El padre del humor gráfico en Paraguay guardó ayer para siempre su lápiz crítico e irreverente. Fiorello Botti, el dibujante y caricaturista que desde la aparición del primer ejemplar de Última Hora, en octubre de 1973, incorporó para siempre el chiste político en la portada de un diario, en plena dictadura, falleció ayer en Asunción.
Tenía el trazo fácil, el ingenio siempre filoso, la habilidad de burlarse de todo y de jugar con las palabras para construir frases mordaces y de doble sentido, en un lenguaje simple y popular. Para dibujar le bastaba un trozo de cartulina blanca y una birome bic negra, de esas que se compran en cualquier almacén.
Era cascarrabias y gruñón, como buen descendiente de italianos. “Hay que mostrar que estos hijos de su madre son unos payasos, si la gente se ríe de ellos, nadie más les va a tener miedo”, exclamaba con su vozarrón de duende travieso, mientras dibujaba políticos que discurseaban mientras se les hundía el escenario, militares que iban regando medallas en camino al inodoro, señoras de alta sociedad que resbalaban sobre los pisos de mármol.
Nunca estudió dibujo ni carrera alguna, y se presentaba con orgullo como “un ilustrador autodidacta”. Alguna vez contó que aún siendo bebé su mamá le regaló un lápiz para que deje de llorar, y cuando ella se dio vuelta, el niño ya le había dibujado su caricatura.
DESAFIANDO AL PODER. Empezó a publicar sus primeros dibujos en los años 60, en la legendaria revista “Ñandé”, donde mensualmente publicaba una página de viñetas con personajes tomados de la calle, en donde empezó sus primeras incursiones en el humor político, caricaturizando a funcionarios de la dictadura stronista.
Cuando su gran amigo, el periodista Isaac Kostianovsky, sacó a la calle el vespertino Última Hora, lo invitó a sumarse al plantel. “¿Te animás a dibujar un chiste todos los días, en la tapa del diario?”, le preguntó Kostia. “Con una condición, si me llevan preso, vos te vas conmigo”, dijo haberle respondido Botti.
Desde entonces, durante dos décadas, encendió diariamente una sonrisa en el rostro de los lectores, con una viñeta insertada en la portada, y otra en la página editorial, además de páginas enteras de chistes gráficos en las revistas de fin de semana, páginas de deportes y suplementos especiales. Varios de sus dibujos fueron publicados en libros. Realizó numerosas exposiciones, y recibió múltiples premios, entre ellos el homenaje como “Maestro del Humorismo Gráfico Paraguayo” que le rindieron sus discípulos como Nico, Caló, Goiriz, Casartelli, Yor, Melki, Enzo y otros en Chake!, la primera Muestra del Humor Gráfico y la Historieta en Paraguay.
Desde ayer, Fiorello Botti ya dibuja entre las nubes y seguramente estará haciendo morir de risa a los ángeles.
Tenía el trazo fácil, el ingenio siempre filoso, la habilidad de burlarse de todo y de jugar con las palabras para construir frases mordaces y de doble sentido, en un lenguaje simple y popular. Para dibujar le bastaba un trozo de cartulina blanca y una birome bic negra, de esas que se compran en cualquier almacén.
Era cascarrabias y gruñón, como buen descendiente de italianos. “Hay que mostrar que estos hijos de su madre son unos payasos, si la gente se ríe de ellos, nadie más les va a tener miedo”, exclamaba con su vozarrón de duende travieso, mientras dibujaba políticos que discurseaban mientras se les hundía el escenario, militares que iban regando medallas en camino al inodoro, señoras de alta sociedad que resbalaban sobre los pisos de mármol.
Nunca estudió dibujo ni carrera alguna, y se presentaba con orgullo como “un ilustrador autodidacta”. Alguna vez contó que aún siendo bebé su mamá le regaló un lápiz para que deje de llorar, y cuando ella se dio vuelta, el niño ya le había dibujado su caricatura.
DESAFIANDO AL PODER. Empezó a publicar sus primeros dibujos en los años 60, en la legendaria revista “Ñandé”, donde mensualmente publicaba una página de viñetas con personajes tomados de la calle, en donde empezó sus primeras incursiones en el humor político, caricaturizando a funcionarios de la dictadura stronista.
Cuando su gran amigo, el periodista Isaac Kostianovsky, sacó a la calle el vespertino Última Hora, lo invitó a sumarse al plantel. “¿Te animás a dibujar un chiste todos los días, en la tapa del diario?”, le preguntó Kostia. “Con una condición, si me llevan preso, vos te vas conmigo”, dijo haberle respondido Botti.
Desde entonces, durante dos décadas, encendió diariamente una sonrisa en el rostro de los lectores, con una viñeta insertada en la portada, y otra en la página editorial, además de páginas enteras de chistes gráficos en las revistas de fin de semana, páginas de deportes y suplementos especiales. Varios de sus dibujos fueron publicados en libros. Realizó numerosas exposiciones, y recibió múltiples premios, entre ellos el homenaje como “Maestro del Humorismo Gráfico Paraguayo” que le rindieron sus discípulos como Nico, Caló, Goiriz, Casartelli, Yor, Melki, Enzo y otros en Chake!, la primera Muestra del Humor Gráfico y la Historieta en Paraguay.
Desde ayer, Fiorello Botti ya dibuja entre las nubes y seguramente estará haciendo morir de risa a los ángeles.
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