabras y canciones resuenen por toda la tierra, en el guaraní dulce y ancestral, en la misma lengua madre en que se encendieron los sueños originarios del monte.
Así nacieron los volúmenes uno y dos de El canto de los karai, y ahora llega este disco tercero, que cierra la gran trilogía, atesorando un haz de canciones especialmente dedicadas a los niños y a las niñas. Voces que rescatan la ternura y la inocencia, la fantasía y la alegría de los locos bajitos, los mita’i akahata que cuestionan el orden establecido, despertando conciencias adormecidas y enarbolando viejos y nuevos sueños, cual banderas de futuro.


(Texto incluido en el álbum que acompaña al disco El Canto de los Karai III, de Ricardo Flecha, y leído durante la presentación del material, el 20 de setiembre de 2011, en el Teatro Leopoldo Marechal de la Embajada Argentina en Asunción).

viernes, 9 de septiembre de 2011

La gran narrativa dibujada del heroísmo paraguayo




(A propósito de la novela gráfica Vencer o Morir -Guerra contra la Triple Alianza, de Enzo Pertile, que la editorial Servilibro acaba de editar en un bello album, inaugurando la nueva colección Servi Cómic. Este texto es el prólogo que me tocó escribir para la obra).

Hay historias tan inmensas que se vuelven leyendas...
Y hay leyendas tan arraigadas en el sentimiento de un pueblo y de una Nación… que merecen ser narradas, dibujadas y corporizadas en proporciones épicas.
La Guerra Guazú, o Guerra de la Triple Alianza, que tres naciones vecinas -Brasil, Argentina y Uruguay- libraron contra el Paraguay entre 1865 y 1870, fue una magna tragedia que aún sigue marcando a fuego el inconsciente colectivo de varias generaciones de paraguayos y paraguayas, casi un siglo y medio después.
Una epopeya cruenta y desgarrada, que sigue memorándose con pasiones encendidas y sin medias tintas -especialmente en estas épocas de celebraciones del Bicentenario de la Independencia, que ha abierto un privilegiado clima de evocaciones históricas- con posiciones encontradas acerca de las motivaciones de la contienda, y con visiones divididas acerca de los protagonistas, a quienes unos rescatan como guerreros redentores y otros como abominables tiranos, pero a los que nadie puede negar la dimensión legendaria de un heroísmo encarnado hasta el sacrificio final.
Acerca de la Guerra Guazú no solo se han escrito páginas y páginas de grandes libros de historia, sino también numerosa novelas, poemas, obras de teatro, se han compuesto canciones y se han filmado películas, y seguramente se seguirán creando muchas más obras, en la necesidad expresiva de contar al mundo los múltiples detalles de la bélica odisea guaraní.
Una temática tan apasionante no podía permanecer ajena para el popular género de la historieta o el comic, que en las últimas décadas ha descollado con mucho dinamismo en el Paraguay.
El desafío es asumido por el dibujante y guionista Enzo Pertile, uno de los más destacados cultores del noveno arte, quien construye su gran saga “Vencer o Morir”, como una trilogía que aborda las batallas finales más emblemáticas de la Guerra de la Triple Alianza: Piribebuy (12 de agosto de 1869) en donde toda la población prefirió sucumbir en heroica resistencia antes que rendirse a las tropas invasoras; Acosta Ñu (15 de agosto de 1869), donde un harapiento ejército de niños soldados se sacrificó para contener la embestida enemiga; y Cerro Corá (1 de marzo de 1870), el capítulo final de la contienda, con la inmolación final del mariscal presidente Francisco Solano López, en las sierras del Amambay.
Las tres obras han sido dadas a conocer originalmente en formato de fascículos semanales publicados por el diario Última Hora de Asunción. Hoy se reelaboran y se reúnen todas en un solo álbum, componiendo una magistral novela gráfica que llega al público lector con el prestigioso sello de la Editorial Servilibro, destinado a convertirse en el más grande fresco historietístico, o en la gran narrativa dibujada del heroísmo paraguayo.

La majestuosidad épica.

“Vencer o morir” es la primera gran obra en la que Enzo Pertile asume, además de su reconocido talento como dibujante e ilustrador, también la autoría del guión. Y lo hace con una marcada predilección por lo épico, con una perspectiva narrativa que se ubica en la línea transmitida por los principales autores de la historiografía paraguaya más nacionalista, con el hálito de bronce patrio que habita en los clásicos manuales y textos escolares y estudiantiles.
Es inevitable hacer un paralelismo entre este “Vencer o Morir” de Enzo Pertile, y la afamada novela gráfica “300”, del talentoso dibujante y narrador historietístico norteamericano Frank Miller, obra creada en 1998, en la que narra de manera apoteósica la mítica y legendaria resistencia ofrecida por el rey Leónidas y su guardia de 300 espartanos, para contener el avance de un poderoso ejército de 7.000 hombres del rey Jerjes I de Persia, a las puertas de la antigua Grecia, en el desfiladero de las Termópilas, en el año 480 a. C., y que luego fue llevada al cine, en una superproducción dirigida por Zack Snyder, con prodigiosos efectos de ordenador que permitieron adoptar la misma estética gráfica del cómic en la gran pantalla.
Al igual que Frank Miller, nuestro compatriota Enzo Pertile compone su gran fresco historietístico con el mismo estilo de majestuosidad épica, evocando tanto a las clásicas obras de la teatral tragedia griega, como a las superproducciones fílmicas de temas históricos con que grandes realizadores de Hollywood, como Cecil B. DeMille, deslumbraron al público mucho antes de que se inventaran los efectos digitales.
Al igual que el varias veces premiado “300”, este “Vencer o Morir” se expone a la polémica, porque habrá quienes cuestionen su representación museográfica de la historia. Y al igual que en el caso de “300”, habrá que responderles que “Vencer o Morir” no es un trabajo de revisión historiográfica, sino una aventura épica de temática histórica, con el lenguaje del cómic en su estado más puro, técnica historietística o de narrativa dibujada llevada a su máxima expresión, dando como resultado a estos personajes que parecen fugarse desde las estampas de colección de revistas infantiles, desde los manuales escolares, desde los cuadros de museos o desde las estatuas de las plazas populares, para cobrar vida y encarnar la historia, la Gran Historia, viñeta a viñeta, página a página.
En esta novela gráfica están los grandes héroes guerreros, sí. El mariscal Francisco Solano López, tan majestuosamente dibujado y pintado que pareciera que respira. El general Bernardino Caballero, dirigiendo a ese harapiento ejército de niños, y el otro Caballero quizás menos conocido, el que abre la saga, el comandante Pedro Pablo, el héroe mártir de Piribebuy. Y del otro lado el implacable Conde de Eu dirigiendo las tropas brasileñas, o el general Mallet intimando a una rendición que nunca llegará. También están los personajes secundarios y sin embargo esenciales, el maestro Fermín López leyendo poemas en una trinchera a la luz de las velas, o el coronel Juan Crisóstomo Centurión escribiendo sus memorias frente a una ventana, con sus textos panegíricos permeando gran parte de la historia.
Pero principalmente está el pueblo. Anónimo, humilde, heroico. Carne de cañón, o carne hecha cañón. Ancianos sobrevivientes y niños esqueléticos, mujeres sufridas de ropas desgarradas, sombras entre sombras, fantasmas haraposos con banderas hechas jirones, pero siempre con una luz de determinación invencible en las miradas, los rostros crispados en un colectivo grito de batalla. ¡Vencer o morir…!
Con rigurosidad documental, tanto en la fisonomía de los personajes, como en los detalles de las armas y los elementos de época, en la reconstrucción de los uniformes y de los lugares geográficos, pero sobre todo en la espectacularidad de las escenas de batallas, Enzo Pertile se reafirma en esta obra como uno de los mejores dibujantes de historieta que ha dado el Paraguay.
Una historia tan inmensa merecía una narración grafica majestuosa, que permitiera memorarla en una dimensión única. Enzo Pertile ha respondido al desafío.