sábado, 24 de noviembre de 2012

Curuguaty, esa herida abierta

Si el gobierno del presidente Federico Franco no es un régimen represivo y retrógrado, está haciendo todo lo posible por parecerlo. 
La violenta acción policial desplegada en la madrugada del jueves, para desalojar a un grupo de manifestantes que dormían frente a la sede central de la Fiscalía, tras una noche de vigilia en solidaridad con los presos del caso Curuguaty en huelga de hambre, fue una de las más torpes jugadas del actual Poder Ejecutivo. 
Algún inteligente estratega gubernamental habrá planteado que una rápida acción de desalojo, realizada al amparo de las últimas sombras de la noche, evitaría la incómoda presencia de la prensa y permitiría despejar el lugar de esa veintena de molestos alborotadores del orden público para cuando amanezca.
Pasó, sin embargo, por alto que en estos días cualquiera tiene un teléfono celular con cámara filmadora, y las dramáticas imágenes de la represión policial colmaron las redes sociales en internet, obligando a muchos medios de comunicación a levantar y a reproducir los videos en forma masiva, reflejando un clima sensorial que hacía recordar momentos trágicos de la dictadura.
Hasta entonces, el reclamo sobre los campesinos presos por el caso Curuguaty no era una noticia central para la mayoría de los medios y gran parte de la sociedad paraguaya se mostraba indiferente. 
Aunque un informe paralelo cuestionaba la investigación oficial y aportaba indicios inquietantes sobre la posible presencia de francotiradores con armas automáticas durante la masacre que el 15 de junio pasado causó la muerte de 11 campesinos y 6 policías, no se le otorgaba mayor credibilidad por provenir de una organización liderada por el político liberal Domingo Laíno, muy ligado al destituido presidente Fernando Lugo.
Pero tras el agravamiento de salud de los cuatro presos en huelga de hambre y la violenta represión del jueves a la madrugada, el caso Curuguaty saltó a la primera plana de los medios, hay equipos de prensa internacional realizando reportajes sobre el tema y la propia Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) estudia una posible intervención en el caso. 
Por más que el ministro del Interior acuse en conferencias de prensa que tras las movilizaciones hay "un sesgo político" y sostenga que el actual gobierno "no es responsable de los muertos de Curuguaty", no puede evitar que mucha gente tenga en cuenta que, si no hubiera existido la masacre, Franco no hubiera sido presidente. Y que un sector cada vez mayor de la sociedad se empiece a preguntar con legítima motivación: ¿Qué pasó realmente en Curuguaty?

(Publicado en la sección Opinión del diario Última Hora, edición del día 24 de noviembre de 2012).

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