viernes, 28 de diciembre de 2018

Mengele en Paraguay: 2018, el año en que fuimos best seller



“Te pido disculpas por no estar en el lanzamiento de tu libro Mengele en Paraguay. Llegué tarde con mis hijos y ya no pudimos entrar. El salón estaba lleno y no quedaba lugar. Pasaré mañana por Servilibro a adquirir mi ejemplar y luego te lo acerco en el diario para que me autografíes. Parece que han creado un best seller. ¡Éxitos!”.

El mensaje de un apreciado amigo en el wasap nos daba la verdadera dimensión de lo que estaba sucediendo en esa mágica noche del martes 29 de mayo de 2018, cuando nos tocó presentar nuestro largamente esperado libro, escrito en colaboración con Desirée Esquivel y Narciso Meza Martínez, y exhibir por primera vez al público la película documental De Auschwitz a Hohenau, dirigida por Desirée.
Desde que, en marzo de 2014, con Narciso habíamos empezado a publicar en el diario Última Hora los primeros reportajes investigativos sobre la vieja casa rural alemana de Hohenau en la que estuvo refugiado clandestinamente el famoso médico nazi y criminal de guerra Josef Mengele, apodado El Ángel de la Muerte, tuve la certeza de que este tema interesaba por demás a los lectores y de que un futuro libro al respecto alcanzaría a tener buen éxito.
En esa perspectiva, durante más de tres años nos tocó profundizar las investigaciones sobre Mengele y la vigencia de los nazis en el país. Con nuestro testigo clave, el ex intendente de Hohenau, Bonibaldo Nisi Junnghans, el hombre que convivió durante casi dos años con el médico nazi, regresamos hasta la antigua casa de los Krug, en Poromokó, a 16 kilómetros del núcleo urbano de Hohenau y pudimos grabar con él una larga entrevista testimonial en video.
En el proceso de las indagaciones pudimos acceder a documentos desclasificados de la CIA norteamericana y del MOSSAD israelí acerca del caso Mengele. Además, hallamos varios papeles valiosos en el Archivo del Terror del Museo de la Justicia y principalmente logramos otros testimonios muy valiosos que hasta entonces habían permanecido sin difundirse, como la historia de Sonia Tauber, la ciudadana polaca sobreviviente del campo de concentración de Auschwitz que en 1965 reconoció al Ángel de la Muerte cuando este ingresó como anónimo turista para comprar un reloj en su joyería, en la histórica Recova del Puerto de Asunción.
Paralelamente, Desirée –quien se había sumado al proyecto en 2016- fue registrando en video todo el proceso investigativo, al principio para usarlo como un material promocional del backstage o detrás de escena, a fin de publicarlo en las redes sociales en internet, luego advertimos que teníamos tanto material valioso, con el que podíamos armar perfectamente una película documental que acompañe al libro. Aunque carecíamos de fondos para financiar este proyecto, pudimos hacerlo de modo casi artesanal, con la ayuda de varios amigos.
Finalmente, en mayo de 2018, el libro y la película estaban listos para salir al encuentro del público.
Desde meses antes, con Desirée creamos una cuenta en Twitter (@Mengelepy) y una página en Facebook (Mengele en Paraguay), en donde fuimos publicando avances sobre ambos materiales. Muy pronto nos dimos cuenta de que una gran legión de futuros lectores se había enganchado a la propuesta y compartía los avances, arrobando a otros amigos y amigas. Se estaba creando una especie de club de seguidores de Mengele en Paraguay.
Cuando decidimos hacer la presentación en el auditorio Josefina Plá de la Universidad Autónoma de Asunción, muchas personas nos advirtieron que el lugar era “demasiado grande” e iba a resultar muy notoria la escasa concurrencia. La capacidad de la sala es para 450 personas sentadas.  Nunca acude tanta gente a una presentación de libros”, nos dijo un colega.
Aun así, nos arriesgamos. Nuestra editora, la querida e impagable Vidalia Sánchez, directora de Servilibro, pidió a su gente llevar 150 ejemplares para el stand montado en la entrada. “Me pareció que era una cantidad más que suficiente, en los lanzamientos de libros nunca se venden más de cien ejemplares”, nos dijo esa noche, cuando a poco más de media hora ya se habían agotados todos los libros y muchas personas se mostraban descontentas por no tener su copia para ser autografiada. Durante la proyección de la película veíamos cómo la sala se iba llenando, con personas sentadas en el piso o recostadas por las paredes. Esa noche fuimos plenamente conscientes de que la recuperación editorial de un tema durante mucho tiempo silenciado, como aporte a la memoria histórica de un país, podía convertirse también en un verdadero fenómeno cultural.
Aquello fue solo el inicio. Un par de semanas después, una encuesta realizada en la Feria Internacional de Libro de Asunción confirmó que Mengele en Paraguay había sido el libro más solicitado por los asistentes al ya tradicional evento. La presentación del documental De Auschwitz a Hohenau en un devedé anexo durante la Feria también fue recibida con entusiasmo por el público.
Esa misma respuesta la tuvimos después en otras ferias regionales en las que el libro y el devedé también fueron presentados, como en las de Villarrica, Encarnación y en Bella Vista - Colonias Unidas, esta última parte del escenario de la misma historia que estábamos contando.
El temor inicial que teníamos los autores de que los pobladores de las Colonias Unidas de Itapúa pudieran sentirse disgustados por remover un tema que ellos habían guardado en silencio durante más de medio siglo, pronto se vio disipado con las felicitaciones que recibimos por el trabajo realizado. El propio intendente municipal de Hohenau, Francisco Morales, nos pidió que le autografiemos su ejemplar y nos comentó que nada le gustaría más que convertir a la antigua casa de los Krug en un sitio de atracción turística, ante la cantidad de visitantes que empezaban a llegar para conocer el lugar tras la publicación del libro, pero que se encontraban con la oposición de los actuales propietarios en permitirles el ingreso.
Los reportes de lectores que nos enviaban fotos con sus ejemplares recién adquiridos o recibidos desde distintas localidades del país y desde remotas ciudades del mundo, también se volvió una constante. En apenas tres meses de haber sido presentado, Mengele en Paraguay ya conocía su tercera edición.
Más allá de la estupenda recepción y de los elogiosos comentarios, la edición de esta obra nos permitió confirmar lo siguiente:

1).-Es posible hacer investigación periodística en libro en el Paraguay, generando un buen impacto social.
En un momento en que los grandes diarios y principalmente los canales de televisión están recortando las unidades investigativas en sus Redacciones por reajustes económicos o falta de mejor visión empresarial, la posibilidad de encarar esta tarea en el formato de los libros, con el respaldo de una editorial importante, puede significar una opción alternativa para desarrollar el periodismo de investigación en el país. El desafío es abordar una historia que interese al público y llevarlo a cabo con rigurosidad técnica y buen estilo narrativo.

2).-Existe un gran interés por el rescate de la memoria histórica.
Aunque se crea falsamente que el periodismo solo debe abarcar los temas de actualidad y que “lo viejo no es noticia”, los temas que tienen que ver con la cuestión histórica o el pasado político siguen despertando mucho interés, más aún cuando la investigación saca a luz temas que han permanecido ocultos, aunque estos hayan transcurrido hace cierto tiempo. En este contexto, las historias que tienen que ver con la Segunda Guerra Mundial, la presencia de los nazis en nuestra región y las revelaciones sobre la dictadura stronista siempre tienen muchos seguidores.
     
3).-En plena época de la escritura digital, revalorizamos el soporte del papel, pero con una proyección multimedia.
Mengele en Paraguay es un libro que fue trabajado con un formato tradicional para quienes siguen prefiriendo leer en papel, reivindicando a la más clásica industria editorial, pero a la vez tiene una fuerte presencia en el mundo audiovisual y digital a través del filme documental que lo acompaña en formato devedé, como en el intenso despliegue que realizamos de sus contenidos anexos en Facebook y Twitter. “Les felicito, ustedes son los primeros escritores paraguayos que usan adecuadamente las redes sociales”, nos dijo una lectora en la Feria Internacional del Libro. No es verdad, conocemos a muchos colegas que también usan muy bien las redes, pero nos hizo bien saber de esa percepción.

Sentimos que el 2018 fue solamente el inicio de una larga caminata para este proyecto narrativo. ¡Muchas gracias por acompañarnos…!

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P. D.: Por ser el principal autor del libro el actual presidente de la Sociedad de Escritores del Paraguay (SEP), hemos optado por no presentar la obra a los certámenes literarios que se realizaron en el año, a fin de evitar suspicacias propias de nuestro ambiente. El mejor premio para nosotros ha sido la preferencia y el cariño de los lectores, algo a lo que esperamos seguir correspondiendo en nuestros próximos proyectos.












































El caso Arrom-Martí: Secuestro y torturas en nombre del Estado




Ahora que surge la noticia de que la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) deberá resolver el próximo 7 de febrero de 2019 una demanda de 80 millones de dólares contra el Estado paraguayo, presentada por los activistas políticos de lo que fue el Movimiento -luego Partido- Patria Libre, Juan Arrom y Anuncio Martí, tras su salida del Paraguay en 2002 y su permanencia en carácter de refugiados políticos en Brasil –mientras eran y siguen siendo considerados prófugos para la Justicia paraguaya-, luego de los episodios en que se vieron envueltos con el secuestro extorsivo de María Edith de Debernardi en 2001 y su relación con el grupo armado que posteriormente se transformó en el Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), hay muchos que se preguntan qué fue lo que realmente ocurrió en ese momento y cómo se llegó a la actual situación.
Esta es la versión periodística sobre el caso que hemos publicado en el fascículo 5 de nuestro libro “EPP: La verdadera historia”, que fue distribuido por el diario Última Hora semanalmente, desde noviembre de 2011.
Sabemos que existen distintas versiones e interpretaciones acerca de lo ocurrido, según las posturas políticas e ideológicas diferentes, pero fue así como reconstruimos esta historia con un intento de rigor investigativo profesional.
Esperemos que les sirva para tener una visión más clara del tema.

Andrés Colmán Gutiérrez


La sensación de alivio que produjo la liberación de Maria Edith de Debernardi, en la madrugada del sábado 19 de enero de 2002, tras 64 días de permanecer en cautiverio, se transformó en una situación de estupor generalizado, a medida en que las autoridades empezaron a revelar el perfil de los presuntos implicados en el secuestro extorsivo.
El primer anuncio lo hizo el jefe de Investigación y Delitos de la Policía Nacional, comisario Roberto González Cuquejo, en las primeras horas de esa mañana, adelantando que había “un grupo de izquierda” detrás de la acción criminal, “con intenciones de promover la desestabilización del Gobierno”.
Poco más tarde, el ministro del Interior, Julio César Fanego, avanzó en las revelaciones con un tono de suspenso: “El cerebro (del secuestro) es una persona de sociedad, de cierta notoriedad...”.
En horas más, la Policía filtró el nombre del supuesto cabecilla a las redacciones. Se trataba de Juan Francisco Arrom, principal líder del Movimiento Patria Libre.
La lista de “buscados” se completaba con los nombres de los seis ex miembros de la llamada Banda de Choré, repentinamente reciclados del olvido: Alcides Oviedo Brítez, Carmen Villalba, Gilberto Setrini Cardozo, Pedro Maciel Cardozo, Lucio Silva y Gustavo Espínola Lezcano. ¿Era el primer “golpe exitoso” del grupo armado en formación, que con los años se acabaría denominando Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP)?
Como era de esperarse, la noticia causó verdadera conmoción.
Juan Arrom era una personalidad conocida de la izquierda paraguaya, protagonista de movilizaciones y acciones políticas desde la época de la dictadura stronista, que incluso fue candidato a la intendencia municipal de Asunción en 2001. ¿Sería posible que estuviera metido en un criminal hecho de secuestro extorsivo?
Lo que hasta entonces parecía un sonado hecho policial, empezaba a transformarse en un revelador caso político.
Cerca de las 5:00 de la madrugada, la Policía y la Fiscalía habían allanado la vivienda de Víctor Colmán, otro dirigente del Movimiento Patria Libre, en la calle Soldado Robustiano Quintana Nº 539, del barrio Loma Pytá, de Asunción, y habían procedido a detenerlo junto con su esposa, Rosa Samudio de Colmán, y con el hermano de esta, Jorge Samudio.
Los investigadores aseguraron haber hallado en el cajón de una mesa, durante el allanamiento, unos 50 mil dólares, que al ser sometidos a peritaje, resultaron ser parte del dinero que Antonio Debernardi pagó por el rescate de su esposa Maria Edith.
Complicando aún más el panorama, con el correr de las horas, la esposa y las hermanas de Juan Arrom salieron al paso de las acusaciones policiales, revelando que el dirigente político estaba desaparecido desde la noche del jueves 17 de enero, junto a otro miembro de Patria Libre, el periodista y poeta Anuncio Martí Méndez. Aseguraban tener indicios de que la misma policía -que presuntamente los estaba buscando para arrestarlos-, era la que los tenía secuestrados o retenidos ilegalmente, desde hacía días atrás.

El comisario Roberto González Cuquejo (a la izquierda, con camisa rosada) y el sub comisario Antonio Gamarra.

“Desaparecidos…”

Para un sector más crítico de la sociedad paraguaya, que aún sentía como herida sangrante los horrores represivos de la dictadura stronista y las persecuciones sistemáticas contra personas y organizaciones de izquierda, resultaba difícil aceptar la acusación fiscal y policial de que líderes del Movimiento Patria Libre estaban implicados en el secuestro de Maria Edith de Debernardi, y menos aún que el crimen hubiera sido cometido con fines políticos, como parte de un supuesto plan de recaudación de fondos para financiar una eventual lucha armada revolucionaria.
El domingo 20, la dirigencia del MPL, a través de su secretario general, Omar Martínez, y de Liza Larriera, compañera de Juan Arrom, respondieron con una declaración pública, negando toda vinculación con el secuestro y calificando la versión oficial como “un montaje mentiroso” de las autoridades, para justificar su inoperancia o encubrir a los verdaderos secuestradores. Demandaron la urgente “aparición con vida” de Arrom y Martí, a quienes suponían secuestrados ilegalmente por la policía.
En la misma línea se pronunciaron otras organizaciones políticas y sociales como el Partido Comunista Paraguayo, el Movimiento Paraguay Pyahura, Convergencia Popular Socialista, y la Coordinadora de Derechos Humanos del Paraguay (Codehupy), alertando acerca de un plan represivo del Gobierno del presidente Luis Angel González Macchi contra las organizaciones populares.
Arrom y Martí habían sido vistos por última vez en la tarde y noche del jueves 17 de enero (en vísperas de la liberación de María Edith). Teresita Rojas, madre de Liza Larriera, compañera de Juan, relató que su yerno llegó a las 18:30 al departamento donde vivía, en las calles 15 de agosto y Primera, para guardar su camioneta. Después fue caminando unas ocho cuadras hasta la casa de Anuncio Martí, en 15 de agosto y Novena, donde estuvieron revisando papeles y luego dijeron a la esposa de Martí que iban a realizar algunas gestiones, y de paso comprarían pañales para el bebé de la pareja.  
Salieron juntos en la camioneta Lada Niva de Martí, y ya no regresaron.
La fiscalía y la policía plantearon que ambos estaban ocultor para huir de la Justicia, al igual que los seis miembros de la ex banda de Choré. Se dispuso una búsqueda en todo el país, y se impartieron órdenes de captura internacional a través de Interpol, para el caso de que hubiesen cruzado las fronteras.
El sub comisario Antonio Gamarra, jefe de Represión a Robo de Automotores, y el jefe del Centro de Investigación Judicial (CIJ), Javier Cazal, organizaron expediciones de la policía por el interior, acompañados de miembros de la prensa. Los reportajes los mostraban realizando barreras de control en sitios distantes como en un puente sobre el río Ypané, en Concepción, o en comunidades campesinas del Departamento de San Pedro.
Días después se descubriría que las operaciones de búsqueda eran solo un simulacro, ya que los propios Gamarra y Cazal dirigían a un grupo de policías que tenían secuestrados ilegalmente y sometidos a torturas a Juan Arrom y Anuncio Martí, en las cercanías de Asunción, con evidente conocimiento del ministro del Interior, Julio César Fanego, del ministro de Justicia y Trabajo, Silvio Ferreira, y probablemente del fiscal general, Oscar Germán Latorre, y del propio presidente de la República, Luis Angel González Macchi.

El testimonio del profesor Luis Alfonso Resck.

Una celada en la noche

¿Qué fue lo que realmente ocurrió con Juan Arrom y Anuncio Martí, ese jueves 17 de enero de 2002? 
Los testimonios son varios y las versiones difieren, pero hay suficiente evidencia de que fueron arrestados ilegalmente y secuestrados por personas vinculadas a la Policía y al Poder Judicial.
En su libro “Callejones del Terror”, editado en 2004, Arrom relata que cerca del mediodía recibió una llamada de Marcos Álvarez, político que perteneció al Movimiento Popular Colorado (Mopoco), exiliado durante la dictadura, y que se desempeñaba como coordinador de Oñondivepá, un programa social del Ministerio de Justicia y Trabajo.
“Me solicitó que le ayudara a adaptar las cifras de un proyecto de cría de cerdos, cuya copia le había entregado varios meses atrás, entre otros proyectos realizados ad honorem, en apoyo a comunidades campesinas. Acordamos encontrarnos a la tardecita ese día, y que él me llamaría apenas estuviera libre”, relata Arrom.
En su posterior testimonio durante el juicio por el secuestro de María Edith, Marcos Álvarez contó una versión muy distinta. Dijo que se conocían con Arrom desde la época de la dictadura, y que este lo invitó a integrar el Movimiento Patria Libre.  “Conocí a Alcides Oviedo y a Gilberto Setrini (dos de los fundadores del grupo armado que fue la base del EPP) a través de Arrom”, relató.
El considerado testigo clave de la Fiscalía, aseguró que Arrom lo visitó en su casa de la calle Víctor Heyn 7093, cerca de la Municipalidad de Asunción, el 15 de enero, un día después de que Antonio Debernardi había entregado el primer pago de 400 mil dólares de rescate por su esposa María Edith.
Álvarez dijo que Arrom llegó en compañía de Alcides Oviedo (el actual comandante en jefe del EPP), cargando una mochila, en cuyo interior había 350 mil dólares y le pidió que se lo guarde. Ese mismo día 15, según el acta presentada por la Fiscalía durante el juicio, Alvarez fue a entregar el dinero a las autoridades, y tras una pericia se comprobó que era parte del rescate pagado por Debernardi.
Varios testimonios coinciden en que Álvarez citó a Arrom por teléfono en la noche del 17, pero en lugar de su casa, lo condujo a una celada en otra dirección: Lugano 1053, entre Colón y Hernandarias, en las cercanías de la Iglesia Cristo Rey.
Es una casa de color verde clarito, voy a estar en el portón esperando”, dice Arrom que le dijo Álvarez por teléfono, y hasta allí se dirigieron con Anuncio Martí en la camioneta de este, como a las 21:28.
Arrom asegura que entonces no sabía que esa dirección correspondía a la sede del Centro de Investigación Judicial (CIJ), una especie de policía judicial de facto que dirigía Javier Cazal. 

 
Juan Arrom muestras rastros de las torturas recibidas.

“¿Dónde está la plata…?”

La captura de Arrom y Martí no pasó desapercibida para los moradores de la calle Lugano, especialmente para el veterano dirigente político de la Democracia Cristiana, docente y luchador por los derechos humanos, Luis Alfonso Resck, quien residía a poca distancia del lugar.
Resck, quien entonces se desempeñaba como director de Derechos Humanos del Ministerio Público, fue alertado por sus vecinos de que había un movimiento extraño e inusitado de automóviles sin placas y de hombres con armas en las inmediaciones del local del CIJ, y se fue a verificar.
Asegura que vio desde la distancia como varios hombres golpeaban y empujaban a otro, para subirlo al interior de un vehículo. Uno de los que dirigían la operación era Javier Cazal, director del CIJ, a quien conocía personalmente. Días después percibió que había sido testigo del momento de secuestro de Juan Arrom y Anuncio Martí.
Arrom cuenta que estacionaron la camioneta de Martí sobre Lugano casi Colón, poco antes de las 22:00. Juan bajó y caminó buscando la dirección que le dio Marcos Ávarez, lo volvió a llamar por teléfono para avisar que estaba llegando, cuando varios hombres lo rodearon y empezaron a golpearlo, para en seguida introducirlo dentro de un automóvil Volkswagen Gol color blanco, sin chapas.
Martí esperaba sentado en su camioneta, cuando varias sombras humanas se aproximaron y abrieron las puertas, subiendo al vehículo. “¿Dónde está el tipo?”, le preguntó uno de los desconocidos, y le dio un golpe en la cabeza con la culata de una pistola.
Mientras el Gol se llevaba a Juan, a Martí lo hicieron pasar al asiento trasero de su propia camioneta, y también emprendieron viaje. A ambos les cubrieron el rostro con una toalla o capucha, y durante unas dos horas de recorrido los sometieron a diversos métodos de tortura, como apretarles los testículos. Juan narra que le pusieron una bolsa de plástico en la cabeza, que le impedía respirar, mientras le preguntaban: “¿Dónde está la señora Debernardi? ¿Dónde está la plata…?”.
Cerca de medianoche fueron bajados en un lugar desolado, junto a un pequeño curso de agua, y sometidos a un proceso de tortura por inmersión, introduciéndoles la cabeza bajo el agua, hasta que casi perdieran el conocimiento. Los sacaban y los volvían a interrogar para que confiesen que ellos eran los autores del secuestro de María Edith, y para que revelen donde tenían a la víctima y donde estaba el dinero del rescate que habían cobrado.
Martí pudo reconocer que el lugar era el riacho San Francisco, en la zona cercana al río Paraguay. Pudieron identificar como quienes lideraban el operativo al subcomisario Antonio Gamarra, y al oficial José David Schémbori, a quienes apodaban Kabul.

El relato de Juan Arrom
Operaciones paralelas

Mientras Arrom y Martí permanecían detenidos ilegalmente, los acontecimientos se precipitaban.  El día viernes 18 (un día después de que ambos fueran capturados), Antonio Debernardi pagó el resto del rescate (600 mil dólares, según su versión oficial) y Maria Edith fue liberada en horas de la madrugada del sábado 19.
Arrom relata que la situación causó sorpresa entre sus captores, y uno de ellos exclamó: “¡Que extraño! Le tenemos al cerebro del secuestro y Antonio Debernardi sigue entregando plata”.
Un detalle llamativo es que la orden de captura contra Arrom y contra los seis ex integrantes de la Banda de Choré se dio a conocer el mismo sábado 19, horas después de la liberación de María Edith, pero contra Anuncio Martí recién dos días después.
En la noche del sábado 19 la policía allanó la vivienda de Arrom y, entre otros elementos, incautó un revólver y numerosas fotografías. También llevaron su vehículo, una camioneta Suzuki color rojo. La vivienda de Anuncio Martí fue allanada recién el 27 de enero, siete días después. 
Entre tanto, la versión de que Arrom y Martí estaban secuestrados ilegalmente, comenzó a filtrarse extraoficialmente desde fuentes policiales a algunos periodistas que cubrían habitualmente el área judicial.
El sábado 19, Ofelia Insaurralde, ex compañera de Juan Arrom y madre de sus hijos, se puso en contacto con su cuñado, el médico Héctor Lacognata y le pidió que, en vista de su estrecha amistad con el ministro de Justicia y Trabajo, el también médico Silvio Ferreira, realizara averiguaciones acerca del paradero de Arrom y Martí.
Según el testimonio de Lacognata (quien luego sería canciller durante el Gobierno de Fernando Lugo), este llamó por teléfono el sábado a la tarde a su amiga Gladys Maubet, esposa del ministro Ferreira, quien le respondió: “Si, tengo conocimiento de la detención de Juan Arrom, pero te pido que se tranquilicen, porque en este momento se encuentran muy bien”.
Aquel fue el primer reconocimiento de un sector del entorno gubernamental de que Arrom  y Martí estaban en manos de gente del Gobierno, detenidos en forma ilegal.
El domingo 20 a la mañana, la esposa del ministro, Gladys Maubet, llamó por teléfono a Hector Lacognata –según testimonios del mismo-, para decirle: “Te confirmo que Juan está detenido y te reitero que en este momento se encuentra bien. Silvio te pide que no comentes este tema con alguien, para evitar que la situación empeore”.
Lacognata preguntó cuándo los presentarían oficialmente a los dos detenidos ilegalmente ante la Justicia, y Maubet le respondió: “Probablemente lo harán el lunes (21 de enero)”.
El lunes, sin embargo, todos los voceros oficiales seguían negando públicamente que Arrom y Martí estuviesen en poder de la policía. 
Lacognata volvió a comunicarse con Gladys Maubet y le pidió tener una conversación personal. Se encontraron el martes 22 de enero, en el patio de comidas del Shopping Mariscal López. Lacognata fue acompañado de su esposa, Élida.
“No se preocupen, Juan Arrom está en manos de gente seria. Mi esposo (el ministro Silvio Ferreira) le conoce a esa gente”, les aseguró Gladys Maubet.
Ante la insistencia por conocer el paradero de Arrom, la mujer les dijo: “Juan no está detenido en una dependencia policial, sino que está a cargo de un grupo formado especialmente, que incluso ya había trabajado en la detención de Lino Oviedo”. 
Les prometió que el miércoles 23 de enero, Arrom y Martí serían puestos en manos de la Justicia, para ser procesados, con todas las garantías constitucionales.

Silvio Ferreira
Julio Cesar Fanego
Visita de Ferreira y charla telefónica con Fanego

Desde el momento de ser secuestrados, Juan Arrom y Anuncio Martí fueron mantenidos en cautiverio en tres lugares distintos.
El primer sitio, no identificado, habría sido una finca rural en la zona de Paraguarí. El segundo lugar fue una casa a la que los captores se referían como Base 3, y fue ubicada posteriormente sobre las calles Mongelós y Alonso, en el barrio 8 de diciembre de Villa Elisa, que resultó ser propiedad del sub comisario Antonio Gamarra.
La tercera casa estaba a unas ocho cuadras de la segunda, sobre la calle Estero Bellaco casi Indio Guaraní, barrio 29 de setiembre de Villa Elisa, y pertenecía a Octavio Francisco Flores. El cuidador de la residencia, Esteban Centurión, contó que el dueño, junto con el subcomisario Gamarra, apareció el 24 de enero a pedir que la desaloje durante unos ocho días, y lo trasladaron a la otra casa de Gamarra, la conocida como Base 3.
Juan Arrom relata que cerca del mediodía del segundo día de su cautiverio, el viernes 18, la fecha en que fue liberada María Edith, lo llevaron en un auto Peugot blanco a un lugar distante, un campo al costado de una ruta, hasta donde llegó una camioneta Mitsubishi color plateado. Descendió el ministro de Justicia y Trabajo, Silvio Ferreira, a quien Arrom conocía bien, pues habían compartido numerosas acciones políticas en épocas de la dictadura.
El secuestrado alega que le rogó que interceda, para que dejen de torturarlos y sean liberados. Ferreira le contestó: “No te preocupes, no te van a tocar más, se te va a enviar un médico. Ahora mismo voy a hablar con Fanego y te vamos a dar garantías”. Al poco rato, el ministro se marchó, dejándolo nuevamente en poder de sus captores.
Lo llevaron de vuelta a su lugar de reclusión y como media hora después, uno de sus captores le acercó un teléfono celular, diciéndole que el ministro del interior, Julio César Fanego, iba a hablar con él.
Arrom, aquí estoy con el ministro Ferreira. El está escuchando lo que te voy a decir. Colaborá con la gente que te vamos a enviar, te vamos a dar todas las garantías y te vamos a sacar del país”, asegura Arrom que le dijo Fanego.
Y agrega: “No puedo negar que me corrió un escalofrío por todo el cuerpo, al saber que de mi detención ilegal, secuestro y tortura, estaban al tanto las más altas autoridades nacionales y que se estaba manejando en las más altas esferas del poder”.  

El fiscal Oscar Latorre muestra los 350 mil dólares que presuntamente Juan Arrom entregó a Marcos Álvarez.
 Rescate, escándalo e impunidad.

Esteban Centurión, ex cuidador de la casa donde estaban cautivos Arrom y Martí, fue clave para que sean encontrados tras 14 días de cautiverio. Extrañado por el movimiento de personas y vehículos que entraban y salían, Centurión llamo por teléfono a Cristina Arrom, al mediodía del 30 de enero, y confesó su sospecha de que Juan y Anuncio estarían en esa vivienda.
Cristina y su hermana Maria Auxiliadora llegaron y montaron guardia a distancia, mientras convocaban a periodistas, y a otros familiares y amigos. Con la llegada de móviles de Telefuturo y Radio Ñandutí, se empezó a generar una concentración de personas, que alertó a los que estaban en la casa.
Como a las 17:00, dos automóviles Volkswagen Gol, sin chapas, salieron de la casa y se alejaron con rapidez. Las hermanas Arrom y los periodistas se aproximaron con cautela y vieron una mano que emergía a través de una de las ventanas. Se oyó un grito: “¡Estamos aquí…! ¡Somos Juan y Anuncio…!”.
Al poco rato, los dos políticos “desaparecidos” salían del interior, con el torso desnudo y visibles heridas de torturas.
Una verdadera multitud se congregó frente a la casa, mientras Arrom y Martí relataban entre sollozos la situación sufrida.
El caso estalló con gran repercusión nacional e internacional. “Terrorismo de Estado” decía el título de tapa de los diarios. En los siguientes días se instaló una gran crisis política, que causó la renuncia de los ministros Silvio Ferreira y Julio César Fanego, y de jefes policiales.
El fiscal general del Estado, Oscar Germán Latorre, llamó a conferencia de prensa para señalar que una cosa era el presunto secuestro de Arrom y Martí, y otra muy distinta la participación de estos en el secuestro de María Edith de Debernardi, mientras exhibía los 350 mil dólares del pago del rescate que presuntamente Arrom y Alcides Oviedo dejaron en manos de Marcos Álvarez.
Sin embargo, el Estado paraguayo no fue capaz de garantizar un juicio objetivo para sancionar a sus miembros que actuaron al margen de la Ley. En el juicio del caso Arrom y Martí, a pesar de múltiples evidencias, los secuestradores de los dos políticos izquierdistas quedaron libres. Paralelamente, Arrom y Martí, junto a Víctor Colmán, huyeron de la Justicia que los investigaba por el caso Debernardi, y lograron que el Comité Nacional para los Refugiados (Conare) del Brasil los acoja en carácter de refugiados políticos en el vecino país.
Más recientemente, obtuvieron que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) admita una demanda contra el Estado Paraguayo por haber sido presuntamente secuestrados y torturados ilegalmente por agentes policiales. Es decir, el Estado paraguayo deberá responder internacionalmente por no haber actuado debidamente en su momento, en este caso.
A casi 10 años, todavía no está cerrado ni el caso Arrom y Martí, ni la presunta participación que ambos podrían haber tenido en el secuestro de María Edith, ni en la formación inicial del EPP.
En su libro “Programa Político del Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP)”, Alcides Oviedo Brítez admite que Juan Arrom formó parte del grupo. 
"El renegado Arrom ha desertado cobardemente ante las primeras escaramuzas contra los contrarrevolucionarios, se zambulló bajo las sotanas de su suegrastro, el obispo libidinoso Fernando Lugo, buscando la ruta más rápida hacia la frontera brasileña. Abandonó a todos sus compañeros y de haber tenido posibilidad, se hubiera ido como refugiado a la estación espacial", señala el considerado comandante en jefe del EPP.