Reproducimos la carta:
Coyhaique, agosto de 2022
Les escribe Marcela Palma
Godoy, desde Coyhaique, Chile. Un 22 de agosto más de impunidad: hoy se cumplen
15 años del asesinato de mi hermano Tito Alberto Palma en Mayor Otaño, en el
año 2007.
En el año 2010, fui a
Paraguay para reclamar justicia. Una autoridad me recibió, el entonces ministro
del Interior, Rafael Filizzola. Otras autoridades solo permitieron que les deje
una carta explicativa, como el fiscal General del Estado, Rubén Candia Amarilla
(nunca supe que sucedió con los fiscales que actuaron al principio, Daniel
Vergara y Nelson Ramos) y los ministros de la Corte Suprema de Justicia. Fui
atendida también por la organización de la sociedad civil Comité de Iglesias.
Todos me prometieron dar
seguimiento al proceso de legal de búsqueda de los autores materiales e
intelectuales. Sin embargo, el silencio y la impunidad es la única respuesta
obtenida hasta el día de hoy.
En estos años de
acercamiento al Paraguay, país que mi hermano eligió como “su segunda patria”,
supe que, cuando una adolescente cumple 15 años, es motivo de celebraciones
especiales y festejo familiar.
Entonces, pienso que, en
mi familia, estos 15 años sin Tito han sido un velorio eterno. Que nuestra
madre pronto cumplirá 85 y los últimos 15 años fueron de intenso dolor y
sufrimiento, sin explicarse porqué mataron a su hijo.
No se avanzó en la
búsqueda de los autores materiales e intelectuales del crimen cobarde.
Pareciera que gran parte de la sociedad paraguaya olvidó este crimen y por eso
cada año sigo escribiendo, para ayudar a recordar. Es también cierto que, entre
los escasos recuerdos, son algunos humildes vecinos de Mayor Otaño, oyentes de
su radio, quienes me escriben palabras sobre la vida de Tito, cuando se acerca
la fecha de aquella fatídica noche de 22 de agosto.
No podemos olvidar a Tito,
su amor a la justicia, a la verdad, a involucrarse con valentía en su país de
adopción, denunciando el contrabando y la corrupción.
La vida ha hecho que nos
vayamos resignando a su ausencia física, pero no así al silencio, al ocultamiento
de la verdad. No vamos a descansar mientras no sepamos quienes fueron los
autores materiales e intelectuales de su asesinato. Ante tanta oscuridad, en
los últimos meses descubrimos una lucecita de esperanza, gracias al avance de la
familia de Santiago Leguizamón (asesinado en 1991), quienes lograron llegar a
la Corte Interamericana de Derechos Humanos en la búsqueda de verdad y
justicia. El estado paraguayo, en este caso, se allanó a reconocer su
responsabilidad por lo que, aunque sea tarde, deberán crear una Comisión de
Verdad que investigue los asesinatos de los periodistas durante el periodo
mencionado. Quizás ahí podamos saber que pasó.
Quizás es una tenue luz de esperanza que se asoma, en estos largos años de dolor y transcurridos en la absoluta impunidad. Sin embargo, queremos confiar que lograremos conocer a los sicarios y a los autores intelectuales del cobarde asesinato, por eso seguiremos reclamando verdad y justicia para Tito.
Marcela Palma Godoy - Coyhaique, Chile.
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