sábado, 7 de enero de 2012

¿Qué te hicieron, Asunción?



Querida ciudad mía, Asunción de jazmines y guaranias: ¿Qué te hicieron?
Me cuesta reconocerte en esas crudas imágenes que en estos días han dado la vuelta al mundo, mostrando a habitante de una ciudad racista e intolerante en el corazón de América, arrastrando a mujeres indígenas por el suelo con inhumana violencia, echándolas por la fuerza de una de sus más céntricas y legendarias plazas, levantando rejas de metal y cordones de policía a su alrededor, para impedir que vuelvan a ingresar.
¿Cómo podemos negar así toda tu rica historia y tu identidad cultural, justamente a vos, a la que con tanto orgullo nombramos como la "cuna del primer grito de libertad en América", la "ciudad comunera de las Indias", la que siempre dio "amparo y reparo" a los cansados viajeros que llegaban a cobijarse bajo tu fresca sombra de hospitalaria solidaridad?
¿Qué nos pasó, vida...?
Podemos estar de acuerdo en que los indígenas que se instalan en una histórica plaza del centro, a reclamar el legítimo derecho de la tierra propia, no pueden quedarse a vivir allí por meses o por años, habitando precariamente en unas lamentables "tolderías urbanas", privando a los demás ciudadanos del libre uso de un espacio público, debido al clima de hostilidad creado por la marginalidad y la degradación ambiental y humana.
Podemos convenir, también, en que detrás del reclamo de los mbya guaraní para la compra de casi 8.000 hectáreas en Unión, San Pedro, se mueven oscuros intereses políticos y económicos que han sobrevaluado dichas tierras en un 63 % por encima de su valor inicial, y aparecen nombres de conocidos líderes y caudillos oportunistas, que se aprovechan de la pobreza y la necesidad de los nativos, en busca de sacar réditos propios.
Pero ninguna de estas razones justifica esa explosión de intolerancia y de racismo, de la que hemos hecho gala en estos días.
En lugar de asumir y buscar colectivamente soluciones de fondo a las necesidades ancestrales de nuestros pueblos originarios, simplemente optamos por echarlos como a perros de la plaza, los ocultamos bajo la alfombra y levantamos una muralla de rejas para que dejen de ensuciar y afear nuestra ciudad.
¿No hemos aprendido nada de nuestra propia historia...?

(Publicado en la columna "Al otro lado del silencio", diario Última Hora, Página 22 Opinión, edición del sábado 7 de enero de 2012. La fotografía que ilustra esta artículo es del gran René González).



3 comentarios:

  1. Maria Esperanza Perez7 de enero de 2012, 10:40

    Totalmente de acuerdo... en cada punto de tu nota... fueron traidos para forzar a la compra sobrevaluada de tierras... no hay derecho de tratarlos con violencia... la expropiacion a precio justo es la solucion. Bendiciones para todos los que sinceramente buscan el bien de la comunidad nativa.

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  2. El conflicto, generado en torno a la Plaza Uruguaya, no han hecho más que evidenciar el profundo racismo que aun persiste en la sociedad paraguaya. En el imaginario popular los prejuicios resisten el paso del paso del tiempo y encuentran nuevos argumentos para reproducirse y gozar de buena salud. Los hay de diversas formas. Algunos se presentan en versiones edulcoradas con humor barato, otros, en cambio, vienen arropados con un lenguaje pseudo misericordioso y están lo que son hacen acto de presencia de manera brutal, imbuidos de altas dosis de agresividad e intolerancia.
    Constituyen los filtros a través de los cuales muchos han aprendido a ver la realidad. Y para ser sinceros, no podemos negar lo cómodos que resultan. Nos enseñan que las cosas son como son y así serán per secula seculorum. Refuerza nuestra convicción de que los otros son el problema. De que algo habrán hecho para estar como están y que finalmente, se haga lo que se haga, nada va a cambiar porque ellos son no más así.
    La Plaza, efectivamente, esta sacando a relucir algunas joyitas de nuestra cultura popular. ¡Vamos todavía!

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  3. Hay varias cosas que se pasaron por alto en especial las garantias constitucionales que se refieren a las manifestaciones.
    Es terrible darte cuenta que vivis en un pais, donde la ley esta hecha para que se cumpla con los pobres e indigentes...

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