miércoles, 28 de julio de 2021

Cuba: El diálogo de un Unicornio perdido


Andrés Colmán Gutiérrez - @andrescolman

Yunior García Aguilera (Holguin, 1982) es un joven actor y dramaturgo teatral cubano, escritor y guionista de televisión, reconocido por su talento y creatividad, como por su mirada crítica sobre la realidad de su país. Formado en las instituciones oficiales de Cuba, Yunior se ha convertido en una de las figuras más representativas de la nueva generación de artistas que cuestionan al régimen castrista, miembro del colectivo cultural Movimiento 27 N (bautizado así tras haber protagonizado una primera manifestación artística masiva de protesta el 27 de noviembre de 2020).

Silvio Rodríguez (San Antonio de los Baños, 1946) es uno de los cantautores cubanos más famosos en el mundo, surgidos en el proceso de la revolución castrista figura estelar del movimiento cultural de la Nueva Trova, junto a Pablo Milanés y otros referentes. Autor de emblemáticas canciones como Unicornio, Ojalá, La Maza, Sueño con serpientes, entre otras. Mientras Milanés, al igual que Carlos Varela y otros artistas, han ido tomando distancias del régimen, Silvio se ha mantenido como sostenedor del proceso, y ha hecho numerosas manifestaciones en favor, incluyendo su famosa canción El Necio. Silvio Rodríguez estuvo en Paraguay por única vez en 2009 y cantó con Ricardo Flecha en la plaza del Palacio de Gobierno, como lo contamos en este artículo.

Tras las manifestaciones del pasado 11 de julio en Cuba, iniciado en San Antonio de los Baños, Yunior García Aguilera y su esposa, la productora de cine Dayana Prieto, tras un acto frente a la televisora estatal, en donde pidieron 15 minutos de espacio para dar su versión de lo que estaba ocurriendo, fueron detenidos por la policía, junto a muchos otros manifestantes en todo el país. Este es el testimonio de Yunior sobre su prisión.

Luego de ser liberado, Junior decidió renunciar como miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), organización gremial controlada por el gobierno, del cual formaba parte. “No puedo seguir perteneciendo a una organización que le da la espalda a una parte considerable del pueblo y opta por mostrar obediencia a un poder abusivo. No puedo permanecer en un coro que le canta alabanzas a quienes ordenaron la represión contra los jóvenes y el combate entre cubanos. No puedo ser parte de un grupo de artistas e intelectuales que ha preferido el silencio o la complicidad”, justificó.

Pero quizás el hecho más significativo fue que, tras ser liberado, Yunior decidió escribirle una carta pública a Silvio Rodríguez, uno de sus principales ídolos de juventud, con quien mantiene diferencias por sus posturas políticas, pero también admiración.

El 21 de julio, en su página de Facebook, ilustrándola con una juvenil foto del cantautor, Junior le escribió a Silvio lo siguiente:

CARTA ABIERTA AL PROPIETARIO DE UN UNICORNIO PERDIDO

Silvio, no me importa cuántas veces me digan que es inútil escribirte. Yo también, a veces, soy un necio. Me dirijo a ti porque tu voz me importa, porque crecí escuchándote, porque todavía evito todas las sillas, peligrosas, que me invitan a parar. Te escribo de pie porque sé que el ser humano que fue capaz de crear Sueño con serpientes, no puede hacer una lectura tan elemental de mi generación y sus complejidades. El artista que parió algo tan hermoso como Réquiem, no sería capaz de responderme con susurros ni hipocresías.

Cuba ya no es exactamente la misma que resumiste en aquel barco llamado Playa Girón. Me habría encantado que aquel 27 de noviembre, cuando cientos de jóvenes fuimos en busca de un diálogo real y transformador, hubieses llegado con tu guitarra, a cantar junto a nosotros, en medio de tanta incertidumbre.

Sé que muchos jóvenes rebeldes acaban transformándose en viejos conservadores. Pero no creo que sea tu caso. De vez en cuando nos sorprendes con opiniones auténticamente revolucionarias (en el sentido profundo de ese término), y vuelves a repararnos los sueños y las esperanzas. Pero voy a ser honesto: otras veces levantas un abismo insalvable entre tus utopías y las nuestras.

Ni todo lo que dices es mentira, ni es mentira lo que muchos de mis amigos y yo defendemos. Tú, mejor que otros, sabes identificar cuánto se pueden manipular las medias verdades y cuán fácil resulta convertir a una persona, que no tiene miedo de decir lo que piensa, en enemiga.

Yo no te pido que renuncies a ninguna de tus convicciones. Eso sería absurdo de mi parte. Tú eres (con todas tus contradicciones) una pieza imborrable en este rompecabezas donde nacimos y que seguimos llamando Patria. Pero mis amigos y yo (con las nuestras) también estamos en esa imagen de Cuba que no acaba de armarse. Y no permitimos, Silvio, que nadie nos arroje de la mesa.

Si todavía me queda, después del 11 de julio, una mínima esperanza de diálogo, quiero que sea contigo. No te imagino lanzándonos a un camión de basura ni defendiendo tiendas con un palo en la mano. No te imagino pateando a un joven socialista de 22 años en una estación de policía ni apoyando las condenas de aquellos a los que has regalado tantos conciertos en sus barrios.

Yo te invito.

Regálanos esos 15 minutos que nos negaron en el ICRT. No hacen falta cámaras ni micrófonos. Solo nosotros y nuestros fragmentos de verdades.

No sé si esos 15 minutos hagan que recuperes tu unicornio. Pero quizás nos ayudes a no perder definitivamente el nuestro.

Ojalá.

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Silvio le respondió positivamente.

Se encontraron y conversaron en privado, sin cámaras, sin registros.

Después, cada uno dio su versión de lo que hablaron.

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Escribió Yunior:

Ya conversamos.

Fueron 70 minutos de franqueza en los estudios Ojalá. Ninguno convidó al otro a renunciar a sus posiciones ni principios. Fuimos capaces de confrontar nuestras diferencias desde el más absoluto respeto y preferimos concentrarnos en nuestras coincidencias. Tampoco perdimos tiempo en discutir los temas que no podemos resolver en la práctica ninguno de nosotros. Nos enfocamos en cómo aportar, ahora mismo, al bien de la sociedad cubana, en su conjunto.

Silvio se comprometió frente a Dayana, a Niurka y frente a mí, a abogar por la liberación de todos los presos que participaron en las protestas. Dio su palabra, de modo convincente, de que hará todo lo que esté a su alcance para lograr ese objetivo.

También coincidimos en un proyecto (en su momento se hará público) que podría servir para el comienzo de un debate verdaderamente plural, inclusivo, cívico, respetuoso y amplio, que encuentre los consensos entre la diversidad que hoy nos caracteriza como cubanos.

El encuentro de hoy no se trataba de un combate para encontrar un ganador. Se trataba de Cuba. Y creo que salimos de allí con la certeza de que se necesitan cambios reales, impulsados por vías no violentas, sin injerencias y donde ningún cubano se sienta excluido.

Gracias a todos los que aportaron, con sus opiniones y comentarios, para que este encuentro fuera posible. Falta mucho por hacer todavía. Y lo vamos a hacer sin odio.

Un abrazo.

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Escribió Silvio:

El encuentro con Yunior y Dayana fue bueno, no exagero si digo que fraterno; hubo diálogo, intercambio, nos escuchamos con atención y respeto. Para mí lo más doloroso fue escuchar que ellos, como generación, no se sentían ya parte del proceso cubano sino otra cosa. Me explicaron sus argumentos, sus frustraciones. Traté de hacerles comprender que a mis años también todo resultaba mucho más lento de lo que esperábamos que fuera. ¿Culpa de qué, de quienes? Y hablamos de incomprensiones entre edades diferentes, entre intereses y entendimientos diferentes. Demasiado doloroso para mí que se declaren fuera; no puedo aceptar ese fracaso ni en nombre del dolor por las incomprensiones. Yo también las sufrí y jamás llegué a sentirme fuera. Pero pienso que mi generación fue la inmediata a la insurreccional y que heredamos los motivos de nuestros padres y después, creciendo, sufrimos con ellos lo mucho que ha costado ser soberanos y además socialistas.

Tiene que haber más puentes, tiene que haber más diálogos, tiene que haber menos prejuicios; menos ganas de pegar y más deseos de resolver la montaña de temas económicos y políticos pendientes; menos costumbre de escuchar a quienes hablan lo mismo con las mismas palabras, década tras década, como si las generaciones no vinieran también con sus propias palabras e ilusiones.

Me pidieron que llamara a alguien y que pida amnistía para todos los presos. Recuerdo la última vez que pedí una amnistía. Fue en la Tribuna Antimperialista. Un segundo antes de subir una autoridad me dijo que no lo dijera. Si no digo eso, no digo nada, respondí. Y pude llegar al micrófono. Y entre otras muchas cosas pedí la libertad de aquella gente con quienes no estaba de acuerdo. Y un par de semanas después (no por mi culpa) 70 vidas fueron libres. No sé cuántos presos habrá ahora, dicen ellos que cientos. Pido lo mismo para los que no fueron violentos y cumplo con la palabra empeñada. Ellos no tienen nada que cumplirme porque nada pedí. Ojalá nunca más se sientan fuera (deseo lanzado al aire).

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Así relata e interpreta este episodio la periodista cubana Mónica Baró, en El Estornudo, uno de los nuevos medios periodísticos cubanos que surgieron con internet:

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Se podrán decir muchas cosas sobre Yunior García Aguilera y Silvio Rodríguez, en contra y a favor, sobre el régimen cubano, la revolución, la dictadura, el bloqueo norteamericano, el imperio yanqui, Patria o Muerte, Patria y Vida, lo que ocurre, lo que ocurrirá, tantas cosas de uno y otro lado o viceversa, pero a mí me interesa rescatar el hecho de que dos grandes artistas de diferentes generaciones y posturas políticas puedan sentarse a dialogar y a actuar.

Tal vez por allí haya un camino, no solamente para Cuba, sino también para otros países también con graves conflictos, incluyendo a nuestro querido Paraguay.

 


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