jueves, 4 de septiembre de 2014

Don Libé, el parlantero ciclista de Iturbe

Liberato Rivarola, con su tricicleta equipada, frente al local de su microempresa publicitaria.
Montado en la tricicleta que él mismo ensambló, Liberato Ibarrola recorre las calles de Iturbe con dos viejos parlantes, ligados a un amplificador a batería y una grabadora a casette, divulgando a viva voz edictos municipales, anuncios de fiestas bailables o avisos comerciales y políticos. Un peculiar personaje pueblerino, en vías de extinción.

Todo comenzó el día en que un cliente de la pequeña tienda de don Liberato Ibarrola quedó cesante como obrero de la Azucarera Iturbe y ya no pudo pagarle la deuda que había contraído con él, retirando provisiones por el sistema de la clásica "libreta almacén".
"Este amigo me dijo que la única manera de pagarme era entregándome un viejo equipo de 'publicidad' que él ya no utilizaba: eran dos parlantes y un amplificador", recuerda.
Liberato, a quien todos conocen afectuosamente como "Don Libé, la voz de Iturbe", dice que terminó aceptando la oferta y así montó en su casa una peculiar microempresa de comunicación popular, a la que denominó "Publicidad Rojo, Blanco y Azul".
En Iturbe no había emisoras de radio, ni ningún otro medio de comunicación local y Don Libé sintió que tenía el mercado libre, a su entera disposición.
"Conseguí los restos de una vieja antena y alcé una torre de metal de 20 metros en el patio de mi casa, donde en lo alto puse los dos parlantes, para que se escuche en todo el pueblo", recuerda.
Al son de la vibrante canción "Patria Querida", don Libé se dedicaba a difundir avisos comerciales, anuncios de interés público o invitaciones a fiestas a cambio de una módica tarifa que cobraba a los anunciantes.
"En esa época estaban también de moda las dedicatorias musicales, jóvenes que saludaban a sus novias dedicándoles una música a través del parlante, y así todo el pueblo se enteraba. Por cada música se cobraba una tarifa", recuerda.

Contaminación sonora

Pero el potente bullicio de los altavoces empezó a incomodar a varios vecinos, que se quejaban de no poder dormir la siesta y de no poder disfrutar de la tradicional tranquilidad de las serranías guaireñas, por lo cual denunciaron a Don Libé ante la Municipalidad local por "contaminación sonora".
"Me obligaron a bajar mis parlantes. Me dijeron que monte mi equipo en carrito tirado por caballos y que salga a recorrer por las calles, pero mantener a un caballo sale caro, entonces pensé en hacerlo en bicicleta", explica Ibarrola.
Él mismo transformó una vieja bicicleta en un triciclo, agregándole una rueda más para que pueda soportar el peso de los parlantes, y armó canastas de metal, donde instaló un acumulador de automóvil de 12 voltios, una grabadora a casette y el amplificador.
Desde entonces, se volvió una postal común de las calles de Iturbe ver a don Libé recorriendo con su tricicleta y sus parlantes pintados con los colores de la bandera paraguaya, anunciando: "¡Eeeesta nocheeee...! ¡Gran festival en la Plaza Vicente Ignacio Iturbeee...! ¡Están todos invitados, señoras y señores...!".
Su tarifa actual es de 50.000 guaraníes por pasar un aviso durante una hora, tiempo en el que Ibarrola recorre todos los sectores de la ciudad y asegura que "no se queda nadie sin enterarse".
El pintoresco publicista parlantero cumple una importante función social, además de ser un patrimonio viviente de la ciudad, asegura el intendente de Iturbe, Darío Cabral, quien es uno de sus principales clientes, al encargarle la difusión de las ordenanzas municipales y de los avisos de interés público.
"Don Libé es la voz de Iturbe. Es un ciudadano a quien apreciamos y apoyamos, y que le llama la atención a muchos visitantes que llegan, porque en pocos otros pueblos del Paraguay ya se puede encontrar a un personaje folklórico como él", señala el intendente.
Padre de tres hijos, pedaleando ya con cierta dificultad por sus 79 años de edad, don Libé sigue recorriendo las calles de Iturbe, sabiendo quizás que es uno de los últimos de su especie.

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