martes, 22 de febrero de 2022

Del viejo escarabajo verde a la narco camioneta: la caída de Arnaldo Giuzzio

¿Quién no recuerda a aquel dinámico fiscal anticorrupción, que se movilizaba en un humilde auto Volkswagen Escarabajo, marcando el contraste con muchos de sus colegas que andaban en lujosas camionetas todoterreno, cuyo alto costo sería imposible de pagar con sus salarios de funcionarios públicos?

Desde sus inicios como agente fiscal en San Pedro, esquivando los primeros tiros de lo que sería el grupo armado EPP en Sanguina Cué, allá por el 2003, a convertirse en la pesadilla de muchos políticos corruptos y capos del narcotráfico, Arnaldo Giuzzio entendió pronto el valor mediático de los símbolos y evitó desprenderse de su viejo escarabajo modelo 1974, por más que ya tuviera que utilizar los lujosos vehículos climatizados estatales en sus misiones oficiales.

A pesar de provenir de las mismas filas del Partido Colorado más conservador, con una mentalidad que inicialmente respondía al mismo sistema fiscal judicial vigente, Giuzzio supo convertirse sin embargo en un adalid de la lucha contra la corrupción, logrando empatía con un amplio sector de la sociedad y encontrar apoyo en instituciones y organizaciones claves que promovían algún tipo de cambio en el anquilosado sistema político paraguayo, entre ellos los principales medios de comunicación y la propia embajada norteamericana.

En su aplaudida carrera como fiscal abrió investigaciones contra varios jerarcas hasta entonces intocables, como los González Daher, al igual que contra poderosos capos del narcotráfico y el contrabando. Aunque se le cuestionaba que casi nunca concluía sus casos de gran impacto mediático, nada parecía empañar su imagen de justiciero insobornable, que seguía desplazándose en el viejo escarabajo verde sin aire acondicionado.

GIUZZIO, EL POLÍTICO

Era evidente que la política acabaría por tentarlo. Tras renunciar a la Fiscalía, Giuzzio también rompió con su viejo partido colorado y se presentó como candidato a senador por el Partido Democrático Progresista (PDP), de Rafael Filizzola y Desirée Massi, en el 2013. Conocedor de la fuerza de los símbolos, hizo campaña recorriendo pueblos y ciudades en su viejo escarabajo, esta vez pintado de verde. Y como era de esperarse, resultó electo.

En el Congreso, siguió siendo un dolor de cabeza para muchos de sus propios colegas. En 2014, tras el asesinato del periodista Pablo Medina, el senador Giuzzio, con respaldo del entonces ministro de la Senad, Luis Rojas, presentó en el propio recinto del Congreso un extenso informe sobre los grandes personajes de la narcopolítica, implicando a varios legisladores de la época (algunos siguen por allí), como Freddy D’ecclesiis, Marcial Lezcano, Carlos “Chicharo” Sánchez, Cirila Concepción Cubas de Villaalta, Bernardo Villalba y Magdaleno Silva, entre otros, generando un escándalo sin precedentes.

Nunca nadie se había atrevido a tanto.

Aunque fue duramente criticado por un amplio sector de organizaciones civiles por su proyecto de ley retención de datos de tráfico en internet, más conocido como “ley pyrawebs”, finalmente rechazado en 2015, Giuzzio siguió siendo un ídolo en la lucha contra la corrupción. Con la llegada al gobierno de Mario Abdo Benítez, asumió primero como ministro de la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad), dirigiendo varios operativos de gran impacto, como el que se dio contra el capo Cucho Cabañas, que arrastró consigo al senador colorado Ulises Quintana, de las mismas filas del abdismo.

En 2021 fue nombrado ministro del Interior, desde donde inició una especie de guerra personal (aunque con evidente luz verde del presidente Abdo Benítez), contra el poderoso y controvertido empresario y político Horacio Cartes, expresidente de la República (2013-2018), en una evidente maniobra por frenar su regreso al poder en las elecciones de 2023, a través de candidatos de su entorno, como a tratar de restar su gran influencia en administraciones del Estado, principalmente en el Congreso, en el Ministerio Público y en instancias judiciales.

Desde el cartismo se inició una fuerte campaña política y mediática, especialmente a través de los diversos medios periodísticos del Grupo Cartes, atacando a Giuzzio y reclamando su destitución, con diversas acusaciones de mal desempeño y supuesto enriquecimiento ilícito, que no hicieron mella en el oficialismo.

El ministro contratacó presentando una denuncia contra Horacio Cartes ante la Seprelad (Secretaría de Prevención de Lavado de Dinero o Bienes), acusándolo de lavado de dinero, enriquecimiento ilícito y declaración falsa. Lo llamativo es que la denuncia no se presentó ante la Fiscalía, sino ante la Seprelad, con un claro mensaje de que Cartes maneja a la fiscala general del Estado, Sandra Quiñónez.

El contrataque no se hizo esperar. El sector político del expresidente puso en marcha un proyecto de juicio político a Giuzzio, que nuevamente fue frenado cuando este acudió a acusar a Cartes ante la Comisión Permanente del Congreso. Por primera vez en la historia reciente, pudimos ver a un ministro del Interior exponiendo ante el Congreso Nacional los presuntos nexos de un expresidente de la República con la estructura del crimen organizado, involucrándolo principalmente en una extensa red de contrabando de cigarrillos y lavado de dinero, todo transmitido en vivo por la televisión. Aunque Cartes seguramente ya está acostumbrado a este tipo de ataques, no disimuló su molestia, cuando en un acto político en Guairá, el 12 de febrero, se refirió a Giuzzio despectivamente como “ministro kavara” (“ministro cabra”, en alusión a su barba estilo chivo).

GIUZZIO, ABATIDO

La pelea dio un vuelco de 180 grados en la mañana de este martes 22 de febrero, cuando nos desayunamos con un reportaje en portada del diario La Nación (principal medio periodístico de los varios que pertenecen al Grupo  Cartes), firmado por el colega Jorge Torres Romero, en el que se revela que Arnaldo Giuzio se había ido de vacaciones al Brasil con su familia, a finales de diciembre, utilizando una lujosa camioneta blindada, que le fue prestada por Marcus Vinicius Espíndola Marqués de Padua, el presunto capo narco brasileño detenido hace un par de día en Brasil, tras una infructuosa búsqueda como parte de la Operación Turf, un operativo fiscal policial antinarcóticos con colaboración brasileña en el Alto Paraná. El reportaje presentó fotos de Giuzzio en compañía del presunto narco, con imágenes de la camioneta utilizada y otros documentos.

Nadie resiste a una contundente revelación de este tipo. Se podrá alegar que los datos pudieron haber sido obtenidos en una evidente operación de inteligencia desde el cartismo, como parte de la guerra política preelectoral entre los dos bandos principales del partido colorado, en donde Giuzzio evidentemente operaba para el sector del oficialismo, con cierto respaldo internacional, pero ello no le quita el valor que tiene como primicia periodística con un gran efecto de bomba mediática.

Giuzzio intentó minimizar los efectos, alegando que Marcus Vinicius era desconocido hasta hace pocos días como objeto de investigación fiscal hasta entonces y que solo había alquilado la camioneta blindada de la empresa Ombu SA, porque su vehículo se averió cuando viajaban al Brasil, pero no pudo mostrar ningún documento que certifique el alquiler. Por el contrario, Gilberto Enciso, gerente de Ombu SA, propiedad de Marcus Vinicius Espindola Marques de Padua, aseguró que la camioneta utilizada por el entonces ministro del Interior, le fue prestada durante varios días por el empresario presunto narco, como un claro favor de privilegio, porque estaba interesado en proveer servicios al Ministerio. Además, agentes de la Fiscalía al frente del operativo afirmaron que desde hace más de un año estaban en conocimiento de que Marcus Vinicius era buscado como presunto narco por la justicia brasileña, y que, por tanto, ni Giuzio, ni la ministra de la Senad, Zully Rolón, podían desconocer tal situación, ya que estaban al tanto de los operativos.

En muy pocas horas, Arnaldo Giuzzio pasó de héroe a villano. Aunque algunos intentaron defenderlo en las redes sociales, alegando que el cartismo le había puesto “una cáscara de banana”, el escándalo fue mayúsculo y muchos más lo condenaron con honda desilusión. El Palacio de López no aguantó el impacto y para la media mañana el jefe de gabinete anunció a la prensa que el presidente Abdo Benítez había decidido “cambiar” a Giuzzio por Federico González.

El acto fue considerado como una victoria del cartismo, que empezó a tener varios efectos políticos, entre ellos el de debilitar las chances de que la fiscala general del Estado, Sandra Quiñónez, sea sometida a un juicio político en el Congreso.

LA MUJER DEL CÉSAR

¿Qué pasó realmente con Arnaldo Giuzzio, para tirar por la borda toda una aplaudida trayectoria? ¿Sucumbió finalmente a las tentaciones del poder narco o fue tan ingenuo, a pesar de toda su larga experiencia contra la mafia, como para dejarse seducir por una costosa narco-camioneta blindada, en una expedición a las playas brasileñas?

Giuzzio se olvidó de la histórica frase que tiene su origen en el año 62 antes de Cristo, cuando el pretor romano (luego dictador) Julio César se divorció de su esposa Pompeya, ante las diversas versiones que manchaban su honor, acusándola de haber participado en una fiesta con otro hombre que no era su marido, acuñando una sentencia que resulta clave en el ámbito político de todas las épocas: “La mujer del César no solo debe ser (honesta o casta), sino también parecerlo”. Es decir, lo que importa en la política no es lo que realmente es, sino lo que se percibe como imagen pública.

La guerra colorada entre Marito y Horacio ha tenido un nuevo desenlace, esta vez cara para el oficialismo, con un escándalo que ha tapado los logros del llamado Operativo A Ultranza, que se desencadenó justamente este martes 22, presentado como “la mayor operación contra el crimen organizado y el lavado de dinero”, a cargo de la Senad, con la colaboración de la DEA de Estados Unidos, la Europol, la Dirección General de Represión del Tráfico Ilícito de Drogas de Uruguay y el Ministerio Público, con más de 100 allanamientos, con el objetivo de detener a 43 personas, de las cuales ya fueron arrestadas siete, y con unos USD 100 millones en bienes incautados.

Tenía que ser el tema del día, pero el escándalo de la caída de Giuzzio le robó protagonismo.

¿Qué pasará ahora…?

¿Cómo seguirá la guerra preelectoral colorada, que en el fondo es también una guerra de facciones del crimen organizado, ocultas entre bambalinas, o no tanto?

¿Habrá acaso pronto un armisticio, o una rendición con bandera blanca, con un pacto eventual en forma de abrazo republicano, unidos todos de nuevo tras la lista uno?

¿Nos toca ser solamente espectadores agazapados tras las trincheras, listos para recoger los destrozos o sufrir las consecuencias, o acaso tendremos fuerzas o lucidez para construir un alternativo frente de paz y de unidad democrática?

Mientras tanto, un viejo escarabajo verde va camino al Museo del Olvido…

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# Andrés Colmán Gutiérrez

 

 

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